Observaciones al Documento
“Rol de las Humanidades”

Ana Escríbar W.

Existe en el documento un supuesto de base que es el siguiente: “la cultura dominante es una cultura que carece de sentido crítico y cuyo norte estratégico es el sustento ideológico del modelo económico y la aceptación social-subjetiva del mismo”.

Del documento parece desprenderse que esta ausencia de sentido crítico tendría relación con un contexto político que ha determinado “la generación de un marco de estabilidad basado en la idea de una concertación social que asegure la necesaria tranquilidad del país”. La crítica, en consecuencia, no sería bienvenida.

Frente a esta situación el documento plantea que: “el ámbito en el que se inserta el rol de nuestras disciplinas y del cual nuestra facultad debiera hacerse cargo es el del ‘desarrollo cultural’ del país, tomando en cuenta, además, que a nivel de política gubernamental existe claramente una fisura en este ámbito”.

Para poder cumplir con ese rol la comunidad de la Facultad tendría que reflexionar en torno a la siguiente interrogante: “¿Estamos convencidos de que la existencia de la Facultad de Filosofía y Humanidades se justifica por la importancia de las disciplinas que aquí se desarrollan?”.

Si la respuesta a dicha interrogante fuese positiva ello significaría que las humanidades representarían “fines en si” en cuanto serían consideradas valiosas en sí mismas con independencia de los criterios de productividad y utilidad que parecerían prioritarios dentro de las valoraciones de nuestra sociedad.

Por, otra parte, el representar fines en sí no sería “incompatible con la necesidad de una cierta concretud de nuestras disciplinas, expresada en una apertura al mundo social”, puesto que las humanidades estarían necesariamente referidas al entorno social que constituye su objeto de estudio indispensable, sin el cual ellas perderían su sentido.

Sobre la base de estas consideraciones la propuesta del documento respecto del rol de las humanidades se sintetiza en dos aspectos:

1)   “La reflexión teórica al más alto nivel sobre las grandes cuestiones que históricamente se han revelado como humanas y que continúan interpelándonos hoy” ...

2)   “La asunción de la responsabilidad que nos cabe, como ‘pensadores’ de la sociedad, para con ese mundo social” ...

Frente a estos planteamientos yo quisiera en primer término felicitar a los estudiantes por un trabajo serio, un diagnóstico acertado y a una propuesta sensata. Pero quisiera también hacer algunas observaciones que considero importantes para la efectiva superación de una crisis en relación a cuya existencia todos concordamos. Dichas observaciones se refieren, en primer lugar, a los supuestos iniciales del documento y, en segundo lugar, a una omisión:

1)   Aunque no está dicho expresamente, el documento parece establecer una relación de causa a efecto entre la existencia de “un marco de estabilidad basado en la idea de una concertación social” y la ausencia de un pensamiento crítico.

Al hablar de concertación social, no utilizaré el término en el sentido contingente de la reunión de partidos políticos que hoy constituye la “Concertación”, sino en el de un pacto o acuerdo social en función de algunas metas comunes mínimas que son las que nos constituyen en comunidad. A mi juicio, la idea de concertación social, en este segundo sentido, es indispensable para lograr la convivencia en sociedades caracterizadas por la diversidad, como es la nuestra. Ello no necesariamente implica el rechazo del pensamiento crítico, aunque sí el riesgo de que ese rechazo se produzca. Precisamente, es responsabilidad de las humanidades el superar ese riesgo y el forjar un pensamiento que, siendo crítico, no sea anárquico. Vale decir, que tienda al perfeccionamiento y a la especificación cada vez más nítida de esos acuerdos mínimos, que son los que nos permiten construir la “vida buena con otros y para otros, dentro de instituciones justas”, y no a su destrucción. En este sentido, en el de abrir los espacios para esa “vida buena”, el pensamiento humanista es profundamente ético.

2)   El documento parece transmitir una consideración peyorativa de los criterios de productividad y de utilidad, vale decir, de los criterios económicos y técnicos.

A mi entender, esos criterios son expresión de medios tendientes a la eficaz consecución de fines y, como tales, carecen en sí mismos de sentido sin relación a éstos. ¿Y quién define los fines? No me refiero a metas tales como el “desarrollo” o el crecimiento económico, porque ellos también son o deberían ser medios al servicio de metas propiamente humanas. Si estas metas no se definen y no se proponen, ¿de quién es la responsabilidad, de los economistas y técnicos, especialistas en el perfeccionamiento de los medios, o de los humanistas que no están a la altura de su rol?

Creo, pues, que no corresponde plantearse contra los criterios económicos y técnicos, sino mostrar que ellos no resultan aplicables a ámbitos de la actividad humana (humanidades, arte y ciencia pura) que son valiosos en sí mismos - como lo plantea el documento - y no en función de objetivos exteriores.

3)   Si bien es cierto que nuestras disciplinas sufren una crisis derivada de “la marginación general que los estudios de humanidades sufren en el contexto de las orientaciones estratégicas de desarrollo en curso para nuestro país”, pienso que los humanistas mismos somos en gran medida responsables de esa situación en la medida en que - afectados por una especie de complejo de inferioridad porque no somos “útiles” - nos hemos auto marginado, encerrándonos en la academia.

En esta forma, la gran omisión del documento es la de reconocer esta responsabilidad y atribuirla exclusivamente a la gestión económica y política. Por lo demás, está bien que aquí sea, porque ese reconocimiento nos corresponde a los académicos; la responsabilidad de no haber asumido ese rol es nuestra, no de nuestros estudiantes, y es imprescindible que tomemos conciencia de ello para que la crisis de nuestras disciplinas pueda ser superada. Pues sólo en la medida en que seamos capaces de producir un pensamiento significativo podremos recuperar hoy para las humanidades el rol histórico que - como lo destaca el documento estudiantil - ellas tuvieron en nuestro país y sólo entonces podremos proyectar hacia el futuro su influjo creador.