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Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)


Carlos Alberto Troncoso
(1962)

Nació en Santa Marta (Magdalena). Poeta y editor.

Ha publicado Libro de los metales de Alejandría (1994) y En una ciudad como azotea (1998).

 

Monólogo de la perla negra

Llegué a esta ciudad de la nube y la montaña
en los tiempos de la antorcha y la matanza
de la región que brilla el sol de los veranos
con el solo deseo de ser famosa bailarina
estrella que brille en los cielos,
pero los colores de mi danza no llegaron a agradar,
mi danza era como rito de selva, en teatros y salones
sólo primaban abanicos y castañuelas.
Pero siempre guiada por el fervoroso deseo
de ser famosa bailarina, estrella que brille en
los cielos, navegué por aguas del Caribe:
La Habana, San Juan, Santo Domingo.
Terrible aún sería lo que estaba
predestinado para mis ojos
bello y perfecto era el fulgor de las estrellas
que brillaban en lo más alto de esos cielos.
Y ante tan deslumbrante espectáculo
mis ligeros pies penetraron en el limo del fracaso
(saboreé el amargo potaje de la mediocridad)
No había doradas alas a mi espalda.
No merecía yo un mundo de plumas y lentejuelas.
Y me vieron regresar a esta ciudad
de la nube y la montaña, con baúles rotos y arañados,
y por suerte del eterno girar de la rueda del sansara
me hice estriptisera en secretos burdeles,
dama de compañía de borrachos
que sólo hablan sobre historias de muertos;
luna tras luna me falseaba al entrar y salir por
las puertas de la noche
-ante el espejo de esa luna era ya fruto marchito-
y aunque escuché poco
el galopar del jinete del amor
esta noche como de música lejana, en la que ya
me llaman frecuentemente los sueños
y bostezo ante los infinitos poderes de Dios,
fumo de un mentolado cigarrillo
mientras los borrachos hablan sobre historias
de muertos que nunca acaban, que nunca acaban.

A Cristina Córdoba

 

Secretos de la arquitectura egipcia

Era del todo menester entre los antiguos
egipcios
Para trazar los planos de sus casas
Dejar a sus antojos en el predio deseado
A un perro y un gato
Y en el lugar en que se echare el canino
Hacían la estancia donde recibir visitas
Y en lugar en que se recogía el engolado
Hacían sin preguntas los aposentos.

A Sonia Truque

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