MAQROLL Y EL HORIZONTE MÁS LEJANO


Alejandro Zambra I.

Maqroll es el gaviero, es decir, es el hombre que ocupa la gavia de las embarcaciones y desde allí escruta el horizonte. Maqroll el Gaviero es el personaje en torno al cual Álvaro Mutis ha desarrollado casi la totalidad de su obra, desde el poema "Oración de Maqroll" aparecido en su primera publicación (La balanza de 1948), hasta la saga de novelas -siete- con el título genérico Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero, aparecidas en los últimos años [1]. Siguiéndole el juego al autor -la mejor manera de leer- podríamos pensar que Mutis, con la vocación de un aficionado a los libros viejos, ha hecho un esfuerzo por recopilar la mayor cantidad posible de material ligado a la vida del Gaviero, y lo entrega a los lectores como quien comparte una inclinación secreta y desmedida con sus amigos. La obra de Mutis es, entonces, una "recolección" de los más distintos materiales: sentencias de Maqroll aparecidas en un muro, oraciones del Gaviero e incluso su diario de viaje. Mutis "interviene" estos textos, introduciéndolos, complementándolos e interpretándolos, de manera tal que el "original" (a)parece inserto en los poemas en verso y en prosa, novelas y seudobiografías que forman la obra de este escritor colombiano, galardonado recientemente con los premios Príncipe de Asturias y Reina Sofía de poesía iberoamericana.


"Niega toda orilla"

El principal rasgo de Maqroll es la errancia. El Gaviero está constantemente viajando de un lugar a otro, visitando las regiones más alejadas e inverosímiles del mundo. Sin embargo, no se trata de la típica imagen del hombre aventurero. Maqroll no busca aventuras, es un personaje que siempre viene de vuelta. Aunque la mayoría de las veces termine por embarcarse en oscuras empresas, confiando a medias en personajes que no merecen su confianza, desempeñando oficios anodinos e inciertos, a Maqroll sólo le interesa no estarse quieto porque sabe que no pertenece a ningún lugar. Y todo da lo mismo. No hay nada nuevo. La facultad de ver el horizonte más lejano es, para Maqroll, una condena. Sólo sirve seguir un rumbo, no importa cual.

En el relato "La nieve del almirante" [2] nos encontramos con Maqroll trabajando en una posada. La posada se ubica en la parte más alta de una cordillera, y allí Maqroll atiende las mesas. Cuando los viajeros sienten ganas de orinar, cruzan el pasillo que conduce al corredor trasero de la casa. En los muros de ese pasillo están escritas, borrosas y víctimas del implacable paso del tiempo, algunas de las sentencias de Maqroll, algunas de las observaciones que resumen la filosofía de vida del Gaviero, vale decir, el resultado de su experiencia vidente. Entre estas sentencias, hay una que podría sintetizar con la mayor justicia su postura ante la vida que, como todas, es también una postura ante la muerte: "Sigue a los navíos. Sigue las rutas que surcan las gastadas y tristes embarcaciones. No te detengas. Evita hasta el más humilde fondeadero. Remonta los ríos. Desciende por los ríos. Confúndete en las lluvias que inundan las sabanas. Niega toda orilla".


El lugar de origen

Según el trabajo de Joseph Campbell "El héroe de las mil caras", son tres los puntos centrales en torno a los cuales se articula la experiencia del héroe en la mayoría de las literaturas del mundo. En primer lugar, el héroe inicia su recorrido desde su mundo cotidiano, desde su lugar de origen, pasando, luego, a una etapa de iniciación que constituye la aventura. Finalmente, el héroe vuelve a su universo cotidiano profundamente enriquecido y dispuesto a entregar su valioso conocimiento a los demás [3].

Conocemos a Maqroll en un punto en que su iniciación ya está acabada, el personaje ha perdido su inocencia, y comunica su secreta sabiduría sólo a quienes quieran recibirla. Cuándo se llevó a cabo esta iniciación, es algo que nunca sabremos. Lo cierto es que Maqroll ya no tiene nada que aprender. Se dedica simplemente a reforzar los pensamientos que su intuición o una antigua experiencia implícita han sabido entregarle. Sus errores no son más que la confirmación de una regla sin excepciones: el hombre está condenado a equivocarse porque su destino ya ha sido trazado. De acuerdo con las tres etapas que señala Campbell, el personaje está detenido en la tercera fase, entregando su conocimiento, pero para cumplir con este objetivo no regresa. Porque no hay, aparentemente, un lugar al cual volver. Este lugar, el punto de partida del viaje de Maqroll, no aparece en los textos de su "biógrafo" Mutis. Su infancia es, apenas, una nebulosa iluminada parcialmente por los colores del trópico en los cafetales colombianos, un indicio que, quizás, este lector encontró por la antigua y sana costumbre de mezclar la biografía del autor con la biografía del personaje. Por otra parte, si bien Maqroll entrega su conocimiento a los demás, su mala nueva, por así decirlo, la naturaleza misma de este conocimiento -la profunda desesperanza y nostalgia que comprende- impide que pueda ser comunicado más que a unas cuantas personas. La ausencia absoluta de voluntad mesiánica en Maqroll y su desconfianza en las personas -en un mundo en que la desconfianza es una actitud importantísima para no ser pasado a llevar- ayudan a que sus revelaciones siempre aparezcan en momentos muy señalados, y dirigidos sólo a ciertas personas que de verdad le interesan y lo comprenden.

Pero, ¿Cuál es el lugar de origen de Maqroll? Don Aníbal, uno de los personajes con quien Maqroll comparte sus tribulaciones en la novela "Un bel morir", le aconseja: "Busque el mar, allí está su salvación". A lo que Maqroll responde: "Allí ha estado siempre, don Aníbal. Nunca me ha fallado. Siempre que intento algo tierra adentro me va mal. Pero parece que no aprendo. Deben ser los años". El mar es el lugar respecto al cual el Gaviero manifiesta su pertenencia. Es, en definitiva, el lugar de arraigo de Maqroll y esto explica su esencia viajera. El mar, y todo lo que él implica. Como la imagen de Alejandría en la poesía de Kavafis, la imagen del mar persigue a Maqroll donde quiera que vaya. El mar, amado y odiado, porque los fracasos también acechan cuando se está en los navíos. Pero sólo es posible el viaje y la vida secreta.

De la intervención de Maqroll no depende el destino de una ciudad, y ni siquiera el destino propio, el cual, irreversiblemente, ya ha sido escrito. El Gaviero es, más bien, el último héroe posible en un mundo que ha perdido todo centro. El espacio en el cual se mueve ya ha recibido el influjo de los fenómenos que han dado y quitado forma al mundo contemporáneo. Maqroll es la figura anacrónica que aparece en un tiempo y en un espacio hostiles, una suerte de Quijote pero, lamentablemente, demasiado consciente de sí mismo y del mundo que le toca vivir.


Las visiones

La obra de Álvaro Mutis, o mejor dicho, la vida del Gaviero, parece ser un ejercicio de concentración obsesiva en los temas que han dado forma a la literatura desde sus primeras manifestaciones. El viaje hacia la muerte, la (in)utilidad de la poesía, la (im)posibilidad de conocer el destino del hombre, son algunos de ellos. Las visiones de Maqroll son el resultado de un continuo rumiar en torno a lo mismo y la relación de Maqroll con la literatura se guía por los mismos principios. Aquí y allá, registra, interpreta, convierte, compara. Leyendo, por ejemplo, las crónicas de alguna monarquía olvidada, Maqroll adquiere la certeza de que no es el único que experimenta determinadas visiones y se siente, de alguna manera, parte de una comunidad: la comunidad integrada por un grupo de hombres que han vivido de la misma manera que él. El libro es su compañero, la herramienta gracias a la cual contrasta y compara sus vivencias con las del prójimo, incorporándolas al fluir de su existencia. Y con esos hombres comparte su nostalgia, una nostalgia que surge de la certeza de que hay algo oculto, algo que nunca podrá ser conocido: "Dos metales existen que alargan la vida y conceden, a veces, la felicidad. No son el oro, ni la plata, ni cosa que se les parezca. Solo sé que existen" ("La nieve del almirante"). La carencia motiva el sentimiento reflejado en cada uno de los actos del Gaviero: su enraizada desesperanza.


El poeta de este mundo

Para Maqroll-Mutis, la poesía es tan inútil como necesaria. Sabe que "el poema está hecho desde siempre" y sus autores son los dioses. Pero sabe también que al hombre le corresponde intentarla aunque se sepan todos los finales y se tenga la certeza de que el desenlace irremediable es la muerte. ¿Cuál es el sentido de escribir y de leer poesía? Siempre es bueno recordar a Jorge Teillier; al igual que él, Mutis sabe que la poesía "no significa nada si no permite a los hombres acercarse y conocerse". Maqroll entabla relaciones importantes con las personas que comparten su desencantada visión del mundo, y éste es, quizás, el sentido último que tiene la escritura. El poeta de este mundo, el que debe reponerse de una derrota para llegar a otra, el que sabe que su voz no es sino el remedo absurdo de la voz de los dioses, se reúne con los otros hombres, vivos y muertos, para perpetuar la evidencia de su desamparo: "La poesía substituye,/ la palabra substituye,/ el hombre substituye,/ los vientos y las aguas substituyen.../ la derrota se repite a través de los tiempos." ("Los trabajos perdidos" [4])


La obra de Mutis es una invitación a leer el mundo desde el hombre, desde la certeza de una orfandad, y una muy secreta esperanza que nadie se atreve a admitir. Eso es todo. Escuchar una voz que dice unas pocas palabras verdaderas. Y arriesgarse a mirar hacia el horizonte más lejano, aunque no nos guste lo que vemos. Eso es todo.

Quienes sólo tienen tiempo para su inteligencia, encontrarán en esta obra una enumeración de lugares comunes. Eso es, quizás, la literatura: repetir una oración a un Dios que sabemos no nos escucha.

Santiago de Chile, Junio de 1997



Notas

1.- La muestra más importante de la poesía de Álvaro Mutis se encuentra en la antología Summa de Maqroll el Gaviero 1948-1988 (México, Fondo de Cultura Económica, 1990). Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero fue publicado por Alfaguara en 1995. Las siete novelas incluídas en este volumen son: La nieve del almirante (1986); Ilona llega con la lluvia (1988); Un bel morir (1989); La última escala del tramp steamer (1992); Amirbar (1990); Abdul Bashur, soñador de navíos (1986); Tríptico de mar y tierra (1993).

2.- Este relato aparece en la obra Caravansary incluída en la Summa de Maqroll el Gaviero. También es reubicado como "apéndice" a la novela del mismo nombre.

3.- Ver: Joseph Campbell: El héroe de las mil caras (México, Fondo de Cultura Económica, 1980)

4.- También en la Summa de Maqroll el Gaviero