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LA VISIÓN COMUNICABLE.

por Rosamel del Valle

 

(EN PRIMER LUGAR, QUÉ SENTIDO TIENEN MIS OJOS)

En primer lugar, qué sentido tienen mis ojos. Suponiendo que irremediablemente esto tuviera que suceder al ahogarse la tarde, yo tendría que hablar o contar todo desde la habitación del sentimiento. Pero, aunque no se ha agotado la producción universal de suspiros, me parece que puedo desertar fusil al hombro de tales vicios. Muerte al suspiro.

------------ Mi habitación tiene altos muros y aquí no proclamo ninguna consistencia, ningún color especializado. Afuera el cielo corre velozmente. Me gusta ver pasar los peces que caen de los árboles. Pero la piel tibia de las palabras se estira con cuidado, pues la noción no aparece siempre en cada discurso. Y no es que yo tenga que hablar de hechos precisos, de sucesos de gran estatura. Vive en mí lo mágico. Ojo que no se sobresalta, ojo perdido. Mi sobresalto no tiene huella de lo pequeño o lo grandioso. Tiembla mi pupila. Es cosa diferente. Y en todos los ojos una luz se ahoga.

------------Me rodean cosas y sucesos pequeños. Mis ojos transforman estas cosas y estos sucesos sin el sentido que representan. Y es que mis ojos viven en su labor de sorpresa libre y sin derrota. A veces existe lo mágico vivo como una lengua. Es la realidad con escamas, la realidad bandolera con su piel distinta. Pero, retened las cosas con todo lo mágico que contengan, guardad la magia que palpite en sus venas. Sé que eso es inútil, porque este fuego se alimenta de inesperadas transformaciones. No puedo permitir que la realidad permanezca frente a mí con su rostro de prisionera o de ahogada. Veo el fuego de su cuello, el vapor de su boca perpleja y poco dueña de sí misma. Veo la voz que le crece, lo maravilloso como un signo, el grito de su desfallecimiento. Y la tomo en el acto. Y para qué existen entonces los elementos. Por qué a veces vive el arco iris en los bosques del cielo. Para qué estalla el color de la rosa y tira de su rama. Para qué aparece la estrella suelta como una hoja. Para qué crece el corazón en el sueño. Y el viento de qué manera impone su presencia. Y para qué voy a gritar estas cosas que se transforman sin un ruido. Si la máquina estalla es porque respira demasiado fuerte. Ley de su necesidad. Pero el hombre que guarda su paciencia de transformador de elementos entre sus propias selvas, entre sus caminos vegetales, en el vasto país de su memoria, de qué modo justifica el ruido que ahogan sus palabras, sus poemas, el sonido de sus menores gestos. De qué modo y para qué.

------------Al frente tengo una lámpara. Un ojo fijo, una lengua descolorida si fuera de día. Por ahora duerme. Con toda sencillez puedo penetrar su frío sueño. Puedo llamar en su país de peces ahogados. Puedo tenderme a la sombra de su presencia. Entonces viven las palabras en mi memoria. Vuelven los anchos planos de lo mágico. Y de ninguna manera estos hechos aparecen corno un simple encadenamiento de cosas sucesivas a las que haya que darles una interpretación. O bien, aunque ese no sea mi asunto, se la podéis dar a gusto. Yo no lo discuto, aunque eso no es lo que digo. No es un encadenamiento rudimentario presto a desinflarse en la espalda del análisis. No es la sucesión de un monólogo largo tiempo alimentado y de repente sin apoyo firme. Hay que dar vuelta el ojo perverso, el ojo ciudadano y bien vestido que nada descubre. Para lo demás, lo demás.

------------Como contorno de lo mágico el prestigio invisible de los fantasmas. El pálido Sherlock Holmes del corazón transfigurado, índice de los océanos sin resplandor. De ninguna manera la aventura, sino la noche despoblada. La noche con un solo ojo y un sonido de violín.

------------Cerrad de repente la habitación y la vida se desinfla. Los muros a veces muy altos construyen una idea fija que demora en perecer. Golpear el sentido de un Fantomas por ese lado, sería inútil. Es una lámpara verde que gira de mil maneras como un trompo. En tan curiosa circunstancia el corazón se aferra a su nido y no grita. Sostenido por unas pocas columnas vivas, su sentido desfallece entre la realidad que pierde y la que descubre. Imposible que busque un sistema fantasmal para la interpretación de sus vacilaciones ante la nueva y súbita presencia.

------------Por un lado un mundo vivo y uno mucho más vivo por el otro. Por un lado un mundo muerto y otro mucho más muerto por el otro. No hay tiempo para pensar en un estilo de la vacilación. Ordenar la interpretación de esta repentina circunstancia, sería un juego fantástico y sin objeto. Y cómo alcanzar a moldear el rostro de esta realidad. Entonces las palabras recobran su vida sin obstáculos. Ondean los trigos ocultos, suena el agua subterránea y aparecen los únicos coros de ángeles posibles. He aquí lo que, con mayor elasticidad, pudiera ser una interpretación de poesía.

------------Pero el hombre inventa cada vez la actitud necesaria. Gruesos son los muros. Rompiendo la sombra, una lámpara. No anda a su alrededor voz alguna, ni pie alguno se clava en las alfombras, ni ojo humano atraviesa con su telaraña el vacío. Hablemos ahora. En primer lugar una flor helada sobre mi cabeza. Su piel se filtra en agua nocturna. Tengo la cabeza débil y rota como el arco iris. Aparecen grandes ríos de aguas azules, de aguas vivas que reman en sueños. Mi frente pesa y envejece, mientras las pestañas se me caen desde lo alto con estrépito. Luego el ojo avizor de los bandoleros sobre la llanura. Pero ellos descansan a la sombra de su corazón en sobresalto. Prenderlos, sería fácil. Mas, cómo los ojos se me acercan al corazón y cómo ahogan su vértigo. Es cierto que el alma alimenta golondrinas, mientras gira y gira sin sentido. Ella detiene el golpe repentino y la sospecha y en su sombra brillante cabe el peso del mundo. Nada más, amigos. El corazón es lo primero que se desinfla en la muerte y apenas si se queda un instante vibrando sobre el cabello de las arenas. Sobre este suceso el vacío permanece como si por sus cejas hubiera intentado pasar el viento.

------------Veo, entonces, la absoluta libertad de los objetos y los elementos. La habitación, despoblada o no, guarda una presencia muy distinta a la realidad de las cosas, muy distinta a lo que no es sino la aparente realidad de las cosas. Veo la vacilación o la entrega del hombre con su corazón de niño o de ladrón. Veo los elementos desencadenándose y obrando por su cuenta en lo fantástico. Un rostro con un ojo en la sien y el otro adonde debe estar para satisfacer la realidad. Una mano que palpita y un corazón que aprieta los puños al asesino. Una vida inmóvil y una muerte deslizándose entre vapores y lenguas.

------------He aquí ahora que se adelanta un paso al borde de la noche. Van a llamar a la puerta. La puerta tiene un ojo por donde todo se escurre. Primero una mariposa blanda y alegre en su color, el vuelco del corazón en sueños y la espada que corta las cejas con su brillo. Después el descubrimiento precioso, el hallazgo marino, la luna oceánica. La alegría crece y arde en la garganta y las sienes. Tiembla el vacío. Y de nuevo la realidad, ahora, maravilla.

------------Son cosas simples, cosas de hombres de soledad, y de poemas, por ejemplo, que no siente ningún asombro por las almas aparecidas, la luz que parece leche y el trueno de miel. Son cosas que siempre ha tenido al alcance de la mano. El buzo adivina la perla y de todas maneras el mar se ahoga. Pequeño tesoro y elemento sin nombre y repentino. Ahora yo digo que nos entendemos y que andamos a inesperados vaivenes. Es decir, yo ando a zancadas paralelas al viento. Yo soy el hombre que aparece en las esquinas oscuras de los periódicos. Habéis visto mi fotografía con un solo ojo. Yo os traigo el espanto de una habitación despoblada, especial para un crimen.

 

De PAÍS BLANCO Y NEGRO (1929)

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