POEMAS DE JÉSSICA DROPPELMANN

Me cansé de escribir vientres colgados en cada
semáforo.
De ser ilegal y santa, como toda campana,
y no me perdonan aunque suelte mis senos a
los perros,
y no secan mi boca, ni rastrillan las raíces que
crecen en cada bostezo.
Me cansé de callar lesbianidad, docilidad,
prostitución,
o de follar en luna llena para no herir a la
oscuridad.
Me cansé de llorar cada vez que me suelto el
alma
y feroz desgarro cualquier tela, en cualquier
cuerpo.
Y aunque nadie me arrancará las caderas tan
fuerte
como la asquerosa cama impropia,
no pienso rezar para endurecer mis piernas.
Seguiré cansada, tal vez, sólo de ser mujer y
llevar una boca fina,
fácil de quitar, de pintar y de falsear en
cualquier noche,
cuando caigo en mi misma y no creo en las
posibilidades,
y odio cada beso como a mi propio reflejo
de niñita.

A la tierra

Me queda el sentimiento de ceniza
los bosques que no arrullaron a las fértiles
una posibilidad guardada en la yema de los
dedos y sus contornos.

La canción que no aprendía a agudizar en el
beso
espiado por la garganta y por un susurro de
abejas.

Las manos que no aprendieron a ser bochorno
y se quedaron en la orilla, ancladas como apego
de gata.

Tú siempre serás más princesa que yo
aunque trate de acarrear tus rezos o sobrevivir
del estado fecundo.

Caeré aturdida de la voz y no serás diferente
caeré arreglándome entre las cenizas
oliéndote el rastro y fingido esclavitud sobre
las huellas de cadenas.

Los carceleros siempre serán parte de las
mismas pesadillas.

Jéssica Droppelmann.

En Línea gruesa. Reunión de súrdicos poetas jóvenes chilenos, Editor Harry Vollmer Cáceres, Chile, I. Municipalidad de Puerto Montt, 2000

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