SERGIO CARUMÁN

 

24. FURIA III

Él estaba parado en la entrada del local, un conocido bar gay en plena Alameda, una cuadra más abajo de la Universidad Católica, El Sanguchón se llamaba, el estaba de pie a la entrada del local, con las manos sueltas a los lados, la mirada periférica captando lo que sucedía al interior, la conciencia vigilante de la oscuridad exterior, del frío exterior, el estaba de pie, calzaba sus bototos, llevaba pantalones y chaqueta negra, grueso y largo abrigo de igual color - ("A veces voy donde reina el mal. Es mi lugar, llego sin disfraz". Virus)-, vestimentas con las que contrastaba su camisa blanca, estaba de pie, los efectos del hachís perdurarían hasta la mañana siguiente, con intervalos de lucidez y arrebatos eufóricos alucinatorios profundos, se sentía dividido por la luz blanquecina que emanaba de los tubos fluorescentes, ¿llenos de flúor?, pensó, ¿o llenos de flores de pétalos blancos iridiscentes?, ¿o llenos de iris, el mismo de los ojos, la luz de los tubos es la misma que la de los ojos, la luz me observa, entonces, qué ve de mí la luz, qué tan opaco soy para ella, por qué la luz me mira y me traspasa y yo la veo y no la veo, por qué no veo el cuerpo de la luz, dónde está el cuerpo de la luz?, todo esto en un segundo y fracción en su mente acelerada, con esa luz que hería sus ojos, por lo que decidió ponerse sus lentes para el sol, se llevó la mano al bolsillo superior interior derecho de su chaqueta y extrajo el estuche azul de sus anteojos Rodenstock con cristales verde botella y marco negro grueso, onda años 50 o 60, se puso sus lentes, cuánto rato demoraban sus actos, una eternidad entre un movimiento y el siguiente, desde la tercera mesa alguien divagó, parece que ejecutara las acciones de un ritual, míralo, qué parsimonia tan ceremoniosa, una eternidad entre un movimiento y el próximo, el corazón latiéndole con lentitud, a veces parecía querer detenerse, sus pies, lejanos, sentía un leve frío en sus pies, a pesar de los gruesos calcetines y de los bototos, recordó que antes de salir de su casa se refociló en la elección de su vestuario para esa noche, recordó como crujía el plástico que cubría al abrigo, cada crujido era exquisitamente armonioso y melódico, era una canción que se ejecutaba entre sus manos y el plástico vilipendiado por la ecología y sus productos reciclables, aquella síí que era una canción hermosa, alegre, esperanzadora, el crujido se transformaba en una apología del futuro, le adelantaba sus propias acciones venideras, era una canción magnífica, lo colmaba de alegría, pero también supo que esa sería una noche de dureza, la elección de sus bototos de caña alta lo confirmaba, el placer de anudarse los largos cordones, pasarlos por cada ojetillo, uno por uno, y que aún sobrara cordón para anudarse con dos vueltas, la seguridad que emanaba de los pies bien calzados, la seguridad y la confianza de que con ellos podría derribar puertas, deformar rostros a patadas, saltar muros sin hacerse daño al caer, golpear a las perras fuerzas de seguridad, golpear, destruir, arrasar, patear, bailar, bailar, bailar, hasta caer, no, nunca se cae bailando, lograr el éxtasis a través del baile, con Sumo resonando a todo volumen, ese pelado genial del Luca Prodán, ese genio absoluto de la música y del éxtasis del baile, bailar con todo el cuerpo, Sumo se introduce por tus oídos, llega hasta tu cerebro, pero ahí se extravía, la información deja de ser racional, las neuronas establecen nuevas redes de contactos – ("Let the music be your master". Led Zeppelin) -l los epicentros se multiplican por doquier, la música es una invasión totalizadora y omniabarcante que llena todos los intersticios corporales, todo es música por dentro, la presión sanguínea se altera, una energía sutil y poderosa se expande desde algún centro secreto de poder, desde un centro que todo lo sabe pero que no entrega sus comunicados vía intelecto, un centro cuya velocidad superior lo hace altamente inubicable y ubicuo al mismo tiempo, desde allí se proyecta la música de Sumo que todo lo puede, y los miembros, esclavos dóciles del poder exterior-interior, no hacen más que repetir la partitura que les dictan las notas enloquecidas de esas guitarras, ese saxo siempre presente, la voz oscura y luminosa de Luca, los gritos, y el ritmo, sobre todo el ritmo, ese ritmo perfecto, intruso, subyugante, te atrapa, te cautiva, te esclaviza, y luego te sometes y en el sometimiento encuentras tu redención, lo que te hacía esclavo ahora te libera, te eleva, el ritmo te posee y túu lo posees a él, pero tu posesión es la eclosión energética de la liberación de las fuerzas ocultas que sostienen tu ser, es la energía del ser-siendo bailando vivo feliz, la energía es pura felicidad de estar vivo, sintiendo la comunión de todo el cuerpo con lo Otro, es saber el cuerpo canal de una trasmisión de poder que oscila desde el ámbito terreno al espacio celeste, es tomarse el cielo por asalto, es experimentar la Fuerza en la presencia danzante del cuerpo empedernido en su quehacer único, es el olvido del tiempo caducado en su transcurrir unidireccional, es la multiplicación de las percepciones que llegan por los sentidos sin saturación ni mezcla, es el sonido y su combinación con la respiración, es el sonido y su hibridación con los movimientos que lo co-responden, es la música y su cadencia y su entronque con los gestos faciales, es la música y su canonización con las emociones que la reproducen al interior del cuerpo agradecido, las emociones que viajan y se estrellan con los instintos que pugnan por someter el territorio nunca del todo conquistado del cuerpo prisionero de las costumbres y razones neohelénicas, es el triunfo de la no-mente del tao, wu-wei, no hacer nada excepto estar siendo lo que se es y nada más, cuestión difícil si bien se piensa con los ojos puestos en el fanático logocentrismo de occidente, todo esto y más puede Sumo, piensa anudándose los largos cordones, se pone de pie y se lleva las manos a la cabeza, ambas, toca su cabeza desde adelante hacia atrás, siente su ausencia de pelo, excepto la franja tipo último mohicano de escasos milímetros de alto que corona su cabeza, todo el resto está rapado, cortado al cero, en su memoria escucha a Sumo, la rubia tarada, bronceada, aburrida, me dice ¿por qué te pelaste?, y yo, por el asco que da tu sociedad, por el pelo de hoy ¿cuánto gastaste?, oh mamá paparimamá o paparimamá, oh mamá paparimamá o paparimamá, parece que fuera escrita para mí, especula, ejercer la violencia desde el pelo, quitarse la violencia y arrojárselas en la cara a los imbéciles de siempre, toma, maldito y sucio perro, y baila en la oscuridad de su habitación, y como si la oscuridad no bastara se venda los ojos, la música bien fuerte saliendo desde los Wharfedale centrales, reforzada por los JBL superiores, baila con los ojos vendados, ejecuta movimientos anómalos, cierra círculos cuyo centro se diluye en pequeños vórtices menores, salta poseído por ángeles y demonios que encuentran su reconciliación en los giros repentinos, en las vueltas completas de las manos que navegan por el espacio, en los remolinos succionadores de la mirada de quienes lo han visto así, despojado de la estructura que sujeta su personalidad signada por las normas de la conducta socialmente establecida, es un poseso en trance y delirio, su cuerpo es y no es su cuerpo pues se le observa habitado por lo Otro, que es un vacío de sí mismo, su cuerpo altera las dimensiones del espacio y del tiempo mientras baila para sí mismo, solo, en la oscuridad, repitiendo unos pasos ancestrales y olvidados, danzando para sí mismo, olvidado de sí, en tanto Luca interpreta uno de sus temas favoritos, le encantó desde la primera vez que lo escuchó, pura fuerza, una mujer, una mujer atrás, una mujer atrás de un vidrio empañado, pero no, mejor no hablar de ciertas cosas, nooooooooooooooooo, mejor no hablar de ciertas cosas, claro que una vez que se comienza con Sumo es imposible parar, tuvo que escuchar esa otra maravilla que te acomete como un súcubo con su cadencia sensual y pletórica de erotismo incontenible, "Silver Mule", casi un canto chamánico, casi una danza al borde del frenesí, y luego hubo de continuar con los reggaes, qué musa asombrosa y liberal le permitió a Luca conocer y capturar tan bien el espíritu del reggae y trasmutarlo en esta alucinante secuencia semi distorsionada de ritmos y melodías aprehensoras, la rutilante apología de "Kaya", bajo cuyos efectos se encontraba ahora danzando, era un reconocimiento y un tributo elegíaco a la cannabis, el desenfado irreverente en Que me pisen, yo quiero a mi bandera, yo quiero a mi bandera, planchadita, planchadita, planchadita, el hecho insólito de haber editado ese álbum con canciones en inglés poco más de dos años después de la Guerra de las Malvinas, la articulación vocálica estudiada de negro jamaicano, Regtest, Peace & Love, Don't come, No tan distintos, sólo perfecciones musicales propias de un iluminado podían conseguir estos efectos, pero la música también debe detenerse, aunque sentía que podía estar bailando toda la noche sin parar, como esos negros africanos que caen en trance y bailan durante días, como el Candomblé en Brasil y en Cuba, se quitó la venda de los ojos, se puso su chaqueta y su abrigo y salió, hacía frío esa noche de invierno cuando se bajó de la Tobalaba-Las Rejas en la Plaza Baquedano, hacía frío en la calle, era el mismo frío que lo había venido siguiendo desde que se bajara de la liebre y que ahora sentía en los pies parado en la puerta del local, el mismo frío que sintió cuando decidió ir a Bellavista, pero en medio de la calle cambió de parecer, no, habían muchos seres deambulando por las calles y vendedores de cuadros movibles, esas armazones con algo así como arena gris y un líquido azulado, que se movían de un lado para otro e iban conformando nuevos paisajes de acuerdo a los movimientos efectuados, y en ocasiones era posible ver como iba cayendo cada grano de arena y como cada grano ayudaba a configurar nuevas figuras, todas diferentes a las anteriores, decidió que no quería verlas, bastaba con las figuras que andaba trayendo puestas en la cabeza, las figuras que se le escabullían por las manos, las figuras que le erosionaban los sentidos aguzados, no quería más figuras con sus cambios tornasoles, divisó a una mujer conocida entre los muchos, intentó seguirla, se perdió al poco rato, era mejor seguir caminando, caminar, caminar, como en la canción de UPA!, somos la nada, nos tienen en la nada, nos quieren hechar, vuelta a caminar, caminar Alameda abajo, ni cuenta se dio cuando estaba parado en la puerta del bar y miró en su interior y la luz blanca le reveló la frialdad de esos seres extraños sentados uno junto a otro, algunos tomados de las manos, otros cuchicheando muy pegados los labios sibilantes a los oídos codiciosos, con esas expresiones de desdén típicas de las mujeres que ellos adoptaban - o adaptaban - con tanta naturalidad, y sus comentarios, ay huevona, déjate de manosearme, calentona nomás, alcanzó a distinguir, proveniente de la primera mesa de su izquierda, por qué sus pasos lo habían llevado hasta allí, recuerda que se preguntó seré homosexual al igual que ellos, y reparó que al hablar de ellos dijo maricones y al hablar de sí mismo pensó homosexual, no se atrevió a usar igual calificativo para él mismo, pues claro, no son más que un grupo de locas desenfadadas, como el flaco trolo de Virus, qué bien canta el muy maraco, cuerpo, cuerpo, fuego, fuego, nuestro, suero, suero, dueño dueño nuestro, estamos enfermos, cuerpo, fuego, nuestro, había dos infiernos, silencios para dos, cuerpo, fuego, nuestro, pecados para dos, hoy, se daban en la oscuridad motivos para confesar, crímenes en la intimidad, cositas fuera de lugar, recordó el análisis que le llevó a su profesora de teoría de la interpretación en la universidad sobre este tema, la verdad es que yo propuse un análisis de poesía y no de canciones, pero profesora, la letra de esta canción es un tremendo poema acerca de la represión, a qué represión se refiere usted, a la sexual, a cuál si no, no hablo de política contingente, hablo de otra política mucho más lejana y remota, la que obliga a ciertas minorías a buscar nuevos canales de comunicación ya que los tradicionales les están vedados, lo suyo es una consideración interesante pero también puede ser un poquito impertinente incursionar en ese asunto, recuerde que aún tenemos rectores delegados y todo aquello, sí, ya lo sé, pero tampoco puede usted negarme que hay una línea de asimilación - isotópica, como diría Greimas - entre el cuerpo y el fuego, y desde allí al infierno, pues el cuerpo es igualmente el infierno de la prisión permanente de la condición sometida a la carne flamígera que se consume en el deseo, deseo que es además social y culturalmente prohibido, la homosexualidad deviene en un silencio para dos, hablar de ella es tabú, hablar de ella con los miembros de la comunidad homosexual es tabú, hablar de ella entre los mismos miembros del circuito homosexual lleva a la confesión - en su sentido religioso constrictivo - de los pecados que se dan en la oscuridad, misma que es una aliada del silencio, pues entre ambas ocultan y protegen a los integrantes de la minoría de los abusos represivos de quienes detentan el poder y administran la cultura y sus medios de comunicación masivos, de allí que entonces la confesión adquiera un carácter ritual, pues lo que en público no se puede reconocer es visto desde la opinión común como los crímenes en la intimidad, y ese apelativo sarcástico de quien sabe de lo que habla, ese diminutivo al final de la estrofa, "cositas" fuera de lugar, dando con ello una caracterización de pequeñez y trivialidad al problema, por cuanto quienes lo observan desde fuera no lo viven, no son ellos los excluidos en la periferia de lo correcto que dictan las buenas normas y sus principios intransables, y de este modo el fuego del cuerpo está condenado a ser el fuego del infierno, no hay redención para este cuerpo llameante, hay culpa, condenación, castigo, todos causantes de la enfermedad -– " estamos enfermos" -, que ya no es sólo la enfermedad y el malestar del cuerpo individual sino ya la de un cuerpo mayor cual es la sociedad y sus empeños ilusorios de creerse saludable, todo esto dijo casi de corrido, y sus compañeros en la clase lo miraban como a un extraño que se hubiera introducido subrepticiamente, lo desconocían, tal vez, porque al igual que ahora, estuviera bajo los efectos expansivos de las alucinaciones de las hierbas sacras para los chamanes, y al igual que ahora no supo si era su voz la que decía con un tono ligeramente enronquecido, hay alguien aquí que quiera fist fucking, sí, yo, respondió casi al instante un chico joven, bien vestido, o tal vez fue su imaginación la que lo hizo oir aquella voz, lo cierto es que fue al baño y el chico lo siguió, se detuvo frente al espejo y se miró, anteojos oscuros, corte último mohicano, ropas negras, una sonrisa liviana en la curvatura de sus labios, y el muchacho detrás suyo diciéndole, cuánto, veinte pesos, tengo diez nada más, está bien, dejémoslo así, sus manos buscan en los bolsillos del abrigo los guantes que lo han protegido de todo desgaste innecesario, que lo han mantenido ajeno a las calamidades, en cualquier momento pueden ocurrir, nadie estaba libre de ellas, sin que supiera por qué en su memoria resonó la fulgurante voz de la chica que canta en Renaissance, "Scheherezade and other stories", uno de sus álbumes favoritos del poco difundido grupo inglés, le agradaba escuchar música desconocida para los demás, sabía que eso lo hacía diferente y exclusivo, nadie está libre de ellas, te escuchas diciéndole al muchacho, mientras él te espera con los pantalones ya bajados en el segundo excusado desde la derecha, el único que tiene una puerta batiente aún utilizable, entra rápido que me muero de ganas de sentirte, te dice ansioso, sí, ya voy, le repondes, y le tarareas relax, don't do it, when you wanna come, Francisquito va a Hollywood, ironizas, sí, le respondes, te mueres de ganas, y con la mano izquierda le tapas la boca fuertemente sujetándolo contra ti, mientras la derecha, en cuya curva poderosa y perfecta en su trayectoria argentina está contenido el yatagán que heredaste en esa pelea con los perros cuidadores del orden y la seguridad ciudadana, ciudad-ano, concluyes, en tanto la mano viaja con velocidad hacia la garganta, la izquierda sostiene la cabeza contra tu pecho, y la derecha, por su parte, lleva el yatagán que se incrusta en el cuello y corta con rapidez horizontal, como a ti te gusta, y la sangre propulsada con vigor por un corazón lleno de adrenalina, salta manchando la pared, el piso, por eso tus guantes te protegen, y el chico se va sin poder ni siquiera emitir un chillido, su cuerpo en convulsiones decrecientes, y lo dejas tirado en el baño, pero no resistes la tentación de hacerte unas rayas diagonales en la cara con la sangre, como un ritual indio en las películas, piensa, se hace las franjas en cada mejilla y se mira en el espejo, qué groso, murmura, han quedado muy bien, ahora sí que soy un guerrero consumado, y sale de vuelta y todos lo miran pasar con su reguero negro y su cara pintarrajeada, a mí, ahora me toca a mí, por favor, yo también quiero morirme contigo, pero el sigue imperturbable hasta que se detiene en la puerta y los mira, sentados unos junto a otros, bebiendo sus fan-schops, toqueteándose, hablando en los oídos, estirando los labios para tocar las orejas del que escucha, hay alguien aquí que quiera fist fucking, les dijiste, y nadie te respondió, y recién se dio cuenta que estaba alucinando, un nuevo lapso, un nuevo viaje en el que se fue, dicen que el hachís es así, se repetía mientras caminaba de vuelta hacia la Plaza Baquedano, lo mejor será irse a escuchar música, no debería haber salido esta noche, la música me espera, in the houses of the holly.

 

D. La Furia Creciente de una Historia por contar

.- Permiso, mi comandante. Aquí afuera está esperando el sargento Fertinetti.

.- Hazlo pasar de inmediato. Y espérame afuera. Redacta el informe del capitán Urzúa mientras tanto. Acuérdate que después tenemos que ir a la Academia de Guerra. La reunión ésa me tiene hasta la coronilla. ¿A qué hora me dijiste que era?

.- A las cuatro, mi comandante.

.- Que entre Fertinetti.

.- Sí mi comandante. Fertinetti, puede pasar.

.- Buenos días, mi comandante.

.- Buenos días, Fertinetti. Descanse. Acérquese y siéntese aquí, frente a mi escritorio.

.- Sí, mi comandante.

.- Fertinetti, no es necesario que me responda a todo "sí, mi comandante", o "no, mi comandante". Remítase a responderme sí o no a las preguntas que le voy a hacer.

.- Sí, mi comandante. Perdón, sí, señor.

.- ¿Quién ordenó la captura de Urquízar?

.- Mi capitán Urzúa, señor.

.- Quita también el "señor". Sólo limítate a responderme a lo que te pregunto. Entendiste bien.

.- Sí. Afirmativo.

.- ¿Por que Urzúa detuvo a Urquízar?

.- Por que uno de los soplones lo reconoció en la calle.

.- ¿Revisaron los papeles del detenido antes de llevarlo a la villa?

.- No, señor. El soplón Cifuentes nos dijo que ése era el que andábamos buscando desde hace días. Y como mi capitán estaba bien apurado en pillarlo, lo agarramos no más.

.- ¿Quién estaba a cargo de la búsqueda?

.- Yo, señor. En el auto íbamos, además, el cabo Pedrazas y el recluta nuevo, Ramírez. Ramírez iba con el soplón atrás.

.- ¿Qué auto usaron?

.- El Mercedes con patente nueva.

.- ¿Y quién los autorizó a usar ése vehículo?

.- El propio capitán Urzúa, señor.

.- ¿Cómo y dónde lo agarraron?

.- Nos dimos como tres o cuatro vueltas por Providencia hasta Tobalaba. El soplón dijo que no reconocía a nadie. Después de la última vuelta, cuando ya nos íbamos de regreso, el soplón nos dijo: "Ahí, está. El cabro de mochila y pelo largo".

.- ¿Y ustedes qué hicieron?

.- Nos paramos como una media cuadra más allá. Era en Tobalaba con Pocuro. El cabro, perdón Urquízar, iba caminando despacito para el mismo lado que nosotros. Nos bajamos Pedrazas y yo y lo agarramos al tiro. Pedrazas lo tomó del pelo y yo le tapé la boca. Lo metimos atrás, junto con Ramírez y el soplón. Ramírez le pegó un par de bofetadas, al tiro, antes de que el otro dijera nada. Lo esposó con las manos atrás. Lo vendó y lo amordazó. Así y todo el condenado pateaba e intentaba arrancarse. Así es que Ramírez le pegó con un laque y ahí se quedó tranquilito. Le partió la cabeza al tiro. Se puso a llorar y hasta se meó en los pantalones del puro miedo.

.- ¿Lo registraron de inmediato?

.- Sí. Andaba sin carnet ni nada. En la billetera tenía re poca plata. En la mochila tenía unos cuadernos y unos libros. Le encontramos un paquete de marihuana, también.

.- Y si andaba sin identificación, ¿por qué no pidieron verificación primero, antes de llevarlo para la villa?

.- Por que llamamos al tiro al capitán y le dijimos que ya teníamos al que andábamos buscando. Que el soplón lo había reconocido.

.- Pero, ¿por que no siguieron el procedimiento reglamentario y confirmaron con la Central primero?

.- Por que el capitán estaba re enojado con nosotros y quería agarrar luego a todos los extremistas del grupo. Sólo le faltaba éste y ya lo tenía completo. Eran quince en total, y con éste completabámos la célula mirista.

.- Sargento, ¿se dio cuenta usted que estaba cometiendo una falta reglamentaria? ¿Sabía lo que le podía pasar si lo sorprendíamos en eso?

.- Sí, mi comandante. Pero con el capitán Urzúa no se puede discutir, señor. Usted sabe como es.

.- Claro que sé como es. Por eso lo tengo esperando allá en la otra pieza.

.- ¿Cómo? ¿A mi capitán también lo mandaron a buscar?

.- El que hace las preguntas aquí soy yo. Tú sólo me respondes cuando yo te hable. Entendido.

.- Afirmativo, señor.

.- ¿Qué hicieron cuando llegaron a la villa?

.- El capitán nos estaba esperando. Nos dimos primero unas cuantas vueltas más, para que el prisionero se desubicara y después subimos por Arrieta.

.- ¿Lo desubicaron?

.- Claro que sí. Con el susto y con el laque el cabro iba bien asustado. No supo para dónde lo llevábamos.

.- ¿Qué hicieron allá?

.- Como el capitán nos estaba esperando nos bajamos al tiro y le entregamos al detenido?

.- ¿Cómo? ¿A él directamente?

.- Sí, señor. Si el capitán nos estaba esperando a la entrada de la casa.

.- ¿O sea que no lo pasaron por Identificación primero?

.- No señor. El capitán nos ordenó que lo lleváramos al tiro a la 4.

.- ¿Y por qué a la 4? ¿No tenía que haberlo recibido el teniente a cargo, primero?

.- Sí, señor. Pero el capitán nos ordenó llevarlo a la 4. Él mismo lo quería interrogar.

.- Sargento, ¿se da cuenta que ha cometido una segunda falta administrativa al reglamento? Los detenidos siempre pasan primero por la 6, y son interrogados por el teniente de turno. ¿Quién estaba de turno ése día?

.- El teniente Almendares, señor.

.- ¿Y Almendares no dijo nada?

.- Sí. Intentó hablar con el capitán y le dijo que tenía que interrogarlo él primero. Pero el capitán estaba hecho una furia, así es que lo mandó a su puesto y al cabro lo llevamos a la 4.

.- ¿Quién entró a la 4 con el detenido?

.- El puro capitán, señor. Nos dijo que nos quedáramos afuera. Que él iba a hacer el interrogatorio.

.- ¿Estaba esposado todavía?

.- Afirmativo. Esposado, vendado y amordazado. Iba tiritando para adentro.

.- ¿Ustedes oyeron algo desde afuera?

.- Negativo. La 4 es a prueba de ruidos, señor.

.- Siéntate aquí.

.- Mmmm.

.- A ver. Te voy a quitar la mordaza. Pero ciudadito con gritar o ponerse a armar escándalo. Aquí nadie te va a escuchar ni va a venir a buscarte. Toma aquí tenís una silla.

.- Gracias.

.- Gracias "señor" se dice. Cada vez que me respondas me dices "señor". ¿Entendiste?

.- Sí, señor. Pero, ¿porqué estoy aquí, si yo no he hecho nada?

.- Cállate. El que hace las preguntas aquí soy yo. Tú sólo respondes cuando yo te hable. Tú no me hablas a mí. ¿Entendiste?

.- Sí, señor. ¿Estoy en Investigaciones?

.- ¿Qué te dije, hueón? Yo soy el que hace las preguntas. Y deja de lloriquear como mariquita.

.- ..........

.- ¿Cómo te llamái?

.- Fabián Urquízar Faúndez, señor.

.- ¿Dónde vivís?

.- En Pocuro 3050.

.- ¿Por qué andái sin carnet?

.- Se me quedó en la casa, señor.

.- ¿Qué andái trayendo en la mochila?

.- Mis libros y mis cuadernos, señor.

.- ¿A si, ah? Y este paquetito de marihuana, ¿de quién es?

.- No es mío. Es de un amigo, señor.

.- ¿A si, ah? Y entonces, ¿por qué andái trayendo papelillos y pinzas?

.- Es que yo a veces también fumo un poco, señor.

.- ¿A qué te dedicái?

.- Soy estudiante, señor.

.- Estudiante. ¿Y Estudiante de qué? ¿De mirista? ¿De terrorista?

.- No, señor. Estudio Literatura en la Chile.

.- Así es que vos soi de ésos del Pedagógico también.

.- Sí, señor. Ahí estudio yo.

.- Nido de comunistas y terroristas. Si fuera por mí, yo me los hecharía a todos, por maricones.

.- .......

.- ¿Desde cuándo formái parte del grupo?

.- ¿De qué grupo, señor?

.- Del de los miristas, pos hueón. O creís que yo soy de las chacras pa que me vengái a agarrar pal hueveo.

.- Pero si yo no estoy metido en política. Yo estudio nomás.

.- ¿Qué te dije, desgraciado? Respóndeme amablemente. Díme "señor". O si no me voy a enojar y te voy a sacar la cresta.

.- Sí señor.

.- ¿Quién te reclutó en el grupo?

.- Pero, señor, si ya le dije. Yo no estoy metido en ningún grupo. En mi casa apoyaron a la Junta. Mi papá tiene mueblería. Hasta el Ejército le ha encargado muebles a mi papá.

.- Qué bonito. ¿Y qué más ha hecho el muy maricón de tu papá? ¿Dejar que su hijito se metiera a la universidad para convertirse en un maldito comunista maricón del Mir?

.- No, señor. Si yo no soy de ningún partido político. Menos de ésos.

.- Estudiante, mirista y marihuanero. Lindo el hijito de su papá.

.- Pero, señor, si yo no soy marihuanero.

.- ¿Ah, no? Y este paquetito lo andábai paseando.

.- Me lo pasó un amigo, señor.

.- Mira hueón. Más te vale cooperar con nosotros. Si no te va a ir muy mal aquí. Aquí no nos andamos con huevadas. Te voy a quitar las esposas y la venda. Quédate, quietecito. Cualquier huevá que hagái te mato aquí mismo. Sentís la pistola en la cabeza.

.- Sí, señor.

.- Y ahora, acostúmbrate a la luz y mírame de frente. Viste que no somos de Investigaciones, cabro hueón. Somos de Investigaciones Especiales. Los que agarran a los comunistas como ustedes.

.- Pero, señor, si yo no soy comunista.

.- ¿Ah, no? Espérate un poquito y cuando te pasemos a la 7 y te careemos con tus compinches vamos a a saber quién soi, hueón de mierda. Mientras tanto y pa ir alivianando un poco el trabajo, hazte un pito al tiro.

.- Pero señor, si yo no quiero fumar. Si yo no soy marihuanero.

.- Mira hueón. Veís esta pistola. Veís adónde te estoy apuntando.

.- Sí, sí, señor.

.- A ver, muéstrame cómo te hacís los pitos. Toma aquí está tu porquería.

.- No puedo, señor. Me tiritan mucho las manos.

.- Tal vez con este toquecito te tiriten menos. Toma, conchetumadre.

.- Señor, por favor, no me pegue, si yo no he hecho nada.

.- Prepárate el pito, te dije. ¿Qué estái esperando?

.- Sí, señor, pero, por favor no me pegue.

.- Deja de llorar, maricón culiao. Los hombres no lloran.

.- .....

.- Mientras te preparai el pito yo te voy a seguir haciendo preguntas; así es que concéntrate y fíjate bien en lo que me vai a responder, mira que estamos grabando toda esta conversación. Y si me mentiste, ya sabís lo que te va a pasar.

.- .....

.- ¿De qué son estos libros?

.- De literatura, señor.

.- Mario Vargas LLosa, Gabriel García Márquez, Alejo Carpentier, Arnold Hauser. ¿Quiénes son estos huevones?

.- Escritores, señor.

.- Te querís hacer el gracioso conmigo. Te estoy preguntando qué mierda escriben.

.- Literatura, señor.

.- ¿Y qué tipo de literatura?

.- Los tres primeros son latinoamericanos y el último es alemán, un crítico literario.

.- Veo que te estái fumando el pito con hartas ganas, ¿no?

.- No, señor, es que estoy asustado.

.- ¿Y de qué tenís miedo, hueón? No dije yo que erái un maricón comunista de mierda.

.- Es que no sé que hago aquí. Usted es del Ejército, señor.

.- Cállate, hueón. Es la tercera vez que te digo que el que habla aquí soy yo. Tú me respondís nomás.

.- Bueno, señor.

.- Al alemán lo vamos a dejar tranquilo. Aunque puede ser uno de esos comunistas de Alemania Oriental. Después lo voy a revisar. Y, ¿los demás huevones, de dónde son?

.- Mario Vargas Llosa es peruano. Gabriel García Márquez es colombiano.

.- Peruano, el chuchadesumadre. ¿Y que no hay escritores chilenos, acaso? A los peruanos me los paso por la raja. Para eso les ganamos la guerra. Son unos maricones que no saben ni pelear.

El otro, ¿de dónde era?

.- De Colombia, señor.

.- Gabriel García Márquez. Cien años de Soledad. Dime una cosa, ¿este hijo de puta no es amigo de Fidel Castro?

.- No sé, señor. A mí me lo dieron para que lo leyera. Tengo prueba el próximo martes.

.- ¿Y vos creís que yo soy huevón, acaso?

.- No señor, si le digo la verdad.

.- ¿Y éste otro? ¿De dónde es?

.-........

.- ¿De dónde es? Te pregunté. ¿O es que ya te volaste, comunista de mierda?

.-.....

.- Contesta, conchetumadre, o te pego otro culatazo.

.- Es cubano, señor.

.- ¿A si, ah? Cubano el muy maraco. Yo sabía que tenía que haber algo aquí. Leyendo a los culiaos comunistas cubanos, el hijito de su papá con mueblería. ¿Para eso te mandó a estudiar tu papá? ¿Para que terminarái convertido en un vago, marihuanero y comunista de mierda?

.- No, señor. Ésos son los libros que nos hacen leer en la facultad.

.- Linda la huevá. Van a la universidad y estudian para ser comunistas, los muy huevones.

.- ......

.- Veo que ya te fumaste el pito. Prepárate otro, al tiro.

.- Pero, señor, si no tengo ganas de fumar más.

.- Mira conchetumadre, el que da las órdenes aquí soy yo. Así es que te hacís otro pito y te lo fumái al tiro. Entendiste.

.- Sí, señor.

.- Te voy a decir una sola cosa nomás. O nos contái todo, detalle por detalle o te voy a mandar a la 14.

.- Pero, señor, si yo no tengo nada que ver con política. Si yo soy un estudiante nomás.

.- Como querái, hueón. Termina de fumarte el pito y te vamos a carear con tus "compañeros".

.- ¿Y qué pasó después, Fertinetti?

.- El capitán lo sacó y lo mandó a carear con los otros detenidos.

.- ¿Con todos?

.- No, señor. Con los quince del grupo terrorista.

.- ¿Lo reconocieron?

.- No, señor. Ninguno dijo que lo había visto antes.

.- ¿Y el soplón? ¿Cómo se llamaba?

.- Cifuentes, señor. Ése decía que él era el que andábamos buscando.

.- ¿Qué hizo Urzúa después?

.- Mandó al detenido a la 14.

.- ¿Y nadie verificó los datos, mientras tanto?

.- Sí, señor. En Identificación nos dijeron que estaba todo correcto. El nombre, la dirección, el número de teléfono y hasta el carnet de identidad.

.- ¿Y por qué lo pasaron a la 14, entonces?

.- Es que el capitán estaba re... re.. ungido con el prisionero.

.- Urgido, Fertinetti. Urgido.

.- Eso, señor. Estaba muy urgido y quería que el detenido confesara luego.

.- ¿Quiénes estaban en la 14?

.- Diéguez y Borlán, señor.

.- ¿El capitán estuvo presente en los interrogatorios?

.- No, señor. Nos ordenó que lo lleváramos a la 14 y que le dieran hasta grado 5, si no quería hablar.

.- ¿O sea que Urzúa no pasó a la 14 a ver como lo interrogaban?

.- No, señor. Nosotros lo llevamos y el capitán volvió a su oficina.

.- ¿Confesó el detenido?

.- No, señor. Lo tuvimos tres días en la 14, pero no dijo nada.

.- Borlán, nos trajeron a uno nuevecito.

.- A ver, hueón, quítate la ropa.

.- ¿Toda la ropa?

.- Sí, conchetumadre. Te quiero ver empelota.

.- Pero, señor, si yo no he hecho nada.

.- Cállate, perro comunista y apúrate, que tenemos para rato.

.- ......

.- Ya hueón, acuéstate aquí.

.- ¿Le vamos a dar la parrilla al tiro?

.- Sí, mejor ablandémoslo un poco y después le vamos subiendo de grado.

.- Oye Diéguez, este cabro está muy flaco. No nos va a aguantar mucho en la parrila.

.- Ya, cállate hueón. Amárralo bien y pónle la mordaza. Total no queremos que hable todavía.

.- ¿Le pongo la correa en la cabeza también?

.- Pero, hueón, ¿no te dije que lo amarrarái?

.- Ya. Está bien. Si te estaba preguntando nomás.

.- Tírale agua encima.

.- Con la manguera o con el balde.

.- Con el balde.

.- ¿Cuánto le pongo?

.- Anda subiendo de a poquito. Dale unos dos toques primero y vemos que pasa.

.- ¿Le doy unos toques de a 2?

.- Puta, hueón, parece que no fuerái profesional. Dale de a 2, y miremos que pasa.

.- Mmmmmmm.

.- Pobrecito, el hueón. Parece que no le gusta la corriente. dale el otro toque al tiro.

.- Mmmmmmm.

.- ¿Le doy otro más? Este flaco está aguantando bien.

.- Sí. Dale uno del tres ahora.

.- Mmmmmhhh.

.- Para, hueón. Ya se desmayó el chuchadesumadre. Tírale otro balde.

.- ¿Pura agua nomás?

.- Sí. Pura agua.

.- Ahí volvió el hueón. Quítale la mordaza. A ver si quiere decir algo.

.- Ay, por favor no me pegue más, señor.

.- Si no te estamos pegando, conchetumadre. Te estamos dando unos toques. ¿Querís hablar ahora o querís que sigamos?

.- Pero, señor, si yo no sé nada. Yo no soy político.

.- ¿Ah, no? ¿Y por qué estái aquí, entonces?

.- No sé, señor. Se equivocaron. Yo no sé nada.

.- ¿Así es que nos equivocamos, ah? Ahora vamos a ver si nos equivocamos o no. Pónle la picana.

.- Por dónde empiezo.

.- Por la boca. A ver si así se le suelta la lengua.

.- Ay, ay, ay, ay, no más, por favor, caballero, no más, por favor, por el amor de Dios, no más.

.- Ahora estái hablando clarito, ¿ah? ¿Desde cuándo estái metido en el grupo?

.- Yo no estoy en ningún grupo, señor. Yo soy un estudiante.

.- Sabís que más Borlán, este hueón no va a hablar así nomás. Démosle el tratamiento completo.

.- Ya déjame a mí la picana. Amordázalo de nuevo.

.- Veís la picana, cabro culiao. Yo te voy a decir lo que va a hacerte mi compañero. Primero te la va a poner en los cocos, después te la va a poner en el pico y para terminar, te la va a meter por el culo.

.- Cállate, huéon. Y deja que haga mi pega tranquilo. Prepara el balde, porque este hueón no va a aguantar mucho.

.- Mira, si ya se meó y se cagó entero el conchesumadre.

.- Suéltalo. Y pásale el balde y el estropajo.

.- Mírame a los ojos, conchetumadre. Deja de llorar como maricón. Pónte a limpiar toda esta cagada que dejaste aquí. Toma el balde y el estropajo. Me dejái todo limpiecito. Entendiste.

.- Sí, señor.

.- Apúrate, pos hueón. Si no tenemos toda la mañana.

.- Te estái demorando mucho. Recoge toda esa mierda que dejaste en la parrilla. Déjala limpiecita.

.- Sí, señor.

.- Apúrate, pos huéon. Toma, conchetumadre, a ver si así lo hacís más rápido.

.- Por favor, señor, no me pegue más, por favor se lo pido.

.- Dejaste todo limpiecito, ¿ah? Ahora te vai a tomar un buen trago del agua del balde.

.- Pero, señor, si está toda sucia.

.- Cállate, maricón culiao. Tómate un buen trago, te digo.

.- Pero, señor, si el agua está toda sucia.

.- Borlán, métele la cabeza al hueón éste.

.- ¿Cuánto rato?

.- Dale un poco, nomás, para que alcance a tragar agua.

.- Mmmmmmhhhh.

.- No está respirando.

.- Dale una patada en las costillas, a ver si no traga, el conchesumadre.

.- Toma, hijo de puta.

.- ......

.- Sácalo.

.- Cuidado, hueón, que se va a pone a vomitar.

.- Pónlo en el balde a que vomite. No quiero que me manche, el hijo de puta.

.- Por favor, señor, no me peguen más, por favor, se lo pido por Diosito Santo.

.- Cállate, maricón culiao. Ahora que ya vomitaste vai a tener que tomarte otro trago más de agua. Eso te refresca.

.- Pero, señor, si no puedo, está toda sucia.

.- Diéguez, ahora dále tú. 30 segundos en el balde.

.- No se irá a ahogar el hueón. Mira que la otra vez se nos pasó la mano y el capitán casi nos manda a la chucha por culpa tuya.

.- Dale 30, hueón. Yo te cronometro. (...) Ya, ahí, nomás. Súbelo a la parrila de nuevo.

.- ¿Lo amordazo?

.- Sí. Pero ahora pónlo boca abajo.

.- ¿Vái a llamar al Negro Paredes?

.- Sí. ¿Por qué? ¿Hay algún problema?

.- Pero el capitán dijo que le diéramos hasta el grado 5 nomás.

.- Cállate, hueón. Yo sé lo que hago.

.-.......

.- Negro, aquí te tengo un regalito. Dále, no más, con toda confianza. Nosotros vamos a estar aquí afuera fumándonos unos cigarros, mientras tanto. Cuando terminís, nos avisái y seguimos nosotros.

.- ¿Le doy con todo?

.- Sí. Dale con tutti, nomás. Yo estoy a cargo del interrogatorio.

.- Sí, señor.

.- Mmmmmmm.

.- De qué te quejái, hueón, si no te he hecho nada todavía. Mira, comunista de mierda. ¿Veís este pico que tengo? Apuesto que nunca habíai visto uno tan grande, ¿no es cierto? Ustedes los comunistas son todos unos maricones. Tienen puros picos chicos. No como éste. ¿Sabís cuánto mide? Mide 22 centímetros y te lo voy a meter enterito por el culo, pa que sepái lo que es bueno. Pero, antes, cabro culiao, me voy a poner este condón. Date vuelta para acá. Míralo bien. Es de puro cuero. ¿Veís esas pelotitas que tiene en la punta? Son de acero. Te voy a hacer tira el culo, comunista culiao. Ustedes querían matarnos a todos aquí en Chile. Pero como son unos maricones no pudieron. Mira dónde viniste a terminar. Mira. Abre bien los ojos, chuchaetumadre. Mira cómo me pongo el condón. Tengo el pico durito, hueón. Ahora vaía a saber lo que es bueno. Abrete de piernas y muéstrame el culito. No te pongai difícil, mira que te pongo la picana y te vai a abrir al tiro, hueón.

.- MMMMMM

.- ¿Te gusta, maricón, culiao? ¿Te gusta mi pico, no es cierto?

.- MMMMMMMM

.- ¿Te duele? ¿Te duele mucho? Espérate que te lo meta completo. Así, hueón, te lo estoy metiendo enterito. Hasta los cocos te voy a meter.

.- MMMMMMM

.- Eso, así. Así es como me gusta. ¿Ya estái llorando ya? Igualito que las minas, el maricón. Les meten un pico rico y se ponen a llorar, las muy maracas. Me las he culiao a todas esas comunistas de mierda. Algunas han llegado a terminar conmigo. De puro macho que soy. Y a las que se me ponen difíciles, a ésas, les meto un ratón por la zorra. Ahí si que gritan las maracas. Y después vengo yo y me las culeo igual. Así son todas estas comunistas putas de mierda.

.- MMMMMM.

.- Cállate, hueón. Quédate tranquilito, mira que ya estoy terminando. Teníai un culito bien apretadito, como me gustan a mí. Eso, así, así, así, ahhhhh.

.- MMMMMMM.

.- Ya hueón. Estamos listos. Te saqué hasta sangre del culo. Ahora sí que te hiciste maricón de verdad, ¿no es cierto? Cuando querái vuelvo. Tenís que llamarme y te vengo a culiar las veces que querái. Chao, comunista culiao. Y pa que no tengái que decir que te traté con miramientos te voy a meter la picana por el culo. Ahí vái a notar la diferencia al tiro.

.- MMMMMMM.

.- Mira que es rico. Te tengo toda la picana metida en el culo. Ahora te voy a dar unos tres o cuatros toques y vái a saber cúal es la diferencia entre mi pico y la picana. Toma, hueón. Toma y toma.

.- Borlán, Diéguez. Ya está listo.

.- Puchas que te demoraste poco.

.- Es que este cabro no aguanta mucho.

.- Le diste bien dado.

.- Sí, pues. Terminé con la picana.

.- Bueno, ahora seguimos nosotros.

.- ¿Cuántos días tuvieron al detenido en la 14?

.- Tres días, señor.

.- Y no confesó nada.

.- Nada, señor.

.- ¿Y qué hicieron después?

.- Como el detenido no estaba muy bien, hubo que llevarlo a la enfermería. Ahí lo dejaron como nuevecito.

.- ¿Y el capitán Urzúa, qué ordenó después?

.- Que lo lleváramos a la 5.

.- ¿Y por qué a la 5?

.- No sé, señor. El capitán ordenó eso y eso fue lo que hicimos. Parece que el quería seguir interrogándolo ahora.

.- ¿Y Urzúa fue a la cinco con el detenido? Ésa es la pieza de los invitados. Si hasta yo he dormido ahí cuando he ido a revisar el trabajo. Parece pieza de hotel. Sábanas de seda, televisor, radio. ¿Urzúa se encerró con el detenido?

.- Sí, señor. Estuvo como una hora con el, más o menos.

.- ¿Y las grabaciones?

.- El capitán ordenó que desconectáramos las grabadoras. Dijo que él quería hablar a solas con el detenido.

.- Otra falta reglamentaria, Fertinetti.

.- Sí, señor.

.- ¿Y qué pasó después?

.- El capitán salió hecho una furia, señor. Nos ordenó que sacáramos a todos los detenidos de la célula extremista y que los lleváramos al patio, esposados a la espalda y encadenados en fila. Después nos pidió que nos formáramos todos en el patio principal.

.- ¿Cuántos eran los detenidos de ese grupo, me dijiste?

.- Quince, señor. Nueve hombres y seis mujeres.

.- ¿Y?

.- Cuando estábamos todos formados en el patio, con los detenidos incluídos, sacaron al cabro éste empelota, amarrado a la espalda, amordazado y vendado. El capitán nos dijo "así terminan todos estos comunistas de..."

.- Siga, Fertinetti, siga.

.- Perdón, señor. "Así terminan todos estos comunistas de mierda. Que les sirva de lección lo que voy a hacer, porque si no confiesan, a todos les va a pasar lo mismo".

.- ¿Qué hora era?

.- Las 15:30, señor.

.- ¿O sea que a pleno día?

.- Sí, señor. Pero los guardias del primer circuito nos dijeron que no había nadie en la calle.

.- ¿Y qué hizo Urzúa después?

.- Nos ordenó que cantáramos la Canción Nacional, incluso los detenidos.

.- ¿Completa?

.- Sí, señor, completa. Incluso los detenidos cantaban más fuerte la segunda estrofa. Cantaban casi a gritos.

.- ¿Qué hicieron con el detenido?

.- Estaba ahí, en pelota, en el centro del patio. Nosotros estábamos formando un rectángulo, con toda la tropa, los detenidos y todo el personal civil de la villa.

.- ¿Y luego?

.- El capitán ordenó que le soltaran los doberman al detenido. El pobre cabro no aguantó nada. A las primeras mordidas se tuvo que hechar al suelo, hecho un ovillo, para ver si lo mordían menos. Pero los perros igual lo mordían, en la esplada, en los brazos, en las piernas. Uno le alcanzó a sacar un pedazo de oreja.

.- ¿Lo mataron ahí?

.- No, señor. El capitán quitó a los perros y ordenó al detenido que se pusiera de pie. No se podía parar, así que entre dos lo sujetaron y lo dejaron parado. Pero se caía a cada rato. Luego el capitán mandó a los nuevos...

.- ¿A cuáles nuevos?

.- A los de Tejas Verdes, señor.

.- ¿Los comandos del segundo año?

.- Sí, señor. Los comandos del segundo año. Eran siete nomás. Les ordenó que tomaran las cadenas de dos pulgadas y que le pegaran.

.- ¿Qué hicieron los nuevos?

.- Obedecieron, señor. Le dieron entre los siete de cadenazos ahí en el suelo, mientras nosotros cantábamos a todo pulmón para que no se escuchara nada afuera.

.- ¿Pero el detenido estaba amordazado, no?

.- Sí, señor. Le dieron como unos diez minutos. Hasta que el cabro ya no se movía. Ahí el capitán ordenó parar. Llevamos a los detenidos de vuelta. Se nos desmayó una mujer, así que les tuvimos que soltar las cadenas y llevarlos de uno en uno. Los encerramos en las celdas subterráneas, incomunicados.

.- ¿Y los demás?

.- El capitán ordenó que nos fuéramos a hacer nuestro trabajo habitual. Él se quedó con los comandos y ordenó que pusieran el cuerpo en un saco y que lo llevaran por la noche a la Cuesta Chada. Que lo enterraran. Les pasó los dos Opala y les entregó al soplón también, para que les sirviera de entrenamiento en Tejas Verdes, les dijo. El soplón creo que aguantó una pura noche.

.- ¿Nada más, Fertinetti?

.- Los comandos iban con órdenes de enterrar el cadáver en un sitio específico. En la penúltima curva antes de bajar al otro lado. Iban con el equipo completo. Acido, cal viva, palas, etc.

.- ¿Nada más Fertinetti?

.- Eso es todo lo que yo sé, señor.

.- Muy bien. Ahora quiero que firme estos documentos. Son cuatro. Fírmelos cada uno con letra bien clara.

.- ¿Y de qué son, mi comandante?

.- Fertinetti, usted es huevón o se hace. Las faltas reglamentarias que ha cometido son muy graves. Con estos papeles queda libre de toda imputación. Si no los quiere firmar la alternativa es la Corte Marcial.

.- Pero, mi comandante....

.- Siéntese, Fertinetti. Usted es un hombre de carrera. No la va a hechar a perder ahora, ¿no es cierto? Tiene quince años sirviendo en el Ejército y una hoja de vida intachable. ¿Quiere que se vaya todo a la mierda por no firmar los documentos?

.- No, señor. Los firmo altiro.

.- Una advertencia final, Fertinetti. Esta entrevista nunca ha existido. Usted nunca ha hablado conmigo. Está claro.

.- Afirmativo, mi comandante.

.- Páseme los documentos. Tome, aquí están sus órdenes de traslado a su unidad original. Tiene que presentarse hoy mismo con el comandante Echeñique. Aquí está el sobre con sus órdenes. Tiene hasta las cuatro de la tarde para ir a buscar sus pertenencias personales a Villa Grimaldi y volver a su antigua unidad. Entendido.

.- Afirmativo, mi comandante.

.- Una última consideración. No hable de esto con nadie. No dé ninguna explicación en la villa. Sólo cumpla las órdenes que le entregué y el sobre para el comandante Echeñique. Usted bien sabe lo que les pasa a los que hablan demás.

.- Afirmativo, mi comandante.

.- Ahora puede retirarse. Dígale a mi edecán que pase.

.- Con su permiso, mi comandante. ¿Hago pasar al capitán Urzúa?

.- No. Todavía no. Tengo que hacer unas cuántas llamadas telefónicas primero. Después te llamo por el citófono. ¿A qué horas me dijiste que era la reunión en la Academia?

.- A las cuatro, mi comandante.

.- Bien. Avísame con una hora de anticipación.

.- Sí, mi comandante.

.- Pide que me traigan café y cigarrillos en unos quince minutos más.

.- Sí mi comandante. Con su permiso, mi comandante.

.- Aló, Central.

.-.......

.- Afirmativo. Código 7045.

.- .......

.- Afirmativo. Urquízar Faúndez, Fabián.

.- .......

.- Negativo.

.- .......

.- Entonces, código 7050.

.-........

.- Aló, comandante, aquí código 6066. Sí, muy bien gracias. ¿Y usted?

.-........

.- Sí, claro. están todos muy bien. Saludos por su casa también.

.-........

.- Sí por lo de Urquízar.

.-........

.- No. Fue una equivocación.

.-........

.- No. Está todo arreglado. Fertinetti vuelve a su dotación de origen.

.-........

.- Sí. Firmó todos los documentos.

.-........

.- ¿El capitán Urzúa? ¿Quieres que te lo mande para allá? Pero yo lo tengo aquí en el vestíbulo, esperando para entrevistarlo.

.-.......

.- Afirmativo. Sí. Correcto. Afirmativo. Bueno, entonces te lo mando enseguida. Sí, gracias. Código 6066.

.-........

.- Olivares. Mande al capitán Urzúa a la Central. Allá lo van a entrevistar.

.- Sí. Mi comandante. Le mando el café y los cigarros, señor.

.- No. Todavía no. Tengo que hacer otra llamada primero.

.- A sus órdenes, mi comandante.

.- Aló, con la casa de la familia Urquízar. Habla el comandante Maytorena.

.-......

.- Sí. Quiero hablar con don Fabián padre. Sí, exacto, es por el encargo de los muebles para la Segunda Compañia.

.-........

.- Fabián. No te tengo buenas noticias.

 

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