Universidad de Chile

STABAT MATER: UNA LECTURA FEMINISTA DE LA PROSA POÉTICA DE GABRIELA MISTRAL.

por Olga Grandón Lagunas

Estudiante de postgrado. Universidad de Chile

 

Pese a cierto auge de los estudios mistralianos en la última década, poco se ha escrito  sobre la prosa de nuestra Premio Nobel. Fuera de algunos artículos en revistas literarias, se destaca algo de más crítica sobre sus artículos, ensayos y cartas, que sobre sus Recados, Motivos y Materias, títulos que suelen, aunque no siempre, inaugurar lo que en adelante llamaré su prosa poética. Dentro de ésta he seleccionado de la Sección de Desolación, titulada "Prosa", todas menos las "Canciones de Cuna", por ser poemas propiamente tales y no, prosas, y la subsección titulada: "Prosa escolar. Cuentos", por formar otra unidad que es más útil analizarla aparte . En la edición que utilizo, la Sección "Prosa" incluye una variedad de textos, cuya esencial diferencia con los poemas anteriores del libro radica en que no están escritos en verso. De la selección de prosas hecha por Alfonso Calderón en la publicación Prosa de Gabriela Mistral, estudio la Sección II del Libro, titulada: "Materias". Mi estudio se basa en los textos que fueron concebidos como "poemas" escritos en prosa, a partir del título de la sección a que pertenecen o al estilo que comparten, aunque así no se titulen. Estudiaré los textos seleccionados tal como fueron concebidos genéricamente, esto es, como prosa y agregamos el adjetivo poética, en función de que fueron concebidos para "poetizar" según lo explicita la misma autora, siguiendo para ello la tradición modernista ejemplarizada por Rubén Darío con su obra Azul (1888). (1)

Planteo mi estudio, en el contexto del avance y cambio de la lectura crítica de la obra mistraliana con un enfoque feminista, basándome en los últimos estudios sobre el tema escritos por Kemy Oyarzún y Eliana Ortega. Además de enriquecer este planteamiento con el libro de Grínor Rojo: Dirán que está en la Gloria...(1998) y con la última edición de la revista Nomadías Nº3 (1998), mayoritariamente dedicada a Gabriela Mistral.

En esta relectura, mi interés será analizar con un enfoque teórico feminista las representaciones femeniles (2) que, por una parte, impondrían el modelo de mujer fijado por   imágenes patriarcales y, por otra, expresarían la imagen de otra mujer, que en el pensamiento mistraliano se afianzaría en un matrocentrismo en conflicto con el modelo patriarcal. Esto reafirma la tesis de una ideología genérica en tránsito y mestiza desde el punto de vista de nuestra cultura colonizada, como lo plantea Grínor Rojo en su libro recién citado sobre la poeta.

Con estos antecedentes deseo enfatizar que el tema del análisis sobre la coexistencia entre lo matrocéntrico y lo patriarcal en la obra de Mistral, está presente en numerosos estudios como los citados. Pienso que mi aporte sería estudiar el problema dentro de la prosa poética y con un enfoque inserto en la crítica literaria feminista, como aclaro a continuación.

Marco Teórico y Analítico

Ahora bien, en toda aproximación analítica a un texto están presentes las convicciones, los prejuicios y las premisas del analista, esto es, su visión de mundo, que aclara una de sus posibles lecturas. Además, el exégeta o analista debe considerar su propio punto de vista como determinado por la historia. En este caso, analizo los aspectos antedichos sólo en función de mi lectura feminista del texto.

Al plantearme la interrogante sobre la existencia de escritura de mujeres, coincido con ya numerosos estudios al afirmar que la pregunta pasa por nuestra cultura y nuestro lenguaje, ya que desde los orígenes de nuestra formación social, la ideología patriarcal, perpetuada por siglos por la familia y el autoritarismo de nuestra sociedad, ha dominado nuestra cultura. Esta ideología fundada sobre el poder masculino ha forzado en tal forma el conocimiento y la percepción humanas, que se llega a asumir como "universal" y "natural" una cultura androcéntrica y perpetuadora de la dominación sobre la mujer, en todas sus manifestaciones. El lenguaje, como expresión cultural, "hereda una interpretación de la realidad; la estructura del lenguaje se vuelve estructura de la realidad, y en ella se perpetúan todas las dominaciones, incluso la dominación ejercida sobre la mujer" (Valdés, 1984:38). Pero, pese a esta determinación, nuestro uso del lenguaje está también influenciado por nuestros pensamientos y sentimientos, de tal manera que puedo estudiar las huellas de la disidencia y/o la aprobación de las mujeres frente a la dominación.

La interrogante inicialmente planteada pasa también por analizar el problema de los géneros masculino y femenino, entendidos como categorías históricas y culturales; de tal manera que las características que se atribuyen al hombre y a la mujer en el patriarcado refuerzan la dominación en él y la pasividad en ella. Entonces, analizaré en este trabajo la manera cómo el sistema sexo/género (3) (Cf. Rubin, 1996) influye en las representaciones femeniles en estos textos.

La figura de la Madre Tierra/ Virgen

La figura de la madre es evidente en las prosas de Desolación y de "Materias". La representación de la madre en ellas me remite a la concepción de la femineidad absorbida por la maternidad dolorosa, clásica en el marianismo cristiano (Cf. Kristeva, 1988) (4), y a la vez, a la representación de la Madre Tierra, que, por una parte se relaciona con las diosas grecolatinas, especialmente a la Gea matriarcal, y por otra, con la Pachamama sagrada (5), característica de las religiones andinas precolombinas. Esto significa que confluyen en ambas vertientes, tanto la concepción cristiana, como la pagana de la diosa madre sagrada, matriarcal y omnipotente en la mitología antigua. Lo que expresa más que una síntesis, un doblez entre una hablante disminuida y servil ante los designios del Dios Padre, del amado y del niño (siempre masculino e identificado con el Cristo hebreo) y otra, identificada con la Madre Tierra, que explica en parte cierto "narcisismo primario" que han observado en el análisis de la obra de la Mistral, críticas como Eliana Ortega (Cf. Ortega,1990), es decir, "la presencia de un yo femenino, referido y afianzado desde la relación con la Otra Original, la madre" (Ortega, 1990: 41). Tal concepción maternal inscribe esta obra en un sistema sexo-género (Rubin, 1996) marianista y mestizo latinoamericano, que se desarrolla en toda la obra posterior de Gabriela Mistral, en todas las representaciones del encuentro con la madre indígena y la madre tierra. Cito, a modo de ejemplo, fragmentos correspondientes a "Imagen de la tierra" y "El amanecer", de Desolación, respectivamente:

"La Tierra tiene la actitud de una mujer con un hijo en los brazos (con sus criaturas en los anchos brazos)." (Mistral, 1960: 204)

"Toda la noche he padecido, toda la noche se ha estremecido mi carne por entregar su don. . . Y te llamo ahora Dulzura Infinita a ti, Señor, para que lo desprendas blandamente..."(p.205) (6)

Llama la atención en estos textos que lo personal, privado y cotidiano: el nacimiento del niño, se incluyan como punto de partida y perspectiva del texto; lo que inaugura un grado de ruptura con la concepción del "sujeto cartesiano" y "no encarnado" que critica Patrizia Violi en su artículo: "Sujeto lingüístico y sujeto femenino" (1988) (7). Y es evidente la sacralización de la Madre Tierra en el primer texto citado, compitiendo así con la supremacía del Dios cristiano; en contraste con el ruego humilde que le hace en "El amanecer", identificándose implícitamente con la Virgen María: "Dulzura Infinita". Es interesante también observar, sobre todo en el primer texto, una naturaleza muy asimilable al Valle de Elqui y desprender de ello una imagen de la Madre Tierra también cercana a la que veneraron las culturas andinas.

Desde este punto de vista, es interesante la presencia de una imagen de mujer más vinculada a la naturaleza y al cuerpo humano, que rompe en alguna medida la tecnología dominante del discurso confesional religioso, en términos de Foucault, es decir, un discurso mediante el cual el individuo actúa sobre sí mismo por medio de la renuncia de sí, esto es:

"Se trata de una analítica y continua verbalización de los pensamientos llevada a cabo en la relación de la más completa obediencia hacia otro. Esta relación está configurada por la renuncia al propio deseo de cada uno y a su propio yo" (Foucault, 1991:93)

Sin embargo, la actitud humillada y entregada de la hablante es coherente con las exigencias de una postura cristiana, como la anteriormente descrita. Esta actitud puedo analizarla a través del procedimiento que Bajtín llama "la palabra con escapatoria o subterfugio", esto es: convertir la palabra acerca de sí mismo en algo deliberadamente deforme en función del interlocutor, que en el caso de la palabra dialógica está siempre presente (Cf. Bajtín, 1988). Es en esta relación de apelación donde observo un locus retórico llamado falsa modestia y que es dominante en los textos de tono vocativo y hasta apostrófico, por tanto, dialógicos. La hablante lírica en estos textos aparece siempre mostrándose intersubjetivamente, esto es, frente al otro u otra destinatario/a en una posición desprivilegiada que llama a compasión. Este procedimiento bajtiniano es recurrente en las prosas de Desolación, como "La oración de la Maestra" y "Al Esposo":

"Hazme fuerte, aún en mi desvalimiento de mujer, y de mujer pobre" (p.197).

"¡Ámame, ámame ahora un poco más! Yo, ¡tan pequeña!, te duplicaré por los caminos. Yo, ¡tan pobre!, te daré otros ojos, otros labios con los cuales gozarás el mundo"(p.204)

En las subsecciones "Poemas de las Madres" y "Motivos del Barro" de Desolación, es evidente la imagen de la madre arcaica que se vincula con la creación del Cosmos y que absorbe los mitos referentes a la vida y a la muerte, por esto "Motivos del barro" se inicia con una prosa titulada: "El polvo sagrado". Todo ello se relaciona más bien con la mitología universal de las diosas telúricas, como ejemplo, he seleccionado "Tierra de amantes" de "Motivos del barro":

"Alfarero ¿Sentiste el barro cantar entre tus dedos?. . . Y ahora si haces una Tanagra con nosotros . . . No nos vayas a separar. . . no sabes que en la palma de tu mano se juntaron, por fin, las tierras de dos amantes que jamás se reunieron sobre el mundo" (p.215)

La Tanagra es una estatuilla de barro cocido como las halladas en la ciudad griega de Tanagra que comúnmente representaban figuras femeninas y, además, es una diosa de la antigua Grecia: "hija de Eolo o del río Asapo. Esposa de Pemandra. Dio su nombre a una ciudad de Beocia" (Sainz de Robles, 1958: 668). Esta diosa se forma parte de la simbología mistraliana relacionada con la Gea, que también está presente en los poemas de Desolación, como advierte Grínor Rojo en el capítulo IV de su libro antes citado. De esta simbología surge una representación dichosa y mítica de la muerte como continuadora de la vida de dos amantes que se sacralizan en una diosa telúrica.

La simbología de la Tanagra en esta sección apunta al mismo sentido que los símbolos del ánfora, del cántaro y del vaso, ya que están vinculados a la idea de la fecundidad, de la procreación y al sentido mítico de la continuación de la vida después de la muerte en comunicación con la divinidad Madre Tierra. Entonces, el ámbito de lo sagrado y de la vida después de la muerte están vinculados aquí a lo terrenal, en contraste con lo celestial; pese las comparaciones, metáforas y recursos alegóricos que explícitamente identifican al Alfarero con el Dios Cristiano. Hay en esta sección un grado de ruptura con la representación cristiana de la vida después de la muerte situada en el ámbito de lo celestial. Lo que puede explicarse considerando la totalidad de los textos estudiados, tanto desde la mitología de la Pachamama, como desde las diosas telúricas griegas.

Aun así en la representación más cristiana de la mujer en las prosas, hay un grado de endiosamiento y sacralización de la misma; relacionado con esto está, por ejemplo, la simbología de la lámpara, cito del texto con el mismo nombre en Desolación, de la subsección "Poemas del Hogar" dedicada a "Celmira Zúñiga":

"¡Bendita sea mi lámpara! No me humilla como la llamarada del sol,. . .Ella es, pues, la Perfecta... Basta lo que alumbra su halo de resplandor. Caben en él la cara de mi madre y el libro abierto" (pp.239-40).

Según el Diccionario de mitos y símbolos de Pérez Rioja: "La Biblia compara el Verbo Divino con una lámpara. Por su luz, la lámpara es símbolo de la inteligencia, de la sabiduría y del espíritu" (Pérez Rioja, 1984: 264). Es interesante la comparación aquí, pues, de esta manera, la escritura, el libro de la hablante adquiere un carácter sagrado que compite con la Biblia. La hablante se eleva a una posición divina "humanizada" como se enuncia en la misma prosa.

Finalmente, hay prosas que integran más armoniosamente, ambas vertientes de la representación de la mujer: la de la Virgen María y la de la Madre Tierra, como la titulada: "La flor de cuatro pètalos" perteneciente a "Poemas del éxtasis":

"Mi alma fue un tiempo un gran árbol en que se enrojecía un millón de frutos. Entonces, mirarme solamente daba plenitud, oír cantar bajo mis ramas cien aves... Ahora es sólo una flor, una pequeña flor de cuatro pétalos. Uno se llama la Belleza, y otro el Amor, y están próximos; otro se llama el Dolor y el último la Misericordia" (pp. 222-23).

Se conjugan aquí todos los valores cristianos que caracterizan la belleza en la poética mistraliana con la imagen de la Tierra y de la Naturaleza, menos conflictivamente que en los textos anteriormente comentados; aunque persiste un doblez del antes y del después, pues primero el alma fue el gran árbol madre endiosado, después la flor pequeña que contiene en sí los valores más representativos de la belleza fundada en Dios.

Destaco, pasando a otro aspecto, el hecho de que haya numerosas dedicatorias a mujeres en Desolación, lo que las reafirma como destinatarias importantes; aunque no únicas de su obra y así lo afirma, por ejemplo, en Lecturas para Mujeres :

"Es éste el ensayo de un trabajo que realizaré algún día en mi país, destinado a las mujeres de América. Las siento mi familia espiritual. Escribo para ellas, tal vez sin preparación, pero con mucho amor". (Mistral, 1967: XIII).

En "Materias" se da un proceso similar al de Desolación; los elementos de la naturaleza son objeto de adoración y oración, sustituyendo muchas veces al Padre cristiano; por ejemplo, en "Plantas de Chile", fechada en 1945 en Petrópolis, escribe con tono nostálgico:

"Padre Alerce... ¡Padre mío patagón, cuyas resinas ya no me perfuman los hombros ni me curan los ojos..."(Mistral, 1989:63) (8)

En "Materias", la figura de la Madre Tierra se da en un plano más simbólico, pues la mayoría de los elementos elogiados o criticados adoptan características femeninas: "la piña", "la ceniza", "la arena", "las piedras", "el agua", "las jícaras de Uruapán", "la zebra", "una serpiente java", "una lechuza", "la máquina", "las barcas", "el cántaro de greda", "el maguey", "el país sin crepúsculo". Títulos de catorce de las veinticuatro prosas seleccionadas por Alfonso Calderón. Aquí las imágenes y comparaciones para cada elemento se relacionan estrechamente con una concepción de lo femenino muy tradicional y estrechamente vinculada a la Madre Tierra; aun así hay puntos de fuga, pues los elementos de la naturaleza son venerados casi como dioses, en contraste con elementos de la civilización (la máquina) o países muy desarrollados en Europa, frente a los cuales hay una postura crítica . Cito algunas de estas imágenes:

"Estaba sentada como una dueña en la tierra" ("La piña", p.63)

"La piedra redondeada... La cumbre en garfios de los Andes místicos, que era una llama sin danza, parada como la Sara de Loth" (p.72)

Si bien es cierto, estos elementos mezclan también lo femenino con lo masculino, como el agua, "el país sin crepúsculo" y las piedras, puedo rastrear el aspecto femenil de una hablante que se evidencia, "desterritorializada" (Cf. Deleuze, 1983), por ejemplo, en la prosa titulada: "El país sin crepúsculo", que se refiere a su estadía en Europa:

"Yo le odio el ojo sesgado de ladrona doméstica, cuando se va con mi día... Y yo no soy más sin el día leal, yo no tengo más la palabra entera ni la marcha robusta... Las obras de la mujer son iguales, echadas en su regazo, sólo que en el sol blanco, parecen frutos de mármol" (pp.82-83)

Es evidente aquí el grado de desadaptación de una hablante extraña y extranjera en un espacio que no le es propio y cuya "palabra y marcha" "no es más" por la limitación de un país sin crepúsculo, negación que enfatiza el conocimiento de otro país que sí lo tenga y donde estuviera más enraizada su palabra, a esto me refiero con un discurso "desterritorializado" en términos deleuzianos (9). Al respecto, es notorio también el tono nostálgico que implica ausencia con que se evocan los elementos naturales en paisajes referidos a Chile, México y otros países latinoamericanos, lo que sitúa a la hablante desde un punto de vista desterritorializado y a la naturaleza americana, a la madre tierra, como un lugar añorado al que se quiere llegar; pero que no forma parte del aquí y ahora de la hablante, por tanto, las imágenes de la madre tierra son más bien situadas en los lugares de las otras representaciones femeniles de los textos y no, de las representaciones de la hablante. Cuestión que se evidencia también en Desolación.

Conclusiones

Grínor Rojo afirma, en su libro: Dirán que está en la gloria... (1997) sobre la poeta, que se reconoce en su pensamiento: "una ideología genérica en tránsito a la que es ella misma quien se coloca entre los extremos de la ‘mujer antigua y la mujer nueva’" (Rojo, 1997: 39). Esto está muy relacionado con la proposición de Sigrig Weigel respecto a "la mirada bizca" que, por una parte, impone el modelo de mujer fijado por imágenes patriarcales y, por otra, anticipa la imagen de otra mujer, que en el pensamiento mistraliano se afianza más en cierto matrocentrismo en conflicto con el modelo patriarcal. Para Sigrid Weigel, la lectora y escritora mujer de nuestra época debe:

"aprender a mirar en dos direcciones divergentes simultáneamente",... porque vivimos un periodo de transición. El lenguaje femenino . . . ya no es virtuoso y agradable y todavía no es liberado y auténtico... Entonces, la literatura de mujeres ha de ser un espacio en que pueda expresarse esa doble vida" (Weigel, 1986: 88 y 91).

Creo que los textos comentados insinúan algo de esta perspectiva, pues la imagen de mujer/madre que entregan es plenamente consecuente con el modelo patriarcal; pero el personaje de la diosa telúrica que se desprende de las imágenes, metáforas, comparaciones y recursos alegóricos compite con el Dios cristiano, como he comentado, al punto de elevarla al plano de lo sagrado. En esta representación, es posible observar un fuerte vínculo con el ancestro femenino que llega a contradecir la Ley del Padre en términos sicoanalíticos, al afianzar como modelo de vida a la madre, incluso, a la Diosa madre, como centro de la estructura simbólica religiosa. Eso sí, en permanente tensión con el Dios Padre; lo que reafirma la tesis de una ideología genérica en tránsito y mestiza, desde el punto de vista de nuestra cultura colonizada.

En este sentido, es interesante un doblez que adopta más bien la forma de "pliegue", parafraseando al filósofo Gilles Deleuze (Cf. Deleuze, 1987), entre una hablante disminuida y servil ante los designios del patriarcado, y su identificación explícita con la otra, el personaje representado por la Diosa telúrica, la Madre Tierra. Pero es "la otra" pese a la identificación y este dato adquiere relevancia por cuanto aparece aquí el personaje utópico con el que la hablante se quiere identificar sin lograrlo plenamente. Esto es, representa el plano de los deseos en contraste con su realidad. Postulo que este doblez de la hablante tiene la característica de pliegue en el sentido deleuziano de que "pensar es plegar, es doblar el afuera en un adentro coextensivo a él" (Deleuze, 1987:154). Para el caso del pensamiento de Gabriela Mistral, esto significa que los elementos y fuerzas paganas, cristianas, mestizas de la subjetivación de su pensamiento admiten en su juego lo que formula el filósofo Jacques Derrida: "la no contradicción... sin superación dialéctica,... en cuanto depende de ellas que el texto se pliegue, juegan una doble escena" (Derrida, 1972: 250)

Postulo que todo esto revela la importancia de los mitos matrocéntricos en la literatura hispanoamericana como signos de nuestro mestizaje. Pero el hecho de que este mito se represente en el plano de la alteridad, de lo otro, revela el lugar de la utopía (10) refrenada en la obra mistraliana. Aun así reafirma una identidad femenina fundada en la olectividad. En este sentido, comparto las observaciones de Kemy cuando afirma:

"Aquí la subjetividad de la mujer se constituye en diálogo con otras identidades y con un fuerte sentido de la colectividad, sin que por ello se pierda el sentido de lo propio... De Nellie Campobello a Rosario Castellanos, Marta Traba, Rigoberta Menchú o Mercedes Valdivieso (en su última novela), el aprendizaje de las protagonistas, su constitución como sujetos van asociados a un concepto móvil, plural, fluido y posicional; en lugar de otro-para-el-que-yo-soy, un yosotras, otras-para-las-que- estamos-siendo" (Oyarzún, 1993: 41)

Es, entonces, en este "estar siendo" donde se funda la identidad de esta hablante analizada en la prosa lírica de Desolación y "Materias", y de las representaciones femeninas en estas obras. Lo que reafirma una ideología de lo femenil en tránsito.

Claro está, como afirma Grínor Rojo, que esta ideología "debe ponerse en relación con las condiciones que desde prácticas diversas articulan el panorama de los sexos a lo largo de un periodo muy preciso en la historia de América Latina" (Rojo, 1997:39). De tal manera que es necesario aclarar cómo el "sistema sexo-género" que imperaba en el entorno de la publicación de Desolación y de "Materias", entre los años veinte y cincuenta aproximadamente, incide en esta concepción de lo femenil. Por los límites del estudio que he realizado, no ahondaré en el tema. Recomiendo para quien desee profundizar al respecto, el capítulo décimo del libro citado de Rojo.

 

Referencias

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(1988). Problemas de la Poética de Dostoievski. México: Breviarios del Fondo de Cultura Económica.

Bloch, Ernst.

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Butler, Judith.

(1996) "Variaciones sobre sexo y género: Beauvoir, Wittig y Foucault. El género: la construcción cultural de la diferencia sexual". México: UNAM, Programa Universitario de Estudios de Género.

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(1983) Kafka: Por una Literatura Menor. Trad. Jorge Aguilar Mora. 2a. Edic. México: Era.

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(1995) Tecnologías del Yo. Madrid: Paidós.

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(1998) Enciclopedia Multimedia

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(1960) Desolación 3ª Edic. Santiago: Del Pacífico.

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(1968) Prosa de Gabriela Mistral.Selección y Prólogo de Alfonso Calderón. Santiago: Universitaria.

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(1993) "Género y etnia: Acerca del dialogismo en América Latina", en Revista Chilena de Literatura Nº 41, 33-45.

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(1990) "Amada Amante: Discurso Femenil de Gabriela Mistral", en Raquel Olea y Soledad Fariña, edits. Una Palabra Cómplice. Encuentro con Gabriela Mistral. Santiago: Ediciones de las Mujeres Nº2, ISIS Internacional.

Pérez Rioja, José Antonio.

(1984) Diccionario de Mitos y Símbolos. Madrid: Tecnos.

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(1997) Dirán que está en la Gloria... Santiago: Fondo de Cultura Económica Chile. Letras Nº 17, pp.63-74.

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(1996) "El tráfico de Mujeres: Notas sobre la Economía política del sexo". El género: la construcción cultural de la diferencia sexual. México: UNAM. Programa Universitario de Estudios de género.

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Violi, Patrizia

(1990) "Sujeto lingúístico y sujeto femenino. Feminismo y Teoría del Discurso". Giulia Colaizzi edit. Madrid: Cátedra, 127-140.

Weigel, Sigrid.

(1986) "La mirada bizca: Sobre la historia de la escritura de las mujeres". Estética feminista Gisela Ecker Edit. Barcelona: Icaria.

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Notas

1 Gabriela Mistral se refiere al parentesco de su prosa poética con Rubén Darío en su correspondencia con Eugenio Labarca. volver

 

 

2 Grínor Rojo y Eliana Ortega usan el término en sus últimos estudios, para contrastarlo con "femenino", de connotación patriarcal. También Mistral suele usarlo en artículos como "La enseñanza una de las más altas poesías" (Citado por Ortega, 1990: 42). volver

 

 

3 Parafraseando a Gayle Rubin, como construcción cultural del sexo, los sistemas sexo-género implican los conjuntos de prácticas, símbolos representaciones, normas y valores sociales que se elaboran en las sociedades a partir de la diferencia anatómica y fisiológica. Cito en las Referencias) volver

 

 

4 El artículo de Julia Kristeva, citado en las referencias, plantea que la expansión del culto mariano en Occidente condensa en una sola mujer las tres funciones femeninas (hija, esposa y madre). Su representación humilde ante el hijo en la cruz (stabat mater dolorosa), es también gozosa, por su convicción sobre su resurrección, lo que subraya la concepción de un dios a través de una mujer a su servicio. El dolor mariano, entonces, es el sentir en su propio cuerpo la muerte del hombre que va a resucitar. Además, María única es una totalidad ideal que ninguna mujer puede encarnar, lo que hace sufrir a toda mujer y soñar a todo hombre, y esto se convierte en el punto de anclaje de la humanización y concepción del amor, que es también la humanización de Occidente. volver

 

 

5 Pachamama, en la mitología inca y aymara, representa a la Madre Tierra: el término aymara pacha designa, sucesivamente, un momento del cosmos, este mismo cosmos, un lugar y la tierra nutricia. Pachamama madura los frutos, multiplica el ganado, evita heladas y plagas, da suerte en la caza. Ayuda también a las tejedoras y los alfareros. Madre de los seres humanos y de los cerros, sus templos, llamados apachetas, son montones de piedras en los bordes de los caminos o en las encrucijadas. Allí se le depositan ofrendas: hojas de coca y chicha u otra bebida fermentada. Venerada por los habitantes del noroeste argentino, Bolivia y Perú y otros sectores andinos, su apariencia física es la de una mujer india, muy baja, de cabeza y pies grandes, desnuda con los senos, sexo y abdomen muy destacados. (Cf. Microsoft Encarta 98, Enciclopedia Multimedia) volver

 

 

6 En adelante, cito sólo las páginas.volver

 

 

7. En este artículo Patrizia Violi evidencia el presupuesto de un sujeto cartesiano tras la teoría de la enunciación lingüística y propone la corporeidad, la siquis y lo sensible como referencias imprescindibles para toda reflexión sobre lo femenino. volver

 

 

8 En adelante cito sólo las páginas. volver

 

 

9 En su obra Kafka: Por una literatura menor (1983), coautoriada con Félix Guattari, Gilles Deleuze entiende por tal: "La literatura que una minoría hace dentro de una lengua mayor. De cualquier modo, su primera característica es que, en ese caso, el idioma se ve afectado por un fuerte coeficiente de desterritorialización..." (Deleuze, 1983: 28-29).  volver

 

 

10 Prefiero la noción de utopía como la "ontología del aún no", esto es: "un yo que en privado y en forma consciente se representa las imágenes y circunstancias de una vida deseada, una vida que se le antoja mejor, y las proyecta hacia el futuro,... de tal suerte que en lugar de renovar la conciencia de un 'ya no', mediante la fantasía pueden ser evocadas y proyectadas en el mundo y la vida de las imágenes de un 'todavía no'" (Bloch, 1993:5) volver