Universidad de Chile

 

 

Las Mujeres en la Construcción del Estado Benefactor:
Las Visitadoras Sociales y los Frentes Populares (1938-1948)

Víctor Rocha


"Hemos visto el importantísimo papel que desarrolla la Visitadora Social en toda obra de asistencia. Ella es la llamada a velar por el bienestar y fortaleza de la raza, aún de la paz social, porque ella es la más indicada para suavizar y endulzar las asperezas de la vida, hacer desaparecer o atenuar la lucha de clases, infiltrando en los necesitados, de dignidad del trabajo y en las clases dirigentes los conceptos de justicia y caridad cristiana".

Flora Munita. Asistencia a Madre y Niño en la primera infancia. Memoria para optar al título de Visitadora Social. Escuela de Servicio Social "Elvira Matte de Cruchaga", 1938, pág. 53.

A principios de la década del treinta, las mujeres de los grupos medios, aquellas que se habían beneficiado con la expansión educacional impulsada por el Estado, comenzaron a salir con mayor frecuencia a la calle. En sus desplazamientos, fueron reconociendo y palpando la miseria en la que vivían las mujeres populares. Caminando por las poblaciones "callampas" o entre los cuartuchos insalubres de los moribundos conventillos, las mujeres de clase media, desde sus identidades de maestras, enfermeras sanitarias y visitadoras sociales, las nuevas caras de la modernidad democratizante, participaban activamente en la gestación y aplicación de las modernas políticas sociales promovidas desde el Estado. De hecho, las visitadoras sociales, conocidas como las "profesionales del siglo XX" , actuaron de mediadoras y articuladoras de la relación política entre los sectores populares (pueblo) y el Estado (poder). Él cual, desde los aparatos de salud, previsión y asistencia social, trataba de consolidar las lógicas modernizadoras de la industrialización y la democracia. Sin embargo, para lograr estos objetivos era necesario neutralizar los conflictos sociales latentes y ordenar la sociedad a partir de un "renovado" lenguaje de poder. Para lo cual, contaba con un voluntariado técnico de faldas blancas y corazones puros, que desde su especificidad genérica y social, pues la asistencia a los pobres era un deber ser de las señoras de bien y las buenas cristianas , contribuyeron a consolidar los principios de armonía y equilibrio social, integrando al Estado las demandas y realidades de los sectores populares. Así como en la promoción de las ideologías y relaciones de género adecuadas para la construcción y legitimación del modelo económico y del sistema político de dominación.

Las visitadoras sociales no sólo fueron las encargadas de la aplicación práctica de las políticas dirigidas a mejorar las condiciones vida de los más pobres, sino también, proponer y estudiar las soluciones a sus principales problemas. Entre ellos, los relacionados con la situación de la familia proletaria, los niños y las mujeres. En este sentido, la preocupación por la mujer popular se enmarcaba en el proyecto moralizador dirigido por las élites políticas y profesionales, para reafirmar una identidad cuyo centro fue la experiencia de la maternidad y la conyugalidad. Desde esta perspectiva, las mujeres en su conjunto, fueron concebidas ante todo como madre/esposas de los ciudadanos de una nación en proceso de cambio.

Las prácticas implementadas por las visitadoras, entre ellas: la visita domiciliaria o la visitación de la miseria , estaban estrechamente relacionadas con la producción de conocimientos sobre la realidad socioeconómica del país, ya que tenían por finalidad, la transformación de los comportamientos e identidades de hombres y mujeres de la sociedad popular.

El presente trabajo en consecuencia, tiene por objetivo estudiar la profesionalización del cuerpo de las visitadoras en relación con la ampliación del rol social del Estado, y en particular, analizar las modalidades de interacción establecidas por las visitadoras con las mujeres populares y el Estado. Destacando sus experiencias e inquietudes colectivas y particulares, más o menos estructuradas, en tanto productoras de un saber y una memoria política sobre la sociedad.

"Chile necesita a sus mujeres": las visitadoras sociales o la maternidad profesionalizada en la calle.

"La Visitadora Social casada está llamada a desempeñar una vasta acción social dentro de su hogar y en la sociedad en que vive, donde es ella como un fermento...". Eugenia Lira. Los Estudios del Servicio Social como formación de la Mujer. Memoria de la Escuela de Servicio Social "Elvira Matte de Cruchaga", 1938, pág. 177.

"Sabemos que la misión esencial de la mujer es la maternidad". Guidelia Sequel. Madre soltera. Memoria de la Escuela de Servicio Social del Ministerio de Educación Pública, 1946, pág. 49-50.

"Como yo soy madre de varios hijos tengo suficiente práctica para bañar a los niños ajenos". Margarita Pinto. Estudio de las condiciones de vida de 100 familias. Memoria, Escuela de Servicio Social de Valparaíso, 1951, págs. 86-87.

El desplazamiento de la casa a la calle, o más bien, del espacio de la reproducción al espacio en donde se posibilita el encuentro con los otros, en el caso de las visitadoras sociales, al igual que las maestras y las enfermeras sanitarias, se materializó a través de la vinculación y prolongación de su identidad de madre. Desde las propias dimensiones simbólicas de lo materno, las mujeres pertenecientes a los grupos medios, legitimaban su movimiento y accionar en lo público y lo político. Al respecto, escuchemos las palabras de Rebeca Izquierdo, visitadora y directora de la Escuela de Servicio Social "Elvira Matte de Cruchaga" de la Universidad Católica, ligada naturalmente a los grupos conservadores de clase alta y media del país:

"El servicio social es un trabajo especialmente adecuado a la mujer puesto que ella lleva en si el instinto maternal que la hará poseer las condiciones espirituales indispensables para ir en ayuda del que sufre. Requiere mucho tacto, espíritu de iniciativa, gran abnegación y sobre todo, amor; un amor grande al necesitado, que haga posible y llevadero el sacrificio que significa darse al que sufre tomando sobre sus angustias y preocupaciones; que haga posible la constancia para educar, vigilar, estar siempre aprovechando cada ocasión para llevar al necesitado al camino de su regeneración. El servicio social está fundado en el cariño, en la abnegación, únicos medios, para conquistar la confianza y el aprecio de los que están amargados por el sufrimiento. Este es el secreto de su éxito. La visitadora social es la que acude en auxilio del enfermo, la que vigila el hogar para enseñar a la madre el cuidado de sus hijos, el manejo de su casa, para ser que el padre de familia sea consciente de sus deberes. Para el necesitado la visitadora social debe ser como una madre y una amiga que lo aconseje en la solución de sus problemas, para llevar a cabo esta doble misión es necesario, repito, la vocación, pues en la lucha contra el vicio y la ignorancia, en el esfuerzo para dar ánimo al que sufre y levantar al caído, el sacrificio y heroísmo de la visitadora social son hechos habituales".

De esta manera, la intervención de las visitadoras sociales en el orden público, se percibía como la continuación de su identidad fragmentada: ser de otros y para los otros. En esta imagen de la visitadora social, emerge claramente la tensión existente entre los paradigmas de la modernidad y la tradición. En tanto, la identidad profesional de la visitadora es producto de los requerimientos de la sociedad, y fundamentalmente, del mayor compromiso social que asume el Estado a partir de los gobiernos de los Frentes Populares, donde situamos el origen del Estado de Bienestar en nuestro país . No obstante, esta nueva identidad se construye y se constituye necesariamente como extensión de su rol doméstico de reproducción al espacio público. En este contexto, fue el propio Estado quien apelaba a la participación de las mujeres en la cruzada de la superación de la pobreza y la industrialización en su calidad de "madres de familia" y "dueñas de casa". No debemos olvidar, las iniciativas para organizar y encauzar la participación de las mujeres de los sectores populares. Así, en 1947 se creó la Asociación de Dueñas de Casa, organización que encabezó Rosa Markman de Videla en su calidad de primera dama. Su función era crear centros de madres, parecidos a los fundados por la iniciativa de la Iglesia Católica y que contaban con el apoyo de mujeres de sectores medios y altos . Pero a diferencia de estos, si bien tenía por objetivo consolidar sus roles de madre y esposas, también se constituyó en un medio de formación política, aunque su propósito fundamental era: "prepara a las mujeres de escasos recursos para su mejor desempeño como dueñas de casa, y en cuanto a consumidoras, prepararlas para que luchen contra la carestía de la vida; por otro lado, interesarlas e iniciarlas en otros aspectos de la vida institucional del país, como de la preparación laboral y política" . La labor educativa en los centros de madres estaba a cargo de las visitadoras sociales, quienes las preparaban en todos los secretos de la economía doméstica. Las participantes a su vez, debían: "propagar sus conocimientos a otras dueñas de casa de su barrio respectivo..."

Los ideales de género y sus conductas adecuadas, también se manifestaron en la conceptualización del Estado y en el papel de la primera dama. En este sentido, el Estado como imagen de lo masculino, encarnará al Padre proveedor que entrega y da seguridad a todos los miembros que componen su familia, es decir, a la sociedad. En el fondo, el Estado, simbolizado en la figura del Presidente, se constituyó en la evocación de ese padre ausente y fundante de nuestra realidad mestiza . Por otro lado, el arquetipo femenino, se personificó en el accionar social y político de la primera dama, en tanto representación de una feminidad ejemplificadora: la madre nutricia, resignada y sacrificada ante su rol, que velaba por la vida de los más débiles. El Estado-madre, desde su vientre acogedor, asegurará el orden cultural (la familia) y el vínculo entre la sociedad (los hijos e hijas) y el Estado o lo Político (el padre). Es interesante constatar el grado en qué estas imágenes penetraron en el imaginario colectivo de hombres y mujeres de los sectores populares, estructurando o re/elaborando sus identidades y relaciones de género. Para ello, disponemos de una gran cantidad de material histórico no estudiado suficientemente desde una perspectiva de género, me refiero de las miles de cartas enviadas por mujeres de todos los sectores sociales a la primera dama, Rosa Markmann de Videla. En estas cartas, las mujeres, en su mayor parte de origen humilde, se dirigieron a la primera dama en su calidad de intercesora con el poder, con la finalidad de solicitar soluciones a los problemas que les afectaban: "Sea señora mi abogada y bienhechora ante su Excelencia. ¿Qué podrá negarle a Usted su ilustre esposo... Estoy cierta que una palabra suya influirá más en su Excelencia que cientos de recomendaciones políticas". En su rol político-asistencial, "doña Mity", fue dando vida al mito mariano, fundamento de la identidad femenina a imitar por sus hermanas y las visitadoras sociales:

"Es un orgullo para nosotros los chilenos tener nuestra Presidenta de Chile que... se vea tan linda rodeada de tantos niños pobres brindándoles las más tiernas caricias y regalos, que nunca olvidaremos de haber tenido una madre abnegada y solícita de los niños pobres" .

"Usted como cariñosa madre y abnegada esposa... es la única que después de Dios, me sacaría de este trance que estoy viviendo" .

Entre estas imágenes y representaciones, la identidad de las visitadoras sociales se fue estructurando a partir de la profesionalización de su ser materno, que le entregaba a su vez, autoridad y competencia en la realización de este rol de mediación y actualización de los vínculos entre el Estado y los sectores más pobres. La función de las visitadoras en la construcción política del
Estado de Bienestar no sólo estaba dirigida a la imposición paternalista de las políticas sociales de integración al proyecto nacional, y además, por ser una vía de representación de las demandas de los sectores populares frente al ejecutivo. Desde su labor representativa y organizativa, las visitadoras sociales se autopercibían como aliadas de los sectores más pobres y de las mujeres obreras .

Las Visitadoras al Debate Público.

Desde la década del cuarenta en adelante, entre los grupos profesionales y técnicos que conformaban el Estado, de orientación estatitas, laicas y proeducacionistas, características políticas de la clase media, comenzaron a debatir sobre la naturaleza de la labor de las visitadoras sociales en el desarrollo del nuevo modelo de Estado. En este sentido, la problemática en torno a la visitadora, no sólo se limitó a definir sus responsabilidades en los aparatos de seguridad y asistencia social, sino también, al rol político que debían representar.

En 1940, existían en Santiago tres escuelas formadoras de estas profesionales. La escuela más antigua era la de la Beneficencia, fundada en 1925 por el Doctor Alejandro del Río. Ligada a los sectores conservadores y católicos del país, encontramos la escuela "Elvira Matte de Cruchaga", de la Universidad Católica, creada en 1930. A estas dos escuelas se sumaron entre 1942 y 1943, las del Ministerio de Educación, con distintas sedes en el país. La creación de estas últimas instituciones bajo el amparo del Ministerio de Educación, produjo el más acalorado debate al interior del mismo gobierno. Pues el acuerdo para su establecimiento no había tomado en cuenta la opinión de la clase médica, y especialmente de sus representantes ligados a la Universidad de Chile, muchos de los cuales formaban parte del Ministerio de Salubridad, Asistencia y Previsión Social. El verdadero problema de acuerdo a estos médicos, residía en el carácter y labor de las visitadoras como agentes de acción política. Para solucionar esta problemática y definir el campo de acción de las visitadoras, desde la Universidad de Chile, y en particular desde la Caja de Seguro Obligatorio, se proponía la fusión de las escuelas de visitadoras con la de enfermeras sanitarias, dependiente académicamente de la Universidad de Chile. La intención política era la creación de una profesional que asumiera un rol tanto social como sanitario en el campo de la mediación social. Profesional que preparada en el saber científico, laico, humanista y pluralista que sólo entregaba las aulas de la Universidad de Chile . De esta manera, se pondría fin a la influencia de la Iglesia y de los grupos conservadores que buscaban en la acción de la visitadora crear lazos de dependencia al estilo patronal. Sin embargo, la influencia de estos actores políticos todavía se podía sentir al interior del Ministerio de Educación. Ante esta realidad, el propio Rector de la Universidad de Chile, Juvenal Hernández, señalaba:

"El servicio social tal como esta concebido y organizado... resulta ineficaz para dar atención material y moral que el pueblo necesita... hasta aquí, las Escuelas de Servicio Social se han distinguido por su sello marcadamente aristocratizante... Toda visitadora debería tener su título de enfermera sanitaria y hospitalaria".

La idea de estos profesionales al proponer el cambio de orientación de profesión y al hacerse cargo de su educación, definiendo el papel de esta profesional en el campo social, fue transformar a la visitadora en un agente de verdadero cambio social, que buscara desarrollar e implementar políticas y acciones de desarrollo integral, basadas en la orientación ideológica del Estado con respecto a las problemáticas sociales y económicas. Por otro lado, salía a la luz pública el tema de quién debía asumir la tuición formativa de la profesional: la Universidad o el Estado, ambas con sus propias lógicas de poder. A pesar de estas demandas, el Ministerio de Educación dirigió el proceso de creación de escuelas de visitadoras, apoyado por una élite médica vinculada con el proyecto asistencial de 1925. En consecuencia, el papel de las visitadoras sociales se mantuvo sin cambios significativos. El Estado paternalista implementado durante los Frentes Populares, seguía siendo el apoderado y el educador de las familias obreras:

"La creación de las nuevas escuelas de Visitadoras Sociales -de acuerdo al Doctor Córdova, (uno de los promotores de la iniciativa y ministro de Salubridad en 1926)- tienen por objetivo, según palabras de un médico francés, readaptar al individuo a la sociedad".

En esta discusión, la participación de las visitadoras fue esencial a la hora de delimitar su función en la sociedad como profesional, defendiendo las particularidades de su profesión y exigiendo el respeto hacia su trabajo: "Por condiciones circunstanciales, en Chile, el trabajo profesional de la Visitadora social ha abarcado funciones que no son propias de su campo. Ha llegado indudablemente el momento de fijar la posición propia resguardando el desempeño de la función" . Durante la realización del Segundo Congreso de Mujeres celebrado en la ciudad de Valparaíso en 1946, y a través de la Asociación de Visitadoras Sociales, que reunía a distintas visitadoras de todas las escuelas, se solicitó al Estado: "legalizar el título profesional de Visitadora Social, como un medio de garantizar a los económicamente débiles una atención profesional de acuerdo con la concepción contemporánea de sus derechos en diversas etapas de su existencia. Incorporar las Escuelas de Servicio Social, que dependan del Estado o de sus organismos, a la Universidad de Chile, y finalmente, Instruir la obligación de proporcionar los servicios profesionales de Visitadora Social en las fábricas y talleres en una cuota proporcional al número de obreros" . Es interesante comprobar que muchas visitadoras ligadas al Estado, participaron activamente en la constitución del movimiento feminista y de mujeres en general. Su participación fue fundamental en la organización del Movimiento Pro Emancipación de la Mujer (MEMCH), ligado políticamente a la izquierda, y la Federación Chilena de Instituciones Femeninas (FECHIF). En tanto, las visitadoras sociales pertenecientes a la escuela de la Beneficencia y Elvira Matte de Cruchaga, participaron en organismos católicos como los centros de Madres y la Asociación de la Juventud Católica Femenina, de la cual, Rebeca Izquierdo, directora de la Escuela Elvira Matte, fue presidenta.

En su relación con el gobierno y los sectores populares, las visitadoras fueron construyendo una identidad profesional arraigada en la importancia de su quehacer en la nación y en la superación de la pobreza. Su conciencia política y social, fueron uno de los ejes principales para la articulación del discurso promovido desde el Estado para legitimar las normas de identidad y relaciones genéricas que permitirían el progreso nacional. Progreso que descansaba en la constitución de familia estables. A través de las familias, se solucionarían todos los problemas morales y económicos del pueblo. No obstante, esta preocupación se fundamenta en un discurso ya existentes sobre las relaciones de género. En este sentido, las visitadoras fueron participe de este discurso, sin embargo en sus experiencias con la realidad fueron transformándolo y dándole otro sentido. La familia tradicional como un valor fundamental de la clase media, debía ser la preocupación fundamental de visitadoras, que por medio de la visita domiciliaria, podían intervenir, educar y vigilar su buen funcionamiento, como los roles que implicaba: para las mujeres, la identidad de la madre y esposa, para los hombres, la identidad del trabajador y el proveedor. Las propias visitadoras reconocían en la visita domiciliaria, el momento más propicio para lograr los cambios necesarios en los comportamientos e identidades:

"La visita domiciliaria se establece en forma periódica y por medio de este contacto constante de la visitadora con el hogar... se va realizando la obra educadora y preventiva del servicio social. Es en la visita donde ella gana la confianza de sus asistidos y donde ejerce una influencia directa y efectiva sobre las familias; bastas que se presente como amiga, se interese por sus preocupaciones.

En estas visitas tiene la visitadora la oportunidad de dar lecciones prácticas: una reflexión a la madre cuando se encuentra la casa desordenada, los niños sucios o mal enseñados; un consejo sobre la alimentación y mejor modo de prepárala... El estímulo que significan estas visitas provoca muchas veces cambios fundamentales en el hogar. Es la mejor ocasión para promover el ahorro, para propagar los principios de higiene preventiva"

A Modo de fin:

Respetadas y a la vez temidas, las visitadoras aparecieron como la oportunidad que tenían las mujeres populares para criticar y exigir al Estado, para mostrar su realidad, para acusar a su marido de violencia física o sexual, para señalar que no cumple con su rol de padre proveedor . En definitiva, las visitadoras sociales fueron creando con las mujeres del pueblo un espacio genérico de diálogo donde se encontraban presentes los nexos de la maternidad y la pobreza. Un Espacio de conciencia sobre los problemas del otro, aunque permeados por objetivos políticos y relaciones sociales desiguales, de igual manera permitió desarrollar una mayor conciencia y conceptualización que las propias mujeres poseían sobre sus problemas. Al fin y al cabo, fueron creando un conocimiento y un saber que es parte de la memoria de muchas asistentes sociales en la actualidad.

Víctor Rocha M.

Sitio desarrollado por SISIB