Preámbulo

El libro que el lector tiene entre manos intenta hacerse cargo de un tema recurrente en el estudio del arte y la cultura nacional: la relación entre lo propio y lo exógeno, entre lo local y lo internacional. Se trata de un problema que ha sido particularmente álgido en el caso de la presencia de las estéticas vanguardistas y rupturistas generadas en el mundo euronorteamericano.

Nuestro intento se focaliza en la década del centenario, y en la idea de que el momento de la modernidad, marcado por la voluntad de arte nuevo, empieza a germinar en Chile ya hacia 191 0. Sostenemos que el proceso de recepción y apropiación de las vanguardias europeas en Chile -o de lo que entonces se entendía en los campos literario, pictórico y musical por arte nuevo- se inicia y transcurre en sus instancias más significativas en la llamada década del centenario, período que comienza con la celebración de los cien años de Independencia en 1910 y se prolonga hasta la elección de Arturo Alessandri Palma, en 1920.

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Con el propósito de indagar y desplegar el contexto en que emerge y arraiga esta predisposición vanguardista, examinamos, en el capítulo primero, el campo político, intelectual y cultural en el año del centenario. Prestamos especial atención al surgimiento de un debate moderno, en un espacio público ajeno al Estado y que incluso lo interpela. También al malestar de la cultura frente a un Chile oficial, gastado y corrupto. Malestar éste que, en gran medida, explica la confluencia de un vanguardismo político con un vanguardismo estético.

En el segundo capítulo, a propósito del imaginario aéreo en Alsino
( 1920) y Altazor (1919-193l), perfilamos dos fenómenos que en la década del centenario le confieren legitimidad al proceso de apropiación de las nuevas energías culturales: el movimiento juvenil, que tuvo como sujeto a la juventud estudiosa, bohemia, ácrata y de avanzada; y el espiritualismo de vanguardia, que tuvo como sujeto al feminismo aristocrático. En el tercer y cuarto capítulos intentamos mostrar el modo en que estos nichos socioculturales operan como instancias de mediación en el proceso de apropiación de las vanguardias; pasamos revista, luego, a las disputas por el orden moral y cultural de la sociedad y a las polémicas estético-literarias de la década. También al proceso de emergencia, apropiación y recepción vanguardista en el ámbito de la poesía, centrándonos en los dos más importantes autores rupturistas de la época: Vicente Huidobro y Pablo de Rokha.

Aunque nuestra reflexión está localizada en importante medida en el ámbito literario, hacemos constantes referencias a otros ámbitos. El capítulo quinto y final está dedicado, exclusivamente, a la emergencia y apropiación vanguardistas en la pintura y en la música. Justificamos esta mirada, porque, a fin de cuentas, las corrientes estéticas, o las sensibilidades, más que fenómenos exclusivamente literarios, pictóricos o musicales, son fenómenos culturales, vale decir, fenómenos más amplios que encuentran su articulación en grandes corrientes o concepciones del mundo, que se expresan en los diversos terrenos del arte y la imaginación, y que a menudo incluso tienen su correlato en el campo del pensamiento y de las ideas.

Luego de algunas consideraciones finales, que intentan discutir sintéticamente el conjunto de proposiciones desplegadas vinculándolas a la vanguardia en América Latina, se incluye un apéndice, que explícita las bases intelectuales y teóricas del modelo de análisis utilizado, y, por último, un cuadro cronológico del período 1900-1920.

Creemos que el estudio de los procesos de apropiación puede hacer un aporte a la historia de la cultura, como también a una visión más compleja y menos maniqueísta de nuestra autopercepción como latinoamericanos. Al lector, cabe, sin embargo, juzgar, si el libro que tiene entre manos contribuye o no en esa dirección.