Universidad de Chile

 

CARLOS SAHAGÚN nació en Onil (Alicante) en 1938. Desde 1971 reside en Barcelona. Su obra poética la componen cuatro libros: Profecías del agua, Como si hubiera muerto un niño, Estar contigo y Primer y último oficio. Los tres primeros se hallan reunidos en el volumen Memorial de la noche. Ha obtenido los premios de poesía Adonais (1957), Boscán (1960), Provincia de León (1978) y Nacional de Literatura (1980).

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Artículo de Presentación

Esta presentación fue escrita por Antonio Hernández como pórtico a los poemas del autor en su antología Una promoción desheredada: la poética del 50 (Madrid, Zero/Zyx, 1978, pp.275-277).

Tras mucho conversar con su poesía sólo dos veces he podido hablar personalmente con Carlos Sahagún. Puede decirse, sin embargo, que, a pesar de ese contacto fugaz, tampoco hablé con él. Callaba, como diría Vicente Aleixandre de Gerardo Diego, mientras hablaban sus nubes. Nubes renegridas, borrascosas, por la sombra de sus espesas cejas negras, en sus ojos llenos del temblor que da la tristeza de saber la injusticia gravitando sobre el mundo, cerniéndose sobre él como un aguda acuaciante, criminal y esquiva a su ejecución necesaria. Carlos Sahagún callaba como si aún llevara luto por el niño luminoso que se le murió en Almería entre la ruina de la guerra y la libertad tronchada, aquella tarde del Paseo del Prado o, después, cuando en la ruta de los mesones madrileños sólo abrió la boca para discutir acaloradamente con un alemán neonazi. Y era, como si en su silencio se hubiera concentrado el de la España que lo vio crecer, y se mostrara como un signo, como una señal de dolor, de impotencia y de pureza que nada más pudieran cobrar sus destinos accionados en el poema.

Cercano, pero borroso, lo veo en aquel momento de sus palabras empeñadas en quien apenas podía comprenderlo y deduzco que, quizás, sea ese su sino personal, a pesar de su conducta plenamente solidaria.

Hosco y como asediado, Carlos Sahagún era -es- el retrato puro de su patria acosada y proletaria.

 

Aproximación a su poética

Si se coincide en que algunas de las peculiaridades fijas o constantes expresivas de la poesía de los andaluces son la luminosidad, la tersura, la atención por la palabra precisa, la transparencia y la elegancia, tendremos que aventuramos a situar a Carlos Sahagún, sino como a un poeta andaluz, como un poeta sureño al menos. Su nacimiento alicantino lo ordenaría además. Pero esa referencia, como otras referencias, no dejaría de ser un dato de circunstancias -a apuntalar por la estancia infantil del poeta en Almería- si no estuviera refrenada por unas características de comunicación, que son exponentes significantes de contenido sustancial, propiamente determinadas por una idiosincracia poética integral sureña, andaluza. Porque la crítica centralista ha hecho tabla rasa, apropiándose de los más representativos poetas de la periferia, exceptuando de forma general a los andaluces y catalanes, más difíciles de desgajar dado el cuerpo expresivo compacto que presentan, hay que comenzar una labor, si no de rescate, de objetivización, situando a algunos poetas, al margen de todo colonialismo literario, en el territorio de sus afinidades. Carlos Sahagún es uno de ellos y no sólo, siendo importantísimo, por unas cuestiones de tipo estilística, sino por una interpretación de fondo vital, filosófico y político, con un pueblo cercenado, depredado y clamante que le entró por sus ojos infantiles andaluces, instalándosela ya para toda la vida en el corazón, porque "suele ocurrir que de la infancia más remota conservamos a veces datos fieles..." "Yo guardo de esa infancia un recuerdo duro..." "Lo siento vivo en mis noches y días, y sobre todo en las noches más tristes". Aquella "Visión en Almería", aquella estancia en el sur andaluz, determinó el devenir del poeta, cada vez más concienciado y activo en su misión de airear la palabra militante. Y decimos «cada vez más» porque si en los dos primeros libros de Sahagún –Profecías del agua y Como si hubiera muerto un niño- ya balbucían indesviables las tendencias populares del poeta, a partir de Estar contigo su palabra se hace un estilete declarado por brillante, rotundo por penetrativo, ahondando en el cuerpo gigante y fofo de la injusticia y la corrupción. Hay que consignar que esta decisión del poeta, sin suponer un giro inaudito, supone un cambio casi radical a nivel de contenido comunicado. "Profecías del agua -Premio Adonais del 57- es un libro que encandila y apresa por su pureza, por su frescura y claridad meridiana que sirven de soporte a un anecdotario de infancia y adolescencia, milagrosamente elevado a dimensión estética de la más alta ley. En la misma línea podemos considerar Como si hubiera muerto un niño, pletórico de calor, de deslumbramiento, de cordialidad, y en el que, también, a trechos, se insinúa su inmediata toma de posición política, su responsabilidad "ante la miseria y la pobreza en que viven millones de seres". Pero es, como decíamos, a partir de Estar contigo cuando Sahagún explaya su inconformismo y su repulsa, las más veces de manera abierta, otras haciendo uso de una ironía en línea a la que ya utilizaron sus compañeros mayores de promoción, sin perder nunca el tono de temblor y pasmo que lo distingue y que lo han hecho, en gran medida, uno de los poetas más extraordinarios y personales de toda la postguerra.

 

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