Otro dato curioso es que en muchos casos hay machismo involucrado, ya que los padres suelen dudar más de la paternidad de las hijas que de los hijos.
Profesoras doctoras Lucía Cifuentes y Mónica Acuña.
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Justificadas suspicacias o dudas,
inseguridades personales o en algunos
casos simplemente celos,
son algunos de los factores que están
detrás de muchas de las consultas sobre
paternidad efectiva que llegan hasta
el Laboratorio de Epidemiología
Genética de la Facultad de Medicina
de la Universidad de Chile.
Desde hace varios años aquí se realizan
exámenes de ADN que permiten
ratificar o descartar la paternidad, otorgando
de esta manera a centenares de
hombres y mujeres la posibilidad de
contar con “certeza” científica respecto
de un hijo.
Desde que la Ley de Filiación reconoce
el uso de las pruebas biológicas
como mecanismo para establecer la
paternidad, la realización de este tipo
de exámenes ha experimentado un
importante aumento a nivel nacional,
cuestión que se relacionaría con la
gran cantidad de situaciones pendientes
en este ámbito.
En el laboratorio universitario se reciben
en promedio alrededor de 100 casos
anuales, según afirman las especialistas
profesoras doctoras Mónica
Acuña y Lucía Cifuentes, quienes en
el marco de los estudios de ADN trabajan
conjuntamente con especialistas
del Banco de Sangre del Hospital Clínico
José Joaquín Aguirre y del Servicio
de Genética.
Según sostienen las profesionales, generalmente
quienes más demandan
este servicio son parejas jóvenes que
no están casadas y que tienen a su primer
hijo, y donde no hay demandas
judiciales de por medio, sino que desean
resolver el problema en forma
privada, pues esencialmente las dudas
del hombre, y no la negación de la
paternidad, las llevan a someterse al
estudio. Por ello, pese a lo que se pueda
pensar, en muchos casos los hombres
sienten gran frustración cuando
no es reconocida la consanguinidad.
Cabe señalar además que aquí se hacen
muchos estudios con personas
adultas que desean saber quién es su
padre y también para aclarar sucesiones
de herencias o el pago de la pensión
alimenticia.
De acuerdo a los exámenes de ADN
realizados en este laboratorio, en dos
tercios de los casos se ratifica o asigna
la paternidad, mientras que en el
tercio restante la condición de progenitor
queda descartada por el análisis.
A juicio de la Prof. Dra. Cifuentes,
quien es especialista en genética y
bioestadística, estos datos revelan de
algún modo que en la mayoría de los
casos la mujer sabe quien es el padre
de su hijo, o el hombre que viene con
dudas sabe si es o no es, habiendo detrás
de la consulta más problemas de
tipo relacional, sicológicos o de influencias externas. “Si no, debieran excluirse
de la paternidad muchos más”, afirma.
La Prof. Dra. Acuña, quien es magíster
en estadística, agrega que también en
muchos casos hay machismo
involucrado, ya que los padres suelen
dudar más de la paternidad de las hijas
que de los hijos.
Las profesionales pertenecientes al Programa
de Genética Humana del Instituto
de Ciencias Biomédicas, explican
que los exámenes de ADN permiten dar
absoluta tranquilidad sobre la paternidad
a quienes consultan, pues la seguridad
alcanza el 99,9%.
El examen
Para cada estudio de paternidad en este
Laboratorio, las personas son atendidas
primero en el Servicio de Genética,
donde reciben orientación e información
sobre el examen. Sólo tras esa consulta, se toman las muestras de sangre
de la madre, del supuesto padre y
del hijo. Posteriormente, ellas son remitidas
al laboratorio universitario
donde el análisis de ADN tiene un costo
de 220 mil pesos y los resultados
pueden obtenerse entre dos y tres semanas.
Si bien los exámenes intrauterinos
para determinar la paternidad son viables,
estos no se realizan en la Universidad,
ya que ante esta práctica
existe un fuerte cuestionamiento ético.
“No vale la pena realizar estos exámenes
porque implican un riesgo para
el feto que no va en su beneficio.
Cuando se hace una acción de salud,
una toma de muestra de sangre o lo
que sea, se tiene que pensar en el beneficio
del paciente y no en la curiosidad
de alguien”, sostienen las profesionales.
Los exámenes de ADN en la Casa de
Bello se iniciaron en los años 70, siendo
pioneros la Prof. Dra. Leonor
Armanet y el Prof. Dr. Ricardo Cruz
Coke. En esos años se usaban los grupos
sanguíneos como marcadores
genéticos, pero la seguridad no era
muy alta.
Actualmente, en el laboratorio se utiliza
el análisis de STR, que son regiones
muy variables del ADN, que en
términos simples se analizan a partir
de una muestra de sangre de las tres
personas involucradas, de las cuales
se obtiene el ADN que luego será amplificado.
Las muestras se colocan en
un gel especial y se exponen a un potencial
eléctrico. Con ello los especialistas
obtienen un patrón de bandas que
pueden asemejarse a un código de barras.
La comparación de las bandas correspondientes
a la madre, padre e hijo,
permite concluir acerca de la paternidad
biológica.
Si bien los exámenes que se toman son
simultáneos a las personas que consultan,
en la interpretación de los resultados
se comienza por comparar a
la madre y el hijo. “Uno analiza en primer
lugar las bandas de ADN del hijo
y se observa qué bandas o fragmentos
de ADN ese hijo recibió de la madre.
Luego, todas las bandas de ADN que
ese hijo tiene y que no recibió de la
madre, obligatoriamente deben provenir
del padre biológico. Esas bandas o
fragmentos los buscamos en el padre
presunto que estamos analizando. Si
todo lo que tiene el hijo está en la
madre o en el padre presunto, es confirmado
como padre biológico”, explica
la Prof. Dr. Cifuentes.