VISIÓN


-28 DE ABRIL-

Zarpamos al alba con rumbo norte. Somos sólo cuatro: Bernardo el mozo, Ana la del Sur, Iñaqui el mudo, y yo. Al atardecer ya habíamos perdido noción del continente. Sólo se ve agua.


-29 DE ABRIL-

Durante el desayuno, Bernardo el mozo comenzó a hablar de los sueños horribles que había tenido por la noche. Le pedí que se callara, pero no obedeció. Ana la del Sur, comenzó a palidecer. No tocó el desayuno. Finalmente, se levantó llorando y salió corriendo de allí. Esto no debe volver a suceder, o habrá que tomar medidas. El viento apenas sopla. Sólo se ve agua.


-30 DE ABRIL-

Sin novedad. Sólo se ve agua. Un viento norte parece anunciarse para mañana. Iñaqui el mudo, Bernardo y yo aseguramos las velas. Esta noche turnaremos la guardia.


-1 DE MAYO-

Desde las primeras horas de la madrugada corre un norte fuertísimo. Ana la del Sur se encerró en la cocina y no ha sido posible sacarla de allí. Sus gritos se escuchan sólo cuando las olas no están golpeando. Iñaqui el mudo me preocupa aún más, los ojos se le están desorbitando en el infinito, y yo no sé qué mira, porque en medio de la tormenta, lo único que se ve es agua. Bernardo el mozo se mantiene de pie junto a mí. Si esta noche no termina la tormenta, mañana habrá que tirar la puerta de los comestibles.


-2 DE MAYO-

El amanecer nos encontró a todos exhaustos. Yo me dormí de pie, y Bernardo durmió en el suelo a mi lado. Lo desperté y le hice señas de que me siguiera. Sobre el horizonte, el mar estaba más tranquilo que nunca. Ni siquiera se escuchaban gaviotas. Me dirigí a la cocina y golpeé la puerta con los puños hasta que dolieron. Bernardo sólo me miraba y esperaba. Iñaqui, que despertó a los golpes, vino a pararse a nuestro lado a esperar. Finalmente entre los tres tiramos la puerta. Pobre Ana. Estaba tendida ahí, bajo un barril de sal que seguramente había tirado lejos la tormenta. Tenía la boca y los ojos llenos de sal. Hubo que sacudirla un poco antes de tirarla al mar. Lo hicimos Bernardo y yo. Iñaqui se quedó ahí solo, muy erguido, como si no pudiera moverse. Casi al atardecer, lo encontré de nuevo en cubierta. Estaba mirando el mar como si pudiera ver algo en él, pero me aseguré bien y no se ve nada. Sólo se ve agua en el horizonte.


-3 DE MAYO-

Iñaqui me preocupa cada vez más. Como es mudo y no sé lo que piensa, temo lo peor. Esta lo descubrí en la cocina con un puñado de sal. Al verme se asustó mucho y lo escondió. Bernardo dice que quizás no debimos traerlo. Sobre el horizonte sólo se ve el mar.


-4 DE MAYO-

Bernardo a vuelto a tener pesadillas. Despertó gritando como un animal. Resollando. Ninguno de nosotros pudo luego volver a dormir. Yo, sin embargo, cerré los ojos. Aunque no había luz, sentí la mirada de Iñaqui cayéndome encima hasta el amanecer. Por de pronto, no hay novedades en el horizonte, sólo se ve agua.


-5 DE MAYO-

Los días comienzan a parecer más largos. Hemos tomado la costumbre de no hablar. Los sueños de Bernardo han comenzado a trepar por los míos, y yo prefiero que ya no los cuente. Iñaqui ya no duerme con nosotros. No resistí sus ojos, y lo envié a hacer la guardia. Lo encontré durmiendo en la cocina. Creo que desde ahora dormirá ahí. En el horizonte, agua.


-6 DE MAYO-

Al despertar esta mañana, Bernardo y yo nos dirigimos como siempre hacia la cocina. Iñaqui no estaba. Pensamos que estaba abajo, escondido en algún sitio. No sabemos cómo, pero el hecho es que ya no está. Pensé en decir unas palabras como despedida, pero no fui capaz de romper este silencio. Se ha endurecido como una costra de sal sobre los labios secos. Eso es todo por ahora. En el horizonte, irrisoriamente, sólo se ve agua.


-7 DE MAYO-

Bernardo ha vuelto a gritar por la noche. Lo he mirado ordenándole que ya no sueñe, y él me ha visto contestándome insolente y rabioso. Creo que mañana dormiré en la cocina, o sobre la cubierta, o en algún lugar.


-8 DE MAYO-

Bernardo y yo nos hemos dividido el barco. Pensé que si ya no nos mirábamos, sus sueños no podrían avanzar hasta los míos. Anoche, sin embargo, los escuché venir por la cubierta, y me dormí apoyado en la aldaba para que no pudieran entrar. Hoy no me he atrevido a salir de aquí. Miro por la ventana un trozo de mar, y escucho atento por si hay algún ruido de pájaros.


-9 DE MAYO-

Creo que ya sé qué sueña Bernardo. Soñamos con un viaje, y ahí, en el horizonte, sólo se ve el mar.



Constanza Martínez.