La
bitácora y los sueños, poemario de Claudio Iasís
|
CLAUDIO
IASÍS
nació en Santiago de Chile. En 1993 se integra al taller
literario dirigido por la poeta Marina Arrate.
En poesía ha publicado: La bitácora y los
sueños (Santiago, Libros de la Elipse, 1997). Además
está incluido en la antología Antología
de poetas chilenos jóvenes (Concepción,
Lar, 1998) y sus textos han aparecido en distintas revistas
nacionales como Rayentrú, Pluma y pincel y El espíritu
del valle.
|
MENÚ
El cielo no se hizo notar
hasta cuando comenzó
a ponerse magenta
el
cielo fue paciente
muy
paciente.
Había
dicho: "aún más
que la nerviosa campana
de la portezuela cristal del zaguán"
eso
había dicho
y ahora nos ha cubierto
con un pocillo turbio decorado y
gigantesco
tal como se arropan los platillos
exquisitos.
Entonces
silencio
reposamos
ya
mañana estaremos
nuevamente
en el prolijo listado blanco
del universo.
VAILETE
(Villancico)
A este
sol peregrino
he de agregarle 3 cosas.
(qve
no hace mvcho
se me ha enterado
de qve le gvstan los trípticos
y piensa completarse vno)
Primero
vna mascota de ropa mvi fresca
como de piel de pez
o de organdí.
Vn
par de zapatos mvi finos
para qve ansí no ressbale
por las montañas de la uerja del Este
Tercero
vn poco de noche
Lo svficiente
como para qve algvn día
sepa del sveñño.
(Porque,
convengámoslo,
la luna cierra a veces hasta sus 2 ojos,
dice que está muy nueva,
que no la molesten,
y nadie va y le dice
"Oye, despierta y levanta").
TRAS
LA VENTANILLA
Como
un poseso
tomé el paisaje por asalto
durante todo el viaje
y en una de esas tantas batallas
apareció
(como dicen pasa al guerrero vencido)
la visión
del campo sembrado de varillas de oro
hurgado por el dedo displicente y pleno del viento
Tan
grande y suave era.
Y recordé
la señal de tus cabellos tristes
y cómo nunca llegaste a sentir
el lento peregrinar de mis yemas
atentas
como ante el arpa
de las cuerdas mortalmente dormidas,
agazapadas testigos
de tus suspiros de puerta entreabierta.
y a
ella
ante su otrora dorada alfombra y marfil
demudada en escuadrón de invocaciones
arremetiendo hecha brazos de espuma gris
hecha de brazos tensos
como frente a un ídolo
al que se le piden explicaciones.
Eso
es lo que pasa
de querer beber a borbotones
abrir
indiscriminadamente
la llave de paso de
la memoria.
YO
VOY A TUGAR PARA AMARTE
Si
en este instante
hiciera una ronda.contigo
¿Qué crees que debiéramos tomar?
Los
displicentes cabellos deshilvanados
que remiendan camino tras tus vaivenes
como girasoles soñolientos regresando de un mercado
Los ojales saturados de pequeños peces entumecidos
o las manos
de
a una de a dos
(no
me has dicho cuántos seremos)
de
a tres las manos
de
a cuatro
(las
raciones justas conservarán
la
amistad)
Y de
allí a comenzar el rondar
(bástenos decir que elegimos las manos)
sólo habrá un paso
gira
de luna desvencijada
como
rueda del triciclo
que
sí prestabas
dos tres cuatro hacia el costado
un allá va jugando el carrusel de los desfines
miradlos
en la ronda del parabién y alada
miradlos
en el anillar y desatar
Si
la ronda semejase un parasol
¿qué nos dirían?
INVENTARIO
Finalmente
Ebrio
el círculo indolente de los años
Ni
los destellos del rostro tras los postigos desatados
ni la pulcra corbata listada que nos era oficial
el primer baile al patio bajo parronales
mientras tus conquistas y mis ojos
olvidaban los experimentos de Rutherford,
ese decenio -el de Montt
y las probables constantes de los contornos celestes
Sólo
ha de quedar cachorro agazapado
tu perfume de higueras sobre mis sábanas
como retazo de memoria.
DESLIZA EN LA TARDE
El
gato sobre mi camisa yo dentro
parece abrazar un orbe tibio
(el orbe sube y baja lentamente
desde esta hora perdida ni hallada)
Esta tarde tendida soy mi padre cuando respiraba
y el gato que supo repartir ojos a la mansalva
no despierta
ni abrirá aún sus ojos porque juega a ser yo
y entonces hacemos que ha regresado a mil
novecientos
setenta y cuatro
En un instante el aroma vierte en las bolsas
mi madre regresando de la tienda
reparte una conversación habitual
Salta
a recibirla la tarde que recuerda
Tras la luz de un puñado de naranjas
y la tarde y un gato que juegan.
HAY
AGUA QUE CORRE
en las plazas de mi memoria
Para
algunos era el remontar de las orquídeas y los globos
para otros era el contar los colores de una lagartija
para
mí era el agua
Para la que trenzaba de flores sería el instante
para el que corría tras las polillas acaso el tiempo
para
mí era el agua
Para
ti era el descuido imperdonable
¿Cómo iba a saber yo que la fiebre y desvelada
nos visitaba transformada
en el botín de mis navíos?
Te
quedabas entre la conversación de las vigilantes
Yo
iba a ser hermoso iba a ser
el que quizá marinero
Iba a curar con mis dedos tus sienes
iba a recrear el mundo en tina ventana perfecta
mientras
para mí era el agua
Y allí
me tenían
(hecho
una gran montaña al suelo
mirando
cómo
el río confabulaba
la
travesía de las semillas
empapaba
la ciudad de piedras
traspasaba
la epidermis de la tierra
todo
de un solo oleaje)
dando
gracias al declive.
ESTAMPA CAMINO DE FRAY BENTOS
Horizonte
vasto y verde
serpentino
estampada
sábana
tendida en descuido complaciente
De
tanto en tanto
se me cruzan benditos
charcos de agua quieta
en donde se me deja entrever
un receloso
cielo interior
Ningún árbol vence la tentación
de mirar:
el solitario palidece de melancolía,
el rebaño los circunda
como a reliquias de procesión
y ninguna azul bandada
deja de profanarlos
tan ceremoniosamente
Así como de todos he bebido
esta luz
así ninguno se ha escapado
de observarme.
|