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Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)


Juan Carlos Acevedo
(1973)

Nació en Manizales (Caldas). Realizó estudios de Diseño gráfico. En 1997 obtiene el primer puesto en el Concurso de Poesía IV Juegos florales (poetas inéditos) con el trabajo titulado Cofradía para seres hechos de palabras; en 1998 Gana el Concurso de Poesía de la Cámara de Comercio de Manizales con el poemario Cuando el silencio duerme, y en ese mismo año obtiene mención de honor en el evento Lo mejor de lo mejor organizado por la Alcaldía de Manizales. Aparte de los anteriormente mencionados, Acevedo tiene los libros Palabras en el purgatorio (poesía) y Esta historia no me pertenece (cuentos).

 

***

Soy un país, una mano, un llanto herido por
risas extranjeras, mi propio lenguaje sin
códigos, laberinto en el bolsillo del planeta,
construido con silencios y cal. Soy abrazo
sin brazo, círculo, sobre mis ojos posa una
lágrima huérfana o viuda.
Soy mi propia noche, mi única oración, la
última cena, verdugo, caída libre, antena,
silbido de fusil, la voz oculta de un sol
silenciado por una cruz.

 

I

Invoco la magia de las palabras
Cuando el chamán danza entre ríos de
sombras.
Pronuncio el conjuro milenario
El sabio de oriente enciende la luna en mi
papel:
Hechizo de voces en los campos
y jardines sembrados de alas.
Construyo un aquelarre en el fondo de mi piel
Descubro
Te haces inmune a la magia
Un año después no has regresado.

II

Fluyen intermitentes llamas azules
Entre tus dedos y la noche.
Abres las persianas sin adivinar:
La oscuridad trae su eterna compañía.
No te has percatado
La luz al extremo de tu sonrisa no tiene otro
fin
Sólo mostrar la próxima silla
No te ocultes bajo los sábados que crecen de
tu boca
La soledad es implacable
Nadie te acompañará para ahuyentarla

III

Luna llena arrodillada sobre lágrimas de un
ángel.
En la radio vive esa canción
Que trae melancolías de barcos en el muelle.
Me habita un silencio de árbol
En las manos se marchita tu voz.
Allá
Donde nubes blancas han sido calcinadas
Y el rey besa tu piel
Desconocen que los ojos de luz
Pueden llegar para besarte los pies.
Luna llena diluida entre lágrimas de un ángel.

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