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Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)



TARJETA PARA FEDERICO DÍAZ-GRANADOS


Los materiales con los cuales FEDERICO DÍAZ-GRANADOS construye su "CASA DEL VIENTO" son el amor, el tiempo, el destino, la poesía y el viento. Aquella música primera, que vagando en el aire, y por entregar sonido, sensaciones y movimiento en un todo, tiene algo de geológico y de metafísico en su transitoriedad. Y es que en el imaginario poético de DÍAZ-GRANADOS, el viento es también en alguna medida, el soplo de lo oscuro. Ese soplo de profundidad, de lo ininteligible y fantástico, en el que se entrelazan enigmáticamente el ser y la poesía hasta levantar la casa de la voz. Esa Casa de la Palabra, que tiene mucho de rigurosa arquitectura, pero que no difiere tampoco mucho de una casa del viento.

Si la filosofía representando la generalidad, la mayor abstracción, "la esencia", inicia la búsqueda del alma, la poesía empezará a buscar a su vez la palabra que la perfecciona y la ennoblece en su singularidad. Y dentro de esa exploración permanente, los caminos de la poesía serán así los caminos intrincados hacia ese "yo" esencial, que como una cámara de ecos, de impresiones, de encuentros y descubrimientos, puede liberar esencias inasequibles al influjo de algún impacto poético. Ante la verdad que ocurre en el texto, en concordancia con verdades que están o estuvieron en nosotros oscuramente, y que afloran de repente, lo que puede ayudar a precisar en qué consiste el placer de leer poesía.

Permeado por preocupaciones de orden estético y literario, como parte de su formación y su relación con el lenguaje, DÍAZ-GRANADOS, no se detiene en lo estético-formal. Su cualidad de voz rebasa los límites de una construcción de simple laboratorio estético. Poemas inspirados en donde hay sentido lírico, poder expresivo, imaginación creadora. Sin tremendismos, pero sin rebajar la tensión, hay la tarea exigente y crítica de un poeta aferrado al ejercicio hermoso y áspero a un tiempo de la palabra poética. Buceador profundo de sus verdades, pedigueño de sus dádivas, de sus esplendores.

Dejando entrar por la ensoñada puerta de su Casa del viento, atmósferas particulares de su tiempo, o abriéndonos sus aposentos al momento que le tocó vivir y convivir, su escritura se practica como un ritual, como un exorcismo temprano - ya que es un poeta muy joven- contra la muerte y el olvido. En cierto sentido cuestión de sobrevivencia, otra botella al mar, en la necesidad de ser, de comunicarse, de amarrarse a la vida contra viento y marea.

Complace ver que este libro de obligada referencia en la joven poesía, no se sostiene sobre el artificio y la inautenticidad. Nada tiene que ver con las ventoleras retóricas del libro como deporte bibliográfico, y la poesía como "objeto del deseo ", y sí mucho que ver con la gravedad, la discreción y la sutileza. Como hombre que absorbe totalmente su vida y fija su huella en el lenguaje, hay involucramiento personal. Una contenida y alusiva biografía, en donde se despliega como un espacio, una atmósfera, en trasfondo indirecto el registro de una época a través de los temas y hechos que lo conmueven. Como en todo poeta verdadero, en muchos poemas puede percibiese la honda y fascinada atención prestada a los sentimientos, para que la autenticidad vital, la evidencia de las propias emociones ilumine como un fulgor, como un único resplandor, en esta oscura noche ambiente de fin de siglo -ciega a toda interioridad- que sirve como techo a las delicadas y armoniosas estructuras de su CASA DEL VIENTO.

MARIO RIVERO

 

I La casa del viento | II Presentación de Mario Rivero | Versión Completa para imprimir

 

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