Universidad de Chile

 

HILDEGARD VON BINGEN: O VIRTUS SAPIENTIAE

María Eugenia Góngora

Universidad de Chile

 

En esta presentación quisiera mostrar la figura de Sapientia, la Sabiduría, tal como ella aparece en el himno «O virtus sapientiae».

A partir de este himno, quisiera mostrar la importancia de esta figura femenina, de esta «virtud», en el pensamiento de Hildegard, relacionando su himno con los principales textos bíblicos que están en su tradición, así como en otros lugares de la obra de Hildegard en que esta figura de la Sapientia, teológicamente compleja, aparece en forma relevante.

En primer lugar, el poema, en nuestra traducción:

«Oh potencia de la Sabiduría,

que girando giraste

abrazándolo todo

en una sola órbita que tiene vida

y que tiene tres alas,

de las cuales una vuela en lo alto

y la otra desde la tierra mana

y la tercera vuela por doquier.

Que haya alabanza para ti,

como corresponde, oh Sabiduría!»

La virtud o potencia de la Sabiduría es digna de alabanza, como leemos en los dos últimos versos del himno, y aparece así con algún grado de personificación: esta potencia aparece realizando una acción muy compleja, abarcando el mundo: «girando giraste, abrazándolo todo en una órbita que tiene vida». Vemos en el texto que esta acción la realiza gracias al alcance triple de sus alas que vuelan arriba, abajo en la tierra, y en todo lugar.

Los dos textos bíblicos indispensables para comprender este himno son, sin duda, el libro de los Proverbios, capítulo octavo, y el libro del Eclesiástico, capítulo vigésimo cuarto.

La imagen de la Sabiduría anterior a toda creación, girando por la órbita o círculo que representa al mundo (y también, para Hildegard, la divinidad en su plenitud), está presente en el Libro de los Proverbios, cuando la Sabiduría dice de sí misma que ella juega por el orbe de la tierra (Prov. 8, 31). Asimismo, vemos que en Eclesiástico, la Sabiduría «en la Asamblea del Altísimo abre su boca» y dice «Sola recorrí la redondez del cielo y por la hondura del abismo pasé» (Eccl. 24, 2 y 5).

Estas últimas imágenes son, a mi modo de ver, aquellas que están más presentes en el himno de Hildegard que ahora comentamos. Aquí Sapientia está actuando en soledad. Al mismo tiempo, en una probable dimensión trinitaria de su acción, se mueve con tres alas que operan en lo alto, en la tierra y en todo lugar. Esta misma dimensión trinitaria de la sabiduría se puede percibir también en el texto ya mencionado del Eclesiástico.

Allí la Sabiduría dice: «Yo levanté mi tienda en las alturas y mi trono era una columna de nube» (24, 4), imagen que recuerda la nube del desierto señalando la presencia de Yahveh, como en el Libro del Éxodo, cap. 13, 21-22).

Luego, en el versículo 24, 8 del Eclesiástico, la Sabiduría recibe una orden del creador del universo y afirma; «el que me creó dio reposo a mi tienda y me dijo `pon tu tienda en Jacob, entra en la heredad de Israel'». Los versículos siguientes aluden al `enraizamiento' de la Sabiduría, como un árbol en la tierra de Sión, y sin duda puede interpretarse esta imagen, desde la perspectiva cristiana, como la encarnación de Cristo nacido como hombre en la heredad de Israel. Finalmente, leemos los versículos en los que la sabiduría habla de sus dones y de su riqueza, diciendo «como la vid he hecho germinar la gracia y mis flores son frutos de gloria y de riqueza» pueden relacionarse con el Espíritu Santo que proporciona sus dones a todos.

Considerando de nuevo el himno de Hildegard que comentamos, es posible visualizar una Sabiduría que es al mismo tiempo una virtud, una potencia y una manifestación de la trinidad: podemos pensar que esta Sapientia está muy cercana, concretamente en este himno, a la Scientia Dei, la sabiduría, propiamente divina que está presente en toda la creación, abarcándolo todo, girando en su órbita divina.

En su obra más conocida, Scivias III, 4, Hildegard describe una de sus visiones en las que frente a la Palabra de Dios (un pilar de tres lados coronado por una radiante paloma) aparece la figura femenina de la Scientia Dei que se dirige alternativamente a la columna y a los hombres para que ellos recuerden a su creador.

A diferencia del himno «O virtus sapientiae», con su caracterización relativamente abstracta de la sabiduría, la figura de la Scientia Dei que aparece en Scivias, es una mujer de rostro tan radiante que deslumbra a los que quisieran contemplarla. Ella es terrible como el rayo de la tempestad y suave en su bondad como la luz del sol. Así, en su aspecto terrible y suave a la vez, es incomprensible para los mortales. Podemos recordar, en este mismo sentido, la afirmación del Libro de Job, según el cual solamente Dios conoce el lugar de la Sabiduría (Job, 28:23).

Un poco más adelante, en Scivias III.9.25, Hildegard ve una imagen de Sapientia que, así como la Scientia Dei recién mencionada, es una figura femenina que representa la actividad divina en la Iglesia y en el Cosmos. Esta mujer está vestida con una túnica de oro, lleva una corona y una estola enjoyada que proclama su realeza, y está de pie sobre una plataforma sostenida sobre siete pilares, la imagen tradicional de la Casa de la Sabiduría presente en el Libro de los Proverbios 9, 1. En este texto de Scivias, Sapientia es la creadora del mundo y lo gobierna, como leemos también en Proverbios 8, 15-16:

«Por mí los reyes, reinan / y los magistrados administran la justicia»

«Por mí los príncipes gobiernan / y los magnates, todos los jueces justos».

Pero vemos además que así como la Sabiduría es buscada y amada por el rey Salomón como una esposa, y cómo en el mismo libro se nos dice que el Señor de todas las cosas la amó (Sabiduría 8, 2-3), así también Hildergard la ve como una esposa real: «ella es la manifestación de la gran belleza que irradia en Dios (...) y está unida con El en un tiernísimo abrazo, en una danza de fulgurante amor». El texto de Proverbios 8, 30-31, está claramente interpretado por Hildegard en un sentido amoroso. En el capítulo 8 de Proverbios, la Sabiduría dice haber sido creada antes que el mundo: «desde la eternidad fui fundada, desde el principio, antes que la tierra» (8, 22-23) y también «cuando (Yahveh) asentó los cimientos de la tierra, yo estaba allí como arquitecto y era yo todos los días su delicia, jugando en su presencia en todo tiempo, jugando por el orbe de su tierra; y mis delicias están con los hijos de los hombres» (Prov. 8, 29-31).

Por otra parte, en otra obra de Hildegard, el Libro de los Méritos de la Vida (Liber Vitae Meritorum), Sapientia es concebida como una mujer amada en el abrazo de Dios (LVM 1, 46).

En tanto esposa de Dios, Sapientia es muy cercana a Caritas, al amor, quien en el mismo Liber Vitae Meritorum declara «Yo soy la esposa amante en el trono de Dios, y él no esconde nada de mí. Yo mantengo el lecho real y todo lo que le pertenece a Dios me pertenece también a mí» (LVM III, 8).

Al revisar el himno «Caritas habundat» podemos establecer las relaciones entre Sabiduría y Caridad, Sapientia y Caritas; como lo plantea Barbara Newman en su obra «Sister of Wisdom» (p. 50), estas dos son vistas como virtudes en una primera etapa, pero en cuanto son convocadas como visiones, Sapientia y Caritas (así como Ecclesia y Sinagoga o Eva y María) aparecen como figuras femeninas grandiosas en su estatuto; Sapientia/ Caritas es la esposa de Dios, equivalente a la Virgen María, que en la concepción de Hildegard fue prevista desde antes de la creación como la Madre de Cristo, como la mujer que atraería el amor de Dios hacia ella en vistas al acontecimiento más importante de la Historia, es decir, la encarnación, en cierto sentido.

Quisiera terminar esta presentación con dos citas de textos bíblicos que ponen de manifiesto la importancia de la Sabiduría y que pueden ser asimilados también a la figura de María. En primer lugar, el Libro de la Sabiduría: «(La Sabiduría) es un reflejo de la luz eterna, un espejo sin mancha de la actividad de Dios, una imagen de su bondad» (Sab. 7, 26).

Por último, quisiera retomar el libro de Eclesiástico que hemos mencionado a propósito del himno de Hildegard «O virtus Sapientiae». En el capítulo 24, versículo 18, encontramos unas palabras de la Sabiduría que luego han sido aplicadas a María en cuanto madre de Cristo:

«Yo soy la madre del Amor hermoso, del temor, del conocimiento y de la santa esperanza».

 

Bibliografía:

  • Hildegard von Bingen, Symphonia. Gedichte und Gesänge. Lateinisch und Deutsch. Von Walter Berschin und Heinrich Schipperges, Lambert Schneider, Gerlingen, 1995.
  • Saint Hildegard of Bingen, Symphonia. A critical edition of the Symphonia armonie celestium revelationum. With introduction, translations and commentary by Barbara Newman, Ithaca and London, Cornell University Press, 1988.
  • Barbara Newman, Sister of Wisdom. St. Hildegard's Theology of the Feminine, Berkeley Los Angeles, University of California Press, s/año de edición.
  • Biblia de Jerusalén, Bilbao, España, Desclée de Brouwer, 1975.

 

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