NOTAS

1. Deryk Mendel, bailarín formado en el Sadlers Wells de Londres y que por 1956 realizaba con mucho éxito un espectáculo clownesco en París, le pidió a Ionesco, Audiberti, Adamov y Beckett ( nótese: a las cuatro figuras principales escogidas un lustro después por Martin Esslin para proponer tanto el concepto como el nombre del "teatro del absurdo" en su famoso libro homónimo) un libreto breve para una danza-pantomima que incluiría en su próximo espectáculo. Beckett envió a su mujer a ver el espectáculo de Mendel. A ella le gustó y, preocupada por la depresión creativa del escritor motivada por dificultades con la aceptación de Esperando a Godot y por las penurias a que lo sometía la autotraducción de Malone muere y El innombrable al inglés, fue a instancias de ella que Beckett finalmente le entregó a Mendel Acto sin palabras I. Extraído de James Knowison: Damned to fame. The life of Samuel Beckett, New York, Simon & Schuster, 1996, p. 377.

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2. ¿Será el mismo de la obra homónima de nuestro Jorge Díaz? ¿Y el que le quitan a Garcín al llegar al infierno, en A puerta cerrada, de Sartre?. La literatura corre en círculos, más o menos amplios, alrededor de la vida real.

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