ENTRE-VISTAS DEL PÚBLICO CHILENO CON ERNESTO CARDENAL UN CARDENAL INVESTIDO POR EL PUEBLO

Por Marcelo Miranda

Preámbulo arbitrario: un banquero Iglesias y un Cardenal revolucionario/ Misa y
confesionario público a las 12/ ¡Tenemos que ser optimistas!


Durante la semana comprendida entre el 19 y el 23 de marzo pasado, Santiago se transformó en el centro de uno de los acontecimientos más singulares que hayan tenido lugar en Chile en los últimos tiempos: el encuentro fortuito entre la 42° asamblea del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y Chilepoesía. Acaso sin proponérselo, al patrocinar ambas actividades el gobierno enfrentó en esa semana dos lógicas, dos conceptos inconciliables: el pragmatismo conservador de las finanzas y el idealismo revolucionario de la imaginación contemporánea.

Un lujoso automóvil blindado se desplaza sobre la calzada norte de la Alameda, rumbo al poniente. Lo seis agentes motorizados que lo escoltan detienen, rectifican, ordenan, el tránsito. Desde las aceras algunos curiosos tratan de identificar a los ocupantes del vehículo. Imposible: los vidrios oscuros no lo permiten. La placa del auto, sin embargo, y la banderilla flameando sobre el negro y bruñido capot, señalan que un embajador de los negocios internacionales se dirige a la asamblea del BID. Es posible que el pasajero sea Enrique Iglesias, el banquero de los 100 mil millones de dólares, y por eso el pitazo y el gesto perentorio del representante del orden que abre la marcha. El tiempo es oro. ¡Qué banquero no lo sabe!, sobre todo éste, que rinde cuentas directamente a los agentes de la banca norteamericana!;la principal accionista del organismo multilateral. Tal vez el ocupante tenga prisa por arribar cuanto antes a la convención que, entre sonrisas protocolares y ademanes de anfitrión bien educado, el ministro de Hacienda organiza en algún pabellón de la Estación Mapocho. El banquero orará discursos oficiales, reunirá a la prensa en conferencias oficiales de prensa, y rendirá sus informes, definirá evaluaciones a largo plazo, hablará de la importancia de la reducción de la pobreza y de la ampliación de la redes de seguridad social. Lo otro, lo importante, no trascenderá al escrutinio público; y de este modo, permanecerán en la sombra las condiciones para otorgar nuevos créditos, basados en recortes presupuestarios fiscales; la amortización de deudas -- contraídas hace 20 años -- a cambio de mayores intereses sobre los intereses. ¡Una cosa es la libertad de prensa, y otra la de los negocios!

Días más tarde, en el ágora de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile, se aguarda la llegada del poeta nicaragüense Ernesto Cardenal. El poeta comprometió su presencia para el mediodía. No hay seguridad de galones, perros adiestrados ni tarjetas magnéticas. Hay sí un público de más de 500 personas, sentados o asomados a los balcones de la Facultad. El ágora del recinto ha sido remodelada para recibir al invitado. Una cámara negra sirve de fondo a los cinco íconos representados en gigantografías al óleo, cuidadosamente diseñados y elaborados por estudiantes de la facultad, ahí están, las figuras gigantes de Marilyn Monroe, Augusto César Sandino, la Rueda de los katunes de los mayas, una cruz hecha por el mismo Cardenal en el monasterio de Gethsemani y un dios náhuatl. Ahí están esos íconos, como sirviendo de recordatorio y memoria de lo que es la obra de Cardenal. El ex ministro de Cultura de la ex Junta de Reconstrucción Nacional sandinista llega en un auto sencillo, sin escolta, con boina, sin banderilla, con sandalias, sin alarde. Un sordo murmullo se entroniza en la atmósfera. Por sobre los parapetos de las plantas altas se asoman decenas de rostros ávidos por ver aparecer la silueta maciza y segura del autor de la Oración por Marilyn Monroe y de la Economía del Tahuantinsuyu.

Entre vítores y gritos, una salva atronadora de aplausos recibe al poeta. Son las doce en punto.

El poeta no pierde el tiempo: comienza de inmediato la lectura de sus poemas. En sus manos, las hojas impresas parecen las nuevas tablas de la ley de un heresiarca y taumaturgo ultramundano. Un silencio de recogido respeto recorre el auditorio. No hay liturgia ni profesión de fe, como éstas que emanan de sus poemas. La "ciencia-poesía"de su Cántico Cósmico y algunos epigramas de amor de sus primeros amores, conforman el repertorio escogido para esta ocasión.

Una vez concluida la lectura, los organizadores ofrecen al público la palabra. Un micrófono inhalámbrico pasa de mano en mano hasta que un estudiante lo detiene y se atreve a formularle la pregunta de rigor.

Cardenal adelanta el rostro rubicundo y serio al aparato de pedestal que tiene ante sí, y una voz cálida y de acentuado acento caribeño, responde:

Para mí la Revolución, la poesía y el sacerdocio han sido una sola vocación. Yo nací con la vocación de poeta; luego, a los 31 años tuve una conversión a Dios -descubrí a Dios como la belleza y el amor. Después tuve una conversión al pueblo. Y la revolución cubana, sobre todo, me convirtió a la Revolución. El marxismo y la lucha armada por la liberación, la revolución chilena, la revolución del mundo y la del Evangelio....es lo mismo, para mí.

Enseguida, apoya sus robustas espaldas en el respaldo de la silla, esperando una nueva pregunta. Un joven con barba y cabello largo, un morral terciado al hombro, se apodera del micrófono y le pide su opinión acerca del proceso de privatización de la enseñanza superior, y de las instancias...El poeta le escucha con paciencia. Los organizadores apremian al orador para que sea más conciso...

Desconozco eso -le interrumpe el poeta. Ustedes, los chilenos, son los que pueden hablar de eso. Ustedes; no preguntármelo a mí. Lo que puedo decir es que en Nicaragua se está privatizando todo: la salud, la vida. Todo. Y no sólo en Nicaragua; en todos los países está ocurriendo lo mismo con eso que llaman la globalización.

Una señora gorda se desprende de su asiento y le pregunta de qué manera se puede mantener la esperanza en estos tiempos, sobre todo con una Iglesia tan distinta de la de él.

Tenemos que ser optimistas si somos cristianos y revolucionarios; tenemos que creer en el triunfo de la Revolución. Esta iglesia institucional no sólo es distinta de la que yo profeso; es también distinta de Jesucristo. En el siglo III ya la Iglesias empezó a traicionar al Evangelio. Nuestra fe es en el Evangelio; y el Evangelio lo que enseña es la fraternidad, el amor de los hombres, la religión del amor al prójimo. No
hay otra religión más que esa. Y es lo mismo que decir... la Revolución.

Desde el fondo, una mujer delgada, alta, de pañuelo marrón al cuello y cargada con libros, pregunta acerca de la situación actual de Nicaragua

La revolución sandinista se frustró; perdió unas elecciones por la injerencia de EE.UU (como también la hubo en Chile). Pero eso no destruía la Revolución, porque podía haber continuado en la oposición a un gobierno burgués. Lo malo es que la mayor parte de los líderes de la cúpula de poder del partido se corrompió con la pérdida de las elecciones. Se desmoralizaron. Comenzaron a robar millones de dólares. Y ese partido ya no es el partido de la Revolución. Y mucho de lo mejor que había en ella, salió del partido. Burocráticamente, el partido sigue existiendo con Daniel Ortega; que es el que lo monopoliza y manda allí de una manera absolutista. Y entonces se ha llegado a una corrupción mayor que es la de hacer alianza con el actual gobierno -que es ultracorrompido. Y estamos a punto de tener unas nuevas elecciones, en las que no va a haber más que dos candidatos: Ortega y el candidato del partido de gobierno.Hay muchísimos, pues, que estamos siendo sandinistas, pero fuera del partido. Yo soy sandinista; soy revolucionario, soy marxista y soy cristiano.

El silencio que prolonga por contraste estas palabras, es roto de pronto por un aplauso espontáneo, continuo, admirativo, sincero. Y una vez que el aplauso se ha extinguido, una profesora quiere saber el significado de "Vida Perdida" el título que define los volúmenes de sus Memorias.

"Vida Perdida" está tomada de una de las frases de Cristo en el Evangelio: "El que quiera ganar su vida, la perderá; y el que pierda su vida -por mí- la ganará". Yo considero que mi vida la entregué a Dios, y en ese sentido la perdí; y espero que la pueda haber ganado. Pero no hay triunfalismo en el título que uso, porque también algunas veces quise no entregarla y no perderla y ganarla. Es decir, es algo que se gana y se pierde. Es ambivalente, como la misma frase de Cristo lo es; y como ha sido mi vida también, ganando y perdiendo. Ya he escrito los tres primeros tomos, y el último lo estoy escribiendo; y trata de la revolución de Nicaragua.

Los que hacen las revoluciones armadas - comienza a decir alguien que no se distingue entre la muchedumbre- generalmente se corrompen estando en el poder. ¿Qué piensa usted del Movimiento Zapatista, que es un movimiento revolucionario que no aspira a tomarse el poder?

La revolución de Nicaragua no se corrompió en el poder; se corrompió después de perder las elecciones. Y las elecciones no se perdieron porque la Revolución hubiera sido impopular o rechazada por el pueblo, sino por la injerencia de los EE.UU: fueron ocho años de guerra , patrocinada por las administraciones de Reagan y Bush; fue el embargo económico que significaba no tener comercio con los EE.UU -que era el único país con el que comerciaba Nicaragua-; fue el bloqueo económico que significaba no recibir créditos ni ayuda desde ninguna parte del mundo -salvo del bloque socialista, donde no tenían dólares; armas tal vez, pero dólares no tenían. Todo eso hizo que por un pequeño margen se perdieran las elecciones. Pero la Revolución se perdió después, cuando se desmoralizaron los sandinistas.En cuanto a los Zapatistas: creo que son una gran esperanza para nosotros porque, igual que Sandino (que a su vez lo aprendió del propio Zapata) no quieren el poder ni tampoco un partido político.

Una muchacha entre hippie y artesanal, de apariencia "muy revolucionaria", le dice Señor Ernesto: yo lo tenía catalogado como un escritor revolucionario. ¿Por qué está usted en Chile, invitado por el gobierno de Ricardo Lagos y va a recitar en La Moneda, sabiendo que este gobierno no respeta la libertad de expresión, reprime, ha aumentado la cesantía, etc....por qué viene a recitarle a este gobierno?

Los aplausos y chiflidos que se asoman aquí y allá sofocan y ocultan el "yo respeto" con que Cardenal inicia la réplica.

Respeto mucho su opinión....pero no es la mía. Y por eso vine aquí a Chile: porque mi opinión no es la suya. Aunque la respeto.
Otros aplausos y chiflidos, que se asoman por aquí y por allá, sirven de preámbulo a las palabras de un escolar que amplía su voz de imberbe gracias a la tecnología de las ondas: Hay un poema suyo -dice- que me encanta; el que comienza Al perderte yo a ti, tú y yo hemos perdido.....¿Esa mujer lo marcó? -pregunta cándidamente.

No me marcó en la vida pero....sí: estaba realmente enamorado cuando escribía ese poema. Se llamaba Claudia, ella. Se llama, porque aún vive. Bastantes poemas hice por el amor a Claudia y a otras muchachas.

Una mujer madura, algo tímida y vacilante, le pregunta al poeta qué papel tiene la poesía en un mundo globalizado en el que impera el capitalismo salvaje.

El papel que ha tenido siempre. El papel que tiene, aquí en Chile, la poesía; y que no es de ahora sino de siempre. Este entusiasmo que hay en el pueblo por la poesía. Porque la poesía es, simplemente, el lenguaje humano. El que inventó el lenguaje fue el primer hombre, fue el primer poeta. La poesía es la comunicación humana. Y con ella también combatimos la opresión, la globalización, la explotación, el capitalismo. Y estamos preparando, nosotros, para cuando se pueda, la revolución global, la del planeta. Y como la tierra es redonda, todo tiene que ser reunido en un sólo planeta.

Es raro -observa un señor con lentes y rostro grave- ver a un sacerdote metido en política ¿Por qué no nos habla de eso?

Cardenal se adelanta al micrófono y apoya sus manos sobre el tapete azul de la mesa, como para sostener mejor sus palabras: Soy un sacerdote que está suspendido por el Vaticano porque formé parte del gobierno sandinista. Suspensión, quiere decir prohibición de administrar sacramentos. En Derecho canónico eso se denomina suspensión ad divinis; aunque un teólogo en Italia me dijo que esa suspensión no era ad divinis, sino ad humanis. En realidad, el que los sacerdotes participen en política no es ninguna novedad. Los ha habido siempre. No sólo hay sacerdotes en política, sino también obispos, cardenales, papas, en política. Lo que era una novedad en Nicaragua era que había sacerdotes en una Revolución. Y eso era lo que el Papa actual no quería: quería sacerdotes en contra de la Revolución y Revolución contra el Cristianismo; quería persecución religiosa en Nicaragua, como la que había en su Polonia ;en el comunismo de Polonia. El no quería una revolución popular; con el pueblo cristiano apoyándola y con un sacerdote en el gobierno revolucionario. El quería una revolución marxista, comunista, persiguiendo a la Iglesia en Nicaragua.

La gente asiente con la cabeza, aplaude, intercambia opiniones, y entre el murmullo colectivo una voz femenina se encumbra en las alturas del micrófono, pidiendo una receta, algún consejo, para incitar a los jóvenes creadores a mantener y desarrollar un rol social.

Primero, tiene que tener interés por lo social. No necesariamente toda poesía tiene que ser con temas sociales o políticos o revolucionarios. Todo Arte -si es buen arte-es revolucionario; aunque no trate ningún tema social o político. Mao Tsé Tung decía que no puede haber arte revolucionario sin valor artístico. Entonces, lo principal es la excelencia. Pero si uno quiere ser poeta social y también político, pues, debe amar ese tema. Hay un poeta del siglo XV, español, que decía que para ser poeta había que estar
enamorado, o fingir estar enamorado. Para escribir, por ejemplo, sobre la Revolución, hay que estar enamorado de ella; pues si no se escribe sobre una muchacha de la que uno está enamorado, o finge estarlo, como decía el poeta.

Un joven delgado, con todas las trazas de un penitente recién convertido, le pregunta al pastor insurrecto cómo relaciona él una revolución espiritual -no violenta- con una revolución política que hasta el momento sólo ha sido armada.

La Revolución no tiene por qué ser violenta. Marx creía que la Revolución empezaría en los países democráticos y más desarrollados, como Inglaterra o Estados Unidos o Alemania, y que allí no sería violenta. No resultó así. En ciertos lugares una Revolución no es posible sino con la violencia revolucionaria. Yo creo en lo que dijo Fidel Castro cuando vino a Chile. Cuando le preguntaron, en el estadio, por la violencia, dijo que ésta debía ser lo menos posible y usarla solamente cuando no había otra alternativa.

Un hombre, cruzada una pierna sobre la otra, con timbre de bajo y escandiendo muy lentamente cada una de sus palabras, dice Maestro: qué hacer en este momento en que el mundo está entregado a la voracidad del marketing, y los poetas también se han entregado, como diría Vargas Vila a ser aves domésticas del despotismo. ¿Existe -continúa su exhorto- tal vez, ahora, una voz, en que los poetas jóvenes despierten del marasmo y comiencen a amar a su pueblo?

Yo no soy un oráculo. A veces uno no tiene las respuestas. En este caso yo no tengo ninguna respuesta que dar. Creo que hay cosas que uno mismo es el que debe contestárselas.

Los alumnos y la profesora, organizadores del encuentro, dicen que ya está en la hora y
piden la última pregunta.

¿Cuál es su relación con la muerte, señor Cardenal?

Como digo en esa poema a Laureano, todos nos hemos deshauciado. Ya desde que uno nace, está muriendo. Creo que la muerte es para resucitar. Para resucitar, primero hay que morir (eso es lo que vino a enseñarnos Cristo a la tierra, con su palabra y con su ejemplo). Entonces, podemos decir que en lo cementerios no hay nadie; que no hay para qué ir a los cementerios a poner flores, porque están vacías las tumbas. Todos han resucitado....los que han muerto en el Amor.

El público se despide de pie. Cardenal abandona el púlpito inexistente y se pierde entre el barullo de los admiradores. Acaso nunca más en Chile se tenga el privilegio de contar nuevamente con la presencia de este poeta que entrará a la eternidad de las letras, forzando las puertas de la historia. No hubo tiempo para preguntarle cuál era su idea acerca del BID y del puritanismo anglosajón. Seguramente habría contestado
con su bizarra y santa ironía: ¿Usted se refiere al Banco Interamericano de Desarrollo... de los bancos y a la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los últimos Días...de la Coca Cola?

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