A juicio del doctor del INTA a cargo de la investigación, Prof. Dr. Santiago Muzzo, es improbable que el exceso de yodo se deba a cambios en los hábitos alimenticios, como, por ejemplo, mayor consumo de sal. Sospecha, más bien, de una contaminación alimentaria. En todo caso, las causas del problema están siendo investigadas a través de un nuevo estudio.
Prof. Dr. Santiago Muzzo.
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Un “desmesurado” y preocupante
aumento del consumo
de yodo en escolares, cuyas
causas se investigan, detectó un estudio
realizado por el Instituto de Nutrición
y Tecnología de los Alimentos
(INTA) de la Universidad de Chile
en cuatro regiones de nuestro país.
El análisis, a cargo del doctor de la
Unidad de Endocrinología, Prof. Santiago
Muzzo, incluyó a un total de 4
mil niños de educación básica, pertenecientes
a colegios de Punta Arenas,
Temuco, Santiago y Calama.
Una investigación anterior realizada en
1994 en las mismas ciudades había
revelado un consumo de yodo -a través
de la excreción en la orina de los
niños- de 750 microgramos promedio
diarios, es decir, cinco veces más de
lo considerado aceptable: 150
microgramos. A raíz de estos resultados
el Ministerio de Salud determinó
en ese momento bajar en un 60% la
yodación de la sal, medida que comenzó
a implementarse en enero del año
2000, al salir el nuevo Reglamento sanitario
de los Alimentos.
Así, con el propósito de conocer el
cumplimiento de la nueva reglamentación
sanitaria, el índice de bocio en
la población y el estado de la nutrición
del yodo en los escolares
(extrapolable a la población general),
los investigadores del INTA realizaron
un nuevo estudio en las cuatro
regiones sensorias durante el 2001.
Resultados
Según cuenta el Prof. Dr. Muzzo, el estudio
constató que el bocio se mantuvo
en alrededor del 5% y que las empresas
salineras se ajustaron a las nuevas exigencias
del reglamento sanitario fijadas
en el 2000, es decir, bajaron los niveles
del micronutriente de 100 a 40
microgramos de yodo por gramo de sal,
lo que corresponde a una baja del 60%.
No obstante, la ingesta de yodo, medida
a través de la excreción de yodo en
la orina, presentó aumentos importantes
en dos regiones, mientras que se
mantuvo en una y bajó en la otra.
En Punta Arenas, la ingesta en los escolares
bajó de 750 a 350 microgramos
promedio diarios; Temuco se mantuvo
en alrededor de 750; Santiago subió a
mil 200 y Calama a 2 mil 800. Ello significa
que al menos en estas últimas dos
ciudades el consumo es 8 y 18 veces,
respectivamente, más de lo recomendable.
“Estos niveles son altísimos y hay que
investigar urgentemente. Esta información
ya la remitimos al Ministerio
de Salud. Por lo pronto, el Departamento
de Investigación y Desarrollo
(DID) de la Universidad de Chile ya
nos aprobó un proyecto para investigar
las causas de este aumento desmesurado
de la ingesta de yodo, pese
estarse efectuando adecuadamente la
baja en la yodación de la sal”, puntualizó
el Prof. Dr. Muzzo.
Este académico considera especialmente
preocupante esta situación por
los problemas de salud que puede aca-
rrear en la población los elevados índices.
Explica que se ha descrito que
el consumo de yodo por sobre los 500
microgramos diario puede originar
enfermedades tiroideas autoinmunes,
donde el organismo crea anticuerpos
y empieza a destruir su propia tiroides.
Así se puede llegar a un hipotiroidismo
por destrucción de la glándula, la que
empieza a ser incapaz de generar sus
hormonas. En los adultos esto puede
traducirse en una baja del rendimiento
laboral, somnolencia o constipación
(estreñimiento). En los niños puede
alterar el rendimiento escolar, el crecimiento
y, en etapas tempranas de la
vida, incluso el desarrollo del sistema
nervioso central.
“Nuestra preocupación es equilibrar
la ingestión de yodo de los chilenos
porque si bien el hipotiroidismo es
una enfermedad que tiene tratamiento,
sin duda es mejor prevenirla”.
Posibles causas
Con el apoyo del DID, los académicos
de la Unidad de Endocrinología
ya comienzan a trabajar en la determinación
de las causas del problema.
Con los recursos asignados realizarán
un nuevo estudio en las ciudades de
Calama y Punta Arenas, a modo de
develar cuáles son las diferencias que
explicarían el índice más alto y bajo,
respectivamente.
El análisis incluirá a unos 2 mil niños
y en marco del mismo medirán nuevamente
la nutrición del yodo, la cantidad
de anticuerpos antitiroideos, así
como también realizarán estudios de
alimentos y aguas para detectar posibles
focos de contaminación.
Según este académico, es poco probable
que el aumento de la ingesta de
yodo se deba a cambios en los hábitos
alimentarios, como mayor consumo
de mariscos o de sal. Por ejemplo,
si se tratara de esto último, para
alcanzar los niveles de Calama una
persona debería consumir unos 70
gramos de sal diarios. De ahí que se
sospecha de algún tipo de contaminación
en los alimentos.
“Nuestra impresión es que aquí puede
haber un problema de contaminación
que viene de otras fuentes, especialmente
en la zona de Calama, donde
pudiera haber alguna contaminación
del agua o de otro orden que estudiaremos”,
dijo.
-¿Por qué no es posible pensar que
el aumento de ingesta de yodo se
deba a cambios en los hábitos alimenticios?
-Es que los niveles son muy elevados.
No creo que sea producto de un aumento
en el consumo de alimentos
con yodo (mariscos principalmente),
de sal o de productos que la contengan,
porque tendrían que ser monstruosas
las cantidades de productos
salados y de sal que estuviera consumiendo
la población para llegar a estos
niveles. Yo creo que debiera venir
de otras fuentes, por eso vamos a investigar
alimentos y aguas. Vamos a
estudiar que no haya algunos productos
alimenticios que en el proceso de
preparación de ellos, por limpieza de
instrumentos, queden restos de yodo
que contaminan. O animales, que durante
la vida se haya usado yodo y esto
pase a las carnes.
-Como sea ¿sería apropiado disminuir
más la yodación de la sal?
-Se puede bajar un poco más, pero la
verdad es que ya como fuente de aporte
no es tanto.
-¿Hicieron ver su preocupación al
Ministerio de Salud?
-Enviamos cartas y ellos manifestaron
que les preocupaba el tema. Pero
creo que necesitamos actuar y salir
muy rápido de dudas y todavía no he
recibido otra información del Ministerio
(de Salud), por lo tanto, investigaremos
a través del proyecto DID.
Luego, esperamos entregar el informe
a las autoridades para que tomen
las medidas del caso.