EL APORTE DE LA CULTURA GRIEGA A LA CULTURA CHILENA

Fotios Malleros. Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos. Facultad de Filosofía y Humanidades.


Para tratar acerca de este tema, creemos necesario referirnos primero a algunas opiniones sobre el valor de la cultura griega, pertenecientes a autores nacionales y extranjeros.

Mi inolvidable y respetable amigo, el gran escritor y académico de la Lengua, Valentín Brandau, en su obra EL LEGADO POLÍTICO DE ATENAS Y LAS DEMOCRACIAS MODERNAS, dice lo siguiente: "Es muy posible que se trate de una afirmación jactanciosa, pero creo apreciar debidamente el valor de los numerosos legados de la Grecia clásica a nuestro mundo moderno: su incomparable legado filosófico, su vasto y sólido legado científico, su noble legado moral, su grandioso legado literario -poesía Épica y lírica, teatro trágico y cómico, elocuencia jurídica y cívica-, su maravilloso legado artístico, su asombroso e imperecedero legado histórico... se ha observado innúmeras veces que los gérmenes de todo o casi todo lo que más significa ante el espíritu de los hombres superiores y más cuenta como posibilidad de desenvolvimiento humano y de alta cultura, fueron cultivados en Grecia"(pp.15-16).

Otro gran maestro, don Enrique Molina, quien me honró con su amistad, en su obra LA HERENCIA MORAL DE LA FILOSOFIA GRIEGA, escribe: ")Tendrán los estudios que vamos a hacer alguna importancia fuera de un interés helenizante, fuera de la reverente curiosidad que suscita cuanto se refiera a cualquier aspecto de la cultura griega?".

"Las extraordinarias condiciones del pueblo griego explican, por lo demás, y justifican estos sentimientos. Renán habla en su "Oración en la Acrópolis" del milagro griego, `Una cosa que no ha existido más que una vez, que no se habría visto jamás, que no se volverá a ver, pero cuyo efecto durará eternamente, quiero decir, un tipo de belleza eterna, sin ninguna mancha local o nacional. Yo sabía antes de mi viaje, lo sabía muy bien, que la Grecia había creado la ciencia, el arte, la filosofía, la civilización; pero me faltaba una escala de comparación. Cuando vi la Acrópolis tuve la revelación de lo divino como la había tenido la primera vez que sentí el Evangelio, percibiendo el Valle del Jordán desde las alturas de Casyoum'"(p.5)

El primer capítulo de ENSAYOS SOBRE LA HISTORIA ESPIRITUAL DE OCCIDENTE, de Jorge Millas, se titula FISONOMIA ESPIRITUAL DEL MUNDO GRIEGO, y empieza asi "¿Todavía Grecia?". La pregunta viene sola a nuestras almas, cada vez menos dispuestas a dejarse distraer por el pasado...¿todavía Grecia? Bueno, si. todavía Grecia, que es decir todavía el pasado o todavía el hombre. Justo porque no podemos desatender las tareas del presente, debemos retornar a las fuentes de donde la corriente de la vida humana, que es la historia, brota más diáfana, más dócil quizás a la comprensión. El conocimiento histórico es una experiencia de vuelta sobre nosotros mismos, no como individuos, sino como miembros del género humano..."(p.33 y p.35).

"Pero )por qué Grecia? -insistirá aún el iconoclasta-. Bueno, está primero la razón de lo obvio. Si es cierto que desde el punto de vista del hombre en general, toda la historia es sustancia suya y contribuye a su conocimiento, Grecia tiene una situación privilegiada para el mundo occidental y el occidentalizado, que está viniendo a ser uno con él. Somos herederos del mundo griego en mayor medida de lo que las distancias históricas pudieran llevarnos a creer. Con pura variación de circunstancias, continuamos en efecto, la misma trayectoria de diferenciación espiritual, idéntico desarrollo de posibilidades humanas iniciadas en Época de Homero, allá por los siglos IX y VIII a.C. Está, en seguida, la razón menos obvia del poder mágico de Grecia como fuente regenerativa del optimismo moral. Cuando, en efecto, miramos en torno nuestro y constatamos o la desazón que embarga a las mejores conciencias o la confianza mesiánica de quienes, si no estamos con ellos, nos llevan al patíbulo o nos exponen al escarnio público, es reconfortante volver los ojos a los mejores días de Grecia...(ibid.,p.36).

"Se explica así que el influjo griego sobre la cultura de Occidente tenga un aspecto a todas luces singular. Otros influjos han sido siempre fenómenos relativamente pasivos, de entrega casi inconsciente al complicado juego de acciones y reacciones espirituales. El de Grecia, en cambio, es un influjo de elección, buscado y proclamado, conscientemente convertido en propósito e ideal histórico. Una y otra vez, en efecto, el Occidente ha hecho de Grecia modelo inspirador, manantial de donde extraer fuerzas nuevas para ayudarse a vivir y para promover grandes efectos espirituales. Tal sucedió, por ejemplo, con el Imperio Romano (bizantino), con el Renacimiento y con el humanismo de los siglos XVIII y XIX. Se trata, por lo visto, de una cultura de acción continua y de inspiración recurrente. Siquiera en este sentido de su renovada presencia, puede considerársela imperecedera"(ibid.,p.37).

Por eso "el helenismo ocupa una posición singular. Grecia representa, frente a los grandes pueblos de Oriente, un `progreso' fundamental, un nuevo "estadio" en todo cuanto hace referencia a la vida de los hombres en la comunidad. Esta se funda en principios totalmente nuevos. Por muy alto que estimemos las realizaciones artísticas, religiosas y políticas de los pueblos anteriores, la historia de aquello que, con plena conciencia, podemos denominar nosotros cultura, no comienza antes de los griegos".

Hoy estamos acostumbrados a usar la palabra cultura, no en el sentido de un ideal inherente a la humanidad heredera de Grecia, sino en acepción mucho más trivial que la extiende a todos los pueblos de la tierra, incluso de los primitivos. Así, entendemos que por cultura la totalidad de manifestaciones y formas de vida que caracterizan un pueblo. la palabra se ha convertido en un simple concepto antropológico descriptivo. No significa ya un alto concepto de valor, un ideal consciente. Con este vago sentimiento analógico nos es permitido hablar de una cultura china, india, babilonia, judRa o egipcia, a pesar de que ninguno de aquellos pueblos tenga una palabra o un concepto que la designe de un modo consciente. Claro es que todo pueblo altamente organizado tiene una organización educadora. Pero la "ley y los profetas de los israelitas", el sistema confuciano de los chinos, el "dharma" de los indios, son, en su esencia y en su estructura espiritual, algo fundamentalmente distinto del ideal griego de la formación humana... El pueblo griego transmitió, sin duda, a la posteridad una riqueza de conocimientos imperecederos en forma imperecedera".(ibid., pp.6 y 7).

Augusto concibió la misión del Imperio Romano en función de la idea de la cultura griega. Sin la idea griega de la cultura no hubiera existido la "antigüedad como unidad histórica `ni el mundo de la cultura' occidental".(ibid.,p.6).

Es por eso que el sabio humanista T. Zielinski, en su obra LOS ANTIGUOS Y NOSOTROS, en el capítulo EL VALOR CIVILIZADOR DE LA Antigüedad, a la que caracteriza como patria espiritual, dice: "Y como conclusión de la observación histórica se ha demostrado que cada uno de nosotros tiene dos patrias: una es la tierra de la que tomamos el nombre, la otra es la Antigüedad...Nuestra patria según el cuerpo y el alma, es Rusia para los rusos; Alemania para los alemanes; Francia para los franceses. Nuestra patria, sin embargo, según el espíritu, es para todos nosotros, en general, la Antigüedad. Aquello que une a los pueblos de Europa -(yo diría a todo el mundo civilizado)- a pesar de sus diferencias nacionales y raciales, es la descencia común de la Antigüedad" (p.117).

Resultaría largo referirnos a un tomo de 587 páginas intitulado EL LEGADO DE GRECIA (THE LEGACY OF GRECE), editado por la Universidad de Oxford bajo la dirección de Sir Richard Livingstone, traducido al español, Ed. Pegaso, Madrid, 1956. En el prefacio de esta obra se dice: "A pesar de sus muchas diferencias ninguna Época ha tenido tan estrechas afinidades con la Antigua Grecia como la nuestra; ninguna ha basado tan ampliamente su vida más profunda en los ideales que los griegos trajeron al mundo...Este libro se propone dar una idea de lo que el mundo debe a Grecia en los diversos dominios del espíritu y de lo que todavía puede aprender de ella".(p.46 y p.104).

En lo que al idioma clásico griego se refiere, hemos consultado el excelente articulo del extraordinario e inolvidable profesor e investigador don Eugenio Pereira Salas, titulado LOS ESTUDIOS GRIEGOS EN CHILE y subtitulado A PROPOSITO DE UN LIBRO: HESIODO, LOS TRABAJOS Y LOS DIAS, introducción, traducción y notas de Fotios Malleros.

En este artículo nos da una información completa sobre la enseñanza del idioma en Chile. En efecto, señala Jl "en 1762, en el Convictorio de San Javier había un profesor de idioma griego', y no fueron pocos los sacerdotes de esta comunidad que manejaron esta lengua". Se trata de la orden de san Ignacio, de los jesuitas, que empezaron en Chile a enseñar el idioma griego. Ocurrió los mismo con el latín en la Época colonial, que "fue la lengua intelectual". Nos dice en seguida don Eugenio que el griego estaba `ausente en el curriculum' de la Universidad de San Felipe (1742) y aparece tardíamente en los planes de estudio del señero Instituto Nacional(1813) (Pereira, p. 208).

La cátedra la asumió Luis Ernesto Vendel-Heyl (1791-1854), nacido en Francia, y "quien en circunstancias románticas se había establecido en Santiago". discípulo del famoso profesor Joseph Planche (1762-1853), "cuyo DICCIONARIO GRIEGO_FRANCES iba a reeditar, ampliado. Por eso cuando tenía 20 años "fue profesor en el centenario Colegio de Santa Bárbara" y escribió, a partir del año 1818, textos "para la enseñanza de la lengua y de la literatura griegas, que tuvieron Éxito y alcanzaron varias ediciones . Además, "en los volúmenes de la Biblioteca Clásica Polleux se dieron a la luz sus admirables traducciones de Sófocles y Eurípides" (ibid., pp. 208-209).

Este helenista, a raíz de su ideología socialista, se alejo de la vida universitaria francesa y "proyectó en 1839 un crucero de estudio alrededor del mundo, a bordo de la fragata Orientale, que vino a naufragar románticamente en Valparaíso. Pese a las complicaciones que sus ideas polRticas provocaron en el ambiente santiaguino, Vendel-Heyl, gracias al apoyo de don Andrés Bello -humanista de verdad- pudo realizar una fructífera labor, pues no sólo enseñó los rudimentos de la lengua clásica, sino que introdujo precursoramente en el país la técnica directa conocida con el nombre de explicación de textos, que puso al alumno frente al original griego y a su espíritu (ibid.,p.209).

Cuando murió en 1842 lo sucedió en la cátedra del Instituto Nacional, como interino, su hijo Emilio, quien también había nacido en Francia (ibid., p. 109).

En 1857 se hizo cargo de la cátedra del plantel el alemán Justo Florian Lobeck (1798-1869), quien además de ser erudito en las materias humanísticas, era también bibliotecario. Oriundo de Konisberg, llegó como tutor de una familia chilena y pronto tomó contacto con los medios universitarios, escribiendo valiosos textos para la enseñanza de los idiomas clásicos (ibid., p. 209).

Al fallecer lo sucedió otro alemán, José Roehner, "crítico literario, conocedor de la historia universal", que había llegado como colono "a la recién abierta provincia de Valdivia" y que enseñó latín y griego (ibid.,p.109).

Y cuando se eliminó por decreto el latín, que era un "ramo básico de la segunda enseñanza chilena", resultado de una lucha ideológica, según el profesor Pereira, en 1883 asumió Carlos Rudolph (1852-1917) en calidad de suplente de griego en el Instituto Nacional. también nacido en Alemania, en la ciudad de Witenberg, fue un hombre muy activo, quien además de ser profesor de idiomas y pedagogo, organizó también la Sociedad científica Alemana. Más tarde fue Rector del Liceo de Valparaíso (ibid., 210).

A continuación, "tocó al ilustre profesor Federico Hanssen (1857-1919), realizar el paso de la cátedra de Lenguas Clásicas, estudiadas hasta entonces en un nivel secundario, al seno de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, al abrirse las puertas del Instituto Pedagógico (1889) del que Hassen fuera uno de los animadores. El eminente autor de la HISTORIA DE LA LENGUA CASTELLANA, había obtenido su título de Doctor en la Universidad de Strasburgo, y su venida a Chile se debió al contrato de Gobierno que le hiciera el Ministro de Educación, don Julio Bañados Espinosa, para regentar la cátedra de latín y filología clásica...". Su aporte al estudio de la lengua griega en Chile está contenido en sus artículos: música GRIEGA, INTERPRETACION DE LA ILIADA y la traducción del RUEGO DE TETIS, trabajos aparecidos en los Anales de la Universidad de Chile (ibid., 210).

Mientras tanto, el término de la enseñanza del latín, como hemos dicho, en el Instituto Nacional, activó los estudios teológicos en el Seminario de Santiago, y en los conventos de Chile se empezó a estudiar griego, distinguiéndose el Pbro. Juan de Dios Romo (1818-1854) de la orden de los Mercedarios, regente del conocido Colegio que lleva su nombre (ibid., p. 210).

El año 1844, en el Seminario Pontificio de Santiago, el griego fue obligatorio, pero como no había un profesor que conociera bien el idioma, los manteístas siguieron las clases en el Instituto Nacional. En 1863 ocupó la cátedra el Pbro. Luis Vergara Donoso (1842-1909), quien dedicó toda su vida a la enseñanza del griego en el Seminario, siguiendo los consejos de su amigo "y gran filólogo" Fray Armengol Valenzuela (1843) (ibid., p. 211).

"En 1892, la obligatoria cátedra de griego, regentada por Vergara Donoso fue declarada "curso extraordinario para los alumnos más aventajados, con tres horas semanales de clases", no obstante lo cual Vergara siguió enseñando griego hasta 1905, año en que se retiró a raíz de una dolencia a los oídos. Un año después lo reemplazó el primer Cardenal de Chile, Monseñor José María Caro, "venerable personalidad apostólica" (1866-1958), quien había estudiado en el Colegio Pío Latino de Roma (ibid.,
p.211).

A continuación el profesor Pereira se refiere a varios sacerdotes que se dedicaron "al griego bíblico", esto es la koiné que empezó en la Época helenística y en la que fue escrito el NUEVO TESTAMENTO, como también la traducción de los 70. El "griego bíblico" se enseñó en la Facultad de teología de la Universidad Católica y en el Seminario Loyola (ibid., p.211).

Además de la enseñanza del latín y el griego "como introducción a la cultura antigua y como disciplina filosófica, se produjo en Chile un despertar helenista provocado por la actividad superior de una pléyade de intelectuales", en la que se destacó Ricardo Dávila Silva (1873-1960), valioso crítico literario, además, conocido con el seudónimo de Leo-Par, dueño de una excelente biblioteca que fue donada al Club de la Unión. Don Ricardo Dávila Silva fue profesor de Literatura Griega en el Instituto Pedagógico (1919) (ibid., p.211).

Un buen investigador de las ciencias filológicas fue el Dr. Barros Borgoño, coeditor de un DICCIONARIO ETIMOLOGICO DE RAICES GRIEGAS, con la colaboración del Pbro. J.Rafael Salas Errázuriz (ibid., pp.211-212).

Al grupo clasicista, como dice don Eugenio Pereira, se suma el ilustre escritor francés, Omer Emeth, quien escribió EL GRITO DE ANTIGONA, que refleja sus conocimientos gramaticales y "su esmero estético-lingüístico"(ibid., p. 212).

El Pbro. alemán Guillermo Jhnemann (1856-1938), tradujo LA ILIADA de Homero, publicada en Concepción, en 1922(ibid., p.212).

Sin duda alguna, el humanista más representativo y cabal de este período, es el Pbro. Juan Rafael Salas Errázuriz (1855-1921). La cultura española le debe las admirables traducciones en verso del drama griego, que elogiaron al igual don Marcelino Menéndez y Pelayo y don Miguel de Unamuno, el segundo de los cuales las utilizaba como textos de estudio en su famosa cátedra de la Universidad de Salamanca. Salas Errázuriz fue una personalidad original y bizarra dentro de la literatura chilena: Notable crítico literario, noble humanista que supo verter la poesía de Horacio al castellano, desde su juventud se impuso como meta intelectual de su vida la versión en verso hispánico de los escritores dramáticos de la Grecia clásica. En 1889 daba a la estampa su traducción de PROMETEO ENCADENADO, de Esquilo, con excelente estudio preliminar, continuando la profundización estética y filológica de las obras de su autor favorito hasta 1904, año cuando la Universidad de Chile editó la serie completa de la tetralogía esquiliana que comienza con Agamenón. Su influencia profunda en este campo de difícil cultivo podemos observarla en la actividad de sus buenos amigos, el Dr. Víctor Barros Borgoño, Omer Emeth y el Pbro.G.Jhnemann" (ibid., p. 212).

Quien despertó no solamente en Chile sino en Hispanoamérica una viva concepción clásica, "ajena a la actividad científica de los filólogos", fue Ernesto Renán, cuya ORACIÓN SOBRE LA ACROPOLIS; EL MILAGRO GRIEGO, entusiasmó a muchos, "algunos desde lejos en la intimidad del espíritu, otros entre los mismos mármoles pentélicos", como Miguel Luis Rocuant, diplomático y escritor, quien visitó Grecia, junto con su violenta indignación porque muchas de sus obras de arte se encontraban en museos extranjeros(ibid., p. 212).

En seguida don Eugenio Pereira habla elogiosamente del profesor Dr.don Rodolfo Oroz, destacando su "ejemplar magisterio" y caracterizándolo como "arquetipo humanista". "Otro profresor digno de especial recuerdo es el Dr. Hipólito Galante, de la Universidad de Roma, sabio lingüista y excelente maestro" (ibid., p. 213).

Luego el profesor Pereira se refiere al inolvidable colega y amigo Genaro Godoy (1909-1979), Director de la Sección Filología Clásica de la Universidad de Chile, discípulo de Galante, y doctorado en Italia. Godoy enseñó griego, latín e historia antigua. En 1951 tradujo la ANTIGONA, de Sófocles, en 1971 a Polibio, en 1971 LOS CABALLEROS, de Aristófanes, y en 1974 tradujo a Platón en un volumen con el título de El CAMINO DE LA CICUTA, que contiene la apología, CRITON, EUTIFRON Y FEDON, todas estas obras con introducción y notas, pero sin el texto griego (Ibid., p. 213).

A continuación se refiere a Adolfo Gómez, fallecido muy joven, al profesor M.Anabalón, al profesor francés Merlán, a los que yo agregaría a Gastón Gómez, quien se preocupó principalmente de Platen ón.

"Esta constante humanista se debe en gran parte, a nuestro juicio, al estímulo permanente del ex Decano y ex Rector de la Universidad de Chile, don Juan Gómez Millas. Durante los años en que ejerciera estos altos cargos, se publicaron las traducciones señaladas, con oportunos prólogos explicativos; se becó en Europa a estudiantes graduados y en todo momento auspició la actividad humanista dentro de la Facultad de Filosofía y Educación" (ibid., p.213).

Finalmente, don Eugenio Pereira Salas habla de mi llegada a Chile, de mi labor en la enseñanza de lengua y cultura griegas clásicas, sobre mi cátedra de Historia Bizantina, en circunstancias de que mi colaboración fue solicitada por Juan Gómez Millas, después de un contacto que tuve con él por mediación del extraordinario y jamás olvidado ex Cónsul de Grecia en Valparaíso, don Jorge Mustakis D., cuya labor, como también la de su hermano, el Cónsul General y Consejero Cultural de la Embajada de Grecia, don Gabriel Mustakis D., quedará en la historia de las relaciones culturales entre Chile y Grecia como una página brillante, reconocida por ambos países. Entre otras tantas actividades de estos hermanos, está la donación del Pabellón Griego, un edificio de 184m2, ocupado entre 1961 y 1966 por el Departamento de Lenguas Clásicas, del que fueron directores, los profesores Genaro Godoy, Gastón Gómez, Miguel Anabalón y Mariano Medina. En el mes de diciembre de 1968 se creó el Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos, sobre el cual me referiré más adelante y que tiene su sede en dicho Pabellón (ibid., p 213)).

En relación con la filosofía, desde los comienzos ésta se introdujo en Chile a través de la enseñanza. cuyos programas, "influidos por los factores de la tradición y del clasicismo greco-romano, mantienen la fidelidad al estagirita Aristóteles, que domina todo el horizonte pedagógico".(Hanisch,p.15).

En efecto, en Chile, desde los inicios de la vida colonial, diversas órdenes religiosas fueron autorizadas para conceder grados en filosofía y teología, los cuales se exigían en ciertos empleos y cargos y eran requisito para alcanzar el título en leyes, así fuese obtenido fuera del país. Esto les dio a los estudios filosóficos un nivel bastante elevado y aumentó el número de personas versadas en tales materias. Los primeros cursos fueron dados en Santiago; en 1594 por los jesuitas y en 1595 por los dominicos, extendiéndose desde aquí a Concepción y Mendoza. En la segunda mitad del siglo XVII introducen cursos de filosofía los franciscanos, luego los agustinos y los mercedarios. En seguida los cursos prosiguen en la Universidad de San Felipe, fundada en 1738. En todos estos cursos y durante este largo período domina la filosofía escolástica, la que se mezcla aquí con la teología y el derecho, la cual reconoce en Aristóteles a la autoridad suprema, a cuyo testimonio se apela, incluso en el debate de cuestiones contingentes y locales, como el problema de servicio personal, el trato y la pacificación de los indios, según ocurre, por ejemplo, con Diego Rosales. Incluso cuando en el siglo XVIII llegó a Chile la ilustración con su ideal racionalista, los jesuitas reaccionaron y "las constituciones de la Compañía, ordenan seguir la doctrina aristotélica en la lógica, la filosofía natural y moral y la metafísica"(ibid., p.25). Insistiendo en que el pensamiento filosófico ha de atenerse a las enseñanzas del estagirita.

"La Filosofía fue importada desde el mismo siglo XVI y fue escrita y enseñada en latín por religiosos. Además fue críticamente comentada la filosofía predominante aristotélica y escolástica. Esta tradición fue alterada desde fines del siglo XVIII con la recepción del pensamiento racionalista francés y después con el advenimiento del empirismo inglés"(Vidal, p. 48).

En la Universidad de San Felipe, durante toda su existencia se estudió en filosofía preferentemente a Aristóteles.

En el siglo XX, en especial a partir de la década del 30 y como consecuencia a la institucionalización creciente de la actividad filosófica, como ser la creación del título profesional universitario de Profesor de Estado en Filosofía, la fundación de publicaciones regulares, la celebración de congresos, etc., se advierte un renovado y amplio interés por el pensamiento filosófico griego, cuyos exponentes se analizan, se estudian, se enseñan, se traducen y se publican. Así se infiere del examen de los programas universitarios en Filosofía y de la proliferación de conferencias, seminarios y publicaciones aparecidas en los últimos sesenta años. Por ejemplo, de 2.586 títulos de trabajos filosóficos listados en el Cap. VII, BIO-BIBLIOGRAFIA DE LA FILOSOFIA EN CHILE en el siglo XX (ASTORQUIZA), de los cuales gran parte están naturalmente vinculados con el pensamiento griego, 158 son específicamente de temas filosófico-helénicos. Este interés se acentúa en la medida que nos acercamos a la Época actual. En efecto, como dice Roberto Escobar, "hasta la generación de 1891, los chilenos tienden a concentrarse en pocos pensadores europeos y recién con la generación de 1906, se hace más ecléctico el interés, se fortalece el estudio de los griegos y la generación del 21 y la del 36, empiezan la traducción sistemática de griegos y medievales" (p.294). Corrobora lo anterior el examen estadístico de las memorias de título y tesis de grado en filosofía de las universidades chilenas: de 232 trabajos registrados en la mencionada publicación, 24 son de tema específico de filosofía griega.

Alberto Wagner de Reyna, en su libro LA FILOSOFIA EN IBEROAMERICA, escribe: "La dignidad de una cultura moderna está en razón directa de su conciencia clásica. Los pueblos europeos -Francia, Alemania, Las Españas, Inglaterra, Italia- no "mezclaron" lo clásico con lo bárbaro, sino dejaron que aquél informara y delineara a éste; y por ello es la moderna cultura de cada uno de estos países no meramente nacional: son organismos espirituales de valía ecuménica y asumibles por cualquier otra comunidad... Ejemplo muy ilustrativo es el de Alemania. El mayor de los alemanes fue también el más griego de ellos, Geothe. Cuando en beneficio de lo germánico se ensayó un `indigenismo teutón' o un mestizaje, la cultura de ese país sufrió una fortísima conmoción y limitó su significado a los ámbitos propios de Germania" (WAGNER DE REYNA, pp. 71-72).

"En el caso latinoamericano, cuanto más nos apartemos de lo helénico-ibero-cristiano, tanto menos universal será nuestra cultura, tanto menor será su dignidad y nobleza" (ibid.,p.72).

Quiero terminar refiriéndome a dos aspectos: "Grecia ha producido al racionalista Platón y empírico Demócrito. En la persona de Aristóteles se juntan las dos corrientes, pero posteriormente se separan. Pues el pensamiento platónico renace en los estoicos y el de Demócrito en Epicuro. Este dualismo salvador legó Grecia al mundo actual" (ZIELINSKY, p.145).

"Así pues, una vez Platón, otra vez Epicuro, animaron la filosofía moderna. El racionalismo platónico encuentra puntos de contacto con la religión. El empirismo de Epicuro con la ciencia. aquél tiene relación con la ideología; éste con el materialismo. aquél conduce hacia la perfección del hombre como hombre; éste a dominar la naturaleza (ibid., p. 145). Tales de Mileto dice: !D4@J"

Es decir, "podríRamos vivir en forma excelente y muy justa, si lo que criticamos en los otros no lo ejecutamos nosotros", y San Lucas:
"Y como queréis que hagan a vosotros los hombres , vosotros también haced igualmente a ellos" (P.239).

Y es por eso que "La profesión clerical, en casi todas sus actividades, desciende directamente en los filósofos helenísticos"(OXFORD, p.46).

"Sócrates declara en la Apología que su misión le había sido impuesta por la divinidad; por ello no se atrevía a dejar de cumplirla, aunque le acarreara la muerte, como en efecto le sucedió"(ibid., p.104).

Por otra parte, Ortega y Gasset, mencionado por R. Mondolfo, llegó a declarar que Sócrates encierra en sR la clave de la historia europea, clave sin la cual nuestro pasado y nuestro presente son un jeroglífico ininteligible"(p.54).

Por su parte Erasmo, según Marcel, citado por Mondolfo (p.55), lo incluye entre sus santos, y con escándalo de Lutero, reza "Sancte Socrate, ora pro nobis".

Así como la filosofía helénica se incorporó a la enseñanza superior de Chile desde los inicios de la Época colonial, del mismo modo en educación básica y media, la cultura griega ha estado presente desde sus primeros programas escolares.

La educación humanista de los profesores formados en las escuelas normales, y los lineamientos culturales del Instituto Pedagógico de la Universidad de Chile, produjeron, como es natural suponerlo, un maestro nutrido en lo clásico como origen y modelo, y el pensamiento helénico como por ejemplo en la filosofía de la educación.

Estos profesores, no sólo llevaron su conocimiento directamente al aula, sino que lo impregnaron en las comisiones encargadas de formular planes y programas en ambas ramas de la enseñanza. Y quienes dirigieron el Ministerio de Educación, las escuelas normales, los liceos, eran fruto del mismo tronco. Me atrevería a decir que ni siquiera la tecnología, el modelo norteamericano o las diversas direcciones que ha seguido la educación moderna, han logrado apartar la presencia helénica en las asignaturas que, de suyo, deben contemplarla, vale decir, Historia, Literatura, Filosofía, Artes. En Historia se incluRa a la historia medieval bizantina en forma muy sintética.

No podemos hablar de un influjo griego específico: él es general y permanente, como corolario natural de la formación del hombre que es una de las finalidades básicas de la educación.

Podemos, si, ilustrar con algunos ejemplos, cómo se concreta esa entrega.

Si revisamos los textos escolares, los manuales, desde comienzos del siglo, encontramos que lo griego es una constante en ellos.

El mito y el apólogo conectan a los niños pequeños con las más pura fantasía, con la imaginación, la explicación del universo y de los hombres, con los valores permanentes del mundo de occidente. Para la adolescencia, las artes agregan la visión de esos aspectos con la escultura en particular, y los orígenes del teatro, comedia y tragedia, los marcan, necesariamente, con la apreciación de lo helénico como vida cultural.

En los libros de la lectura de los primeros años del siglo en Chile, ya aparecían la mitología y los fabulistas, librados al maestro su comentario y dirección valórica. En las obras de Manuel Guzmán Maturana para la educación secundaria, los temas griegos eran literatura, historia y poesía, ya no cuento para entretener solamente, y luego, César Bunster agrega la fotografía de las esculturas más famosas, con una nota histórica y comentarios.

Los liceos experimentales, ya en la segunda mitad del siglo, incluyen en sus programas escolares unidades didácticas completas cuyos temas son la cultura griega en todas sus formas, sumando a ello la visita a museos nacionales, a pinacotecas y a parques y jardines, donde las artes helénicas se pueden apreciar en vivo.

Los textos escolares actuales siguen en gran medida estos lineamientos, con la indudable ventaja de incluir una mejor técnica de reproducción gráfica y color para las ilustraciones.

Y si bien en los programas de idiomas -tanto nacional como extranjeros- y en otras asignaturas de los planes de estudio actuales, sólo se especifican objetos, se sugieren lecturas y se indican contenidos precisos de la asignatura misma, el profesor tiene amplias posibilidades de elegir o incluir los grandes momentos de la vida griega, como una manera de continuar con la formación axiológica, histórica y creativa del niño y del joven.

En lo que se refiere al influjo indirecto del arte helénico clásico, las ciudades chilenas, como el resto de las ciudades americanas, no fueron creaciones espontáneas, sino fundaciones españolas intencionadas que correspondían a "la imagen de la ciudad medieval forjada a través de su historia como evolución del concepto greco-latino de convivencia social y administrativa"(PEREIRA, 1995,p.1).

Elementos estilísticos arquitectónicos griegos estuvieron siempre presentes en la arquitectura chilena, tanto en la Época colonial como en la independiente. Durante la Colonia, por ejemplo, en la famosa Iglesia de San Miguel de la Compañía de Jesús, templo de estilo barroco bávaro jesuita, el altar mayor era de orden corintio (ibRd.,p.107). Luego que el templo se incendió en 1841, para su reconstrucción "en la fachada idearon dos torres de orden dórico en el primer cuerpo, acercándose el jónico en el segundo".

Como se sabe, la Iglesia se quemó definitivamente en 1863. Por otra parte, en la construcción de la Catedral de Santiago estuvieron presentes los tres estilos clásicos griegos: jónico, dórico y corintio.

Desde España y otros países europeos, pero principalmente desde Francia, con su influjo cultural, llegaron a Chile los ideales de la ilustración con su nuevo espíritu, que, estéticamente, se expresaron en la presencia del neoclasicismo o imitación del arte grecorromano. Así, en el edificio de la Casa de la Moneda, obra del Arquitecto romano Joaquín Toesca, artista "siempre fiel a sus principios de que la esencia de la armonía resulta de la justa unión y relación de las partes entre sí y de éstas con el todo"(ibid., p.211), el edificio es de estilo dórico, adecuado a las funciones que debía desempeñar y a la seguridad que debía tener contra los terremotos. Asimismo, la Iglesia de Santo Domingo tiene una "esbelta fachada de un cierto clasicismo dórico". En el edificio de la Cárcel y el Cabildo de Santiago -para algunos la obra cumbre de Toesca-, destacan las columnas dóricas y el "ático sencillo" en la construcción. También a Toesca pertenece el templo del hospital de San Juan de Dios, del cual "la portada adornada de pilastras con dos grandes torres siguen el estilo dórico y las obras interiores el jónico"(ibid., p.220).

A partir, sobre todo, de la segunda mitad del siglo XVIII, el neoclasicismo arquitectónico se impone en los principales centros urbanos de Chile, comenzando por la Serena, cabecera espiritual del norte, hasta Concepción, en cuyas construcciones públicas abundan los elementos de orden clásico. Más al sur, en Chiloé, siguió prevaleciendo el arte derivado de los misioneros jesuitas, con sus "imágenes de raigambre popular", en las que predomina "el dorado bizantino, aprovechado inconscientemente por los santeros del archipiélago"(ibid., p.264).

El mismo estilo neoclásico se advierte en los continuadores de Toesca y sus obras, como ser el edificio de la Real Aduana, el de la Real Audiencia de Santiago, con su frontis "decorado por seis pilastras de orden dórico", o como el célebre edificio del Tribunal del Consulado.

También en las viviendas particulares se advierte, sobre todo a partir del siglo XVIII, el uso de elementos arquitectónicos clásicos griegos, como el famoso y clásico mojinete, en el que lucía el escudo familiar.

Incluso dentro del "mobiliario típico de las casas suntuosas de Santiago", había "dos estantes con obras clásicas".

También se advierte el influjo neoclásico en las artes menores, como ser en la platería, en que se utilizan como elementos decorativos las "guirnaldas, las ánforas, las hojas de acanto y los medallones"(ibid., p. 293).

Hasta 1949, los estudios bizantinos no habían arraigado en América Latina. Ese mismo año -uno después de haberme contratado- el entonces Decano de la Facultad de Filosofía y Educación de la Universidad de Chile, profesor Juan Gómez Millas, me encomendó enseñar estas materias en el Departamento de Historia. El interés mostrado por los estudiantes fue tan grande, que se debió editar nuestros apuntes con el título de HISTORIA BIZANTINA. repetí el curso en 1950, completando las notas para una segunda edición, dedicada siempre a los estudiantes.

El mismo año, la Escuela de Leyes de la universidad de Chile me solicitó desarrollar estos apuntes, interesándose en el Derecho del Imperio de Constantinopla. Fue así como en 1951 salió a la luz pública, bajo el título de EL IMPERIO BIZANTINO 395-1204 (HISTORIA, CULTURA Y DERECHO), la primera obra en su género editada en America Latina.

Por otra parte, me dediqué a dictar conferencias en diferentes ciudades del país, despertando el interés de los estudiantes universitarios e incluso del público en general. Entre otros, fueron tratados los temas de Teodora, Emperatriz de Bizancio; El Imperio Bizantino en la Historia Universal; Los monasterios de Monte Athos, etc. (valor histórico, religioso y artístico).

El año 1953, con el auspicio del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad de Chile, fueron conmemorados los 500 años de la caída de Constantinopla, mediante un ciclo de conferencias en que participaron varios distinguidos profesores, encabezados por el rector de aquel entonces, y que comprendió: La Caída de Constantinopla y su Influencia en el Descubrimiento de América, Bizancio y el Derecho, Bizancio y el Renacimiento, Corrientes Espirituales en la Historia Bizantina, El Imperio bizantino en la Historia Universal y El Arte Bizantino.

En el campo de la docencia, uno de mis discípulos, el profesor Héctor Herrera, ha demostrado especial interés en esta etapa de la historia, comprobable desde la elaboración de su tesis titulada LAS RELACIONES INTERNACIONALES DEL IMPERIO BIZANTINO EN LA EPOCA E LAS GRANDES INVASIONES. En el prólogo se refiere a mi tarea de presentar un nuevo campo del panorama de la historia universal, la del imperio bizantino. Añade que a través de mis cursos "comprendimos que había -dentro de la bizantinología- posibilidades extraordinarias para la investigación, además de un intrínseco valor en sus problemas, que entonces difícilmente hubiéramos podido formular y que hoy, después de varios años de estudio, creemos que se derivan de la potencia de su historicidad; es decir, justamente lo contrario de lo que se lee en tantos manuales en que se presenta la Historia del Imperio Bizantino como una sarta abigarrada de hechos, apenas mal hilvanados por su ubicación geográfica y su secuencia cronológica. En cambio, sentimos en la Historia de Bizancio un plantearse con seguridad, que se expresa en las decisiones que van jalonando su tiempo como evidencia y de su comprensión cabal de los problemas que aporta el presente y su compromiso con la trascendencia vigente de su dorado pasado y, por lo mismo, tremendamente exigente"(p.IV).

El profesor Herrera no ha dejado jamás de ocuparse de la historia, la cultura y los problemas del Imperio bizantino. Tanto en la universidad de Chile como en la Católica de Valparaíso, ha venido enseñando y difundiendo la vida, los hechos y los valores de aquel estado milenario. Con el auspicio del Departamento de Extensión Cultural de la Universidad Católica de Valparaíso, el patrocinio del entonces Rector Jorge González, y el entusiasmo de quien fue Cónsul General de Grecia en esa ciudad, don Jorge Mustakis, organizó también, en noviembre de 1958, una Semana Bizantina, durante la cual prestigiosos profesores laicos y eclesiásticos dieron conferencias en el Salón de Honor de la Universidad, las que luego fueron publicadas con el título de PRIMERA SEMANA BIZANTINA(PASCAL, G.H. y otros, Public. de la U.C., Valparaíso).

Entre nuestras esperanzas por afianzar en el país los estudios sobre Bizancio y Grecia moderna, manteníamos siempre el proyecto de formar un centro de estudios bizantinos y neohelénicos; a este respecto debo hacer mención del Cónsul General y Consejero Cultural de la Embajada de Grecia en Chile, señor Gabriel Mustakis, quien aportó a esta idea, tanto respaldo económico como intelectual, dando varias conferencias sobre estos temas.

Me place, asimismo, nombrar aquí a nuestro ex discípulo, profesor Miguel Castillo, consagrado por años al aprendizaje del griego moderno y al estudio y conocimiento profundo de la literatura neohelénica, la que luego se dio a difundir con sus publicaciones, muy bien conceptuadas por la prensa nacional e internacional. Se trata, en el caso del profesor Castillo, de un fenómeno extraordinario, pues él es el único latinoamericano que, guiado por su amor a Grecia, su entusiasmo y tesón, ha llegado a ser un conocedor cabal de su lengua y literatura modernas.

De esta forma, a través de la enseñanza, la publicación de libros, de artículos en revistas y diarios, la dictación de conferencias, de charlas radiales y televisadas, se fue preparando la opinión pública en el país y también el continente, y generando un vivo interés en las aulas universitarias y el ambiente intelectual, en general. De suerte que, cuando en 1967 comenzó el movimiento de reforma universitaria, y más exactamente, cuando propusimos la creación del Centro de Estudios Bizantinos y Neohelénicos a la ex Facultad de Filosofía y Educación, el claustro de ésta la aprobó por unanimidad el 4 de diciembre de 1967, acuerdo que este país era el primero en América Latina que tomaba esta iniciativa.

Los gobiernos y las entidades educacionales superiores de Grecia hondamente complacidos por el afecto y la admiración que siente el pueblo chileno por la Hélade y su cultura, no han cesado, desde 1958, el enviar libros y ofrecer becas y, desde 1968 hacen un aporte anual considerable destinado a estimular y financiar la publicación de los estudios que emprenden los investigadores del Centro. Esta valiosísima contribución la permitido sustancialmente la cristalización de nuestros proyectos. En efecto, desde 1970 hasta la fecha, se han editado seis números del ANUARIO del Centro, intitulado BIZANTION NEA HELLAS, y se han publicado seis libros, los que se han enviado a la mayor parte de las universidades de América Latina y a prácticamente todas las que cultivan estas disciplinas en Europa y USA.

Las comunicaciones que hemos recibido, no sólo desde Grecia, donde estas publicaciones fueron acogidas con interés y beneplácito, sino también de las más grandes universidades, nos alientan a seguir nuestra labor con satisfacción y entusiasmo. Numerosas universidades y otras entidades culturales han alabado las obras, ofrecido y hecho donaciones de libros y canje de revistas y otros trabajos. Tal es el caso de la Universidad de Oxford, de Harward, de Atenas, del Centro Siliciano de Estudios Bizantinos y Neohelénicos, de la Universidad de Roma, del Instituto de Estudios Bizantinos y Neohelénicos de Belgrado, de la Universidad de Mhnster, de la de Lodz, de Texas, de la Ecole Nationale de Langues Orientales Vivantes, de Paris, de la Academia Checoslovaca de Ciencias y Letras, de la Academia Rumana de Ciencias, de la Academia Búlgara de Ciencias, del Instituto de Colaboración Científica de la República Federal de Alemania, de la Academia de Ciencias de Berlín, de la Universidad de Sydney, de Australia.

Desde esta región del mundo, el Centro se preocupa de dar a conocer el significado y la enorme importancia que tuvo el Imperio bizantino, tanto para la preservación de la cultura clásica, como por el influjo que ejerció en la elaboración de la civilización occidental y la ayuda que prestó a tantos pueblos primitivos, haciéndolos entrar en la historia.

El prestigio de este organismo le ha permitido participar, por medio de su director, en varios congresos internacionales de bizantinología y en uno de estudios neohelénicos; así como la crítica nacional y extranjera ha reconocido su calidad académica, particularmente comprobada a través de su publicación periódica BIZANTION NEA HELLAS, la cual ha difundido trabajos de la significación de LA UNIVERSIDAD DE LA CULTURA BIZANTINA, de Luis Fernández; PENUMBRA, COYUNTURA Y FULGOR DE BIZANCIO, de Augusto Iglesias, entre otros, que profundizan y contribuyen a mantener en plena vigencia la investigación del humanismo griego.


ABSTRACT

Fotios Malleros refers to the influence of the Hellenic in Chile, as reflected by a number of outstanding scholars, wich allows him to relate the intellectual progress of our country to the wide international spectrum of the Greek spirit, observable in artistic and literary works.

Basing himself on a study of historian Pereira Salas, prof. Malleros offers a summary view of the teaching of the Greek language and civilization in Chile, which he complements with his own experience in this matter. In this respect, he considers the work being done through the Center for Neo-Hellenic and Byzantine Studies of the University of Chile, as an effective instrument for the expansion of the research in this field.


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