Universidad de Chile

 

CARLOS SAHAGÚN nació en Onil (Alicante) en 1938. Desde 1971 reside en Barcelona. Su obra poética la componen cuatro libros: Profecías del agua, Como si hubiera muerto un niño, Estar contigo y Primer y último oficio. Los tres primeros se hallan reunidos en el volumen Memorial de la noche. Ha obtenido los premios de poesía Adonais (1957), Boscán (1960), Provincia de León (1978) y Nacional de Literatura (1980).

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FEBRERO 1848

Fue en la calle de Liverpool, en Londres,
en las prensas de un tal Burghard. Aquel día
la tinta estaba aún fresca, recién creado
el libro, el arma.
Cómo llamarle, cómo referirse
a tanta sangre pobre en junto, qué decir del olor
a herramienta humillada y campo entre sus páginas.
La vida trae a veces brisa ligera, palabras
que sólo son palabras, íntimos coloquios
de enamorados bajo los olivos.
Pero aquel documento decía palabras de más peso, traía vientos
mundiales, solidarios.
Como un doble latir ante la historia,
dos hombres lo escribieron, pusieron su pecho
frente al invierno de aquel año.
Y desde entonces,
no como flor, sino como exigencia
de mano de obra,
generaciones de violenta espuma
de idioma a idioma traducían
el mismo impulso, iguales certidumbres.
Porque una cosa es cierta: era la luz, la letra impresa clareando
caminos que antes fueron noche injusta, tiempo
de esclavitud.

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OCTUBRE 1967

Con emoción escribimos un nombre
en el crepúsculo. Se trata
de un combatiente, una conciencia
sublevada, al acecho,
que, si refleja el mundo, a un tiempo crea
su propia encrucijada.

A partir de este acto solidario,
no nos salvamos por la gracia
sino por la creación, no somos viles
sino dignos,
y al abandono de la noche triste
sucederá la aurora compartida,
nunca la soledad.
No hay mejor causa que la historia humana
jugada a vida o muerte, a cualquier precio.

El hombre, el nombre escrito en el crepúsculo,
ha caído, y parece
que se detienen todos los procesos,
pensamos que la vida se interrumpe,
que no hay tiempo de nada, que es difícil
resolver tanto azar, tanto conflicto.
Pero la historia no termina: queda abierta
una ventana al mar de lo posible.
Ser hombre significa desde ahora
ser guerrillero de la libertad.

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EPITAFIO SIN AMOR

Mientras vivió, permaneció en lo alto. Hoy quedan
retratos pisoteados, libros y panegíricos,
y algo como un horror en la conciencia
colectiva. Su nombre, por fortuna,
ha pasado a la historia para ser
ira, desprecio, escándalo
de las generaciones,
y aún dura en las cloacas de aquel tiempo sombrío.
Pero la maquinaria que creó
no dura. Pieza a pieza, el engranaje
fue destruido sin piedad.

Un viento popular barrió las vigas
carcomidas, el moho, las distancias,
y en el silencio que quedara en pie
fue posible por fin la primavera.

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DE LA VIDA EN PROVINCIAS

Si es difícil trepar por la cucaña
a cuerpo descubierto, aún más difícil
resulta de este modo: acompañado
de un perro y de paraguas para el perro,
y de remilgos y renunciamientos.
Pero el esfuerzo humano siempre vence
cuando desde la cuna han preparado
al hijo del converso para el triunfo:
abdicar, doblegarse, sonreír,
darse al mejor postor con voluntad
de servicio, aceptar humildemente
las migajas del gran festín, ¿qué son
sino el más puro ejemplo de hidalguía
española? Ofenderse, rechazar,
protestar, rebelarse ante lo injusto,
¿no son más bien ideas foráneas, algo
orquestado por mentes extranjeras,
ay, para nuestro daño?

                                 Nuestro hombre
lo entiende así, y separa blandamente
la espiga y la cizaña, porque piensa
que está llamado a puestos responsables,
cuando exista vacante, cualquier día.
Por ello se prepara ardientemente,
viste ya trajes preministeriales,
y escucha, ausculta el variar del viento,
no en las altas esferas de Fray Luis,
sino en las más prosaicas de un gobierno
de gángsteres mediocres. Mientras tanto,
se esfuerza, toma aliento y, poco a poco,
trepa por la cucaña provinciana,
eso sí, acompañado de su perro,
y su paraguas, y su pañuelito,
su flor en el ojal, su tontería.

De Estar contigo (León, Colección Provincia, 1973)

 

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