Jorge
García Usta
(1960)
Nació
en Ciénaga de Oro (Córdoba). Realizó estudios de Filosofía y Letras
en la Universidad Santo Tomás y Derecho en la Universidad de Cartagena,
donde dirige la revista Historia y Cultura. Ganó el Premio
Nacional de Poesía Joven León De Greiff en 1984. Presidente Fundador
de la Fundación Cultural Héctor Rojas Herazo.
Ha
publicado los libros de poemas Noticias desde otra orilla (1984);
Libro de las crónicas (1989); El reino errante (199l);
Monteadentro (1992) y La tribu interior (1995). Entre
los volúmenes de periodismo y ensayo se destacan Diez juglares
en su patio realizado junto a Alberto Salcedo; Cómo aprendió
a escribir García-Márquez y Visitas al patio de Celia (recopilación
sobre la obra de Héctor Rojas Herazo).
Propósito
de Luis Taboada
Hacer
hijos duros, fijos en su rumbo
que tengan hombros altos y rompan tierras
buenos desde los ojos y al dar la mano
que
canten antes de acostarse
y vayan
al bar un día
sin
olvidar mi sombra.
Crónica
de Gauguin
Porque
él conoció las ansias de ese mar
que hace de un hombre, por siempre,
un ángel endeudado,
o alienta el dios solidario
que silba por las noches
los rencores de las islas.
A cuatro
patas del deseo,
fundó el amarillo del enigma,
labio a labio, robando la brasa primordial
que puede fundar varias iglesias en un párpado
y regala a cada día un animal milagroso.
Amarillo
de amor,
entonces, el pobre pájaro,
el flanco de la muchacha que inventa vanidades
a partir de su trenza
y amarillo augural
el grito del día
con su jeta cínica o cantante,
y amarillo de deleite
la perversión del girasol
y amarillo de tinaja
la paz del pubis de la tahitiana
que pensó en él
como un animal cansado
que perfumar y servir.
Así fluía cada día suyo
trabajando por ser ofrenda,
trombón o rapsodia.
El cielo
era aquella vulgar contraseña de la arena.
Qué
soñaba antes, indagan los pregoneros,
pintando azufres pueriles,
pero vinieron las islas y sus plegarias,
y un pájaro, como héroe mestizo,
funcionando en el mar.
Entonces,
mal viejo,
si ya tenías mar y mujer a la mano
para que París otra vez,
la deliciosa perfección de sus mugres.
Catedrales
de ocio
en el otoño
producen espejismos de tul.
La
mujer de la lluvia trae la brasa y el sonido
y hace resplandecer el tiempo,
y unos amores montunos
gimen y se eternizan, con patadas rotundas,
en los talleres de pintura.
Se
sabe ahora que lejos de sus cartas
por las islas, quedó una forma de vida
lentamente distribuida en nalga briosa
y esa
fértil lepra del mar
que salva del hombre
sus espléndidas escorias.
(A Dalmiro Lara)
Desposeído
Toco
en tu boca
una textura más antigua que el luto indio
Toco
en tu piel
la llanura insaciable y el único enigma
Toco
en tus nalgas
el misterio gemelo de todo infinito
Desposeído
ya de toda tierra,
muerdo en tu lengua la tercera ala del ángel.
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