Poetas jóvenes de Nuevo León (México)

Sergio Cordero

Guadalajara Jalisco 1961 radica en Monterrey

Ha publicado: Testimonios del día 1983, Vivir al margen 1987, La farsa intelectual 1992, Oscura lucidez 1992, Luz cercana 1996, Insomnios 1997.


Poemas de
Sergio Cordero

 

FRAGMENTOS DE UN DECURSO AMOROSO

Desde un volskswagen

pequeña isla rodeada de sábado,

contemplo la distancia:

Mi alma es una línea;

el horizonte trazado por la mano

que te sintió madura,

fresca por dentro como una manzana.

Y deseas que te muerda.

1

no seré Diospero

he creado el amor

a tu imagen y semejanza

2

quédate

a contemplar el circo de la arena y el viento

que la erosión sabrá de nuestra historia

3

he partido mi pan

en dos mitades

pero te doy las dos

4

para llegar al día

yo escalopor tu cuerpo

el abismo

5

como el río

nos deslizamos

uno en el otro

por fin hemos llegado

6

no cohabitamos

cohabitan solas

nuestras soledades.

 


REPUDIA LA RAZÓN

La razón es inútil,

No es humana.

Es la íntima parte que nos toca

de dios

Y lo demás, lo nuestro,

Está en los sentimientos,

la flaqueza.

Porque saberte débil es sentir que estás vivo,

porque la perfección te da la fuerza

y el poder de matar.

te da la muerte,

la muerte perfección.

Estamos vivos.

Nuestra única culpa es seguir vivos.

 


CURRÍCULUM VITAE

 
Dilapidó en estúpidos proyectos

el caudal de su ira

y después

miró ante sí una puerta.

Fatigado,

tuvo que recargarse

en el dintel de sus cuarenta años

antes de abrir la puerta y contemplar

sus perspectivas.

más allá, el futuro

o el destino –el nombre es lo de menos-

le dieron a elegir

varias salidas:

el corazón que estalla,

la ventana al vacío

el largo viaje detrás de un escritorio.

Sensatamente

optó por lo primero.

 


¿EN CUÁL HORROR CAMINO?

 
Acaso sobre la cuerda floja donde todos bailan

creyendo felices de la vida

no es otra que el confortable invierno

de las repeticiones cotidianas.

Lo otro pasa afuera,

en la pantalla del televisor

 


ALGUIEN GRITÓ ESTA NOCHE

 
Las calles se estiran casi hasta reventar,

el mar rompe ventanas

parpadean

los nervios como tubos de neón:

la viuda despierta cubriéndose los pechos

y el prófugo contrae la pupila.

Respiro.

El aire es fresco, casi fluorescente.

¿Quién a gritado?

¿Por qué?

Eso no importa.

Mientras vibre su diapasón de miedo,

bienvenido sea el hermoso grito

que me arranca las vanas reflexiones

y me hace los ojos abiertos.

 

Introducción | Textos | Versión PDF