Universidad de Chile

"EL POEMA ES ORACIÓN VERBAL DE LA VIDA"

César Vallejo

por Verónica Jiménez

 

1. El poema

El desborde de las sensaciones ante las que ceden los diques internos, los cuerpos intentando capturar el espíritu, las lentas caídas en nosotros mismos, el mar que nos sorprende con el correlato de nuestras propias profundidades, la noche que nos cierra. Nada de eso nos ocurre exclusivamente y tampoco nos pertenece. Sin embargo, escribimos, como si la búsqueda y el hallazgo de un cierto ritmo cardíaco fueran la dialéctica necesaria para alcanzar un estado momentáneo de consumación y calma. Después de eso, la danza recomienza, una y otra vez.

Si se trata de vivir, ahí está la vida. Si se trata de preservar su sentido, también está ahí, aspirando a la unidad, a través de la doble dimensión lingüística del poema. Está la substancia del lenguaje, por una parte, las simples palabras, las complejas palabras. Está la vida, por otra, tan simple y tan compleja como aquéllas y hecha de su misma materia. La vida nombra y la poesía intenta nombrar a su manera lo que la vida nombra, a partir de la experiencia verbal de los seres y las cosas en nuestro mundo interior. Surge el oficio, el trabajo por recomponer esa experiencia, de un modo metafórico, rítmico y tonal, que saque fuera del tiempo los transcursos y las detenciones de la sensibilidad y el pensamiento. Es entonces cuando el espíritu y el cuerpo se entregan por completo a la urgencia del poema.

Forma y contenido no informan nada acerca de este poema, porque este poema es un desenvolvimiento verbal que origina y resuelve sus propias exigencias en forma íntegra, particular, y es la plenitud de ese movimiento sobre sí mismo lo que le confiere autenticidad. Sabe que las cosas, los seres y la sensibilidad que de ellos proviene no son objetos estéticos en sí, sino materiales que la vida recoge y verbaliza, y que no pueden ser trasladados sin más a la escritura, si no a riesgo de que expongan su falsa cualidad poética. Entiende que las aproximaciones lingüísticas del hombre con lo exterior y lo interior son apenas una condición necesaria para el surgimiento de una segunda aproximación y que en esta segunda aproximación lo dicho y la forma de decirlo transitan por un solo carril. Cuando esto ocurre, el poema emociona, porque se muestra como un mundo en sí, iluminado por su propio y exclusivo sol y sujeto a sus propias mareas.

 

2. La poesía

Existe una comunidad de hombres y mujeres, que habitan superficialmente épocas y lugares distantes -ciudades, países, continentes-, pero que secretamente se visitan y, en ocasiones, llegan a ocupar la misma casa. Estos hombres y mujeres establecen diálogos entre sí, se hacen confidencias, se refutan y pueden llegar incluso a enemistarse y darse con las puertas en las narices. Estos hombres y mujeres dedican gran parte de sus vidas a escribir, corregir, reescribir y tachar poemas, y puede existir entre ellos más familiaridad y amor que el que suelen encontrar entre sus "vecinos reales".

La circunstancia en la que se materializa esta comunidad es la lectura. En la lectura ocurren corporizaciones, como si cada vez que ella se realiza un Aladino lleno de fe frotara su lámpara. Un libro es una lámpara.

Tomo un libro de César Vallejo y lo abro:

Confianza en el anteojo, no el ojo;
en la escalera, nunca en el peldaño;
en el ala, no en el ave

y en ti sólo, en ti sólo, en ti sólo.

Luego, tomo un libro de Anguita y leo:
El ojo es ilusorio. La mirada, verdadera.
El beso es sólido. Los labios de vapor.
Las lágrimas son blandas. El llanto es duro.
La mano es una nube. Cae en cada caricia.
Lo real no es la voz. Es el verbo.

Estas lecturas a zancadas tejen una trama singular, para atravesar tiempos y espacios distantes, en busca del corazón del poema: la oración verbal de la vida. De las formas diferentes con que Vallejo y Anguita intervienen esta oración nacen sus estilos personales. De las coincidencias que existen entre ambos, la lectura hace surgir la comunidad.

 

3. Los poetas

Las aguas interiores se agitan en la superficie del poema y lo tiran hacia las profundidades. Vallejo se pregunta: "¿no subimos acaso para abajo?". La escritura se transforma, entonces, en la mano que abre la puerta por donde se accede al túnel de la interioridad, allí dónde reside de un modo diferente el recuento de las batallas cotidianas, la contemplación del hecho en bruto, su significado más esencial:

¿Por ahí estás, Venus de Milo?
Tú manqueas apenas, pululando
entrañada en los brazos plenarios
de la existencia,
de esta existencia que todaviiza
perenne imperfección.
Venus de Milo, cuyo cercenado, increado
brazo revuélvese y trata de encodarse
a través de verdeantes guijarros gagos,
ortivos nautilos, aunes que gatean
recién, vísperas inmortales.
Laceadora de inminencias, laceadora
del paréntesis.

"¿No subimos acaso para abajo?" Cuando tal comprensión llega, cuando entendemos lo que este verso nos quiere decir, la audacia linguística deja de ser audacia lingüística y se transforma en un desplazamiento en escena necesario. Es sólo así que la "existencia que todaviiza" y los "aunes que gatean" dejan ver hasta qué punto las exigencias verbales son también las exigencias de una experiencia interior plantada justo en el centro del significado de estas funciones adverbiales: aún, aún, aún; todavía, todavía, todavía.

Para Vallejo, el poema es una respuesta para la que no se han formulado preguntas, una expresión casi sin fundamento. Pura sensibilidad, que, sin embargo, requiere de dos momentos consecutivos: introspección y expresión. Este movimiento, que es en realidad un "pulso misterioso", permite formular explicaciones:

Nada hay
sobre la ceja cruel del esqueleto;
nada, entre lo que dio y tomó con guante
la paloma, y con guante,
la eminente lombriz aristotélica;
nada delante ni detrás del yugo;
nada de mar en el océano
y nada
en el orgullo grave de la célula.
Sólo la vida; así: cosa bravísima.

Para Anguita, el poema también consta de un movimiento doble. El poema nace de una experiencia mística, de un éxtasis. Ese éxtasis consiste en un desapego y un vaciamiento de los objetos del mundo, para, desde otro mundo, empezar a coincidir con esos objetos y definirlos. La definición es la lucha contra lo ilusorio:

Cuando el besar del vino hace saber al labio, ¿sabes tú lo que sabes?
Allí en el vino se reúnen, de tantas partes han venido,
sabor, color, olor y cuántas cosas más:
la suave pesantez, la penumbra hecha llama
se juntan allí como en un simple ejemplo.

Pero eso no es el vino.

En esta búsqueda de definición, en este intento por romper con la "nada rugiente", las palabras, que pertenecen a un repertorio limpio, esencialista, preguntan, proponen y procuran desenmascarar lo ilusorio y lo falso, que se presenta ante el hombre como un vaivén entre realidad e irrealidad:

¿Escucháis madurar los duraznos a la hora del estío,
a la venida del sol, mientras un príncipe danza
en víspera de coronación?
Yo pienso en el gusano.

¿Qué se puede recoger de estas lecturas?

Tanto Vallejo como Anguita aparecen como personajes de sus propios poemas y como personajes encontramos también a los seres queridos: parientes, amigos, amadas:

Aguedita, Nativa, Miguel?
Llamo, busco al tanteo en la oscuridad.
No me vayan a haber dejado solo,
y el único recluso sea yo.
          ...................
Tú eres aquello. Y yo soy tú.
Pero no al mismo tiempo. Por eso entro y salgo.
Eduardoe-lisa Elisae-duardo
Elisaeduar-do Eduardoeli-sa

Sin embargo, no es la anécdota, la circunstancia o la biografía lo que hace de estos poemas lo que son. En ellos, la experiencia es materia verbal y sobre esa experiencia se erigen torres magníficas, a partir de la substancia más sólida que poseemos: las palabras. Una vez que comprendemos esto, entendemos que en el poema las reflexiones sobre los objetos del mundo deben desentrañar el sentido íntimo de las cosas, de los elementos, del paisaje y de nuestra propia disolución o integración en ellos.

La realidad no es poética: las calles, las personas que deambulan en ellas, los dioses que portan, el tamaño de su amor, son parte de la mecánica social, de la confusión política y ética, del análisis científico y de la frivolidad que hace de todo eso una fiesta. Sin embargo, la realidad logra a veces impactar en nuestro ser interior y convertirse en un poema. Desde esa conmoción podemos extraer todo el sentido del mundo o su sinsentido. Y todo nuestro sentido o sinsentido como habitantes del mundo: el desborde de las sensaciones ante las que ceden los diques internos, los cuerpos intentando capturar el espíritu, las lentas caídas en nosotros mismos, el mar que nos sorprende con el correlato de nuestras propias profundidades, la noche que nos cierra.

 

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