Universidad de Chile

 

 

HILDEGARD VON BINGEN: UNA IMAGEN QUE SE CONSTRUYE DESDE Y PARA LA DIVINIDAD

Por Ximena Aguirre

    La arrojé a la tierra para que no se ensalzara
  su mente en
la arrogancia...la alejé de la pertinaz audacia y es humilde
  y temerosa en todas sus obras.
La Sabiduría ( Scivias )

 

 

 

 


Hildegard entre la vasija y la pluma

En la medida en que nos aproximamos a la figura de Hildegard a través de sus textos, se hace más complejo elaborar una imagen de mujer que no esté mediatizada por los múltiples roles que desempeñó. Dotada para la artes y para las ciencias, llega hasta nosotros como: compositora, poetisa, predicadora, curadora, milagrera, fundadora, administradora, visionaria... Así la conocemos, así la hemos leído.

En este trabajo queremos reflexionar sobre la imagen que ella construye de sí misma, cómo se proyecta a lo largo de sus escritos y vislumbrar muy tímidamente cómo la ven los demás. Revisamos nueve de sus cartas y en ellas se repiten insistentemente dos imágenes claves con las que Hildegard se identifica: la pluma y la vasija de barro. Estas dos imágenes están estrechamente relacionadas con una actitud de sumisión, de humildad ante la Divinidad. A nuestro modo de ver la pluma y la vasija son imágenes que por un lado evidencian la pequeñez ante todo lo creado y por otro cumplen una función práctica, utilitaria y complementaria. La pluma en su liviandad puede trasladarse de un lado a otro y en ese sentido adquiere una función de mensajera. La vasija guarda, en su interior lo que la pluma transmite: un mensaje celestial. Hildegard tiene pleno conocimiento de su pequeñez, y por ello se muestra tal cual como se siente frente a la grandeza de Dios. No olvidemos que está acostumbrada a contemplar en sus visiones secretos y misterios que al común de la gente le fueron negados. La gracia que le permite estar conectada entre lo terrenal y lo celestial, entre la intrascendencia y la trascendencia le otorga una mayor conciencia de sí misma y de sus limitaciones.

Vasija de barro

Empezaremos por aproximarnos a estos conceptos. En primer lugar diremos que la vasija es una pieza cóncava y pequeña adecuada para contener líquidos o guardar alimentos. Puede ser ancha , honda y tiene una cavidad o entrada en la parte superior por donde se introduce aquello que se pretende guardar. Por lo general la vasija es construida de barro. El barro es una masa compuesta de tierra y agua, su condición principal es la plasticidad. Entonces la vasija es un recipiente o receptáculo elaborado de un material sencillo, generoso, moldeable, y puede cumplir una función práctica. Ghevalier en su diccionario de símbolos nos dice que la vasija posee el sentido de tesoro y que apoderarse de una es conseguir un tesoro. "En la literatura medieval, el vaso contiene el tesoro. El vaso alquímico y el vaso hermético significan siempre el lugar en el que tienen lugar las maravillas; es el seno maternal, el útero en dónde se forma un nuevo nacimiento". Por su parte, el barro "es símbolo de la materia primordial y fecunda, de donde el hombre fue sacado según la tradición bíblica. Mezcla de tierra y agua, une el principio receptivo y matriarcal (la --- tierra) al principio dinamizante de cambio y de transformaciones (el --- agua) " 1. En este caso: Hildegard/Vasija, ha sido creada para ser receptáculo de un tesoro, de un mensaje Divino. En Scivias, Hildegard nos dice exactamente por quién y para qué fue creada. "Escuché una voz que me decía desde el cielo Yo, luz viva que ilumina la oscuridad, forjé a mi placer y milagrosamente esta criatura humana elegida para introducirla en las grandes maravillas, más allá de lo alcanzado por los antiguos pueblos que contemplaron en Mí muchos secretos" 2 Hay una predisposición Divina que coloca a Hildegard al servicio de un proyecto, de un plan celestial. En este sentido ella es una imagen que se construye desde la Divinidad, pensada por Dios y para Dios:"Yo pobrecita forma y recipiente de barro, digo esto, no de mí, sino desde la serena luz: El hombre es un recipiente que Dios hizo para sí...3 Al igual que los antiguos profetas ella tenía una misión que cumplir, un mensaje que transmitir: "Oh frágil ser humano, ceniza de cenizas y podredumbre de podredumbre: habla y escribe; 4 ¿Y qué escribe Hildegard?

Aunque su obra es sumamente extensa y decir cuál era el centro o el hilo conductor de su mensaje sería aventurarse en imprecisiones por la variedad de aspectos que consideró; creemos conveniente recoger algunas palabras que pudieran aclararnos su misión : "Y entonces, aquel que se sentaba en la cima del monte gritó, con voz fuerte y penetrante: Oh frágil ser humano, que polvo de la tierra eres y ceniza de cenizas: proclama y habla del principio de la perfecta salvación hasta que la aprendan aquellos que aun conociendo los más profundos contenidos de las Escrituras, no quieren decirlos ni predicarlos porque son tibios y tardos en observar la justicia de Dios; revela los secretos de la mística que ellos temerosos, en su campo escondido y sin frutos ocultan. Como fuente de abundancia mana y fluye con la sabiduría mística, y que agite el caudal de tus aguas a quienes te desprecian por el pecado de Eva. Pues tu honda clarividencia no la tienes por los hombres sino por el supremo y formidable Juez de las alturas" 5 Consideramos que en Scivias Hildegard tiene como tarea renovar la memoria bíblica-profética, reactualizar el mensaje escrito, reconfirmar y explicar el significado de sus contenidos. Por lo tanto su obra está dirigida a la iglesia y sus ministros quienes según la voz de la Sabiduría Divina no están cumpliendo con su misión predicadora.

Marianna Schrader afirma que: "Hildegard se sentía responsable, no sólo de su monasterio, sino también de la Iglesia entera y de su renovación". 6 Por eso se toma la molestia de viajar a distintos lugares para llevar el mensaje de Dios de la misma manera como lo hacían los antiguos profetas y predicadores.

Efectivamente, Dios siempre interviene en la historia del hombre. Cada vez que éste se aleja de su mensaje envía a sus mensajeros para recordar, anunciar y denunciar sus faltas: "Y todos estos acuden al camino espiritual de la religión no por amor celestial, sino por las tribulaciones terrenales que soportan...No advierten ni el condimento ni la dulzura de las escrituras, ni observan cómo habito en los corazones de cuantos buscan el Cielo; y pues no quieren mirar todo esto, ni Me temen, y caminan según su voluntad, son extraños para Mi, y fugitivos serán llamados... Persiguen lo temporal y no me honran" 7 Hay un reclamo bien concreto por parte de Dios, y es un reclamo justamente dirigido a los miembros de la Iglesia quienes se refugian en ella con propósitos materiales olvidando por completo la labor espiritual. García Colombás confirma esta situación y dice que los monjes de ese siglo "se dedican a orar por la sociedad, y la sociedad los mantiene con esplendidez. Reyes y nobles fundan y dotan monasterios, les hacen generosas donaciones de tierras, les ayudan de mil maneras. Los monjes se convierten en terratenientes, en señores de siervos y vasallos. Son nobles y viven noblemente... Habitan en edificios espaciosos, sólidos, artísticos, suntuosos. Sirven a Dios, y son servidos por una multitud de criados. Forman, en la consideración de la gente, una clase social altamente privilegiada" 8. La vasija de barro contiene en esta ocasión, un mensaje de reproche a esa situación; fue creada para divulgar, recordar cual es la misión de los hombres que pretenden servir a Dios. "En el año mil cien... la doctrina de los apóstoles y la justicia incandescente, que había sido el fundamento...empezó a abandonarse y pareció que se iba a derrumbar...9" "Clama a plena voz y sin temor...y que caiga la vergüenza sobre aquellos que deberían enseñar a Mi pueblo la rectitud, pero, por su infame conducta se niegan a proclamar."

Hildegard nace justamente en esa época de crisis moral, y ella trae consigo una misión renovadora. Sus sermones, sus viajes de predicación dan cuenta de ello y son ejemplo vivencial de una espiritualidad más profunda y concreta. Ella no se encierra en su convento a escribir como una intelectual convencional; por el contrario, se preocupa de enseñar a viva voz lo que recibe del cielo. No espera que sus libros sean leídos, hay una urgencia imperiosa de mostrar lo recibido. "Habla y escribe" dice la luz de la Sabiduría Divina. En ese doble mandato Hildegard descubre el sentido de su existencia y de su escritura.

Cuando afirmamos que Hildegard en Scivias revitaliza el texto bíblico estamos aludiendo a nuestra experiencia como lectores y como creyentes. Encontramos en ese libro una explicación detallada, comprensible, más cercana a nosotros y a la noción que manejamos de Dios. La escritura de Hildegard, es la evidencia a través de la cual Dios sigue derramando su llama en el "cerebro" y en el "corazón" de quien se permite abrir la estrecha puerta de la confianza y de la fe en Él.

La pluma imagen de poder Divino y de debilidad humana

Para introducir nuestra reflexión acerca de la identificación que Hildegard tiene con la pluma, presentaremos a continuación tres ejemplos que constatan nuestra argumentación.

"Un rey muy poderoso reinaba en su palacio y ante él tenía grandes columnas ceñidas por cinturones de oro y adornadas por gran profusión de perlas y de piedras preciosas. Pero aquel rey le plugo tocar una pequeña pluma que volaba milagrosamente. Y un fuerte viento la sostuvo para que no desfalleciera" 10

 

"Un rey estaba sentado en su trono y erigió ante él altas y bellas columnas muy ornamentadas... Entonces al rey le plugo levantar del suelo una pequeña pluma y le ordenó que volara como él quisiera. Pero la pluma no vuela por sí misma, sino que el aire la lleva. Así yo no estoy impregnada por el conocimiento humano ni por potentes fuerzas, ni tampoco reboso de salud corporal, sino que sólo consisto en la ayuda de Dios" 11

"Pero tiendo mis manos a Dios y Él me sostiene, como una pluma que carece de toda gravedad de fuerzas y se deja llevar por el viento" 12

Las descripciones del Rey, del palacio, y de las grandes columnas ornamentadas contrastan con la pluma que vuela. Sin embargo, en esa insignificante, leve y pequeña pluma el Rey se complace. Ella está acostumbrada a recorrer sus bellas y sólidas columnas, no como una intrusa que está fuera de lugar, sino como una invitada, como una elegida.

Subrayados algunas palabras en cada uno de los párrafos citados, en un intento por detenemos en el hecho de que Hildegard está muy consciente que su existencia se explica en cuanto sirve a DIOS. Ella sabe que no ha hecho nada para merecer ser mirada por Él. Dios simplemente tomó la iniciativa: la tocó, la levantó del suelo, la sostuvo. Es Dios quien obra en ella al igual que lo hizo en muchos hombres y mujeres a lo largo de la historia de la humanidad.

En diferentes ocasiones y con distintas personas Hildegard insiste, casi en una fórmula repetitiva, en compararse con la imagen de la pluma. Entonces, definamos qué es una pluma, y cuál es su función simbólica.

La pluma que cubre a los pájaros es una estructura plana de dos dimensiones. Un vástago duro forma su eje central en cuyos lados se insertan barbillas suaves. Las plumas, dice Eduardo Cirlot, "corresponden al elemento aire, al mundo de los pájaros y según san Gregorio, ellas simbolizan la fe y la contemplación".13 También se les puede considerar como símbolo de poder. "La corona de plumas con que se adornan reyes y príncipes recuerda la corona de rayos solares, la aureola reservada a los seres predestinados... Suprema autoridad de origen celeste".14 Podemos pensar entonces, en "la pluma", de dos maneras; desde su estructura física: fuerza y debilidad. Y como símbolo asociada al poder y a la humildad .

A pesar de que Hildegard usa la imagen de la pluma, y con ella evidencia humildad, detrás de esta virtud hay una fuerza Divina que la sostiene, que la autoriza y le permite imponerse. La pluma entonces denota fuerza y debilidad : Fuerza y Poder en este caso se homologan para representar la Divinidad. Debilidad y Humildad identifican la figura humana femenina: Hildegard, que al igual que la pluma contiene esta doble estructura: poder o fuerza Divina, y debilidad humana.

Podemos advertir que en Hildegard confluyen de una manera bastante marcada dos fuerzas con las que construimos una imagen que aparentemente puede percibirse como contradictoria. Una humilde y débil representada por la vasija y la pluma cuyos antecedentes podemos buscarlos en modelos bíblicos femeninos (Ana, María) quienes se definían como: "Sierva del Señor" "Esclava del Señor". Igual que ellas Hildegard se reconoce así misma en la pequeñez. Es una pobre forma femenina, de salud quebrantada, e indocta. Sin embargo, por otro lado descubrimos a una mujer fuerte, voluntariosa, desafiante, que se sabe autorizada y protegida por la Divinidad.

Como la llaman los otros

En Vida y Visiones se perciben voces celestiales y terrenales que asignan a Hildegard calificativos bastante interesantes. Queremos referirnos a ellos porque nos permiten entender cómo es mirada ella desde estas dos perspectivas. Antes de su traslado de Disibodenberg Hildegard cae enferma porque se le ha impedido marcharse y cumplir el mandato Divino. En medio de su agonía tuvo una visión donde los ángeles le dicen: "Eh, eh, águila ¿por qué te duermes en tu conocimiento? ¡Levántate de las dudas! Oh resplandeciente gema, todas las águilas te verán, pero el mundo está de luto, aunque la vida eterna se regocijará! Por ello, oh aurora levántate al sol..." 15. En otra ocasión similar, también atormentada por la enfermedad, vio a los Santos que dialogaban entre sí.

" ¿Va a venir con nosotros o no? Y otros respondían: "Pasado, presente y futuro todavía no se lo permiten. Pero cuando acabe su obra, nos la llevaremos con nosotros" Entonces clamaban todos juntos: ¡Oh alma feliz y firme levántate! Elévate como el águila, pues el sol te hizo y no lo supiste" 16

Ángeles y Santos, servidores de Dios, se dirigen a Hildegard con calificativos de reconocimiento: Águila, Aurora, Gema, etc., y la alientan a seguir cumpliendo su tarea. Theoderich, desde una visión más terrenal la denomina "Ilustre guerrera"; "Esclava de Dios"; "atleta de Dios"; "Sede de la sabiduría eterna". La monja Elisabeth, por su parte dice que el señor la ha elegido como "obrera de su viña". Sus corresponsales la llamaban "esposa del Rey supremo"; "Maestra de las esposas de Cristo"; "Templo del Espíritu Santo". Todos, de algún modo sitúan a Hildegard como un ser especial que cuenta con la gracia Divina. No obstante, lo curioso está en cómo es llamada Hildegard por la Luz Viviente y ¿ por qué se le insiste en que no hable de sí misma con sus propias palabras sino siempre inspirada por la Sabiduría Divina? "Y yo no soy yo quien digo estas palabras de mí, sino la Sabiduría las dijo de mí y me habló así: Oye estas palabras y no las digas como si fueran tuyas, sino mías, y así instruida por mí habla de ti de este modo 17: " Una vez más se pone a prueba el compromiso de Hildegard. La sabiduría le exige obediencia y fidelidad en el mensaje a transmitir. El título y el epígrafe elegido para este trabajo responden a estas inquietudes. Sin restar mérito a la personalidad tan fascinante de Hildegard consideramos que su mejor virtud fue dejarse moldear por el mejor alfarero; Sin dejar de ser ella misma, permitió ser conducida por la voz del cielo y como dice esa misma voz, ella es la "viña que solo Yo he cultivado".

Humildad

La humildad es una virtud que el ser humano debe cultivar y especialmente un hombre de Dios. La regla de San Benito insiste en ello y en su capítulo VII denominado La humildad nos introduce hacia un verdadero tratado de sumisión y acatamiento. Se recogen en el documento benedictino algunas expresiones de las sagradas escrituras y luego se explica en breves palabras su significado: "todo el que se ensalza será humillado y el que se humilla será ensalzado" "Esto nos muestra que la exaltación es una forma de soberbia" "Por la exaltación se baja y por la humildad se sube" "El señor levanta hasta el cielo cuando el corazón se humilla" "El primer grado de la humildad consiste en que uno tenga siempre delante de los ojos el temor de Dios, y nunca lo olvide".18

Estas afirmaciones constituyen el cimiento de la vida espiritual de los monjes basado en las enseñanzas de los profetas y de Jesús. Hildegard como miembro de la orden internaliza esta regla en su vida y permite que forme también parte de su esencia como escritora.

Cuando Hildegard desaparece como autora y se muestra solamente como transmisora, o instrumento, está restándose cualquier mérito o satisfacción personal. Por ello, asumirse como una pluma o como una vasija es negarse a sí misma, pero construirse en y para Dios. "En donde hay humildad, allí come siempre Cristo" 19 dice ella en una de sus cartas. Parte importante de sus discursos están encaminados a proceder bajo esta virtud: "Muchas veces veo en lo pequeño lo grande , y en lo grande descubro lo pequeño: mirad que la soberbia caerá y la humildad será ensalzada" 20. En la visión Octava, La columna de la salvación del libro Scivias , Hildegard señala siete virtudes representadas por siete mujeres vestidas de seda a quienes se refiere como "valerosas obreras de Dios". La primera de esas mujeres representa la Humildad. De allí se desprende que el sitio o ubicación de ésta en relación a las otras virtudes determina de algún modo su importancia, y tal vez por ello se le considera la madre de todas las virtudes. "De las mentes humildes soy columna; de los corazones arrogantes la guadaña de la siega 21 ", dice la Humildad. ¿A dónde queremos llegar con todo esto? Efectivamente, creemos que esta extraordinaria mujer tenía como principio básico para su vida, ser humilde y en cuanto tal, la vasija de barro y la pluma como imágenes dan pleno sentido a esta actitud porque son medios o instrumentos a través de los cuales se ejecuta una acción trascendente. Hildegard al identificarse en la sencillez y en la fragilidad de estas imágenes está anulando cualquier protagonismo como escritora o creadora, su único mérito consiste en hacer la voluntad de Dios, dejarse guiar por Él.

Victoria Cirlot y Blanca Garí consideran que "la palabra de Hildegarda y su escritura fueron posible gracias a que ella no era nada, sino sólo receptáculo y transmisión de la voluntad de Dios. Su autoridad procedía de que no era ella quien hablaba, sino la voz que oía en su visión".22 Otros estudiosos piensan que esta actitud de humildad responde a una simple estrategia, y que mostrarse pequeñita era una forma de resguardarse, de no levantar ninguna sospecha sobre su verdadera intención, su afán por escribir. Jeroen Deploige, entre ellos, dice que "la pretendida ignorancia de Hildegard era un argumento de humildad, a fin de sostener su posición profética... En efecto Hildegard insiste explícitamente en el hecho de que ella no posee ningún conocimiento de la interpretación del vocabulario latino, ni de las sílabas, de los casos o de los tiempos. Parece que, de esta manera, ella ha querido cuidarse de no provocar a sus contemporáneos." 23 Sin descartar esta última interpretación y tomando en cuenta el testimonio en el que se declara como una persona desprovista de formación sistemática y por lo tanto inspirada en la visión, nos inclinamos más en pensar que detrás de esta declaración está la humildad de Hildegard no como argumento, sino como un ejercicio, una tarea diaria que se impone así misma como principio de su ser con Dios, quien en su grandeza le hace conocer el límite de sus fuerzas. Ella sabe que la soberbia es el pecado que aleja a los hombres de la Divinidad. Las escrituras enseñan que Dios sella los ojos, los oídos, y los corazones de los arrogantes. Los salmos en particular, y sobre todo la vida de Jesús desde su nacimiento hasta su muerte testimonian una vivencia en la pequeñez (pesebre, carpintero, cruz, pescadores, etc.) Si hay un modelo de humildad que seguir es el de Jesús. ¿Por qué entonces, considerar que una monja elegida por Dios para trasmitir sus misterios podía estar ajena a un principio cristiano tan importante? Creemos que la humildad en la Magistra no era un discurso conveniente, sino un ejercicio con el que se agrada a la Divinidad. No olvidemos que ella como miembro de una comunidad Benedictina debía estar familiarizada con los "Grados de la humildad" descritos por San Benito y los "Grados de la humildad y la soberbia" descritos por San Bernardo de Claraval, los cuales constituyen un verdadero manual de vida espiritual. Por eso se presenta como nada: humilde para Dios, e ignorante para los hombres. Ella por sí misma se cree incapaz de ser portadora de cualquier conocimiento humano, pues el suyo, como se ha dicho es revelación divina. Eso la convierte en un ser especial, acreditada para hablar en nombre del cielo.

Es posible que su intuición de mujer la ayudara a conjugar todos los elementos que podía usar a su favor para evitar cualquier actitud que representara algún obstáculo o peligro en su misión profética; pero eso no significa que simuló, fingió o aparentó humildad. Esta imagen construida por Hildegard no es falsa. Ella efectivamente se sentía disminuida y el hecho que encontremos repetidamente en sus discursos esta especie de fórmula de sumisión y pequeñez (pluma, vasija) también podría leerse como un método ético-didáctico que le permitía dejar claro ante todos que no es ELLA quien importa sino lo que Dios quiere transmitir a través suyo. Es decir, no importa el recipiente, sino el tesoro que contiene. En otras palabras, Hildegard se reduce a la nada para que Dios siempre sea el centro en su discurso y en su vida. En este sentido también se integra la pobreza (del recipiente o vasija) y la riqueza (de su contenido) con la debilidad y levedad de la pluma (instrumento de escritura) con la fuerza y el peso de la palabra escrita.

Esto de algún modo coincide con lo que plantea el evangelio de Lucas cuando dice "Así también ustedes, cuando hayan hecho todas las cosas que se les hayan asignado, digan: somos esclavos que no servimos para nada. Lo que hemos hecho es lo que deberíamos haber hecho" 24 O como dice el profeta "soy un gusano y no un hombre..." Esta actitud de Hildegard no es difícil de entender cuando se tiene presente que está formada bajo una tradición espiritual que promueve el temor de Dios. Definitivamente Hildegard es una imagen sorprendente, compleja, que nos invita y nos compromete a seguir explorando. Todavía es una imagen por construir.

Bibliografía

Cirlot, Juan Eduardo. Diccionario de Símbolos. Ediciones Siruela. Madrid, 2000.

Cirlot,Victoria. Vida y Visiones de Hildegard von Bingen.Ediciones Siruela, Madrid 2001

Cirlot,Victoria y Garí Blanca.La Mirada Interior. Ediciones Martínez Roca, Bacelona,1999.

Deploige, Jeroen.Hildegard de Bingen y su libro Scivias. Revista Chilena de Literatura1998

García M. Colombás. La Tradición Benedictina (Ensayo histórico) Tomo III y IV. Ediciones Monte Casino. España 1991.

Von Bingen, Hildegard. Scivias: Conoce los Caminos. Editorial Trotta. Madrid, 1999.

Chevalier, Jean. Diccionario de Símbolos. Editorial Herder, Barcelona 1988.

--------Santa Biblia. Versión de Cipriano de Valera. Sociedad Bíblica, Madrid 1930.

Zolla, Elémire. Los Místicos de Occidente II. Editorial Paidós, Barcelona 2000.


Notas

1 Chevalier, Jean.Diccionario de Símbolos. Editorial Herder, 1998. Pág 1048
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2 Von Bingen, H. Op. Cit. Pág. 16.
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3 Cirlot, Victoria. Op.Cit. Pág. 133.
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4 Von Bingen, H. Op. Cit Pág.15.
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5Von Bingen, H. Op. Cit Pág 21.
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6 Schrader, Marianna. Hildegard de Bingen La cita es del(liber divinorum operum 3,10.23:PL 197,102
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7 Von Bingen, H. Op. Cit Pág .175.
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8 García M.Colombás. La tradición Benedictina. Ediciones Monte Casino.Pág. 602.España 1991
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9 Cirlot, Victoria. Op.Cit. Pág. 51.
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10 Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág.128 (Carta al Papa Eugenio III, 1148)
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11 Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág.123 (Carta a Odo de Soissons , 1148-1149)
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12 Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág. 166 (Carta al Monje Guibert, 1175)
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13 Cirlot, Eduardo. Diccionario de Símbolos.Ediciones Siruela, Marzo del 2000.Pág.373
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14 Chevalier, Jean. Op. Cit. Pág 844.
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15 Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág.60
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16 Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág. 62, 63.
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17Cirlot, Victoria. Op. Cit. Pág. 50, 51.
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18 Zolla, Elemiré. Los místicos de Occidente II Paidós Barcelona,2000. Pág 21.
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19 Cirlot, Victoria. Vida y Visiones de Hildegard Von Bingen, Ediciones Siruela, 2001. Pág.128
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20 Von Bingen, Hildegard. Scivias:Conoce los caminos ,Editorial Trota, 1999. Pág. 172.
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21 Von Bingen, H. Op. Cit. Pág. 384.
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22 Cirlot,Victoria y Garí, Blanca. La Mirada Interior, Ediciones Martínez Roca, 1999. Pág. 55.
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23 Deploige, Jeroen. Hildegard de Bingen y su libro Scivias. Revista Chilena de Literatura. Pág 92.
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24 La Santa Biblia. Versión de Cipriano Valera. Madrid, Sociedad Bíblica,1930. Lucas 17,10.
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