Universidad de Chile

LA ACTUALIDAD DE EUGENIO CAMBACERES COMO ESCRITOR DE LOS AIRES CULTURALES EUROPEOS.

por Andrés Cáceres Milnes

Universidad de Playa Ancha

 

No cabe duda que los aires culturales de Europa no son ajenos a los hombres ilustrados del siglo XIX. Hacia 1880 el naturalismo era en Francia un movimiento estético que se había impuesto definitivamente en los medios literarios con toda su doctrina positivista, determinista y experimental que Emile Zola sintetiza en su concepción moderna del quéhacer novelesco. Evidentemente que esta mentalidad ejerce una fuerte influencia en la recepción que tuvieron los escritores liberales y progresistas de nuestro continente, especialmente en el Río de la Plata. Ellos buscaban nuevas formas de interpretación de la realidad para desentrañar fidedignamente los vicios que aquejaban a la sociedad. Esto, desde una perspectiva externa y objetiva, razón suficiente para establecer parámetros morales mediante un narrador que observa y experimenta científicamente el comportamiento de los hombres.

La irrupción de esta teoría naturalista en Argentina se da conjuntamente con la llamada ‘generación del 80’, siendo Eugenio Cambaceres el representante máximo. Incluso, ha sido considerado por la crítica como el iniciador de este proceso a partir de su obra Pot-pourri hasta llegar a su última novela - En la sangre - donde desarrolla estrictamente los preceptos zolescos.

El presente trabajo pretende dar cuenta precisamente de las características e importancia de la novela naturalista en Argentina. Para ello, abordaremos al escritor Eugenio Cambaceres considerado el padre del naturalismo y la novela moderna de ese país.

La recepción cultural del código naturalista tuvo en Cambaceres una plena cabida. Sin embargo, aproximarse a su narrativa exige una mirada desde "afuera" hacia "adentro" como método que nos permita comprender la coherencia de sus principios ideológicos desplegados en el plano narrativo. Vale decir, la lectura de la producción literaria de este escritor la vamos a acotar de acuerdo a los siguientes núcleos problemáticos:

1. Influencia y recepción del naturalismo en el aire cultural de Argentina.
2. Repercusión en la creación novelesca de Cambaceres.
3. Fundación de la novela naturalista y moderna.
4. La generación del 80 y el tema de los inmigrantes.

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La perspectiva literaria de Eugenio Cambaceres está teñida por la parcialidad con que describe las situaciones sociales e históricas de la época. Además, entre los escritores del 80, se destaca por ser uno de los primeros en ensayar con un esbozo de organicidad e integración literaria los preceptos culturales provenientes de Europa. De ahí su importancia, pues con él nace un nuevo discurso literario como fundamento crítico de una realidad porteña que oscilaba entre el concepto de aldea y metrópolis, en un momento histórico donde el progreso estaba sometido al influjo inmigratorio. En este sentido, la escritura argentina no deja de lado los grandes temas que surgen junto a la modernidad positivista: el auge económico y la debacle de la Bolsa, el materialismo visto en la especulación financiera, la carencia de sentimientos o descristalización amorosa, la corrupción de la ciudad e idealización del campo, la invasión extranjerizante y la predilección por el mundo de las apariencias,etc. En el fondo, trataremos de ver la transferencia cultural del naturalismo europeo y su repercusión en el aire cultural argentino específicamente en el escritor Eugenio Cambaceres.

1.0.- Eugenio Cambaceres, el naturalismo y la novela moderna en Argentina

Este escritor nació en Buenos Aires en 1843 y murió en la misma ciudad el año 1889. Su padre fue un francés llamado Antonino Cambaceres que llegó a Argentina como inmigrante en el año 1833. Una vez establecido en el país invirtió su fortuna en la compra de campos, transformándose así en un poderoso estanciero. Por entonces, se casó con una mujer porteña llamada Rufina Alais. De esta unión nace Eugenio Modesto de las Mercedes Cambaceres.

Él cursó estudios en la Facultad de Derecho y Leyes, graduándose de abogado en 1869. Fue un porteño que incursionó en política bajo el ideario liberal y progresista, perteneció al distinguido Club del Progreso, ocupó un puesto en el Congreso de la Nación y se caracterizó por tener una cultura francesa. Esta cultura la heredó de su familia paterna, los viajes a Europa y el conocimiento e influencia del novelista Emilio Zola. Obviamente que su vocación literaria era notoria. Tal es así, que representó en la narrativa argentina una búsqueda permanente de nuevas formas de expresión literaria, verdadero desafío a las buenas costumbres de la época. Hemilce Cárrega dirá que "no tuvo él reparos en ir más allá de los toques convencionales de su tiempo para alcanzar en sus escritos, así como también en sus personales actuaciones públicas, la nota capaz de provocar el escándalo, la reprobación, en el ambiente propio de Buenos Aires todavía gran aldea.". Lo cierto es que su narrativa desde el comienzo aparece caracterizada bajo el canon cultural del naturalismo francés, estética que le permitió alcanzar una dimensión originalmente realista del mundo narrado hasta el punto de ser considerado el fundador del naturalismo no sólo en Argentina, sino en Hispanoamérica.

Este autor se muestra como un agudo observador de las costumbres de su tiempo, especialmente del medio porteño al que pertenecía. Su actitud lo lleva a enjuiciar con un realismo crítico el momento histórico y el medio ambiente de la ciudad. La atmósfera aldeana del Buenos Aires de fin de siglos era el eje de su crítica, exhibiendo las lacras que corrompen el entramado social como una forma de denuncia despiadada del comportamiento real de la aldea capitalina. La producción novelística se centró "en aquella zona de las costumbres que la hipocresía social manda tener velada; pintó lo instintivo y lo grotesco tal como lo veía en su modelo real. Por todo ello, la publicación de cada uno de sus libros resultó un escándalo en nuestro medio todavía aldeano". Vale decir, sus novelas fueron los primeros relatos indagatorios sobre la vida de los instintos tal como aparece en el color local del ambiente citadino.

Así es como su producción literaria adquiere notoriedad a partir de la publicación de la novela Pot-pourri (1882), subtitulada Silbidos de un vago. Luego aparecen Música sentimental (1884) con el mismo subtítulo de la novela anterior, Sin rumbo (1885) y En la sangre (1887). Estos textos van delineando las características narrativas de un escritor que es considerado como uno de los fundadores de la novela argentina.

La intuición narrativa de Cambaceres, - perteneciente a la llamada generación del 80 - no está solamente en dar una reseña político-social y un estudio psicológico de los personajes, sino también en desplegar un proyecto literario adscrito a la teoría de Emilio Zola, especialmente con sus dos últimas novelas. Martín García Merou dirá que con él nace la novela argentina moderna en un momento en que la corriente naturalista se había preocupado de desnudar los vicios de una sociedad volcada a relucir "la bestia humana".

Este escritor - el primer novelista de la generación naturalista argentina- presenta notables dotes de un narrador capaz de depurar las falsas ilusiones de la condición humana mediante una mirada superior sustentada en las convicciones del método cientificista. Por eso, para comprender su producción literaria es necesario situarse en el canon naturalista como un modo de representación de lo real. Es indudable que movido por un afán progresista y reformador adopta esta teoría para enjuiciar con rigidez ideológica los códigos de su clase.

El rasgo predominante que asume Cambaceres en su narrativa es la concepción positivista de la literatura basado en un criterio científico y un método crítico de naturaleza empírica. La literatura entendida como una creación imaginaria de mundos posibles presenta - entre otras cosas - una preocupación permanente por la raza nacional, los inmigrantes y la xenofobia como atributos de una expresión de la sociedad que toma cuerpo a través de una función cognoscitiva de la narración, nota fundamental en el dominio de la novela naturalista. Esto nos está señalando la influencia que ejerció en su escritura el código naturalista como un sistema de preferencias que desentraña el comportamiento humano en forma individual y social. Él construye un discurso imaginario que pone al desnudo los vicios sin ninguna conmiseración. Vale decir, su disconformidad alcanza a todas las manifestaciones del ambiente social porteño y tiene en el marco doctrinario del naturalismo francés, la orientación estética que le permitirá llevar a cabo su osadía de criticar las contradicciones de esta sociedad.

La interpretación de la realidad en la novela de Cambaceres va a estar fuertemente impregnada por los aires culturales de Europa. Por ejemplo, el carácter científico de concebir el mundo, el concepto del fatalismo de corte eminentemente determinista, la lucha por la existencia, la ley de la herencia, la fuerza instintiva de la sangre y el arrebato de la bestia. De modo que nos encontramos con la figura de un narrador que adquiere formas sociológicas, propio de un experimentador que aspira a dar una mirada positivista de la realidad, descolgándose de todo sentimiento personal para convertirse en un narrador absolutamente impasible, capaz de disponer del material narrativo según los dictados de la observación y la experiencia, especialmente en las novelas Sin rumbo y En la sangre.

Con la tendencia naturalista, veremos a un narrador que se caracteriza por su capacidad de interpretar la realidad mediante la construcción de un escenario narrativo fielmente representativo del temperamento de los personajes, enseñoreándose en la seguridad que otorga el prestigio de la ciencia y en el ordenamiento sistemático de los hechos. Así es como las novelas son verdaderos documentos humanos. Este estudio de la sociedad reproduce miméticamente lo mórbido y patológico sin restricciones ni proceso selectivo: espejo de una realidad que está sometida a la lógica de la ciencia.

En el fondo, es la observación y experimentación de un narrador sagaz que ve la vida espasmódicamente a través del esfuerzo pesimista que trasluce la bestia humana como una experiencia infausta de la ambición y avaricia de la sociedad bonaerense. Además, asume una concepción de vida sórdida y discriminatoria con el inmigrante, tema central en el naturalismo argentino. Por otra parte, está la presencia de un nuevo protagonista que aparece tratado literariamente en forma seria: el pueblo. Para la representación de este cuadro narrativo, emerge un narrador omnipresente que se da el lujo demiúrgico de comentar, disgregar, explicar y hacer verdaderos sumarios diegéticos con la idea de darnos una imagen de la realidad acorde a los principios naturalistas.

La visión científica de la realidad la encontramos elaborada en el positivismo de Comte, en el concepto de la evolución de Darwin, en el pesimismo de Schopenhauer y en las tres fuerzas primordiales de H. Taine. Por otra parte, también tenemos el método experimental que aplica Emilio Zola a la novela. Vale decir, estamos en presencia de una aprehensión de la realidad objetiva bajo el signo irrestricto del conocimiento científico. Ahora los acontecimientos narrativos son ordenados, siguiendo las pautas de un experimento donde los personajes actúan entre sí y con la circunstancia a la luz de la observación de sus propios comportamientos. Además, se conocen los antecedentes hereditarios y los componentes del carácter y la raza, lo que desencadenará un fin narrativo previsible producto de la hipótesis planteada como fundamento de una ley científica. Por lo tanto, las novelas de Cambaceres como Sin rumbo y En la sangre nos presentan un narrador fiel a los principios zolescos: posee el saber absoluto del mundo narrado. En otras palabras, es un narrador superior e informado que se pone en evidencia por su saber científico de los hechos y por el dominio y conocimiento de todo.

Cédomil Goic dirá que "la forma interior de la novela naturalista, su esencial ley de estructura, está constituída por la oposición entre realidad de verdad y apariencia, en que la relación debe ser comprendida en tanto cuanto es una oposición cognoscitiva. Conocimiento y error pueden sustituir adecuadamente los términos anteriores. La realidad de verdad es la del conocimiento científico y de la ley natural que experimentalmente se conoce; la apariencia es ilusión engañosa, subjetivismo acientífico, irracionalidad e indeterminación" (1980: 107). La hegemonía del programa impuesto por el código naturalista está dado por los criterios veristas de la novela decimonónica que, en el fondo, influye poderosamente en la configuración del narrador. Hay una plena certeza por la veracidad en la interpretación de la realidad mediante un narrador que asume una conducta edificante y moralizadora y que acentúa, a la vez, el valor documental y de estudio social en la sistematización enunciativa de un discurso sustentado en la doctrina positivista, lejos de toda ilusión subjetiva.

El mundo de la bestia humana es la zona que revela la novela naturalista y Cambaceres no es ajeno a esta realidad. Pues su narrativa despliega segmentos instintivos e irracionales, mórbidos y patológicos que se sostiene en un atavismo prácticamente bárbaro. El principio de convergencia se da a través de la representación de un sector social característico en la vida decimonónica de Argentina: la vida dramática y conflictiva de los inmigrantes.

Los ámbitos por donde discurre el discurso naturalista de Cambaceres corresponde a aquellos lugares de la existencia humana que nos revelan la expresión de un fundamento de la realidad eminentemente nacional, secularizada y "sin rumbo" propio de personajes que arrastran el estigma de la inmigración "en la sangre". Estos personajes pululan como muchedumbre atrapados por el engranaje atávico de la maquinaria naturalista, verdadera piedra rodante que transporta a "la bestia", o sea, son funcionales a los propósitos de la estética en cuestión, pues cada uno de ellos representará un estado de ánimo desde el momento que provienen de un determinismo originario como herencia patológica. En este sentido, la novela es una auténtica experiencia del sentido de lo real que responde a los rasgos predominantes de la novela naturalista.

2.0.- El naturalismo de la generación del 80

La novela moderna en Argentina surge en un momento en que la inmensa mayoría aplaudió la ola de prosperidad material, el auge de los negocios, el crecimiento prodigioso de la capital y el brillo de una vida social que redujo a la nostalgia las costumbres aldeanas. Vale decir, factores de índole económicos, políticos y sociales rodearon el aire cultural de la generación del 80, caracterizada fundamentalmente por el liberalismo y el problema de la inmigración.

Esta generación recepcionó y cultivó los modelos culturales europeos en un momento en que la sociedad argentina evolucionaba hacia formas de vida marcada por el progreso y el cosmopolitismo (Buenos Aires deja de ser considerado como una aldea para convertirse en una ciudad o metrópolis). Por ejemplo, el positivismo se transforma en el gran proyecto literario de los escritores caracterizados en ese momento por su conciencia profesional, fragmentarismo, erudición, xenofobia y humor.

La política inmigratoria despertó en los hombres del 80 una sensibilidad xenófoba frente al inmigrante. Los grupos sociales aristocratizantes salieron en defensa de un estilo de vida nacionalista como una respuesta clasista a la invasión de extranjeros. Sin embargo, la convulsión generacional no estuvo centrada exclusivamente en el tema de la inmigración y el consiguiente nacionalismo, sino que también el liberalismo y la tradición católica aglutinaron la discusión ideológica. Así es como todas estas condiciones, que significaron la transformación de la sociedad argentina en el siglo pasado, especialmente el paso de aldea a ciudad de la metrópolis, incidieron en la llamada "generación del 80".

Esta generación se estructura alrededor de un eje central: servir de testimonio de la realidad inmediata, o sea, convertir la literatura en espejo de la sociedad argentina. Desde este punto de vista, el realismo genérico se adscribe a los códigos naturalistas de acuerdo al auge cientificista que proviene de Europa. Pero, como dice Rusich, el naturalismo de los autores del 80 tiene el propósito de "mantener el status quo y los privilegios de su clase y no la transformación de la sociedad en una sociedad más justa y humana" como lo postulaba Zola. Sin duda que Eugenio Cambaceres fue el fiel exponente de esta línea.

Este sistema literario-cultural juega a favor de la irrupción del género novelesco considerado como signo de madurez de una sociedad que va adquiriendo una fisonomía propia. Por primera vez la novela asume un carácter que le confiere la categoría de género autónomo, es decir, provisto de las condiciones históricas necesarias para desarrollarse estéticamente. Indudablemente que dentro de este sistema del género novelesco opera el influjo europeo de Zola como proyecto literario que da origen a la novela naturalista argentina. El mandato cultural de la época imponía asumir los postulados positivista europeos, especialmente los franceses. De esta forma, se adoptó el naturalismo francés, sin advertir que el programa literario correspondía a otra realidad histórica. Así se explica que las novelas de Eugenio Cambaceres adopten más las técnicas y mecanismos de Zola que sus objetivos fundamentales. En razón con esto, la última novela de este escritor - En la sangre - cumple los preceptos naturalistas en forma estricta de acuerdo a uno de los temas decisivos del momento: la cuestión de los inmigrantes.

2.1.- El tema de la inmigración en Cambaceres

La generación del 80 veía al inmigrante con cierto desprecio y temor. Este sentimiento poco optimista se debía a una política indiscriminada sobre el fenómeno de la inmigración durante la administración de Julio A. Roca (1880-1886) y de Miguel Juárez Celman (1886-1890). En este período llegan italianos y españoles, luego en menor grado franceses, alemanes e ingleses. La mayoría de estos "gringos" se asentó en las grandes ciudades como Buenos Aires y Rosario, dando origen, con el tiempo, a la clase media y al proletariado urbano.

Esta oleada inmigratoria creó enormes dificultades en Buenos Aires, pues la ciudad no estaba preparada para recibirlos, lo que dio lugar a la formación de los conventillos, verdaderos hacinamientos que provocaban las epidemias como la fiebre amarilla y el cólera. Vale decir, se forma una imagen estereotipada del inmigrante con una fuerte carga negativa que los caracterizaba por su brutalidad, avaricia y miseria. Esta visión pesimista originó un sentimiento de xenofobia que coincide con el pensamiento de Cambaceres.

La aspiración fundamental de los inmigrantes era mejorar su condición económica con el propósito de vivir en forma superior al que estaban acostumbrado en su país natal. Esto los llevó a luchar por la vida y el éxito fuera de las normas morales, con presencia de gente corrupta y de modo ajeno a un sentimiento solidario ante la comunidad argentina. La condición de extranjeros generó tensiones entre ellos que finalmente repercutió en los hijos por medio de una ansiedad y nerviosismo que causó estragos en sus vidas. Muchos "gringos" arrastraron a su descendencia por un camino cotidiano del desborde, agotando la existencia moral y sus sueños hasta llegar a la frustración.

Algunos regresaban a Europa desilusionados por la falta de oportunidades, otros retornaban enriquecidos: "los que se iban mostraban una inadaptación o un desinterés por el país que los había acogido; y a este respecto se ha señalado que la participación del inmigrante en la vida política nacional era nula. De hecho, se les invitaba a participar en la vida económica, pero no ocurría lo mismo en la política: los inmigrantes no eran estimulados para nacionalizarse, ni tampoco les resultaba ventajoso, pues conservando su nacionalidad estaban eximidos del servicio militar". Ellos fueron muy reticentes a participar en el proceso político de su nuevo país e incluso a nacionalizarse. Si bien no se incorporaron a la vida política, algunos de ellos traían, entre otras cosas, ideas combativas provenientes del anarquismo y el socialismo, hecho que repercutió en los conflictos sociales de los obreros. Esta situación llevó a que se promulgara la Ley de Residencia que haría posible la expulsión de todo inmigrante indeseable (22 de Noviembre de 1902, durante la segunda administración de Roca). Tuninetti, por otra parte, nos dirá que si bien es cierto los inmigrantes realizaron progresos en sus posiciones sociales y económicas, siguieron excluidos del poder económico que entonces estaba en manos de la élite.

Estos aspectos de la vida del inmigrante y la problemática de su incorporación en la sociedad argentina no fue ajena a la narrativa de Cambaceres. Él no toma partido por el "gringo" en cuanto a su descendencia y posterior herencia. Esto guarda relación con la perspectiva que asume el narrador que se opone a la inmigración europea producto de su baja calidad y porque la juzga desastrosa para el futuro argentino. Por ejemplo, la novela En la sangre nos plantea diversos aspectos relacionados con este problema en el plano de la herencia biológica y moral del "gringo" llegado a Buenos Aires. En general, las obras de este escritor presentan la herencia negativa de esta casta, derivada de una inmigración individual o masiva y considerada socio-culturalmente baja.

Hemilce Cárrega dice que "tal vez la actitud asumida por Cambaceres nacía en él, como en otros hombres del 80, de ciertos desencantos que empañaban la vida pública argentina después de Caseros. Es decir, después de un hecho que había creado expectativa en cuanto a un accionar cuya meta era organizar el país, tomando como base indispensable a las instituciones – el poder de las instituciones – antes que la prepotencia, el despotismo de los mandones de turno y los grupos oportunistas que inevitablemente los rodean". En otras palabras, el inmigrante y su descendencia provocan actitudes inescrupulosas, así como de extravagancias que desembocan en lo ridículo y despreciable. Genaro, el protagonista de En la sangre, es hijo de inmigrante y representa – por ejemplo - la ambición desenfrenada, teñida de una conducta materialista y violenta. Él está sometido al más riguroso determinismo, el fatalismo de su degradación proviene de estas fuerzas inmutables de la naturaleza.

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