Manuel Silva Acevedo

N. York, (UPI).-La colección de objetos empleados por Harry Houdini en su carrera de 35 años como "el artista de las fugas", será puesta próximamente en venta. El catálogo de los objetos ofrecidos incluye millares de grillos, candados, llaves, chalecos de fuerza y una silla eléctrica.

Houdini

Pareciera evidente que la gama de ardides del
        mago no era de sí perfecta.
con los pulmones reventados no es
        atributo de quien posee misteriosos
        pactos con el agua.
Queda probado, entonces, que un error en sus
        trucos mató al artista de las fugas.
Ese gran farsante del exhibicionismo no pudo
        escapar de una pecera de cristales.
Nadie pensó que hubiera de fallar, se esperó
        inútilmente su gracioso pase
y la venia con que saludaba a los espectadores
        una vez cumplida su faena.
El fingidor de todopoder que traspasaba con
        su cuerpo el vidrio y el acero,
quedó allí en su cubeta haciendo burbujas
        como un bagre.
Só1o una cosa podría esgrimiese en su defensa:
Houdini descendía de una vieja estirpe de
        misántropos de otra edad de la tierra.
Tirexias en un tiempo remoto lo llevara en
        su sangre,

y también algunos apóstoles de Cristo.

Todos los mártires del espectáculo -sólo no
        aquéllos consumidos por el fuego-
anticiparon su venida al mundo.
Ya en la proa de los viejos galeones, los ojos
        de Houdini auscultaban las hendeduras
        del mar;
y en la ceremonia bautismal, el maestro de
        parodia volaba junto a la paloma
        blanca.
Jamás se vio al apóstata adorar el fuego,
ni siquiera en sus formas domésticas.
Hay quien dice que lograba deshidratar su
        cuerpo de tal modo,
que una simple contracción muscular
        lo convertía en una ínfima partícula,
capaz de atravesar el ojo de una aguja.
Pero es preciso apelar a la fe para dar crédito
        al energúmeno de las hondas aguas.
Recordemos que en Karnak disecaban los
        corazones de los difuntos
-y es más- el Libro de los Muertos refiere
        un exorcismo para evaporizar el alma
        y la materia.
Y algo temible:
las primeras sílabas de los dioses principales
        del Nilo
(intentadlo como tal vez lo hicieron los sumos
        sacerdotes)
forman inexplicablemente el nombre Houdini
      aparatoso jerarca de la transmigración de la
        energía.

III

Qué se sabe de la casa donde vivió Houdini:
un cerco de altas rejas impide todo paso;
ruidos de cepos, cadenas y grilletes
se oyen desde la calle;
y en el jardín, una vegetación extraña
        crece desmesuradamente,
plantas enormes que arrastran sus faldones
        por el légamo del suelo siempre húmedo,
como en el fondo del mar.
 

CAYÉNDONOS ENCIMA

El sol y su pan calcinado cayéndonos encima.
La sangre celestial bañando la vida de orilla a orilla
y nosotros ajenos caballitos mecánicos
rotando hasta esfumarse,
ausente el oído, ése que sabe,
distante el corazón de la mano,
semovientes como carne desprovista de ojos y uñas,
pasto de la voracidad ciega de la Luna,
revolviendo esa herida en el costado de Dios,
balbuceando el amor, un amor onanista,
que tantea en la oscuridad sin encontrar salida,
un poro, un boquerón, un cráter en el tapiz inmóvil
donde pobres imágenes se figuran ser
        preciosos dibujos
y no.
 

SUEÑO IMPERFECTO

Dulce y pavoroso sueño en que somos soñados
en la pesada atmósfera
de una habitación de incalculables límites,
donde vida y muerte se suceden como relámpagos.
Fosforescencias de una materia que respira y exuda
logos Invisible y discontinuo,
como la agitada presión de un huevo
por resquebrajarse
dando lugar a la creación del mundo y
a su destrucción,
en fotogramas simultáneos cuya fina emulsión
no alcanza a impresionar la retina
del que nos sueña.

Perverso e inocente transcurrir
de este sueño imperfecto
que se corta por la parte más débil del hilo.
 

Manuel Silva Acevedo nació en Santiago de Chile en 1942. Hizo sus estudios de Castellano, Filosofía y Periodismo en la Universidad de Chile. Pertenece a la generación de poetas de los años sesenta. Entre sus obras: Perturbaciones (1967); Lobos y ovejas (1976); Mester de bastardía (1977), Palos de ciego (1986); Canto rodado (1995).

Estos poemas fueron tomados de la Revista Hispanoamericana de poesía AÉREA, Nr. 1, Año 1, octubre 1997, Santiago de Chile-Buenos Aires, pp 13-18.
 

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Cyber Humanitatis N°5