(1).- Entiéndase, aquellos que se expresan por medio de los códigos propios de su cultura. Actualmente muchos son mestizos con una proporción mayor o menor de sangre europea.

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(2) "El día señalado para el rucan (inicio de la construcción de la ruka) los invitados llegan temprano y dan principio a la obra con entusiasmo. Excavan con azadones y palas hoyos de dimensiones apropiadas para plantar los dos o tres horcones centrales. Entre varios los levantan, acuñan la parte enterrada con piedras y los dejan bien verticales y de igual altura. Miden el largo y el ancho de la habitación con largas varillas de coligue y trazan en el suelo con un palo o una pala las rayas que señalan la periferia. Del mismo modo dejan marcado el emplazamiento de los aliañel o postes laterales. Cavan los hoyos en los sitios marcados, plantan los postes cuidando que todos lleguen al mismo nivel, los alinean y acuñan la base con piedras y tierra comprimida. Alojan las soleras en la cabeza ahorquilladas de los postes, levantan en alto la cumbrera entre muchos y la afirman sobre los horcones centrales. Aplican las taras oblicuamente de modo que su extremidad delgada descanse sobre la cumbrera y la más gruesa sobre las soleras. Las amarran sólidamente con sogas o con un manojo de yoqui, que las mantiene equidistantes unas de otras y las impide resbalar En dos o tres horas los quince o veinte trabajadores levantan toda la armazón, tarea más pesada que lo restante de la construcción. En posición horizontal, y atravesados sobre las taras disponen los huimeill, ramas de reñi (chusques commingii) reunidas por los grupos de dos a tres o más y amarradas con mau, cuerdas de junquillo conocidas también con los nombres de Zef o trenzas, de trarili o ataduras, de mequef o amarras.

Mientras algunos mocetones distribuyen y atan los huimeill hacia la cumbrera, los otros empiezan a techar y a forrar los costados con manojos de quena. Desde abajo colocan los manojos en hileras y yuxtapuestos a lo largo de los costados y en los extremos amarran cada uno con mau o voqui contra lo huimeill. La segunda corrida aplicada más arriba cubre la mitad de la anterior y oculta completamente las ataduras. La tercera cubre también parcialmente la segunda y así sucesivamente.

Algunos ayudantes menos experimentados permanecen en tierra para elevar los manojos de quena a los que se hallan en el techo. Estos últimos los ordenan y los amarran introduciendo las sogas de reme con largas agujas de coligue, tiradas desde el interior por algunos jóvenes que se cuelgan de las taras contra el huenuruca. Los del interior vuelven a pasar la aguja y los de afuera tiran fuertemente sobre la soga para comprimir la capa de quena.

Para no estorbarse, los operarios se reparten en los costados y en los extremos de la habitación. El trabajo progresa rápidamente acompañado por las voces de mando y los gritos alegres de todos.".

Joseph, H. Claude, La Vivienda Araucana, V edición, Santiago-Chile, Ediciones de la Universidad de Chi le, s.f., pág. 24.

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(3) Demoran una semana o dos en componer la armazón y con frecuencia dejan pasar una temporada antes de techar, tradicionalmente se hace con paja. Las antiguas rukas eran de base rectangular, costados verticales hasta una altura de uno a dos metros y de techo en plano más o menos inclinado. En general poseen una o dos entradas y carecen de ventanas.

Joseph, H. Claude, Op. cit pág. 34.

 

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(4) Así, por ejemplo, los antiguos se valieron mucho de la piedra como materia prima en la confección de sus enseres, antes de saber trabajar con los metales. Actualmente, la utilizan todavía para fabricar el cusi y el ñumcusi, el primero es una piedra plana de forma rectangular o contornos redondeados, de cuarenta a cincuenta centímetros de largo por treinta a cuarenta de ancho, y unos diez a quince de espesor, usada para moler maíz, cebada, trigo. El ñumcusi es otra piedra menor y alargada, de forma algo cilíndrica, por lo menos con una cara plana que pueda resbalar ajustadamente sobre el cusi. En alfarería, es común ver la utilización de partes de una cuchara y piedrecitas para pulir.

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(5) La posesión y el empleo del Ketru Metawe "no sólo simboliza las distintas crisis de vida comunitaria: la separación y la construcción de nuevas relaciones dentro de la comunidad [patrilocal] ya sean éstas el alejamiento de la hija o hermana o la incorporación de una mujer de afuera. Como se ha señalado, esta crisis de la comunidad se controla en el nguillatun, donde se efectúa las actividades de "dar" y "tomar" esposas. Durante el nguillatun la mujer casada sitúa su cántaro en la base del rewe, del poste sagrado ubicado en el centro del área ritual y a la vista de todos los asistentes. El acto puede ser un gesto simbólico de las participantes femeninas quienes han llevado a cabo el desempeño del rol de "estado de mujer casada" y de la maternidad. La machi constituye un caso especial, ella es la única mujer quien puede poseer más de un cántaro pato y ella es la distribuidora de ellos. La machi se casa a menudo fuera del sistema matrimonial, permanece en su unidad de residencia patrilocal esté o no casada. La forma de residencia matrilocal se practica en el caso cuando ella acepta por esposo a un hombre de otro linaje. Esto presenta un ordenamiento inverso al común de las mujeres casadas. Por la permanencia en su propia unidad residencial la machi reside en dirección opuesta a las demás mujeres; de igual modo, su esposo reside en la dirección opuesta a los otros varones ya que no vive en su propia comunidad.

Este ordenamiento explica el motivo por que la machi puede poseer más oe un cántaro pato y por qué exhibe dos ketru metawe en los eventos religiosos- sociales. Como mujer casada ella tiene derecho a un cántaro. Su esposo es un individuo casado. Este status individual exige un cántaro también, pero siendo varón él no lo puede poseer y de este modo, el segundo cántaro pasa al consorte femenino. Este tipo de presentación dual de los cántaros de una machi en el nguillatun es claramente diferente de los otros elementos feme ninos del grupo porque la posición de la machi radica en el poder religioso.".

Dillehay, Tom D.; Gordon, Américo, "El Simbolismo en el Ornitomorfismo Mapuche. La mujer Casada y el Ketru metawe " en: Actas del VII Congreso de Arqueología, Santiago-Chile, Ediciones Kultrung, 1977, págs. 311- 312.

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(6) Una de estas formas es el Ketru metawe o jarro pato, del cual se tienen noticias ya en el siglo VII al X O. C., como se comprueba en las excavaciones realizadas en Pitrén, sur de Chile. Otras formas dan cuenta de resabios anteriores a la llegada de los españoles en el siglo XV, en conjunción con algunos elementos propios de esta cultura.

Considerando que toda cultura es dinámica, las creaciones varían a través del tiempo. Los mapuches en general trataron de no absorber los procesos culturales que acaecieron desde la colonización en adelante, e intentaron conservar y realizar objetos nacidos de su seno. A pesar de ello, las nuevas influencias ejercieron su efecto, como se comprueba en el modo de vestir de los mapuches, sobretodo del hombre que asume más que la mujer la usanza europea.

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(7) La cultura mapuche llegó a los criollos, y luego a los chilenos, la manta, como varias otras confecciones y patrones culturales, los cuales aún no han sido hondamente estudiados. La mujer ha generado tradicionalmente la alfarería, los textiles y cestería. El hombre el trabajo en cuero, madera, piedra, cuerno y plata.

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(8) La complejidad simbólica de este objeto como de otros, algunos ya enunciados, son propios de una cultura que, como subyace en lo dicho, posee una identidad propia y valora su patrimonio cultural y natural, cuestión demostrada en su constante lucha por mantenerlos, pese a los procesos de globalización implantados por la modernidad y que se han intensificado con la postmodernidad.

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* Según datos del último censo (1992) la población de Chile que se autoidentifica como mapuche asciende a 928.060 personas de las cuales, 735.297 (79,2%) habita en las ciudades 192.763 (20,8%) en sectores rurales. Es significativa que en la ciudad de Santiago viven el 43% de los mapuches. Dato obtenido por F. Salinas, en traducción de la obra de: Stuchliklan, La Vida en Mediería. Mecanismos de Reclutamiento Social de los Mapuches, 1º Edición en español. Santiago-Chile, Ediciones Soles, 1999.

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(1) Bengoa, José. "Historia del Pueblo Mapuche". Santiago-Chile. Ediciones Sur, 1985.

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(2) Grebe, Maria Ester, "El Subsistema de los Ngen en la Religiosidad Mapuche". Revista de Antropología, Santiago-Chile, s.f. pág. 47.

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