MIRKA ARRAIGADA (Antofagasta, 1964) es psiquiatra. Poemas suyos se encuentran en la Antología de Literaturas Emergentes (Santiago, Lom, 1998) realizada por Máximo González y en la Revista Nomadías Nr3, antologada por la poeta Elvira Hernández en un recuento de poesía femenina. Fundadora del Grupo Lilith. Ha publicado el libro Lamentos, gemidos y ayes (Santiago, Las dos Fridas, 1998).

 

LA VIDA ES UNA HERIDA

Me duelo entera
Me duelo intensamente
acorralando nostalgias en el patio trasero
acercando lámparas al intestino de la noche
que todo lo traga lo engulle todo
Ha sido el dolor amante fecundo
estoy pariendo hijos en desgracia
Cristo deja caer la cruz
y corre por un parque
Él evade
él también evade
Hay ríos destinados a desiertos
Hay desiertos destinados a maternidades
Yo me destino a mi dolor
Has de saber: El destino perdió su destino
Un niño traga leche en el cadalso
Qué perdida estaré ante la ley divina
Salvado sea el esperanzado
No creo
No creo
No me salvo y me duelo
Me imagino tendida en la tumba
La imaginación duele tanto como el cuerpo
La mente está cruzada de grietas profundas
¿Qué es lo que busco al fondo del armario?
Mortajas
Mortajas
Mortajas
La vida es una herida
que se cierra con tierra

 

APRENDIZAJE

Un tiempo la luz me mantuvo ciega
otro tan oscuro pensé en morir
y de pronto estaba a mitad del camino
Entonces pregunté:
¿Qué es la trascendencia?
Me mostraron a mis hijos
y juré nunca más hacer preguntas
Adonde vaya, de donde venga
soy sólo huesos
y un vaso de agua de mi estatura
Leo el i ching, el tao, la biblia,
los avisos luminosos, el diario
con esos ojos secos de los analfabetos

 

CONCAVO BAJEL

Tengo los ojos fijos en el derrumbe del cielo
El lenguaje se pudre
Me muevo despacio para no estropear el decorado

Cruzo tu voz de puente
¿Reconoces mi tatuaje en las cortezas?
Nuestras resinas se funden
y de ese árbol lastimado
fabricamos el cóncavo bajel
que navega el anochecido mar de tres días

Amo el cielo despedazado en tus manos

 

EL ENCUENTRO

Ha llegado Mal Dolor. Mago de los disfraces, auriga del camino que lleva de lo visible a lo invisible, conocedor del momento en que no hay vuelta atrás. Sus brazos engañan refugio. Gira su cabeza de un hombro a otro, piadosamente
Soy su nueva amante
Cómo envidio al pájaro que contempla esta escena, con gusto ocuparía su lugar y me posaría en la rama. No hay modo de evadir, debo dar mi triste espectáculo. Mi voz llega a los labios y observa con pánico el precipicio, se refugia al fondo de la garganta y estalla. La palabra madera es ahora astillas.
Una sílaba se desliza por la comisura, la recojo en la palma de la mano: PIE, cae otra sílaba: DAD. ¿DADPIE? ¿PIEDAD?
Tengo el abecedario fracturado entre la L y la M, existe un segundo corte entre la V y la W, he perdido X ; Y; Z.
Los mudos demuestran que no es imprescindible el verbo.

Destapo una botella de lágrimas, me las pruebo frente al espejo y modestamente me quedan hermosas
Acabaremos con la alegría, siempre la he visto de frente; la rodeo, tiene en el torso grabado el estigma de la debilidad. Es una cicatriz horrible con forma de pala que apenas descubierta se lanza al suelo y cava una fosa
¡Ah, mi Señor, qué buenos momentos pasaremos juntos!
¿Ves los mendigos que se acercan? No más limosnas, desde ahora también soy limosnera. Gran alivio abandonar la farsa de la generosidad
¿Ves los amigos que se acercan? Levantemos los muros para que no nos hallen. Inmenso alivio abandonar la farsa de la comprensión
La angustia es el reposo perfecto
Vida y muerte son una misma palabra
Los animales de la superficie hallarán el centro de la tierra
El barco adquiere sentido luego del naufragio
La poesía me envenena
Los ciegos tiene lágrimas negras
Los coches atropellan los charcos
Haced una bufanda para la jirafa
Todas las obras son anónimas

¡Ah Dolor! Qué buenos momentos pasaremos juntos
El pájaro que nos mira cae muerto de envidia

 

LA SIBILA

Apilaba mis lágrimas
como un montoncito de azúcar en el mesón
Era casi una cucharada

La Sibila me anuncia:
Tan falta de dones no llegarás a vieja ni a santa

Nada distrae el recuento de mis gracias
Los recuentos miserables tienen algo de divino

 

POR CONSENSO

Un muerto golpeaba su féretro
El ministro de mortandad pública
temía que el cementerio se convirtiera en un motín carcelario
El muerto insistía con golpes agudos
Que un muerto no acepte su muerte es algo inaceptable
Lo desenterraron fue invitado a una mesa de negociaciones
Demostraron que tenía el pulso ausente
el encefalograma plano
le acercaron un espejo y este no se empañó
Cerraron la tapa él golpeaba golpeaba
Cavaron una fosa más profunda
y lo enterraron boca abajo

 

FORMANDO MARES

Mi muerte tendrá los primeros ojos
de caballo vistos
o no tendrá nada

Las madres son los ríos que van a dar al mar

Me acerco a mi madre años tierra adentro
formando mares

 

de Lamentaciones, gemidos y ayes (Santiago, Las Dos Fridas, 1998)

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