CAVILACIONES   (Selección)

Juan Emar.
 

9.3.22

Por cierto, en el curso de este libro, varias cosas serán tachadas de estrafalarias, y si se aceptan como sucedidas, de subnaturales. Para mí mismo nada fue así. Todo en esos tiempos me parecía completamente natural y hasta corriente por la muy sencilla razón de que cuanto vi y experimenté estaba en total acuerdo con mi estado de ánimo y respondía con toda exactitud a lo que yo buscaba en la vida y en la naturaleza. Tales cosas no han vuelto a sucederme y espero que nunca me sucederán, nuevamente; ellas tampoco se presentan al común de los hombres, así es que por ese lado debería haber sentido la anhelada sensación de vivir en otro mundo, un mundo sobrenatural, pero es el caso que fue tanta mi afinación con el lado de la vida en que así son las cosas, me coloqué tan justamente en un ángulo desde el cual los hechos no podrían haber sucedido de otro modo, que creo que lo sobrenatural habría sido que tales hechos no se hubieran producido. = Porque después de todo ¿a qué me esperaba al desear cosas sobrenaturales y prodigiosas? A que ante mis ojos se mostrara una vida totalmente diversa a la mía. Antes de avanzar caí en un espejismo debido a mi falta de experiencia, espejismo que no sólo aparece con la Magia (1) sino que también hace muchas víctimas, muchas más de las que generalmente se cree, en las Artes, en las letras, en las ciencias, en la política y hasta en las más incoloras profesiones liberales. Es un espejismo que burla a todos los hombres sin excepción, lo que me lleva a pensar que tal vez no existe aquél que pueda asegurar no haber pagado ningún tributo a Satanás, en el curso de su existencia.

Casi no hay hombre que no desee o no haya deseado alguna vez otra vida que la suya (2). Las excepciones, se me rebatirá, son numerosísimas, pero esos hombres, que las forman ¿pueden llamarse hombres? Lo dudo francamente. Ellos forman un reino intermediario (3) entre el animal y el hominal, así es que de ellos no tengo por qué ocuparme. = Al desear así otra vida nos lleva la esperanza de la dicha que ciframos en esa nueva vida y esa dicha proviene del contraste entre la vida actual y la que suponemos ha de ser la otra. Un contraste produce una sensación y tanto mayor será ésta cuanto mayor es aquél. Es por eso que un hombre pobre si llega súbitamente a hacerse rico y se halla en medio de un palacio y piensa que ya no tendrá para qué trabajar, enloquece de alegría, al mismo tiempo que el que ha nacido rico y vive en el palacio y no trabaja, agoniza de hastío y se embrutece. Éste, habiendo sido siempre rico no tiene el punto de repair (4) necesario, no tiene el contraste y su vida es gris; aquél enloquece porque vive como rico pudiendo mirar esta vida desde su recién pasada pobreza. Así, será feliz mientras quede vívido el recuerdo y la vida misma de la miseria, pero a medida que se vaya habituando a su nuevo estado y el antiguo vaya pasando a la categoría de recuerdo pasivo, se irá aburriendo también hasta un momento en que en la riqueza no vea nada de extraordinario sino el único modo posible y existente de vivir. Desde ese momento fuerza le será empezar nuevamente a buscar en qué emplear sus horas, buscar un nuevo contraste que le remezca.
 

10.3.22

Todos los mirages (5) sea en las artes, ciencias, etc. son idénticos: mirar una situación futura desde una situación presente que difiere de ella totalmente. Así el contraste es mantenido, contraste que desaparecerá desde el momento en que esa situación futura sea la situación habitual, pues toda la novedad cesará. Desde la situación presente la otra, si apareciera de súbito, tendrá algo de inusitado, algo de imposible, en buenas cuentas trastornaría las leyes naturales y el hombre sería un prodigio. Tomo p. ej. un muchacho cualquiera que jamás haya pensado, pongamos en la pintura y que oye a un pintor. Le dirá éste:
 

II El Arte - Diálogo.

-"Para los ojos del artista las cosas no aparecen como para los ojos del profano. Donde este último no ve más que colores muertos, aquél ve hermosísimas armonías que le deleitan y que otro nunca advertirá. Y más aún: los colores tendrán expresión moral e intelectual. Para Ud. el color es un simple atributo de los cuerpos, un atributo muerto; para nosotros es un lenguaje claro, preciso de todas las pasiones, de todos los sentimientos y hasta de las ideas de los hombres. Ciertas armonías nos expresan la banalidad o la insuficiencia, otras la sobriedad o la desesperación o el equilibrio o un alma frívola o un espíritu ardiente, un hombre cobarde o un héroe. Todo un lenguaje basado en analogías sutiles jamás sospechado por un profano, percibimos claramente y con él nos entendemos, entre nosotros, con la misma facilidad con que ustedes se entienden al charlar alegremente. ¿Y la línea? Ud. cree que ella no es más que una necesidad para delimitar un objeto de otro; no, amigo mío. La línea es tan viva como Ud. y como yo. Hay líneas buenas, hay líneas malvadas, las hay nobles como las hay viles, en todo caso no las hay inexpresivas. Todas ellas son la expresión definida de un estado de ánimo o de una posibilidad humana. Y esta expresión no es razonada ni deducida sino que es espontánea, como algo que habla y que no escucha y comprende como su propio idioma.

El joven -¡Estupendo!

El pintor- (Sonríe compasivamente) ¿Qué es lo que Ud. encuentra estupendo?

J- Vivir así, ¡Santo Dios! Ver cosas que nosotros no vemos, saber otro idioma que nosotros ignoramos, sentir revelaciones hondas en todo aquello que a nosotros nada nos dice.

P- Es Ud. muy joven y demasiado poeta.

J- Pero si me habla Ud. de cosas de otro mundo.

P- ¿De otro mundo? Ud. divaga amigo mío. Cuanto le he dicho es de este mundo y tan de este mundo que, al menos a mí me parece, que ello no puede ser de otro modo y que está al alcance de todos los mortales.

J- ¡Oh!

P- Ver así, entiéndame Ud. Realizar una obra ya es otra cosa.

J- Entonces, contésteme Ud. con sinceridad ¿podría yo p. ej. llegar alguna vez a ver esa otra existencia muda y viva que acompaña a la existencia muerta y ruidosa que ahora veo?

P- Por supuesto.

Un largo silencio. Ambos meditan: El joven, en la felicidad que ello será si se realiza; todo un mundo ignorado surgiendo como una aura de cuanto se halle al alcance de su vista. El pintor, en cualquier cosa.

J- Maestro, ¿qué hay que hacer para alcanzar tamañas cumbres?

P- Nada. Mirar. Observar. En fin, nada.

J- ¿Hace falta estudiar la perspectiva?

P- No mucha.

J- Pero la anatomía, sí, ¿verdad?

P- Si Ud. gusta.

J- Maestro, ¿al cabo de cuánto tiempo cree Ud. que empezaré a ver esos colores y comprender lo que las líneas dicen?

P- No amigo mío, no se trata de eso.

J- En verdad, me desconcierta Ud.

P- Es que, le repito, es Ud. demasiado niño aún. No piense más en ello, y en cambio tome el hábito de observar la naturaleza y ojalá también el hábito de convertir todas sus sensaciones y visiones a una forma plástica. (Despertando entusiasmado) ¡Oh! ¡Mire Ud.! |Eso es lo que hay que hacer. ¡Qué hermoso es! ¡Qué bien hace, la botella en el vaso, luego el tono de la mesa, mire Ud., con el vestón del señor! Y el fondo, no está mal. Un poco frío, pero se compone (6), hay algo en el conjunto y sobre todo en esos limones ¡qué calidad! Está bien, bien, bien. Cuando menos se piensa la naturaleza ofrece cosas hermosísimas. Es un Cézanne.

El camarero coloca nuevas bebidas sobre la mesa y se lleva los limones.

P- ¡Vaya un imbécil! Lo ha descompuesto todo. Se diría ahora una niña inglesa, una miss con anteojos. ¡Qué hacerle amigo mío! Así es la vida. La naturaleza es fugaz.

El joven juzga prudente retirarse. Ya solo por las calles:

-¡Oh, si pudiera ver yo tanta maravilla! Y pensar que ahora, en este instante hay bellezas ignotas a mi alrededor y fealdades impensables que cruzan por mis ojos sin que yo las perciba. ¡Y los limones! ¿Los ha visto mi amigo tal cual son, o ha visto en su sitio otra cosa, o ha visto los limones acompañados de otras cosas? ¿Las imagina, tales cosas, o las ve en realidad con los ojos? Los artistas son felices, viven otra vida y ven otro mundo; no como yo, como mis amigos y parientes que no vemos nada, que somos como ciegos en medio de la luz.
 

11.3.22

III El espejismo

Diálogo: Para una persona que no vive un cierto modo dado de vida, si se le explica este modo, él toca el prodigio y hasta lo sobrenatural por la simple razón de que no habiendo armonía entre la persona y la forma de vida si esta forma se realizara en la persona sería una violación a las leyes que nos rigen. Esta violación aparecería prodigiosa; como un hombre sin el menor sentido artístico y sin ojo de pintor, viera de súbito como un artista, quedaría estupefacto; como si yo de un segundo a otro pudiera hablar una lengua que ignoro, etc. Y el mirage consiste en creer que uno va a llegar a un modo de vida (artes, ciencias, etc.) con el mismo estado de ánimo y siendo el mismo que es ahora es decir antes de llegar. Existe aquí pues una imposibilidad y esta imposibilidad fascina a los que no se detienen a pensar. Pues creen que lo que ahora sería prodigio, lo será también después. Después será el modo habitual y único posible de vida y ver esas armonías e interpretar esas líneas será tan natural como para todos es distinguir el rojo del verde y una línea recta de una quebrada.

De todo esto se deduce: (1º) Que el prodigio reside en que un ser percibe algo de la vida sin estar totalmente afinado con ella, sin ser un instrumento receptor adecuado para registrar ese algo. 2º) Que él, siendo un ser hecho para comprender y sentir según su inteligencia y sensibilidad, comprende y siente lo natural para otra inteligencia y otra sensibilidad, quedando siempre el que era antes o al menos recordándolo con toda vivacidad. Es necesario que produzca el contraste en sí. Podría decirse que es casi un acto de transposición.
 

IV Los vicios (7)

He aquí la clave de los vicios. Sin duda en éstos entra en gran parte el hábito, sobre todo en vicios menores como el tabaco. Pero los estupefacientes obedecen todos, según creo, a ese hecho de los contrastes. El opio, la cocaína, el haschich y aún el alcohol realizan sobre quien se lo administra hasta cierto punto la sensación de prodigio que se avecina a lo sobrenatural, por el hecho que se vive por un cierto tiempo, se piensa, se siente, etc. como uno, personalmente, no está constituido para hacerlo. Uno vive una vida extraña a la de uno mismo y por eso uno á étonne (8) de sí mismo y por ende de cuanto le rodea. Esto es ayudado: a) Por el tránsito relativamente brusco del estado normal al de embriaguez; b) Por la corta duración de ésta; c) Porque el paso hacia la otra manera de vivir no es completo, es a medias, lo que hace posible la existencia del punto de répair. Es decir: Uno sigue siendo quien era y viviendo de otro modo: esa es la clave. Si uno pasara a ser de lleno y permanentemente el ser adecuado y preciso a este otro modo el prodigio cesaría y en el caso de los vicios sería la locura. Las delicias de una embriaguez están en razón directa del dominio que uno tenga para seguir siendo durante ella quien era antes de ella y entonces poder sentirse otro. Como también el dolor de un loco p. ej. estaría en esa misma razón directa.

El hombre que es miserable, no lo es en buenas cuentas. Su miseria comienza desde el momento en que se siente miserable.

Generalizando y por analogías: toda sensación, sea de goce o de dolor, proviene de un desdoblamiento. Dos vidas diferentes y la posibilidad del hombre de estar en ambas a la vez.
 

La Locura - Antenas.

14.3.22

En este acto de transposición que todos, más o menos, tenemos la facultad de hacer, reside, creo, la sensación. La locura, he dicho, es una transposición completa o casi completa y permanente a una vida que no se afina, que no se ajusta a la persona que se transpone. Cuando sí se ajusta, es una sensación profunda, intensa y que llevada a su máximo es el éxtasis. El éxtasis es pues natural. Es la posibilidad máxima de la persona que se realiza en un momento dado, mientras que la locura es un hecho que en un desarrollo normal no habría tenido que aparecer. Y -¡ojo!- aquello que a un ser dado enloquece, aquello podría ser una etapa natural en el desarrollo de otro ser. Ello en uno produce [un] efecto disparatado por la falta de armonía; es algo que no está en su lugar. Es como el agua en la que vive el pez y en la que muere el hombre. Son pues esas dos vidas, la del hombre mismo y la que se presenta o se agrega. La primera no está preparada o no es adecuada para soportar la segunda. Generalmente, en tal caso, la primera pasa sin ser registrada por la segunda. Es entonces: O Satanás que no tiene imperio sobre el corazón puro o el maestro que pasa y que por su discípulo no es reconocido. Pero basta un punto de afinidad y el hombre percibe ese nuevo aspecto de vida. El hombre sensible es aquel que además de su vida propia, equilibrada, digamos central, tiene como quien diría mil antenas que registran mensajes que no son dirigidos precisamente a él, cuyo efecto siente mas que no siendo la afinidad completa, se ve en la necesidad de interpretar según él. De ahí una fuente de errores mas también una fuente de intuiciones superiores, 2 + 2 = 4: De ahí nuestro equilibrio, nuestro centro. Dios, el infinito, el absoluto... nuestro desequilibrio, algo percibido tal cual son. Entonces, ante tales ideas, sólo podemos constatar el resultado que dan mezcladas, pasadas a través de ciertas personalidades. En sí, se nos escapan = Hablo, por cierto, de la mayoría a la cual tengo el disgusto de pertenecer. No pongo en duda que haya seres para los cuales aquello que nosotros percibimos así, filtrado y coloreado por nuestra carne, aquello sea su ambiente natural. La ciencia concreta está totalmente afinada en el género humano. Podrá conocérsela o ignorársela. Ello no tiene importancia para la cuestión. Podrá el hombre gustar de ella o abominarla. Tampoco importa. Pero está en la línea absolutamente normal de nuestro desarrollo... de nuestro desarrollo -y entiéndase bien esto- si nosotros no fuésemos más que lo que aparentemente somos y si a nuestro alrededor no existiese más que lo que aceptamos por la estricta razón como existente. Por desgracia, no es así. Mil vidas, mil mundos, mil posibilidades giran a nuestro alrededor y nos acechan. Esas vidas, esos mundos, esas posibilidades son tan reales como lo que es nuestro. Mas cuando queremos encadenarlos, precisarlos y definirlos, se esfuman. Sin embargo, los hombres de espíritu creen en ellos con fe inexorable. El necio cree que se le mistifica. Carece de antenas. +Así el Arte. Para qué decir que así el Ocultismo (9) =¿ El Arte? se me preguntará. Respondo: -Sí señor, el Arte. -Discutamos aunque poco me gusta discutir:

 

VI EL ARTE DE M.B.

Monsieur Bourgeois -El arte lo comprendemos todos. La diferencia de gustos no es una razón. Hay quienes en las ciencias prefieren la química a la física. La potencia de comprensión artística no es tampoco una razón. Al asegurar que el arte es por todos comprendido no pienso decir que todos seamos igualmente dotados, sino que todos somos sensibles a lo bello.

Así habla Monsieur Bourgeois.

Yo -De acuerdo. Los hombres son sensibles a lo bello. Pero entendámosnos sobre esta palabra. En el sentido que Ud. la emplea, bello significa aquello que produce una sensación de agrado sea para el sentido de la vista o por el del oído. Para el artista bello significa lo mismo, lo mismo exactamente... más otra cosa. Pues bien, es esta otra cosa que el que no ha nacido artista no llegará jamás a comprender.

M.B. -¿Y qué es tal cosa?

Yo -Acabo de decirle que Ud. no la comprenderá jamás, como tampoco la comprenderá ningún otro M. Bourgeois.

M.B. -Los hechos prueban lo contrario. Los museos están llenos, todo el mundo compra cuadros y estatuas y oye música y recita versos.

Yo -50% (sic) de moda. El otro 50% (sic) es lo bello en el sentido por Ud. empleado. Puesto que todo el mundo lo siente en la naturaleza, no hay razón para que las obras de arte no hagan para ellos el papel de la naturaleza. Así es que creo en la sinceridad de los que visitan museos, compran cuadros, etc. pero todo un lado de las artes, su base misma, les queda oculta y no la perciben.

M.B.- Insisto en mi pregunta ¿Qué es tal base? Siquiera defínamelo Ud. más o menos.

Yo- Definirlo, jamás. No caeré yo, mi buen señor, en lo que ya tantos han caído: querer definir el arte, sus causas y su significado, con medios propios a definir lo que dependa únicamente de la razón, del raciocinio. En este sentido se llega, a lo más, a establecer ciertas leyes; ¡qué digo! ciertas reglas y aún estas reglas, aún la más sólidamente establecida, apenas quiera Ud. profundizarla, o sea traerla a algo absoluto se deshace, al menos que se parta del principio que hay que aceptar a priori con la razón, de que el hombre posea con su sensibilidad la facultad de discernir la verdad del error y lo bueno de lo malo, y que esta verdad y esta bondad no sean arbitrarias ni aún relativas sino que obedezcan a leyes tan fijas como existir puedan para la ciencia más exacta. Pero estas leyes obran en otra esfera que a la razón escapa y se expresan de un modo que desafía toda definición definitiva. El que no tiene su asiento de vida en dicha esfera, dudará siempre; el que allí lo tiene lo sabe con la certeza más absoluta. En fin, para explicarle a Ud. siquiera más o menos, sólo puedo decirle lo que sigue: Para el profano una obra maestra es sólo bella; para el artista ella tiene además un significado y él es que la obra se ha convertido en la expresión material justa de un estado superior al del hombre actual, un estado al cual se ambicionaría alcanzar y que desde el momento que ha sido materializado y detenido se convierte en una posibilidad, en una tierra prometida. Ahora bien, cuando el artista reconoce en una obra la expresión anticipada de una posibilidad superior futura, siente una sensación de plenitud, de grandeza y bienestar que traduce con la palabra: Belleza. Y al profano, al gustar de una obra porque ella le acaricia y halaga sus sentidos, dice también: Belleza. Pero en éste tal palabra traduce todo cuanto ha sentido; en aquel expresa la última sensación de todo un proceso, más o menos consciente en él, nacido de lo más hondo de su ser y que ha producido como último efecto una bella sensación (10).

 

17.3.22

El estupor de M.B. es indescriptible. Me dice:

-Ud. señor, me cuenta puras historias. He hablado, durante mi vida con muchos artistas; ninguno me ha dicho semejantes cosas.

Yo- De acuerdo. El noventa por ciento de los artistas dirán de todo eso que es literatura, en todo caso que no les interesa en lo más mínimo. Pero yo puedo avanzarle a Ud. que la opinión de los artistas a este respecto no tiene la menor importancia. El que un hombre sea inconsciente del proceso que en él se elabora no niega la existencia de dicho proceso; el que un hombre ignore el sitio que él ocupa en el Universo no niega el hecho de ocupar un sitio. Ud. mismo, M.B., piensa y siente ¿no es verdad? ¿Puede Ud. decirme qué es el pensamiento y qué la sensación y cuáles las leyes que ambos rigen? Los hombres hacen la vida inconscientemente. ¿Qué le extraña a Ud. que así hagan las artes? Vaya Ud. a decirle a un joven esposo iletrado lo que es en verdad esa ley imperiosa de la atracción de los sexos, luego el proceso de la fecundación, luego todo el misterio oscuro y estupendo que es el nacimiento de un niño. -"Señor, le responderá cortésmente pero con no poca impaciencia, márchese Ud. a otro sitio con sus ideas trascendentales. Yo me contento con amar a mi dulce esposa y aunque ignorante y frívolo, sabré, pierda Ud. cuidado, sabré cómo avenírmelas para hacerme heredero..." Ahora yo voy a suponer por un instante, confiando en su buen carácter de Ud., que sea Ud. impotente. El joven esposo, apenas cierre Ud. la puerta, pensará con su cierta ironía: "Vamos pedante sabio. Mucho sabrás y mucho predicarás, mas quisiera verte en mi sitio y luego te preguntaría de qué te ha servido tu inconmensurable saber..." Y mofándose de Ud. fabricará un chico sin esfuerzo y con placer.

¿Por qué esta aparente anomalía? Porque el joven esposo es un aparato a propósito para la reproducción y como tal la naturaleza se sirve de él sin consultar sus opiniones o conocimientos y Ud. M.B. es un aparato a propósito para interpretar a los otros y nada más.

M.B. que es hombre de "esprit" no se molesta pues sabe que yo hago hipótesis sólo para aclarar las ideas que discutimos.
 

23.3.22

Además puedo asegurarle a Ud. que todos los artistas sienten más o menos cuanto le he dicho. No me interrumpa, amigo mío. Sé qué va Ud. a decirme y para rebatirle tal idea le recordaré que al lado de cada artista, en el verdadero sentido de esta palabra, hay cien o doscientos charlatanes del arte, como al lado de cada sabio los hay de la ciencia, como al lado de cada iniciado los hay del ocultismo. Mas no me refiero a los charlatanes. Me refiero a los hombres que han consagrado su vida a un ideal con sinceridad no desmentida, con voluntad de hierro, con el corazón sereno. ¿Qué no pueden formular lo que sienten? ¿Qué importa? No es ese el oficio de ellos. El oficio de ellos es tener el don de afinarse con el mundo de la sensibilidad y luego encontrar en los materiales que emplean el rapport (11) exacto de ese mundo con el mundo de esos materiales. Saber hacer un sistema preciso de este fenómeno sería en el artista un hijo, un agregado, muy digno, muy interesante, pero que no agrega ni quita ni un ápice a la obra que ejecuta. Pero por una analogía lógica mientras más fuerte es el artista, mientras con más intensidad se afina con una esfera superior, mayor es el desarrollo de su conciencia y más va comprendiendo que él es un portavoz de un mundo superior sobre la Tierra, que él es un encargado de mostrar a sus semejantes que no todo es miseria aquí abajo, que hay algo que venerar. Ellos saben que trabajan con algo respetable y que son por lo tanto dignos de respeto. Eso, M.B., no lo comprenderá Ud. jamás. El artista eleva fácilmente su arte a la altura de un Dios, a la altura de esas cosas que doblan las rodillas y el alma. Y el que ha pactado con ese Dios... amigo mío, créame Ud. que es cuestión de vida o muerte. Ser o no ser. ¿Se imagina Ud. M.B. que tales cosas se producirían si en el arte no existiese más que la intención de acariciar los sentidos de los hombres, como puede hacerlo un buen plato, un perfume delicioso y aún dentro de las artes mismas, mejor dicho en sus extramuros, como puede hacerlo una silueta bonita, una música agradable? No habría relación entre la causa y el efecto. Y esto equivaldría a decir que el mundo es desordenado y caótico. Y esto, no lo crea Ud. M.B. Nosotros nos equivocamos muy a menudo. El mundo está bien ordenado y es muy sabio, a pesar de los hombres descontentos.

 

25.3.22

¡Oh sí, M.B.! El Arte es la representación de una parte de nosotros mismos y de la naturaleza que es tan cierta, tan segura como cualquiera otra parte. Ella ofrece un aspecto más cambiante que otras partes... De acuerdo. Pero esto se debe a que nuestra conciencia se afina a ella más débilmente, se afina no directamente sino con sus antenas. Así pues su mayor o menor precisión se debe no a su falta de certeza y verdad sino a la distancia mayor o menor a que de ella se halle cada hombre. El mundo del cual las artes son el símbolo es un mundo seguro que los artistas se afinan e interpretan y al cual se unen afinando, aguzando su sensibilidad. Entonces de ese mundo caen, se desprenden, como gotas, imágenes. En su caída se deforman. Aquel que las recibe más puras es aquel que Ud. oirá designar como un hombre de mucho talento. Y los demás, aunque sin recibir imágenes, saben la existencia de ese mundo y reconocen su imagen. Los demás artistas, bien entendido. Más de media humanidad no reconocerá ni sabrá nunca nada de este singular fenómeno.

¿Definirlo? ¡Jamás! Se lo he dicho a Ud. A mí me gusta muchísimo hablar de Arte, decir cuanto se quiere de él, pero no encauzarlo en fórmulas precisas. ¿Qué entiendo por tales? Una fórmula que en manos de un hombre desprovisto de sentimiento artístico, sin darle este sentimiento, le permite o discernir entre las obras o crear nuevas con el solo hecho de aplicarla. Estas fórmulas existen en las ciencias. Cada cual con la fórmula correspondiente puede descomponer un cuerpo compuesto o hacer cualquier experimento o resolver cualquier problema. Por cierto que en las ciencias también a medida que vaya Ud. pasando de lo concreto a lo abstracto la fórmula va perdiendo su poder y lo que ella así pierde hay que irlo reemplazando por una facultad especial del individuo. El que carezca de esta facultad se sentirá entonces avanzando hacia el vacío. Estas fórmulas existen en la vida diaria. Un hombre normal que no conozca una ciudad puede ir de un punto a otro si se le explica debidamente el camino a seguir. Porque las fórmulas: tuerza Ud. a la izquierda, atraviese la plaza X, llame a la puerta número tanto corresponden exactamente a un hecho dado, reaccionan en igual forma en cualquier individuo. Están a nosotros totalmente afinadas. Mas en el fondo el fenómeno singular subsiste del mismo modo. Pues para que un hombre comprenda esas indicaciones es menester que tenga en sí el hilo de lo que ello en verdad significa y ese hilo es la adaptación exacta del mundo en que se procede ( el ir de un x a otro) y del símbolo con que se expresa (Las indicaciones dadas) Y el hombre debe poseer la comprensión de ese mundo y de esos símbolos igual a todos los demás hombres y en la medida justa del propósito que realiza y adaptadas al hecho a realizar. Se parte de un don, de una facultad que ya existe. Estas fórmulas no existen en las artes. Me dirá Ud. que las hay por miles (Taine, [ilegible en el original], etc.) Las hay y ellas podrán ser muy útiles para el que ya tiene el sentimiento artístico. Pero para aquel que no lo tiene, aquel que carece del hilo lo que equivaldría en el ej. anterior a reemplazar al hombre de las indicaciones por un ser que careciera de la concepción de torcer, de distinguir, de discernir dos lados (izq. y der.) etc. para aquel esas fórmulas son... tiempo perdido. Protesta Ud. Sé por qué protesta Ud. Voy a explicárselo a Ud.: El encanto y la perfecta comprensión que puede tener un ser dado sobre una o más filosofías del arte y que carezca del sentimiento o comprensión de arte es un hecho que no pretendo poner en duda. Pero hay una nuance (12) que no es de despreciar. Para tal ser esa filosofía de arte es un organismo completo, vivo, que él comprende por razonamientos y que une al arte por analogías más o menos sutiles.
 
 

26.3.22

Pero nunca encontrará el ajuste exacto entre esa filosofía y el arte, el canal por donde ha decoulé (13) esa filosofía que se constituye para él en organismo aparte del otro organismo mayor que es el arte. Y entonces ese hombre ante una obra de arte no sabrá cómo ni por dónde aplicar su filosofía y si se esfuerza a hacerlo le será necesaria toda una serie de raciocinios que no fallando en nada como tales pueden ser totalmente falsos porque se le ha escapado el punto preciso de donde partir. El artista en cambio ve de un golpe y siente la relación, mejor dicho la relación se establece en él y luego después podrá deducir o no. El otro se ve obligado a hacer el camino a la inversa.

 

27.3.22

Por eso le aconsejo a Ud. M.B. que no lea muchas filosofías del arte. Quedará Ud. siempre fuera del arte aunque esté dentro de la filosofía... Mientras no tenga Ud. ese don, esa facultad que existe en ciertos individuos, será así. Y como Ud. no la tiene... Allí reside la dificultad de definir, en la dificultad de traducir, de transmutar. Y yo me pregunto: ¿a qué traducir? Este afán debe tener su causa también, no lo dudo, pero la ignoro. Por mi parte, le aseguro a Ud. que creo en la posibilidad de toda una vida coherente y firme, y vida colectiva en la que los individuos se entiendan perfectamente, sin base de razonamiento. Mas por desgracia desde que ven la posibilidad de transmutación los hombres pierden la cabeza. Quieren hacerla acto continuo, desde el sitio en donde se hallan, sitio de separatividad, en vez de tratar de remontarse ellos a la Unidad, a aquella unidad desde la cual razón y sensibilidad no son más que dos riachuelos que de ella (décontent) límpidamente. Mientras permanezcan en los riachuelos sólo serán puntos de contacto, de similitud pero se verán obligados a estar en uno o en otro. Por lo demás terminemos estas disertaciones M.B. puesto que para aquel hombre cuyas antenas no registran el mensaje del arte, todo es inútil. ¿Qué le asusta a Ud.? ¡M.B. Ud. dirá cuánto quiera pero a pesar de su tranquila vida en medio de objetos tangibles, el hombre, se lo afirmo, el hombre sí, posee antenas!

(Aquí reconozco haber obrado de mala manera, pues no le di a mi buen amigo una explicación previa de lo que yo entendía por antenas. Por eso M.B. tomándose de un pretexto cualquiera quiso partir. Tuve que recurrir a mil astucias para retenerle. De todos modos su acto bosquejado me encolerizó. Le dije entonces con voz sonora:)

-Me toma Ud. por un loco, por un ebrio, por un demente... Está muy bien, pero querido, queridísimo amigo, ¿cómo va a negarme Ud. la existencia de las antenas cuando sólo hace un minuto ha deseado Ud. coger su sombrero y marcharse? Déjeme Ud. explicarme: sus antenas acaban de registrar un mensaje nefasto y Ud. se ha dispuesto a huir. El mensaje decía: Todas estas disertaciones son destructivas, mortales si se convierten en semillas posibles de fructificar en el cerebro de M.B. Todo M.B. debe evitarlas si desea seguir en su existencia feliz. Todo M.B. debe escaparse apenas sus antenas le anuncien el peligro. He ahí el mensaje, mas no se marchará Ud. pues aquí tengo entre mis manos su sombrero que no se lo he de dar tan fácilmente. Por el contrario, seguiré disertando. = M.B. escuche Ud.: si todo aquello pasa en el mundo de las artes, si para comprenderle hay que hallarse previamente en un punto dado fuera del cual nada se percibe y hay que tener el extremo de un hilo único pues cualquier otro conduce a otras mundos aunque lo pinte Ud. con cien colores artísticos, todo aquello pasa también y con más intransigencia en el mundo del ocultismo. Cuestión peor también y cuestión absoluta, fatal, de hilo y punto. Por ejemplo en la magia...

(Las antenas de M.B. anuncian cataclismo. Una lucha cruenta se entabló entre nosotros por la posesión del sombrero. M.B. me lo arrebató por fin, se lo puso y se marchó...)

 

VII -EL. YO -

Entonces quedé solo y solo tuve que seguir cavilando. Ah sí! Ese es el problema. ¿Tiene él gran importancia o no? Ser consciente de lo que se hace o no serlo, saber colocar en su valor aquello sobre lo cual se es consciente o no saber colocarlo... Creo que toda nuestra vida, su oculto significado, podría reducirse a esta síntesis: un ser que exista; luego un desdoblamiento; una parte (la conciencia) que se vaya separando y dándose cuenta de la otra y así como vaya desprendiéndose así vaya conociendo.

 

30.3.22

Y mientras más pueda alejar las partes que separa de su conciencia para observarlas, con mayor claridad las percibirá y ellas irán convirtiéndose en útiles sensibles, en antenas finas que podrán darle mensajes de más en más nítidos. Su conciencia las usará como útiles de precisión. Y así podrá a la vez conocer el mundo pues cada antena corresponderá en pequeño a una parte del mundo.

Un proceso curioso se producirá, proceso infinito. He aquí el hombre. Se dice: Yo (es su conciencia) He aquí mis pensamientos o lo que sea. Es la parte separada. Y helo contento. Cree estar en pleno Yo y que su trabajo podrá reducirse a un estudio más minucioso de lo separado, llamémoslo el no-yo. Pero apenas insista en su trabajo verá que aún su conciencia, su Yo no estaba pleno y que de él mismo, de lo que él tomaba como última expresión del Yo, se desprende poco a poco una corteza frágil que pasa a su vez a convertirse en no-yo. Oh sí... el Yo es infinito, casi infinito, diré más propiamente. Se cree estar en él y aún no es él. De él se irradian couches (14) y no couches mientras la conciencia profundiza. Esta marcha ¿dónde termina? Y pienso cuantos hombres hay satisfechos fortificados en su Yo... A la primera corteza desprendida se han exclamado: ¡Heme aquí! La paz sea con ellos.

[En total VII el progreso verdadero, "blanco" según el ocultismo, según camino a la iniciación] Como tal es duro, necesita del total de la voluntad humana. Como tal es Ley y hay que obedecerle. De estos dos puntos (dureza y obediencia) el hombre engaña y viene el simulacro de progreso o progreso falso, negro.

 

NOTAS

1. La alusión a la magia dice relación con extensos y fragmentarios pasajes del manuscrito en los cuales el narrador se refiere al problema del mal, a la magia negra y a la magia blanca: "Luego la Magia Negra no existe en el universo como un complemento necesario de la Magia Blanca o justa y verdadera interpretación de los designios de la Divinidad, sino que sólo en la mente de sus practicantes. Muy bien, pero ¿los hechos? Se producen, por cierto, fuera del hombre. Son ese Error mental (de interpretación) pasando de potencia a acto y aquí entonces: El error se mantiene cuanto tiempo se quiera mientras sólo sea proclamado; mientras se vaya viviendo según él. En este período caben esos hechos, todos los de magia negra. Para nosotros pueden parecernos totalmente reales como otro universo à coté del Bien pero en verdad no es sino el hecho de ir acercando esa interpretación a la ola indiferente, luego sólo una ilusión de realidad completa; cuando se quiere avanzar más, hacer calzar la interpretación en lo interpretado o sea substituir la Magia Negra al orden universal, o hacer un verdadero universo de mal complementario del único existente, entonces es el momento en que es pulverizado por la ola indiferente. De ahí: un punto en que los Magos Negros no pueden seguir a los Blancos; de ahí que para los primeros la última sabiduría les esté negada. // Pero repito: para nosotros hombres limitados que con nuestro ojo sólo abarcamos un pequeño trecho del Todo, la Magia Negra y el mal nos aparecen y obran en nosotros en ese breve espacio de la Vida como si fuesen tan potentes y tan reales como la Magia Blanca y el Bien (...) Pero de nuevo heme partido hacia temas trascendentales y aun tengo que seguir en ellos sin poder tocar las pequeñas experiencias que me han hecho tomar la pluma." En relación a este punto, conviene destacar que el narrador intenta conectar dichas experiencias trascendentales con su pasado; sin embargo, la escritura de Cavilaciones aparece llena de lagunas, a lo que se suma la desarticulación y la fragmentación del manuscrito, que impiden trazar una línea de coherencia en su interior.

2. Lorenzo Angol, Rosendo Paine y Onofre Borneo discuten respecto de la constante aspiración de los hombres a ser diferentes: "Ser de otro modo... Pero si este ha sido el problema de siempre y el problema que seguirá hasta el fin de los siglos. Todos nuestros esfuerzos -y con ellos nuestros sinsabores y alegrías- no están encaminados más que a eso, son exclusivamente para ver si, al fin, se va a lograr ser de otro modo.// Todo el hombre es esta historia: QUERER SER DE OTRO MODO." (Emar, Juan Umbral. Primer Pilar. El Globo de Cristal. Buenos Aires, Editorial Carlos Lohlé, 1977. p. 142) Por otra parte, el Ocultismo afirma que la evolución del hombre debe estar animada por el anhelo de ser diferente: "(...) debemos comprender que en el camino del desenvolvimiento el hombre debe tornarse un ser diferente y debemos estudiar y concebir de qué modo y en qué dirección debe convertirse el hombre en un ser diferente; es decir, qué significa un ser diferente." (Ouspensky, P.D. Psicología de la Posible Evolución del Hombre. Buenos Aires, Editorial Hachette, 1958. p. 13.)

3. En Umbral, Onofre Borneo, reflexionando sobre las Cavilaciones de Lorenzo Angol, propone una escala de evolución de la naturaleza en el cosmos. "Entre el reino animal y el reino hominal existe uno intermedio, en el cual habitan hombres de un nivel inferior, y cada uno de ellos se encuentra separado por una tela tenue y frágil. "(...) De igual modo, un hombre intermedio comprenderá del hombre propiamente dicho, sólo los gestos o palabras o lo que sea, que también sean propios a su reino. Comprenderá que este último se afane, busque el triunfo, llore el fracaso, ame la belleza, ensalce la bondad, olvide cuanto le rodea tras un problema que lo intriga. Mas no comprenderá nunca el sentido íntimo de todos esos seres móviles, no comprenderá que ellos formen otro modo de vivir y que ellos formen otro modo de vivir y que ellos sean otra vida en el más alto significado de tales palabras." (Emar, Juan. Umbral. Original, p. 35-68.)

4. Del francés, marca, punto de referencia.

5. Del francés, espejismo.

6. En las Notas de Arte, aparecidas en La Nación entre el cuatro de diciembre de 1923 y el dos de agosto de 1925, así como también en los dieciséis artículos previos sobre pintura y escultura, Emar destaca el valor de los principios constructivos que deben animar la creación artística. Hecho que manifiesta el interés del autor por los postulados que están en la base del Cubismo y el Creacionismo. Por otro lado, en Miltín 1934 encontramos una excelente síntesis de las propuestas vanguardistas de Juan Emar cuando él mantiene una conversación con Rubén de Loa. (Cf. Emar, Juan. Miltín 1934. Santiago de Chile, Editorial Zig-Zag, 1935. pp. 200-239.)

7. A lo largo de la obra de Juan Emar podemos encontrar variadas referencias a sustancias que permiten ampliar los niveles de percepción de la realidad (Vid. El Vicio del Alcohol, Maldito Gato y Umbral). Sin embargo, es en Umbral donde Romualdo Malvilla expone el sentido que tiene la ingestión del alcohol: "El alcohol sintetiza un cierto orden de cosas; lo sintetiza embrionariamente; por lo tanto contrario a lo establecido. Sí; el alcohol sintetiza algo que resumirá el estado futuro del hombre. Beber es anticiparse." (Umbral. Dintel. Original, p. 4025) No obstante, la anticipación provoca en él la desesperación, por lo que tiene que recurrir al opio para atenuarla: "¡El opio me salvó! La turbulencia interior pasó. Yo miraba extrañado a ese otro ser que se enfada por cosas que no merecían prestarle atención alguna. Comprendí, por cierto, que no eran las cosas en sí las que causaban esos enojos míos; era el alcohol y nada más que el alcohol... Fumé. Vi el mundo de otro modo. Terminaron esos alborotos; cesó la turbulencia con mi vida venidera dentro de ella, mi vida que se revolcaba, que se lanzaba dichosa hacia una quimera y luego caía y caía y se sumergía en el estiércol. Mi vida ahora era. ¿Comprendéis lo que esto significa?: ERA. Una vida es y, a su lado, no hay conflicto, no hay obsesiones, no hay una nubecilla... Porque ella ES. Y que sea o no sea... ¿Qué importancia tiene? ¡Ninguna, ninguna! Pues la importancia no debe, no debe jamás ser colocada en esta vida. ¿Os extraña esto que os digo? Nuestra vida..., un accidente..., unos pocos minutos que han de transcurrir... Nuestra vida es otra, es ésta, la grande, la completa, la plenitud..."(Ibid. p.4033) Malvilla, finalmente, describe la experiencia con las drogas como una forma de ver de otra manera, de atisbar el sentido de lo desconocido; pero reconoce que es sólo una ilusión.

8. Del francés, asombrar, sorprender.

9. En otros fragmentos de Cavilaciones también se compara la actividad del artista con la del ocultista, en relación a las posibilidades que cada uno tiene para conectarse con realidades superiores. Refiriéndose a la imaginación, esta analogía cobra fuerza: "He dicho ahora: que todos los hombres presienten o vislumbran lo que está inmediatamente encima de ellos o mucho más allá.// La imaginación no es otra cosa. La transposición de lo imaginado en una obra de arte no es sino ir hasta el centro del mundo superior. Verlo debidamente. El artista va inconscientemente y por ráfagas (que llama inspiración) pero va sin abandonar el mundo más inferior en el cual habitualmente vive y donde él, como hombre, tiene su centro. Es una incursión. De ello se deduce: 1) Su visión inconsciente de ese mundo, que no puede poner en valor (filosóficamente hablando) y aún se duda de haber subido. Inconvenientes. -2) Su posibilidad de hacer la transposición del mundo superior al suyo, puesto que el superior lo ha visto desde su centro o sea debidamente y que sigue él en el inferior unido a sus materiales. Ventaja.- El iniciado sube a los mundos superiores dejando el mundo en que se hallaba y sube a permanencia. Inconvenientes y ventajas contrarias: valor filosófico, permanencia estable, comprensión, etc.; carencia de cualidades de transposición estética."

10. A lo largo del texto se aprecia la constante oposición que establece el narrador entre los hombres: los que dudan y los que no dudan; los que aceptan la realidad positiva y los que quieren elevarse a los mundos superiores, etc. Estas oposiciones parecen sintetizarse en un pasaje del manuscrito en el que el narrador se refiere a la posibilidad de una clasificación general de los hombres: "Mirando el común de los hombres, pueden ser divididos en dos grupos: 1) Los que al presentir se interesan. 2) Los que al presentir se desinteresan. Los primeros: los ocultistas, artistas, visionarios, los hombres tenebrosos, los malvados como los poetas, los supersticiosos como los clarividentes. Los segundos: Los positivistas, materialistas, los hombres de negocio y los burgueses."

11. Del francés, afinidad, analogía.

12. Del francés, matiz.

13. Del francés, manar, fluir.

14. Del francés, registros.

 

 

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Cyber Humanitatis N°6