Universidad de Chile

 

EVA - MARÍA: ¿UNA RELACIÓN DE OPOSICIÓN O DE IDENTIFICACIÓN?
(HILDEGARD DE BINGEN, SYMPHONIA, ANTÍFONAS 10 -16)

María Isabel Flisfisch

Universidad de Chile

 

Hildegard de Bingen, quien se definía a sí misma como «homo simplex» (un hombre, genéricamente hablando, simple), como «mulier indocta» (una mujer no letrada) y como «paupercula mulier» (una pobrecilla mujer), después de ocho siglos continúa siendo un personaje enigmático, pero muy atrayente por la riqueza conceptual que recorre su vasta obra, yendo y viniendo por la teología, la filosofía, la medicina, la música, la poesía, las ciencias. Uno de los aspectos más significativos de su discurso, que está presente en todos sus textos, es el uso permanente de los opuestos: amor divino-amorcarnal, sabiduría-ignorancia, caída-salvación, hombre-mujer, lo frío-lo caliente, y tantos más. Recurso interesante el que usa Hildegard, sin lugar a dudas, pero complejo y difícil de dilucidar, porque frente a estas oposiciones está siempre presente la ambigüedad.

Dentro del marco de estas oposiciones, intentaré analizar brevemente la dicotomía Eva-María que se manifiesta en varios de los poemas que componen el corpus lírico de la Symponia. Dado el tiempo del que dispongo, revisaré sólo siete poemas (del 10 al 16) que conforman una secuencia de 11 canciones agrupadas bajo el subtítulo de «Cantos a María». He usado como fuente, la edición bilingüe (latín-alemán) de Walter Berschin y Heinrich Schipperges
(Lambert Schneider, Gerlingen, 1995). La numeración de los poemas corresponde entonces
a esta edición.

En la antífona sálmica «O splendidissima gemma» (poema 10), versos 1 al 7, se cruzan figuras: María (piedra preciosa y esplendor), Cristo (sol, fuente y Palabra) y el Padre, creador de la materia primera del mundo. Frente a la creación, la figura de Eva aparece como la «perturbadora», como la que ha deshecho la obra creada por Dios. Ante la destrucción, los versos 8 al 15 muestran la restauración de la vida a través de María. Ella es la «materia luminosa» opuesta a las tinieblas sombrías que Eva representa. Como señala Bárbara Newman en el comentario que hace a este poema, «Hildegard, en su estilo más concentrado y elíptico, salta de la imagen del nacimiento de la Virgen a la creación del mundo (línea 6), a la caída (línea 7), y a  «Mujeres de la Edad Media: Escritura,Visión, Ciencia» la restauración de la vida a través de María (líneas 8 y siguientes)», (B. Newman, Saint Hildegard of Bingen, Symphonia, Cornell University Press, Ithaca and London, 1988, página 272).

En la antífona votiva «O tu illustrata» (poema 11, el tema desarrollado es la pureza de María en contraste con la extinción de esta pureza cuyo protagonista es Eva. Las líneas 1 a la 6, ponen a María en relación sucesiva con las 3 personas de la trinidad: el Padre que la iluminó y de cuya palabra está llena («Oh tú iluminada / de divina claridad / noble Vírgen María, / plena de la Palabra de Dios»), el Hijo al que ella concibió («de tu vientre floreció») y el Espíritu Santo
que vino sobre ella («por penetración del Espíritu Santo»). La referencia bíblica en este punto es Lucas 1:35: «El ángel le respondió: «El Espíritu Santo vendrá sobre tí y el poder del Altísimo te cubrirá con su sombra, por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios». En las líneas 7 a la 12, se muestra la experiencia de purificación de María: «El en tí insufló /y de tí aspiró /lo que Eva arrebató/ en la extinción de la pureza / en una complicidad pactada / por seducción del diablo». La oposición aquí no sólo se manifiesta entre María-pureza y Eva-extinción de la pureza, sino también entre una de las personas de la trinidad-El Espíritu Santo- y el diablo. En la segunda estrofa, líneas 13 a la 23, Hildegard reitera la concepción inmaculada de Cristo «contra los derechos de la carne que Eva erigió». Surge con fuerza en esta antífona uno de los temas recurrentes en Hildegard: la virginidad. Como señala Bárbara Newman en su libro Sister of Wisdom (University of California Press, 1987, página 174), lo importante para Hildegard es la virginidad perpetua de María y no específicamente la concepción. Se refuerza entonces en estas líneas la oposición María-símbolo de la pureza y Eva-símbolo de los derechos de la carne.

En la antífona sálmica «Nunc aperuit» (poema 12), el tema central es «la puerta cerrada» como signo de la virginidad perpetua de María. La referencia bíblica es a Ezequiel 44:2-3: «Y Yahveh me dijo: Este pórtico permanecerá cerrado. No se le abrirá, y nadie pasará por él, porque por él ha pasado Yahveh, el Dios de Israel. Quedará, pues, cerrado». Sin embargo, para Hildegard esta puerta es la que abre la posibilidad del paraíso en la persona de María porque ella es la aurora que anuncia el Sol de Cristo: «Por ello brilla en la aurora / la flor de la Virgen María» (líneas 5-6). La oposición con Eva es clara, ya que la caída dio lugar a la pérdida del paraíso para Eva y sus hijos.

En la antífona sálmica «Quia ergo femina» (poema 13), Hildegard desarrolla el tema de la exaltación de la mujer en relación con María «la dulcísima y bienaventurada Virgen». La oposición Eva-María se da con fuerza en las dos primeras líneas de la antífona: «Porque fue una mujer la que construyó la muerte /, una deslumbrante Virgen la aniquiló». Eva es el arquitecto de la muerte y María es el arquitecto de la vida. A pesar de esta oposición tan radical, Hildegard rescata la figura de la mujer («feminea forma») más allá de toda creación, como dice el verso 5, y en esta exaltación, incluso Eva es rescatada en esa mujer que habitaba el Paraíso en el momento de la creación, y la redención viene en la figura de Cristo: la mujer -suma bendición- existe más allá de toda creación porque Dios fue hecho hombre en María.

En la antífona sálmica «Cum processit factura» (poema 14), Hildegard muestra que mientras el hombre nacía a imagen y semejanza de Dios, pero en un nacimiento de «sangre mezclada» por la caída, también los elementos del mundo fueron envueltos en esta corrupción, como se dice en Romanos 8:22: «Pues sabemos que la creación entera gime hasta el presente y sufre dolores de parto». Sin embargo, para Hildegard estos elementos constitutivos del mundo han recibido a su vez los goces de la vida y se han «purificado» a través de la pureza de María y se regocijan en el nacimiento de Cristo. La oposición Eva-María en esta antífona es oblicua, ya que la única referencia aparece en las líneas 3 y 4: «nacimiento de sangre mezclada» (que habría que entender como relación sexual) y «la caída de Adán».

Respecto de la antífona sálmica «Cum erubuerint» (poema 15), cabe señalar que Hildegard divide el poema en dos partes claramente separables (líneas 1 a 3 y líneas 4 a 6), utilizando un cambio muy fuerte en los tiempos del verbo: del perfecto del subjuntivo ((erubuerint) al presente del indicativo (clamas).El sujeto del primer verbo es infelices, es decir Adán y Eva, quienes se avergonzaban de su progenie en el exilio de la caída; en tanto que el sujeto del segundo verbo es Tu, María, «que clamas con voz clara levantando a los hombres de esta malvada caída». La oposición Eva-María nuevamente se manifiesta en la caída y en la redención de los hombres a través de la voz clara de la Virgen pura e inmaculada.

Finalmente, en la antífona sálmica «O quam magnum miraculum» (poema 16), una vez más Hildegard confronta a María con Eva:

 

Cuán grande milagro es

que en una inspirada forma de mujer

el Rey entró

Esto es lo que hizo Dios,

porque la humildad asciende por sobre todas las cosas.

Cuán gran felicidad hay también

en esta forma de mujer,

porque la maldad

que fluyó en la mujer,

ella después la limpió

y construyó toda la más dulce fragancia de las virtudes

y embelleció el cielo

más que en lo que en oro tiempo alteró la tierra. 

 

Lo importante de esta antífona es que gramaticalmente sólo hay una mujer como sujeto; por lo tanto, la tercera persona «ella» puede referirse tanto a María como a Eva. Como bien dice Bárbara Newman en su obra ya citada (Sister of Wisdom, página 185), es sorprendente que en la última línea Hildegard haya escogido el adverbio «pirus» y no el adjetivo «prima», de manera que en vez de contrastar la acción de Eva con la de María, Hildegard pone a «la mujer» simultáneamente como castigo de la tierra y ornamento del cielo. Hay aquí entonces una aparente identificación entre Eva y María, puesto que gramaticalmente es la misma mujer la que antes deshonró a la tierra, la que ahora ha agraciado al cielo. Si bien, esta mujer en la primera estrofa de la antífona puede identificarse claramente con María, que es la «inspirada forma de mujer» o «ella» se confunden, aludiendo a María en la línea 7 (ista forma), a Eva, en las líneas 8 y 9, a María nuevamente, en las líneas 10 a la 12, y a Eva, en la línea 13. Pero es esta línea final la que, desde un punto de vista estrictamente gramatical, permite fundir a ambas mujeres en una sola, ya que el sujeto «femina» de la línea 10 es el sujeto del verso final «plus quam terram prius turbavit».

Cabe preguntarse si la identificación de Eva con María que hace Hildegard en esta antífona es
realmente aparente y casual o no. Tal vez la respuesta la encontraríamos al rastrear el tema en toda su obra, ya que Hildegard lo retoma con mayor fuerza y propiedad en la secuencia «O
virga ac diadema» (poema 54) y en varios otros textos, además de la Symphonia especialmente en su obra Scivias. Desde mi particular punto de vista, diría que Hildegard, a propósito de la oposición manifiesta que hay entre Eva y María, busca en este montaje de superposiciones exaltar a la mujer universalmente hablando y, a través de la mujer, exaltar la virginidad, que obviamente se encarna en María, pero más principalmente, exaltar la maternidad. Es en su condición de Madre y no de Virgen que María ha abierto para los hombres las puertas del paraíso a través de su Hijo Jesucristo. María aparece entonces como la otra Eva, la del Paraíso antes de la caída.

Pero la interrogante que me planteaba en el título de esta ponencia: Eva-María: ¿una relación de oposición o de identificación? sigue estando presente y la ambigüedad parece no haberse
resuelto en estos textos.

 

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