Bernardo Rocco

(Selección de poemas)
 

FUGA

Contemplar el tiempo

irremediable y sencillo.

Un aullido de instantes

de consternación diaria.

Difícil es fijar imágenes,

que revelen el transcurso

frágil.

El aire se cuela entre manos y

ojos temblorosos.

Que ven el ir.

 
                                                                                        v v v v v v v v v v v v v v

 

 

 

EXHALANDO LA ESPERA

Mientras la sangre hierve y se contrae,

los sueños terminan por dispararse.

Las cavilaciones se agolpan,

desplegando remordimiento.

Todo se hace persistente y sonoro.

Sólo una gota de alivio basta,

para remover lo yerto

y sacrificar todo al olvido.

Pero me impaciento, me extremo

en romper mis ojos.
 
 

                                                                                    v v v v v v v v v v v v v v
 
 

APARIENCIAS

Horas maléficas.

Representación de múltiples espejos.

Alegoría de algo inexistente.

Pesadumbre viscosa que va tiñendo

nuestra cóncava exterioridad.

Cada vez más inerte y pulcra.

Desearía estar convexo.
 

                                                                  v v v v v v v v v v v v v v

 

 

EL BARQUERO

Me inquieta aquella música próxima

que se agolpa entre mis negros oídos.

Eje nocturno, amuleto de brujos

que se precipita desde la cima.

Me aprisiona y con ello me reanima

desconcertándome con sus arrojos.

Me dejo caer por sus dulces ojos,

caminando al olvido de su sima.

Vuelvo a recubrir de nuevos ropajes

mis ojos trémulos de desconcierto

mientras afuera, llueven mil lamentos.

Pero tú viajero ¿No reconoces

esta barca, esta hoz, este mi manto?

Cantó, la que vive de mis despojos.
 

                                                      v v v v v v v v v v v v v v

 

 
 
PENUMBRAS

Evoco tus movimientos ligeros,

marea de sucesos

que traspasa mi cuerpo

en este lugar despoblado.

Acojo nuevas palabras

que dispersan mi aliento.

Sintiendo tus variados sonidos

formas que conjuran tu imagen.

Soy hombre débil y quebrado por este tiempo,

que aquieta tus cálidos labios.

Intento atraer luces e implorar una noche,

pero se precipita la espesura de mediodía.

Levanto nuevamente mi rostro

hacia lugares extraños, buscándote,

contemplando lloroso tus dulces trazos,

devolviendo nuevas sales,

creyendo menos en el hombre

que arroja gritos pidiendo tu presencia.

Mientras multitud de sombras se agolpan,

me ahogo delicadamente ante tu distancia.

 

 

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