Poetas jóvenes de Nuevo León (México)

Eduardo Zambrano

Monterrey Nuevo León 1960(contacto: eduardozambrano@cemex.com)
Ha publicado: Del coleccionista1988, Aquí afuera 1997.


Poemas de
Eduardo Zambrano

 

Retrato de familia

Nos reunimos frente a la ventana.

Un relámpago iluminó nuestras caras
y no muy lejos
escuchamos al trueno cabalgar por las nubes.

El último camino hacia la tarde
se perdió bajo el agua.

Mamá y papá ahora están muertos,
mis hermanos se han largado del retrato.

 


Nadie

Pensar que muchos buscan una piedra
o la raíz
dónde aferrarse para luego seguir nadando contracorriente.

¿Buscar los orígenes hasta quedar en una orilla?

¿Dar sombra a la serpiente y casa al gusano?

Ser nadie
            y aún, como la hoja seca,
servir de embarcación a los instintos.

Recostado en el huidizo caudal
observo las nubes.

Acaso sea yo
el que toma caprichosas formas bajo ellas.

 


Muladar

Amanezco
con el trajinar de las ratas
entre la hierba
y el hedor del perro muerto
que alguien abandonara anoche.

Escucho que pasan los albañiles.

Es aquí a donde vuelven
para descansar al cuerpo
de sus necesidades.

Hoy hará calor.

Quizá al final de la jornada
pueda entregarme a ese raro balbuceo de mentiras y glorias.

Como todos, he sentido el compromiso de ser feliz.

Pero pensar que un muladar puede ser un hombre
son tonterías.

                        Mi orgullo
es apenas esta brecha angosta
que me atraviesa.

 


Presa fácil

Este que ahora ven
militante de corbata y saco,
líder de proyectos
y otros fantasmas del deber
en las nimias batallas de escritorio:

Polvo
que también fue animal de mil lecturas
en las más largas noches del espíritu;
solitario y solidario se bebió la juventud
en esa rara mezcla de licores.

Este que ahora ven
boceto y carne de cañón entre las prisas,
contando la poesía que le queda
con los dedos; en otrora astrónomo
felizmente venido a menos
por encontrar unos ojos
(aún su más caro descubrimiento):

Tiempo
que también es animal de mil venturas
en los más largos días de la carne;
presidiario y mercenario por pagar la sensatez
a un magro patrimonio de valores.

Este que ahora ven
de pequeña barriga y tirando a calvo

en el espejo

también es el otro, paternidad caída,
presa fácil de la locura
                        y la belleza.

 


Chinese

Con el alma en rastras.

Con este ángel custodio de la conciencia
aún borracho y maldiciente.

Despertar
sin la certeza de cuándo se largaron los sentidos
ni cuándo llegó finalmente el sueño.

Con el cuerpo lastimado en sus cinco puntos cardinales.

Con este miedo que reaparece
donde el viento apenas percibido
entre las hojas de un chinese.

Afuera están los aprendices de lo eterno.

Sólo el cielo azul y el canto de un pájaro.

Me limpio con las preguntas más elementales
y encuentro sangre.

He vuelto y las cosas están en su sitio.

 

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