Esta
publicación no habría sido posible sin el apoyo de
la Facultad de
Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile y en especial
de su decana,
profesora María Isabel Flisfisch. También debo agradecer
la participación de Leda
Berardi, presidenta de Aled-Chile, cuyas gestiones ayudaron a materializar
este
proyecto. Finalmente, es necesario destacar la colaboración
que prestaron en el
proceso de edición Paula Lopehandía y Elisa Moraes
Lopes, estudiantes del
posgrado en Lingüística de la Pontificia Universidad
Católica de Chile.
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