Prof. Francisco Gedda
La preocupación de este académico por recoger la cultura y realidad chilena se refleja cabalmente en su
connotado programa “Al Sur del Mundo”. Pero además se expresa en sus palabras y la crítica que sostiene
sobre los criterios que priman en la televisión. También en su quehacer docente en el taller de Cine y Video Documental en la “U”. De todo esto conversamos con él.
Prof. Francisco Gedda.
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Como realizador de una de las
series más premiadas de la
televisión chilena, “Al Sur del
Mundo”, el Prof. Francisco Gedda se
sintió por muchos años como nadando
contra la corriente, sensación que
-según admite- aún a veces lo invade,
aunque no le importa.
Sabe que el género documental ofrece enormes posibilidades para representar
lo que somos como país, para
recoger lo que se llama memoria histórica
y, en esa línea, para educar. Por
lo mismo, no deja de defender y aspirar
a que la cultura y la realidad nacional
tengan mayor presencia en la
televisión chilena y a que cada vez
exista un mayor número de
comunicadores capacitados para realizar
este trabajo.
Junto al Prof. Manuel Calvelo, imparte
desde hace algunos meses en la Escuela
de Periodismo de la Universidad
de Chile un taller de Cine y Video
Documental que tiene como propósito
entregar las herramientas teóricas y
prácticas para la realización de Documentales
Culturales y Pedagógicos. A
su juicio, la realización de material de
este tipo, aplicable a la docencia o a la
comunicación participativa, es un enorme
campo aún poco explorado por los
comunicadores.
De cierta forma -señala- esta iniciativa
universitaria contribuye a saldar
una deuda histórica generada por el
abandono de las grandes casas de estudio
al quehacer docente en el ámbito
cinematográfico o audiovisual.
Por la serie “Al Sur del Mundo”, el
Prof. Gedda fue distinguido con el Premio Conservación de Monumentos
Nacionales 2001 y su programa
fue declarado material auxiliar para
los escolares. Luego de transmitirse
por 20 años en las pantallas de Canal
13 salió del aire el año pasado, en un
hecho sintomático de lo que a su juicio
está pasando en la televisión chilena,
donde observa lo que llama “corrupción
ética”.
Sobre este tema, la situación del documental
en Chile, la falta de espacios
para él en televisión y la
“banalización” de buenas iniciativas
en este género, conversamos con este
académico.
Nos contó que actualmente trabaja en
un proyecto, cuyo destinatario es la
Dirección de Bibliotecas, Archivos y
Museos (Dibam), que consiste en convertir
2 mil horas de registro sobre
diversas manifestaciones patrimoniales
realizadas en el marco de “Al Sur
del Mundo” en la base del archivo
etnográfico audiovisual de Chile. La
idea es hacer unos 500 microprogramas
sobre oficios, arte, ritos o comidas que,
como piezas de lego, puedan ser utilizadas
para la enseñanza. La meta es
tener listo el archivo para el Bicentenario.
-¿No siente a veces, por las actividades
que realiza, que está nadando
contra la corriente? Al menos en
televisión hay poco espacio para su
trabajo.
-Durante 20 años, mientras hacíamos
“Al Sur del Mundo” sentí que nadaba
contra la corriente y a veces lo sigo
sintiendo, pero esto me parece que no
tiene gran importancia, porque si uno
cree en una propuesta ya sea a nivel
de realización para televisión, a nivel
académico o de estudios, hay que seguir
defendiéndola aunque sea minoritaria.
Alguna vez hice publicidad y
si la idea hubiese sido ganar dinero
me hubiese quedado haciendo comerciales.
Creo que nuestros documentales
y el trabajo en educación, porque
es cierto que nuestros programas
tienen un aspecto pedagógico, lograron
ser interesantes.
-¿Cómo percibe el desarrollo del
documental y cuáles cree que son
sus potenciales y límites?
-En los últimos años el documental
ha sido ampliamente recopilado como
forma expresiva, como género. La
asociación de documentalistas ha tenido
un enorme éxito con ciclos de
cine, con el Festival de Cine Documental
de Santiago, el Festival de
Cine Documental de Valparaíso y el
ce enormes posibilidades para representar
lo que somos como país, para
recoger lo que se llama memoria histórica
y, en esa línea, para educar. Por
lo mismo, no deja de defender y aspirar
a que la cultura y la realidad nacional
tengan mayor presencia en la
televisión chilena y a que cada vez
exista un mayor número de
comunicadores capacitados para realizar
este trabajo.
Junto al Prof. Manuel Calvelo, imparte
desde hace algunos meses en la Escuela
de Periodismo de la Universidad
de Chile un taller de Cine y Video
Documental que tiene como propósito
entregar las herramientas teóricas y
prácticas para la realización de Documentales
Culturales y Pedagógicos. A
su juicio, la realización de material de
este tipo, aplicable a la docencia o a la
comunicación participativa, es un enorme
campo aún poco explorado por los
comunicadores.
De cierta forma -señala- esta iniciativa
universitaria contribuye a saldar
una deuda histórica generada por el
abandono de las grandes casas de estudio
al quehacer docente en el ámbito
cinematográfico o audiovisual.
Por la serie “Al Sur del Mundo”, el
Prof. Gedda fue distinguido con el
de Valdivia.
En cuanto a las potencialidades no hay
mucho que decir, ya que estas son inmensas.
Respecto a los límites, estos
son los circuitos de distribución y difusión
del documental. Por ejemplo,
en los últimos años veo en la televisión
una especie de corrupción ética
en Chile y en el resto del mundo y se
puede ver como se ha evolucionado
negativamente desde el punto de vista
del documental. En la televisión hay
una tendencia a banalizar los
formatos, los contenidos del documental,
incluso de los buenos.
“Patiperros”, es un ejemplo. Pareció
en algún momento que era una serie
sólida a nivel documental y se las arreglaron
para echar al director, cambiar
el equipo de realización y ya los contenidos
son más banales, muchos más
tontos que como partió. Por otro lado
“Al Sur del Mundo” salió de la programación
de canal 13; “Contacto” de
ser una serie de reportajes bastante
digna, buena, con elementos valóricos
importantes, se convirtió en una serie
de reportajes sensacionalistas o que
acude a elementos de fondo sensacionalistas
para aumentar su rating.
El documental partió como un género
que digería la realidad a diferencia
de la noticia o del reportaje, que son
como más coyunturales. Permite, en
ese sentido, una mayor posibilidad de
análisis, de interpretación y de reflexión
y pese a ser un género que logra
todo eso, no tiene espacio en los
medios.
Distorsión en la TV
-¿Es parte de esa “corrupción ética”
que describe?
-Sí, de una corrupción ética empujada
por las necesidades de
autofinanciamento de la televisión
y por una falta de valoración de la
inteligencia del espectador. Hace pocos
días exhibieron el film “Coronación”,
un día domingo en la noche por
Canal 13, y tuvo 24 puntos de rating y
nadie, en el contexto actual de lo que
los programadores piensan que valoriza
el espectador chileno, daba un peso
por una cifra superior a 15 puntos.
-¿Cree que pesa en la consideración
de los programadores este rótulo de
programa más cultural o pedagógico
que tiene el documental, en el
sentido de que no utiliza la fórmula
de los personajes top?
-Yo pienso que la televisión nació
muy tempranamente con una fuerte
distorsión desde ese punto de vista.
Con “Al Sur del Mundo” nosotros tuvimos
rating históricos desde 46 puntos,
pero incluso en las épocas más
duras, más difíciles, compitiendo con
programas como “Mea culpa”, o
Colo-Colo en la Copa Libertadores,
logramos 15 ó 16 puntos. En el contexto
de la televisión eso siempre fue una
excelente proporción de audiencia.
-Entonces ¿qué es lo que pasa?
-Creo que lo que hay detrás de eso es
la idea de que al espectador sólo le
interesa entretenerse, trivialmente.
Pero yo creo que le interesa algo más.
Considerando que el cable, en términos
reales, no tiene más que un 30%
de la población abonada, es muy poca
la gente que tiene la posibilidad de ver
programas donde se informa, educa
y entretiene, pero además aprendiendo.
Pienso que por una mera consideración
de valoración de la inteligencia
de ese espectador, debiera acogerse
muy bien algunos elementos documentales
bien hechos, bien pensados,
sin ese error de considerar que
cultura es sinónimo de aburrimiento.
-En ese sentido ¿qué opina de la crítica
sobre la lentitud o el ritmo que
tienen algunos documentales que
adormecerían al espectador?
-En primer lugar el ritmo es una buena
construcción dramática y no se
define por lentitud o rapidez. Nuestro
programa al momento de salir del
aire el 2001 tenía en promedio unos
16 puntos de rating. El noticiero, en
el cual se invierten enormes recursos,
con todo un esfuerzo de producción, de rapidez, en ese mismo período
tenía alrededor de 12. Es decir,
lográbamos remontar el noticiero.
Esa es una cosa. Ahora bien,
probablemente si se coloca una ópera
durante una hora y media y no
explica nada, esto sea aburrido, pero
por el contrario, si en un documental
te dan tiempos de atmósfera, de
observar, de valorar los silencios,
que es parte de la construcción dramática,
las personas pueden entretenerse
y además pueden aprender
y recordar. Eso es muy importante
porque hoy día con las cosas que se
exhiben por televisión, en que hay
una nube de estímulos impresionante,
las personas lo ven, pero hay que hacer
el ejercicio respecto a qué recuerdan
después.
Apuesta programática
-¿Cómo cree que se puede compatibilizar
el desarrollo del documental
de carácter cultural, con esta falta
de espacios en la televisión, asumiendo
el asunto del autofinanciamiento,
el rating, etcétera?
-Creo que hay un tema de apuesta. Un
canal que sabe que logra 12 ó 15 puntos,
por ejemplo, con un programa
como “Enlaces” y “sacrifica” un día
de la semana con ese rating, es una
apuesta inteligente, comercial. Probablemente
poner una ópera china en el
horario nocturno seria un error grave,
pero poner temas relacionados con
la identidad chilena o que son próximos,
si bien tendrá un rating menor,
existirán espectadores interesados en
estas temáticas que sentirán que se
preocuparon de ellos. La imagen hacia fuera será que a ese canal le interesa
el deporte, la información, la
entretención, pero también la realidad
de Chile, la cultura, etcétera. Un buen
supermercado tiene tanto lo que la
gente pide menos, como las cosas que
salen a cada rato, todos los días. Esa
inteligencia de ofrecer una programación
que cubra todas las necesidades
de una familia o un espectador es una
buena inversión comercial.
En segundo lugar yo no he visto ni a
Televisión Nacional ni Canal 13 ni a
otros que cuando han tenido buenas
series las repitan a un horario que las
puedan ver los niños.
-Usted está convencido de que el televidente
valora o aprecia los programas
documentales culturales.
¿cómo entender entonces esta diferencia
entre este gusto y lo que sale
al aire?
-Cuando hablo de corrupción ética,
tiene que ver un poco con esto. A veces
prima la especulación en vez del
trabajo. Valores como el esfuerzo, la
persistencia, el trabajo constante están
siendo reemplazados. También los
canales caen en esto y piensan que si
con un programa sacan 15 puntos de
rating, de repente dan un golpe y sacan
35, salen de pobre y consiguen
un gran éxito comercial. Ese fue exactamente
el caso de “Al sur del Mundo”.
Por alguna razón contractual había
que tener dos emisiones semanales
de “¿Quién quiere ser millonario?”,
programa que en algunos países
tenía alto rating. Al final resulta
que estuvo muy pocas veces dos veces
por semana y ahora está bajando
de 20 puntos. Yo me pregunto: ¿valía
la pena todo ese sacrificio de imagen
para ganar 3 ó 4 puntos. Canal 13,
siendo universidad por un lado y católica
por otro, abandonó una serie
con propuestas valóricas por una serie
con una propuesta exitista.
-¿Qué pasa con TVN? ¿también tiene
algo que decir y un rol social educativo
importante?
-Toda la televisión chilena tiene un rol
importante. Ahora bien, pensando que
la realidad es mejor que la fantasía y
que ella está hecha de grises y no de
blancos y negros, dentro de esa escala
de grises, siento que TVN ha estado
mucho más cerca que los otros
canales de la televisión chilena de representar
la realidad chilena en sus
diferentes aspectos. Creo que el área
dramática lo ha hecho bastante bien, ha
tenido temas ecológicos, costumbristas,
ha traído la regionalización a la pantalla
y ha tenido series documentales o
de reportajes, más que de documentales,
que han sido significativas en su
momento, incluso en cantidades. Algunos
capítulos de “Mea Culpa” representaron
parte de la realidad de
Chile, igual que “El Mirador”,
“Patiperros”, “La Tierra en que Vivimos”
y “Tierra Adentro”. Son importantes
los esfuerzos de TVN relacionados
con nuestra realidad y con esa
proximidad, esa identidad que tiene
que ver con la historia, con lo que es
el país. Creo, no obstante, que en los
últimos tres o cuatro años ha habido
una tendencia a abandonar esas líneas
o sin abandonarlas a “envilecer” los
contenidos de estas mismas propuestas,
sucumbiendo a una especie de
desesperación de la competencia por
el rating, y perdiendo de vista incluso
las razones por las cuales tuvo ese
éxito de sintonía.
En gran medida ese tipo de enfoque
programático es responsable del éxito
de TVN y de alguna manera, al
envilecer o banalizar los contenidos
de esos mismos programas, TVN está
olvidando por qué tuvo éxito; está renunciando
inconscientemente a las
razones que lo llevaron a ser el primer
canal de la televisión chilena.