El gran peso
de la evidencia ante nosotros demuestra que algunos tipos de experimentos
médicos, en humanos, cuando se mantienen dentro de límites
bien definidos, satisfacen -generalmente- la ética de la
profesión médica. Los protagonistas de la práctica
de experimentos en humanos justifican sus puntos de vista basándose
en que tales experimentos dan resultados provechosos para la sociedad,
que no pueden ser procurados mediante otro método de estudio.
Todos están de acuerdo, sin embargo, en que deben conservarse
ciertos principios básicos para poder satisfacer conceptos
morales, éticos y legales.
1) El consentimiento
voluntario del sujeto humano es absolutamente esencial. Esto quiere
decir que la persona envuelta debe tener capacidad legal para
dar su consentimiento; debe estar situada en tal forma que le
permita ejercer su libertad de escoger, sin la intervención
de cualquier otro elemento de fuerza, fraude, engaño, coacción
o algún otro factor posterior para obligar a coercer, y
debe tener el suficiente conocimiento y comprensión de
los elementos de la materia envuelta para permitirle tomar una
decisión correcta. Este último elemento requiere
que antes de aceptar una decisión afirmativa del sujeto
sometible al experimento debe explicársele la naturaleza,
duración y propósito del mismo, el método
y las formas mediante las cuales se conducirá, todos los
inconvenientes y riesgos que pueden presentarse, y los efectos
sobre la salud o persona que pueden derivarse posiblemente de
su participación en el experimento.
El deber y
la responsabilidad para determinar la calidad del consentimiento
recaen sobre el individuo que inicia, dirige, o toma parte del
experimento. Es un deber personal y una responsabilidad que no
puede ser delegada a otra persona con impunidad.
2) El experimento
debe realizarse con la finalidad de obtener resultados fructíferos
para el bien de la sociedad, que no sean procurables mediante
otros métodos o maneras de estudio, y no debe ser escogido
al azar ni ser de naturaleza innecesaria.
3) El experimento
debe ser diseñado y basado en los resultados obtenidos
mediante la experimentación previa con animales y el pleno
conocimiento de la historia natural de la enfermedad u otro problema
bajo estudio de modo que los resultados anticipados justifiquen
la realización del experimento.
4) El experimento
debe ser conducido de manera tal que evite todo sufrimiento y
daño innecesario sea físico o mental.
5) Ningún
experimento debe ser conducido donde hay una razón «a
priori» para asumir que puede ocurrir la muerte o daño
irreparable: menos, quizás, en aquellos experimentos donde
los realizadores del mismo también sirvan como sujetos
de experimentación.
6) El grado
de riesgo tomado no debe exceder nunca el determinado por la importancia
humanitaria del problema a ser resuelto por el experimento.
7) Se deben
proveer las precauciones adecuadas y tener facilidades óptimas
para proteger al sujeto envuelto de la más remota posibilidad
de lesión, incapacidad o muerte.
8) El experimento
debe ser conducido únicamente por personas científicamente
calificadas. El grado más alto de técnica y cuidado
deben ser requeridos durante todas las etapas del experimento,
bien de quienes lo conducen así como de los que toman parte
de éste.
9) Durante
el curso del experimento el sujeto humano debe tener la libertad
de poner fin a éste, si ha llegado al estado físico
o mental donde la continuación del experimento le parece
imposible.
10) Durante
el curso del experimento el científico que lo realiza debe
estar preparado para interrumpirlo en cualquier momento, si tiene
razones para creer -en el ejercicio de su buena fe, habilidad
técnica y juicio cuidadoso- que la continuación
del experimento puede resultar en lesión, incapacidad o
muerte para el sujeto bajo experimentación
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