VIOLETA PARRA.

Raquel Olea. Casa de la Mujer "La Morada".


Colección Visor de Poesía ha publicado recientemente VIOLETA DEL PUEBLO, una antología de la obra de Violeta Parra [*].

Leer este libro de poemas, canciones, décimas de V. Parra propicia algunas preguntas por la función, el lugar que hoy puede tener, el imaginario que expone su obra, escrita en el registro del folklor y la poesía popular. ¿Qué sentido puede cobrar hoy en medio de una modernización globalizada la recuperación y legitimación de los rasgos propios de la cultura local y campesina que V. Parra nos legó?. Rasgos que hoy podrían parecer, además de anacrónicos, irreales, propios de formas de vida ya superadas, representaciones de una cultura campesina que ya no sirve ni identifica el Chile de hoy.

¿Qué hay en ello además de nostalgia? ¿por qué su canto sigue emocionando? ¿por qué a pesar de todo seguimos reconociendo valores en sus canciones y en sus Décimas?.

Seguimos encontrando que V. Parra sigue teniendo lugar como folklorista, como figura; sus gestos políticos, su trabajo cultural, posibilitan, quizás hoy más que nunca, una pregunta por la diversidad de experiencias en que se comunican las formas de la identidad como ligazón de una colectividad; más allá de cualquier proyecto político -económico. Son los rasgos de lenguaje, de usos y costumbres, de modos de representaciones, de diversidad de economías lo que permiten la complejidad de una comunidad que se reconoce en su pluralidad. La obra, la figura de Violeta Parra activan esa percepción al dar curso a elementos, nociones, valores locales propios del transcurso de la sociedad chilena en su configuración. Su obra conectada a referencias regionales, a imaginarios históricos configurados en relaciones espontáneas entre hombres y mujeres con su hábitat y su medio ejerce un poder de re-conocimiento entre las personas que es inherente al sentido de comunidad.

En el actual contexto de configuración de representaciones globales, una obra como la de Violeta Parra puede tener en ello un nuevo sentido, que no es nostálgico ,ni chauvinista, sino que preserva rasgos de memoria local y propia que las actuales formas de modernización tienden a borrar, a desechar, a declarar inservibles para la vida actual. Violeta Parra se salva como productora de representaciones de historia y sentido de lo local, porque ni la multiplicidad espacial, ni la pluralidad social de lo chileno, podría reducirse hoy sólo al gran espacio central de lo urbano dominante.

En el momento histórico de su producción, las canciones de V.P. funcionaron principalmente como soporte a la utopía del cambio social, al denunciar injusticias económicas y sociales, en las alianzas de poderes que sostenían esa forma de capitalismo. "Al medio de la Alameda de las Delicias/ Chile limita al centro de la injusticia", pero hoy, aunque su obra conserva ese valor, sabemos que la utopía que puede re-unir una comunidad no es ya la lucha social, tampoco el retorno a una arcadia familiar. La utopía actual que obras como ésta puede otorgar es el reconocerse en una estructuración del espacio donde las subjetividades pueden configurarse en saberes comunes, en lenguajes, formas familiares; reminiscencias que signifiquen y posibiliten la composición de un cuerpo social que a pesar de sus dispersiones y fragmentos funciona como comunidad: "Santiago del ochocientos,/para poderte mirar/tendré que ver los apuntes/ del archivo nacional/ te derrumbaron el cuerpo / y tu alma salió a rodar/ Santiago penando estás". Esta cita hace evidente su percepción de una sociedad que se desarticula como cuerpo. Su escritura, su canto ,su voz hace visible la necesidad de comprender el significado de la articulación de un cuerpo social. Lo otro es el derrumbe, la rodada, la pérdida del alma, la dispersión de los sujetos sociales.

Violeta Parra iba de puerta en puerta por los pueblos y rincones de Chile recogiendo canciones, cantando con las personas que guardaban en su memoria versos perdidos. La recuperación y fijación de ese material es uno de los gestos político- culturales mas significativos de su quehacer: "así se fue metiendo de lleno en la investigación, con todas estas personas que iba conociendo. yo me daba cuenta que por sobre todo la Violeta quería a toda esa gente, quería al pueblo; entonces salía al campo iba a los poblados como una hormiguita" es el testimonio de Luis Arce. En ese gesto ella desarrolla una compleja política de género en la que une y complementa funciones masculinas y femeninas rompiendo estereotipos y roles asignados.

Aventurera, andariega, rompe con el sedentarismo propio de lo femenino ligado al espacio de la casa familiar que la centra en torno a la crianza y las labores domésticas V.P. sale de ese lugar para hacer historia, producir arte, crear cultura. Su escritura tendrá también ese doble rasgo de lo masculino y lo femenino. Por una parte al escribir desde su lugar femenino la oralidad será su referencia simbólica como territorio propio del lugar histórico de la mujer. Ligada a la práctica de su género opera desde ahí su trabajo cultural, para perpetuar ese modo de comunicación, donde se enmarañan ,a veces sin orden ,saberes y discursos que mezclan la leyenda familiar, el decir de oídas,el dato histórico, la sentencia el refrán, el murmullo en la creación de su discurso femenino; pero formalmente opera su escritura en el rigor de las tradiciones populares que utiliza: la décima, formas del romance; géneros folklóricos a cuyos códigos se ciñe con rigurosidad de investigadora, labor que no siempre ha sido propia de las mujeres.

Sus Décimas compendian esa complementariedad de una producción femenina que desde fuera de lo institucional, tanto en el uso del lenguaje como en la creación de historia, cruza lo cotidiano, lo doméstico, lo familiar con usos culturales propios del mundo rural y provinciano. V. Parra marca ese lugar como espacio desde el que ella escribe y valora la historia oficial otorgándole su percepción, su adjetivación su punto de vista, complejizando con ello el registro de su simbolización y de su incidencia en lo privado y en las subjetividades: Así se refiere a la figura pública de Ibáñez: "Por ese tiempo el destino/ se descargó sobre Chile,/cayeron miles y miles/ por causa de un hombre indigno./ Explica el zorro ladino/ que busca la economía;/ y siembra la cesantía,/ según él lo considera/ manchando nuestra bandera/ con sangre y alevosía".

En sus décimas, la estructura familiar se centra en la figura de la madre como soporte de una economía organizada en torno al rendimiento de un orden doméstico, economía que representa no sólo lo precario de la pobreza, sino la construcción de una forma cultural de vivirla, de soportarla, de eludirla; lo religioso cumple un permanente lugar de demanda y protección "A nadie le falta Dios/le oyi decir a mi madre". El padre aparece como decorativo, periférico al rol de la madre, construyendo otra representación que la del modelo burgués imperante. El padre no es ni proveedor ni soporte de la autoridad familiar: "Defectos, mañas y gracias/ que mi taitita lucía,/ eran de tal gallardía/ que ocasionaba desgracias". La representación de la madre la ubica en el lugar que en la designación de roles correspondería más a lo masculino, invirtiendo la autoridad familiar: "Por suerte la inteligencia/ a mi mama la acompaña", "mi mamá que gran orgullo" dirá en sus Décimas, reconfirmando con ello ciertas tesis que marcan la constitución de la identidad latinoamericana en la figura poderosa de la madre (Montecino, Guzmán, Ortega) mientras el padre, patriarca disminuido, se reduce simbólicamente en la ausencia, o la vagancia improductiva para el orden familiar.

La madre maneja la economía familiar, de ella se muestran las habilidades para su mayor rendimiento ."Hoy día toco el retazo/ mañana le toca al otro/ así nos cubre a nosotros/ recortando paso a paso".

Podría concluirse que la escritura que V.P. despliega en sus décimas tanto como en sus múltiples canciones, evidencia rasgos de lo popular que por su carácter minoritario, por su poder espacializado localmente, no entra en fricción con lo central, permanece intocado, en su marginalidad, por los avances y mandatos de lo que negocia con lo novedoso, con lo moderno, escapando a ciertas formas de la centralización, lo que permitiría una analogía entre ciertos rasgos de lo femenino y de lo popular.

Son estos rasgos propios de la cultura popular que V. Parra representa en su obra, especialmente en sus Décimas los que construyen formas de representación de identidad local, que ofrece modos alternativos de reconocimiento frente a la uniformización de un sistema globalizante que reduce amplitudes de experiencias, usos ,costumbres sociales como propiedad cultural. Modos alternativos que estarían dados en ciertos modos culturales de vivir que resisten a las leyes de lo moderno que desperfila lo históricamente propio; experiencias y modos de vida que satisfacen necesidades humanas que el neo liberalismo triunfante deja desamparadas.



*.- Violeta Parra. Violeta del pueblo. Colección Visor de Poesía. Visor. Madrid, 1996.