Universidad de Chile

VALORES NARRADOS - ELTIT, LOS TRABAJADORES DE LA MUERTE.

por Adela Rolón

Universidad Nacional de San Juan

 

Valores presupuestos

El problema de los valores se encuentra íntimamente asociado con el criterio de racionalidad con el cual se los analice, particularmente el valor cuantitativo de un objeto o de una moneda depende del contexto de uso en que se encuentre. (1)

Resulta difícil deslindar clases de valores cuando juegan permanentemente en el discurso sin ser totalmente explícitos y absolutamente claros. No obstante hay que poner a prueba las hipótesis de interpretación sobre valores intentando la reconstrucción del contexto y de las variables fundamentales que lo diseñan.

La importancia de señalar los valores se justifica porque permiten entender el esquema argumentativo del discurso. Si se puede tener injerencia en este esquema se ha resuelto prácticamente la posibilidad de ensamblar las piezas de lo que se interpreta. Pongamos un ejemplo, un texto puede presentarse con una gran oscuridad interpretativa si no se comprende que se entiende en él como valioso y qué se desestima como carente de valor.

Entonces lo que vale, esgrime su soporte de validez de acuerdo con el contexto de empleo. Esto no significa que haya que sustentar un relativismo axiológico (2), sino que en cada caso en que se analizan discursos hay que hacerse cargo de las modalidades que van adoptando los conceptos que sostienen el discurso, lo que vale y lo que se desestima.

Hay valores que por sus características operatorias y movilizantes se pueden identificar con propósitos u objetivos antropológicos fundamentales, que en el decir de Kant son aquellos que van ligados con las formas de racionalidad y caracterizan tipos de lógica (3). Para bien o para mal de los que creen en los valores inamovibles, no se puede obviar en qué circunstancias se esgrimen ni ante qué situación discursiva o enunciativa (4).

Nuestro ensayo consiste en desafiar desde la filosofía del lenguaje, el discurso narrativo de fin de siglo con el objeto de corroborar la mutación valorativa o presentar ciertos valores del fin de siglo cuya modalidad nos hace pensar que no se trata de los mismos valores con otro matiz, con respecto a etapas anteriores, sino que se trata de otros valores diferentes que se configuran en una concepción transformadora.

Los enunciados valorativos analizados, en otros contextos, en otros tiempos o descontextualizados se pueden interpretar como disvalores o antivalores, pero es justamente el contexto el que los caracteriza como valores que soportan las formas de vida y se pueden aceptar como una forma de concebir la vida.

Este argumento funciona también a la inversa, algunos textos sobrevaloran lo que otros repudian. Tratándose de la literatura, cuando una obra se pone en circulación se relaciona en circuitos valorativos con todos los discursos sociales. Y un aspecto muy llamativo de la narrativa contemporánea, es que cuando niega valores, fuentes o tendencias, afirma parcial o totalmente su contrapartida.

Dualismo y monismos

El pensamiento occidental sobre el sujeto humano se ha caracterizado a lo largo de los siglos por el dualismo con el que ha sido concebido. Para muchos discursos el valor reside en la construcción empeñosa de reservorios espirituales, trascendentes, supratemporales, no sensibles o desvinculados del área corporal. Nos referimos aquí al dualismo alma-cuerpo, espíritu-materia. El dualismo proveniente de creencias religiosas, avalado con teorías científicas ya funcionaba de manera incipiente en la más clásica concepción griega, cuando explicar algo significaba encontrar un equivalente supratemporal o supraespacial de ese algo. O simplemente asignar esa oscuridad de la comprensión de los hechos y los fenómenos a fuerzas tan poderosas que ellas mismas no se dejaban conocer, no se dejaban explicar. Además de los dioses y sus vicisitudes, los griegos tenían otras explicaciones también ignotas o desconocidas y que en las creencias populares se pueden hallar hasta nuestros días, una de estas fuerzas, incluso superior a los dioses mismos o al menos que despertaba en los dioses un gran respeto, era el destino.

Las posturas dualistas sustentan todo tipo de trascendentalismos que son considerados como lo más valioso y quedan en segundo o tercer plano las necesidades sociales, biológicas, sensibles, estéticas.

Para un epistemólogo que esté preocupado por las estrategias de manipulación del discurso, el destino funciona como el cierre final de toda explicación, al igual que lo es la divinidad cuando el enunciado de lo divino detiene la indagación. Para cerrar un argumento, ambos proceden por la desestimación del interlocutor y de su perspicacia argumentativa. Así, el cierre de un caso controvertido se lleva a cabo con los enunciados del destino como: era su destino, estaba escrito. En el caso de la divinidad: es un castigo de Dios, o Dios se lo mandó. Por lo tanto, en investigación, epistemología, educación, los enemigos más obstinados y represores son: el destino, las religiones y con ellos, la desestimación de las nuevas preguntas. Esto, si creemos que preguntar es la posibilidad de plantearse problemas, tratar de responderlos y aprender a darse alguna explicación reconociendo la imposibilidad de dar más, por falta de elementos, por desconocimiento o por necesidad de ayuda de quien tiene algún repertorio adecuado de respuestas. Bien, tanto el destino como las religiones se soportan en argumentos no corroborables por algún tipo de experiencia pública o conocida sino en experiencias extraordinarias de seres especiales.

El dualismo en su plenitud atribuye a la dimensión espiritual del hombre, supraterrenal o supratemporal su posibilidad de conectarse algún día con estas fuerzas misteriosas que no puede comprender o le atribuyen su proveniencia de ellas como dice algún relato de Platón. Por supuesto hay además dualismos seculares como el de alguna psicología. Las concepciones dualistas de lo humano presentan una escala de valores en la que lo profundo es lo más espiritual y lo superficial aquellas necesidades conectadas con la vida cotidiana. Para ser coherente con una postura dualista de este tipo , el dinero y lo útil se convierten en especies de disvalores como cuando decimos que lo hace por plata o lo hace porque lo necesita para subsistir.

Frente a la concepción dualista de lo humano aparecen concepciones monistas o capaces de explicar a los hombres por una sola línea categorial: Monismo neurofisiológico, monismo sociológico y monismo lingüístico. Cada uno adopta su nombre de la fuerza o centro regente que considera fundamental de lo humano.

Para el monismo neurofisiológico toda explicación de la conducta se puede dar a nivel del sistema nervioso como estructura autopoyética que en cada caso gestiona su propio equilibrio. Para el monismo sociológico, cualquier explicación de lo humano se aloja en el medio social que comparte con otros humanos. Ambos monismos pretenden ser una descripción de lo real. En cambio el monismo del lenguaje no intenta moverse en el terreno de la referencia sino que analiza en todas sus formas el conocimiento humano en su lugar natural, el lenguaje. En lugar de preguntarse por el referente y el qué constitutivo de la realidad se pregunta por los intrincados caminos del conocimiento humano como base radical para entender la modalidad del conocimiento y de lo conocido.

Por de pronto, el monismo del lenguaje sustenta al holismo del significado, el significado se resuelve en lenguaje y el lenguaje en enunciados, por lo tanto un enunciado significa en relación con el cuerpo de los enunciados posibles y desde allí evalúa los enunciados teóricos y su contexto de ocurrencia para analizar los valores presupuestos y las operaciones mentales que los dejan al descubierto.

No es fácil fundamentar un monismo, demasiadas teorías y religiones avalan lo contrario. A lo largo de muchos siglos hemos configurado un dualismo enredado en el lenguaje que nos muestra, nos manifiesta como un juego dual de deseos y necesidades, que solemos llamar materiales y espirituales. Por de pronto nos sorprende la variedad de respuestas ante la muerte o del origen de la vida. Notamos a cada paso que nuestro lenguaje no termina de explicarse por la sinapsis celular pero sí tiene una respuesta muy convincente en su aspecto negativo: si yo lesiono tal punto del sistema nervioso, la función desaparece. Aunque también desaparece toda función si se carece de otro que respalde la puesta en escena social.

Lucha de dualismo y monismos

Este ensayo se construye en torno a la escritura. Toma como referente La obra Los trabajadores de la muerte de la escritora chilena Diamela Eltit (5). La estructura formal presenta un matiz problemático: en la tapa, debajo del título dice: novela, sin embargo el índice nos muestra un primer capítulo y un último capítulo que enmarcan limitando en el centro 3 actos, modo en que son convencionalmente presentadas las obras de teatro.

Este problema formal coincide con la lectura completa de la obra, El primer capítulo, A las puertas del albergue, nos introduce a un mundo hostil y cruel cuyos sujetos son un grupo de tullidos que además de presentar carencias físicas importantes también caracterizan problemas sociales contemporáneos como las competencias y las luchas por el poder. No es casual que a estos seres que no tienen ningún soporte social significativo sea lo único que les quede, las luchas y las competencias.

En el grupo se destacan un beodo y una niña sin brazo. El beodo sueña y la niña interpreta sus sueños. Justamente es la interpretación de un sueño lo que abre los tres actos mencionados. Estos personajes aparecen nuevamente en el último capítulo, los príncipes de las calles, en el cual se encuentran subsumidos en un mercado que no les ofrece respuestas a sus problemas y el sentido de sus vidas, su esquema de valores, proviene de las formas de competencia de poder, entre ellos y con los demás, que se dejan interpretar claramente como formas de supervivencia en un medio adverso para los carenciados.

El símbolo es claro, los que están más carenciados tienen como valor supremo la competencia y los juegos de poder. Sus valores crecen y se desarrollan en una concepción del destino y en una lectura del universo que les permite espiritualizar gestar narraciones interpretativas y los hace sentirse superiores (6).

La teatralización

Los tres actos enmarcados presentan importantes desfases temporales pero en una reconstrucción de la trama se pueden leer como una dolorosa historia familiar. El esposo, que se ha presentado como un ser tierno y amable se comporta con su esposa bestialmente, demandando de ella todo tipo de sumisión erótica por medio de malos tratos verbales, insultos, desestimación, exigencias, violaciones permanentes. La esposa, que es quien asume la perspectiva narradora de esta visión de la pareja, se caracteriza a sí misma como acosada, cansada, vejada, insultada y no tiene ni un resquicio de realización personal. Sus fatigas son causadas por la demandas de su esposo y de sus dos hijos varones que lloran, ensucian, se enferman, y envejecen y enferman a su madre.

El esposo se enamora de otra mujer de Concepción con la que tiene una hija y abandona a su familia. Al poco tiempo, muere.

El hijo mayor, cuando crece, decide dejar la casa en la que quedan la madre y el hermano menor. Va en busca de seguridad, placeres, aventuras hasta que llega a Concepción y se enamora irremediablemente de una joven caracterizada por un erotismo altamente complaciente, autónomo y exquisito. El joven descubre que se trata de su hermana, la hija que su padre tuvo con la otra mujer en Concepción. La joven decide dejarlo por otro y cuando acude a una cita que él establece, él la mata con un cuchillo luego de una relación sexual estimada como perfecta por el asesino. Con este desenlace él espera haber vengado a su madre matando a su padre en su hermana.

El epígrafe: ¿El destino?

La lectura de la trama de los 3 actos centrales, presenta una coincidencia fuerte con el epígrafe de la obra que pertenece a Olga Orozco:

- ¿Quién habló de conjuros para contrarrestar la herida del propio nacimiento?
- ¿Quién hablo de sobornos para los emisarios del propio porvenir?

Desde una lectura semántica aparentemente se trata de la tematización y teatralización del destino al modo de las tragedias griegas pero en un ambiente de fines del siglo XX. Así los tullidos aparecen marcados corporalmente con la herencia del nacimiento y su destino se muestra prefijado en el rechazo social, en la búsqueda de compañía en el grupo, en la organización interna de los valores y disvalores, entre los que están: el destino, los dioses, una lectura trágica y casi demencial de la vida. Al mismo tiempo su contexto de vida es lamentable rodeado de pobreza, suciedad y abandono.

También el hijo mayor del relato enmarcado, va presentando a lo largo de la obra signos prefijados que gobiernan sus actos y siempre encuentran una relación íntima con las humillaciones recibidas del padre por la madre. Caracteriza un vengador cuyo mandante materno supera sus posibilidades creativas y lo subsume en la misión de vengarla según su propia construcción, ya que no hay señales de que sea la madre quien ha gestado esta misión.

El espacio del destino es unidireccional, esperado, anunciado y vivido como misión prefijada desde un mandato reconocido como tal por quien está involucrado en este mandato. El destino es la explicación de lo irremediable donde no hay ni un resquicio de libertad para operar ni pensar en su contra. ¿Cuándo se puede leer el destino como la construcción del propio destino?, ¿Puede interpretarse como un aprendizaje lento y eficaz que culmina con un desenlace aparentemente prefijado?. Solamente se construye el destino cuando no se entiende como predeterminado sino como el resultado de una trayectoria simbólica que es elegida momento a momento como tal.

El salto destinista se arraiga en un oráculo fuera de la escena de la vida cuya única misión consiste en certificar y constatar el cumplimiento de lo anunciado como desenlace destinista. El salto destinista es el resumen de una trayectoria, un resumen que no tiene en cuenta cada paso que se da para la consecución del fin destinista.

En el destino nos preocupa la explicación que se da del destinador, aquel que predice o prefija y determina o se presenta como el vocero acreditado de un mandato cuyo mandante no aparece. El mandatario es el destino, la fatalidad, lo prefijado. El mensaje es mágico y cifrado contiene un mandato que se opone a la violación de un orden natural o sobrenatural, individual o social. No se puede contrariar, no se puede torcer, y aparece en el desenlace de la historia interpretado como el cierre operatorio del destino.

Trabajadores de la muerte

Trabajadores de la muerte presenta la ambigüedad propia del "de" castellano. La pregunta es si los trabajadores pertenecen a una secta criminal o sangrienta que propicia la muerte o si trabajan para la muerte. En el primer caso hacemos clara alusión a la muerte como culminación de la vida corporal, el trabajo consiste en dar muerte a personas, en el segundo, la culminación es la misma pero difiere en el proceso. Trabajar para la muerte con armas, o suprimiendo directamente la vida por medio de objetos o de las propias manos y trabajar suprimiendo la vida por medio del lenguaje, porque ese lenguaje le abre espacios sociales y de gran importancia a algunos valores que no se conciben en un mundo situado sino en un campo semiótico que se conecta con la muerte (7), con la trascendencia más allá de la vida con la regencia de un fuera del mundo que reclama desde afuera.

En las concepciones duales del sujeto y del universo el mundo pareció no justificarse a sí mismo con las producciones humanas, la vida social, la ciencia, las manifestaciones culturales, siempre se construyó un "fuera del mundo" que le daba sentido al resto. La dimensión de este fuera del mundo que nos interesa, es aquella que tiene que ver con el conocimiento, con la posibilidad de argumentar y explicar desde una dimensión espacio temporal más situada y contextualizada.

Las posturas duales en la explicación del mundo y del sujeto, han gestado trayectorias narrativas que trascienden la vida como por ejemplo la herencia de los maleficios y de los desórdenes ominosos cometidos en contra del destino. El caso de Adán, el caso de Edipo, el caso del pecado original que es heredado por generaciones y siglos. Todas las religiones han ligado a este tipo de narraciones los dioses con los hombres y los hombres siempre endeudados deben pagar ese daño que vaya a saber quién cometió.

Del mismo modo se han leído las enfermedades hereditarias y la mala fama de alguno de los progenitores que afecta a los hijos.

Bien, Eltit demuestra cómo el destino se construye, paso a paso, se calcula y se siembra en pos de su cumplimiento y aunque no sea absolutamente nítida su forma, se configura en la medida del daño destinista que se interpreta. El personaje sin nombre de la novela, que tiene que llevar a cabo la venganza de su madre, ha ido armando su vida paso a paso en el rencor que proviene justamente de la falta de amor de su madre, de la falta de padre, de la incapacidad de realizar una tarea digna, de la frecuencia en las drogas, el alcohol, la alienación en formas de evasión y persuasión de incautos..

La novela de la Eltit, no tematiza el destino sino para destinarlo y desestimarlo en su lectura tradicional, el destino se hace, se cimenta, se construye y es cada uno el que inventa los augures que lo han prefigurado. La ironía no está clara, pero interpretamos irónicamente el texto o aceptamos que el destino no es más el destino al estilo de Edipo, sino que se trata de una construcción progresiva por parte del supuesto destinado.

Ya no hay fuerzas trascendentes que destinen, ya no hay dos sujetos un destinador y un destinatario, se trata de un solo sujeto, de un cuerpo satisfecho y doliente, en el máximo dolor y en el máximo placer, que busca apropiarse de otros cuerpos. Entiende que su circuito se resuelve simbólicamente uno, en una maraña en la que se halla tejido.

Este monismo no es un monismo corporal que se explica solamente por mecanismos neurofisiológicos, es un monismo sociolingüístico que niega la trascendencia de los actos humanos en función de otras sustancias e interpreta con la inmaterialidad del signo lingüísitico la cadena de razones que han albergado el fin de la vida en un espacio de muerte y negación de la felicidad y el placer.

La Eltit propone en este marco valorativo una revisión de valores de fin de siglo. Orientados por el destino como valor impecable de la literatura y de la semiosis social, cuya potencia desmitifica, va desbordando en la trama otros valores que son puestos en tensión y cuestionados en su trivialidad al ser tratados por una mirada práctica y perversa, solitaria y sin compromisos.

Y qué pasa con Dios

En las obras de Eltit los dioses son producciones humanas provenientes de carencias humanas, están llenos de defectos y contradicciones y cargan con los más crueles poderes vengativos y castigadores, tras ellos se ocultan maléficas confabulaciones humanas y sólo dan lugar a recursos ruines y perversos (8). cito:

En el sueño un ser superior daba órdenes a la multitud congregada alrededor de la tarima, pero de inmediato anulaba sus propias instrucciones mientras la multitud desconcertada corría locamente de un lado para otro, atropellándose p.14,15

El principal vocero de la lucha valorativa y del monismo buscado en toda la obra como el valor primordial es el hijo varón mayor, el protagonista que esgrime el discurso. Es el personaje irónico de la obra, el portador de los nuevos valores discursivos que abren toda posibilidad de pensar y construir. Es irónico porque en el contexto planteado dualista, el personaje es un perverso, un criminal. Tiene dos formas de encausar el monismo: anunciando las falacias de los trascendentalismos fanáticos, denunciando la falta de amor a la vida, tanto la propia como la ajena. Los trabajadores de la muerte son los que aniquilan los resortes de la vida: el deseo, el cuerpo. Por ejemplo las sectas y las ideologías:

Los integrantes de la secta se reúnen para planificar un nuevo rito que revierta la sequía...el radical acuerdo se sella sobre sus caras macilentas, por los costos que les ocasiona la vigilia. Esos rostros en los que se deja entrever la voluntad ferozmente fanática de escarbar detrás de lo aparente p 110 (9)

¿Qué valores quedan en pie?

El deseo y la fraternidad que son expulsados por las competencias y rivalidades (10). El sujeto lee la historia como una historia de permanente construcción de una sobreestructura trascendente que asfixia lo natural y lo vital.

Odio aquella tiranía que persigue los deseos y los juzga para derribarlos, extenuarlos y, de esa manera, conseguir que sobreviva una cruel división que ha sido el motor en el cual se ha cursado la historia.

Reniego de esa historia, la rehúyo porque sólo se ha cimentado en la vacuidad humana, un vacío forjado por la voluntad de detener aquello que le es inherente dispersando un reguero de jirones, que convulsivos van causando esa ira injustificada que necesita la historia para sobrevivir. p 119

Otro valor resignificado es el placer, visto desde una revisión de la pureza

Dije "placer" sólo para enfrentar el desafío que a mí mismo me producía la palabra, una palabra que me parecía estremecedora y desde siempre proscrita...para señalar que únicamente el cultivo del placer podía redimirnos y conducirnos a una porción de gloria...123-4.

El valor más estimado es la defensa de la idiosincrasia, de las propias modalidades, el sujeto, el individuo. Los trascendentalismos borran el sujeto y su idiosincrasia produciendo una refundición conceptual con un corpus indeterminado.

Aun lo siniestro puede resplandecer y convertirse en mística. La pureza me parece todavía más execrable que lo siniestro pues se ejerce sobre ella misma y termina por lacerar inevitablemente al corazón humano atentando contra su inalienable particularidad. p.65

...llegué a convertirme en un improvisado astrónomo tras la búsqueda total y definitiva del origen del mundo. Hoy sé que, en realidad, cuando me impuse esa tarea inmanejable lo hacía para evitar pensar en mí mismo. p 67

El monismo en la interpretación de lo humano

Mi cuerpo es libre porque mantengo abierto el canal profuso que lo une con mi mente. La libertad de la que gozo provoca una envidia indiscernible entre lo que me rodean quienes reconocen en mí una superioridad a la cual ellos renunciaron por sumergirse obedientes en una desdicha que a cada momento los disminuye y los irrita. p. 119

Ya estaba el odio ahí, depositado al medio de nuestros cuerpos. 127

La proscripción del miedo pero también de las conjeturas que lo apañan. Las normas provienen del miedo y de la incapacidad humana, por eso el combate con el miedo, menos en lo que tiene de iluminador en la argumentación.

Mi inevitable disidencia con las normas del día me trajo innumerables enemigos...La lógica por la que se guiaban era antagónica a mi propia lógica, la moral a la que apelaban era nada más que un sinnúmero de consignas emanadas del pavor. p84

La búsqueda de explicaciones contextuales aún para los grandes desastres. Siempre se explica o se trata de explicar y no de atribuir conjuros mágicos a las acciones puramente humanas.

Me he convertido en el dueño de su destino y entiendo que nuestras divergencias se resolverán en un acto voraz en el que quedará detenida para siempre nuestra historia. Quedará detenida nuestra historia prendida a las pasiones de una familia enferma, una familia común y genital que no supo contener.173

Ah, mi madre es mortal, es la más mortal de las mujeres.172

Y por fin, en medio del fuerte compromiso con la denuncia de las falacias, decir literariamente la interpretación de los resultados dualistas y trascendentalistas, el gran tema valorativo que soporta toda la obra: la vida, el amor a la vida cotidiana

Tu muerte contiene la mía, te digo, cuando se precipite el instante sangriento de tu cuerpo será idéntico a mi último momento pleno. p. 182

 

Notas

 

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Notas

 

1. Valor, hace una clara referencia cuantitativa en una escala de más y menos y un señalamiento comparativo. Vale más que, menos que, tanto como. Tanto en Filosofía como en la ciencia también se ha planteado el concepto de valores de estilo cualitativo o comportamental como es el caso del valor postulado por Saussure que alude al contenido significativo de una unidad de lenguaje en un contexto gramatical y aquellos que los filósofos llaman valores y constituyen la axiología. volver

 

 

2. Desde el enfoque pragmático de la Filosofía del Lenguaje el relativismo se desestima a si mismo pragmáticamente. Demos el ejemplo: si se afirma - los valores son relativos- se cuestiona si este enunciado debe ser tomado bajo la modalidad de relativo o sea que tenga y no tenga validez, que afirme y no afirme, que pueda ser tomado y dejado, etc. De todos modos algún relativismo que pretenda su reconocimiento no puede pasar la prueba pragmática del discurso. La responsabilidad del discurso se puede discutir pero siempre un discurso es suficientemente taxativo acerca de qué valores asiente y cuáles desestima. volver

 

 

3. Lógica ligada le llamará Wittgenstein en el siglo XX. Sin embargo nos preguntamos a qué podemos considerar propósitos antropológicos fundamentales, y entramos en una línea difusa de interpretación donde la circunstancia discursiva y la situación de enunciación son quienes tienen la palabra. volver

 

 

4. Por supuesto que esto no implica que todo vale o que todo vale lo mismo. O que todo presupuesto de un argumento constituye un mecanismo valioso para interpretar el discurso o realizar una atribución valorativa. volver

 

 

5. ELTIT, Diamela. Los trabajadores de la muerte.Santiago de Chile. Ed. Planeta chilena. 1998. volver

 

 

6. ..El miedo ante ellos mismos era el arma con la que intentaban someterme.p100. Ah lo inesperado, un color que empieza a precisarse, el encuentro oblicuo con una figura que no alcanza a esconder la dimensión de un rencor crónico guarecido tras un gesto que busca desesperadamente una acogida. 106. volver

 

 

7. (la niña) Dice que a lo largo de esa noche, antes que se materialice el amanecer ella habrá de dedicarse a leer las voces que se incuban en el interior del alma del que va a ser el próximo asesino. P 31. volver

 

 

8. Cuando se fue,...invoqué al conjunto de mis ciertos alucinados dioses. Los invoqué porque era mi costumbre, los nombré para cumplir con mi rutina. Las invoqué a la manera de una salvaje celebración porque entendí que desde ese día en adelante yo iba a dedicarme a llevar adelante mi tarea. No le pedí nada a mis dioses, yo misma me pedí la fuerza, la resistencia y la disciplina para prepararme para lo que sabía que tarde o temprano iba a suceder. Sabía lo que iba a ocurrir, ya estaba escrito. p40.

. ...no sé cuál de todos los sueños o cuál de mis dioses habitantes de los colores, del brillo y de la venganza, me indicó la salida, una solución,. La correcta, la única posible. p46.

Mis dioses llevan la cuenta de las faltas y mi deber es repasar cada una de las faltas sin descanso, sin titubeos para que no me vaya a olvidar ni el más mínimo detalle ni se me vaya a olvidar esa expresión más taciturna del hombre y las horas que gastó preparando su plan....p101.

Y mientras me protejo tras una extensa, sabia monotonía. me dedico a invocar angustiosamente a la totalidad de estos dioses chalados que me están haciendo añicos la esperanza. p105.

Sin más alternativa, completamente ofuscado, por primera vez pensé en Dios....Cuando me reconocí como el soporte de un Dios, supe que mi amante no tenía más salida en el mundo que la que yo le otorgara. 134...incluso lo sagrado se había plegado sin más a mis deseos.

Una cadena de dioses vengadores y arcaicos habían entrado en mi alma y mi alma sólo se hacía visible en los momentos en que llegaba a la ciudad de concepción...era entonces cuando entendía que nada ni nadie me podía destruir.135.

Después, abominé de Dios. Era evidente que no necesitaba ningún Dios luego de mantener por horas una conversación conmigo mismo: un murmullo secreto, radical, definitivo. volver

 

 

9. Van a renunciar a la escasa agua que les resta movidos por el empecinamiento que caracteriza a las sectas, ese ensimismamiento que les ha permitido pervivir a lo largo de los siglos. p 111.

..He comprobado cómo la ideología intercepta el curso de la mente y se transforma en un atentado a la inteligencia cuando la envenena con consignas que no pueden sino desembocar en una absurda limitación... A la manera de una confabulación, estas rígidas figuras del frío se disponen formando un círculo alrededor de la mente en una ronda inacabable preparadas para enjuiciarlo todo, enjuiciar incluso hasta las simples intenciones. p 117. volver

 

 

10. Necesitaba un rival. A partir de esa noche comprendí que lo único que se puede admitir como victoria pasa por el despojo........ningún cuerpo iba a ser verdaderamente mío si no lo conseguía después de una batalla....p.70.

La imagen de un rival suele hacerse equivalente a la figura de un enemigo. p. 71.

Mis deseos se remitían sólo a lo que era susceptible de adaptarse a mi cuerpo. Jamás me he sentido atenazado por la demanda de algo o de alguien que esté más allá de mi propio dominio. . Fueron ellos, mis rivales, los que me adiestraron en el arte de conjeturar. p71-72

Mis victorias se deben a mi inmenso poder de convicción. La persuasión es un don y más que un don se la considera una ciencia. Para ejercerla...se requiere de un alma que se enamore de sus propios argumentos. p.73...la historia contiene innumerables episodios sobre la conmovedora fidelidad del vencido hacia su opresor.

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