Universidad de Chile

 

Las cartas de Santa Teresa de Ávila, modelo epistolar de América.

Por. Sergio Vergara Q.
Universidad de Chile

Introducción

La mujer comienza a escribir ... haciendo cartas, es lo primero que hace en el campo de la palabra escrita y lo hace desde su rincón.1

Rincón amplio y realizador, sin duda, pues correspondía al hogar y el extenso ámbito doméstico: la crianza de los hijos; la atención del marido; la conducción de la casa, con todo lo que implicaba: desde la cocina a la salud, el manejo de la servidumbre y la preocupación por la familia extensa o troncal.

En esos humildes papeles, como en toda conversación, va reflejando su carácter y sus ideas, gustos y deseos. Las cartas en ese sentido, son un relato autobiográfico, allí se registran sus opiniones –como en ningún otro género literario- ,sus aspiraciones tanto de la mujer que la firma, como del grupo social al que pertenecía. En nuestro caso, de la mujer española renacentista, de rango hidalgo y converso, como de la criolla hispanoamericana que contribuirá a formar.

Así, gracias a estas pequeñas y domésticas cartas la mujer va definiéndose, sale de las sombras de la historia y se hace persona testimonial, en una doble actitud, a veces se vuelca hacia su interior, abriendo la llave de los recuerdos y sentimientos más íntimos como también le sirve para expresar su opinión, para hacer valer su derecho a decir y a actuar en condiciones que le permiten superar el rincón en que los hombres quieren confinarla, en especial desde el siglo XVII.

En esta actividad de comunicar su opinión escrita, por tanto trascendente y con registro, para que no se olvide como un simple eco que la memoria oral irá mutilando, las mujeres avanzan e instalan esta "voluntad de ser" ampliando los límites de su incumbencia,. Van apareciendo así en la prosa epistolar las frases vehementes; los anàlisis descarnados, lúcidos e implacables sobre el mundo público, el de los hombres y al que ellas no pertenecen, pero en el que se internan preocupadas por la suerte de hijos, hermanos, esposo o amante. Avance en este caso inaudito y casi insolente, de nuestra Teresa, protagonista del amor divino y de la salvación eterna de la humanidad.

No fue un fácil avance, para establecer su derecho a "tener opinión", las mujeres debieron soportar la imposición de un "modelo epistolar femenino" elaborado por los hombres ya en el siglo XVII donde sólo podían escribir como objetos de amor, limitándose a describir las penas y tribulaciones de un corazón atormentado por los desaires masculinos. Y si bien el modelo se impuso en la Europa ilustrada, en Hispanoamérica sobrevivió el modelo anterior, teresiano, hasta bien entrado el siglo XIX.

Evolución del epistolario

Fue con Roma que se divulga y forma el género epistolar, cumple ciertas reglas, la principal: la espontaneidad, vigente aún pues se desea sustituir la conversación oral. Ya en el s.I Cicerón le contestaba a su hermano: "...Me parece oírte cada vez que te leo y hablar contigo cada vez que te escribo...", mientras que el s.XVII en las Cartas de amor de una monja portuguesa, iniciador del modelo epistolar moderno se repite la misma idea: "...Me parece que le hablo cuando le escribo y que está usted un poco más presente."

Las cartas sobrevivieron en el Medioevo con fuertes adaptaciones, Hundido el Estado, la res pública, quedó lo particular, lo privado, a lo cual todo se encadena, incluso el poder. En estos siglos tomó relevancia la dueña, la mujer madre, esposa, conductora de la casa y de la prole, con acceso al trono. Así Dhouda, noble carolingia escribe para educar y formar a su hijo, o el activo epistolario desarrollado por la monja benedictina Hildegarda de Bingen, o el de una madre florentina, Alexandra Strozzi que le envió a lo menos, setenta y dos cartas a sus hijos, o las numerosas epístolas de política pontificia y religiosidad de Santa Catalina de Siena en el siglo XIV. 2

Sin embargo, fue sòlo dos centurias más tarde cuando florece –en manos femeninas- el epistolario. Factores que contribuyeron fueron la relevancia femenina, que se mantenía desde la Baja Edad Media; la expansión de Europa hacia América y la maduración del idioma castellano, sus funciones las sintetizó el poeta Pedro Calderón de la Barca:

Pues en doctos caracteres pudieron

hacer de lo pretérito presente

hablar lo mudo y percibir lo ausente...3

Pero deberemos esperar hasta mediados del siglo XVI, cuando aparezcan las cartas de Teresa de Ahumada, plenas de humanidad, afectividad, y perfección literaria que asistamos a la maduración del epistolario de manos femeninas. En ellas están, además, la fuerza de sus ideas místicas, su afán por amar a Dios. Fueron un modelo de escritura en los monasterios de su Orden, repartidos por América desde el siglo XVII y que forman hoy la congregación femenina más numerosa en Chile y en mundo.4

Hemos usado varia ediciones de sus famosas Cartas, desde la primera en 1658, que solo reproducía 65, hasta la de 1986, que reúne 486, un escaso número todavía, pues se calcula que escribió más de quince mil. Tanto en esas como en publicaciones realizadas en 1793 y 1884, nos ha llamado la atención estas variaciones:

1º: cada nueva ediciòn ha ido eliminando las cartas familiares, la màs reciente no recoge varias dirigidas a los hermanos Lorenzo de Cepeda y Juana de Ahumada.

2º: se observan alteraciones profundas al comparar los textos publicados, hay pàrrafos y frases que desaparecen o aùn cambian, o se colocan en un orden distinto.

3º: en general la tendencia que se observa en estas mutilaciones del texto teresiano es que ellas corresponden a opiniones de la Santa sobre su familia o amistades; sobre aspectos de religi osidad como cilicios y disciplinas, etc. 5.

Aunque sòlo se conservan desde la que escribio a su hermano Lorenzo de Cepeda, en Quito, en 1561, cuando comenzaban sus años de fundaciones, se sabe que hay anteriores. Entre esa y la siguiente median ocho años, despuès seràn màs seguidas, pues como dice uno de sus primeros compiladores: "a medida que iba adquiriendo honra e importancia sus cartas se guardaban y conservaban con mayor esmero",la ùltima a Amèrica es de fines de 1581, y la postrera que escribiò es de septiembre de 1582, a un mes de su muerte.6

Sus cartas estàn escritas en folio, esto es, sin doblar el papel en cuartillas como se usò despuès, con letra grande y ordenada. Todas principian, lo que serà comùn hasta fines del siglo XVIII, con una cruz y el nombre de Jesùs en cifra (Jhs), seguida de una frase como "La Gracia del Espìritu Santo sea con vuestra reverencia." Usaba sellos para darle privacidad a su correspondencia, en el papel que lo envolvìa ponìa el nombre del destinatario; su direcciòn; alguna postdata y el precio estipulado por el porte o conducciòn, que habìa de darse al mensajero, el cual recibìa la mitad del remitente y la otra mitad del destinatario. En años de persecusiones , en 1577 a 1578, utilizò varios seudònimos para referirse a ella y a conocidos. Santa Teresa solo se servìa de amanuenses para cartas de confianza, pues entonces era descortesìa usar un escribiente para dirigirse a un superior. En los años finales, sobretodo desde la navidad de 1577, cuando sufriò una severa caìda, la auxiliò Ana de San Bartolomè, quièn no sabìa escribir, "hasta hacerlo de repente, en una sola noche, por obediencia y mandato de Santa Teresa..." segùn es tradiciòn entre las Carmelitas Descalzas.

Como otras mujeres escritoras, preferìa hacerlo de noche, entre los maitines y la hora prima, cuando los ajetreos y las labores del monasterio disminuìan, se imponìa el silencio y la tranquilidad nocturna. A veces incluso la sorprendìa la madrugada, como cuando terminando una carta a su confesor, anota: "Que son màs de las tres y no he rezado prima..." 7

Las cartas donde trata de Amèrica (Indias) son las dirigidas a sus hermanos Lorenzo y Juana, a su cuñado Juan de Ovalle, a sus sobrinos y algunas madres prioras de su mayor confianza, tambièn se refiere a temas indianos en cartas a sus confesores y a personajes de la Corte, recordemos que le escribìa al rey Felipe, al duque y la duquesa de Alba a obispos y dignidades.

Pero a quièn màs le escribiò fue a su hermano menor, Lorenzo, ningùn otro de sus parientes, amigos, hermanas de la congregaciòn, aparecen a travès de tanto tiempo: veinte años, quizàs sòlo su confesor el padre Graciàn, pero sòlo durante los ùltimos diez años de su vida. Con aquel se escribìan cada mes y aùn quizàs cada semana, las dos veces que hemos rescatado cartas separadas por pocos dìas, en 1577 y 1580, nada indica que eso fuera inabitual. En las suyas, Teresa de Avila ejerce la tutela o direcciòn de los asuntos familiares, ella indica, aconseja, recomienda, aùn halaga como tambièn reclama.

La presencia del amor familiar y de Amèrica juegan un rol importante en este epistolario, que tiene como un rasgo profundo, junto a su predica por el amor divino, su emotividad, no escasa entre los que se escribìan desde ambos lados del Atlàntico, signo claro del valor afectivo de la familia y de los sentimientos que afloran en los reencuentros producidos después de largas separaciones, eso explica el entusiasmo de Teresa, cuando en 1575 le comunica a su hermana Juana que vuelven desde la lejana América, dos de los siete hermanos que habìan despedido hacìa màs de treinta años, le escribe: "La Gracia del Espìritu Santo sea contigo, amiga mìa y la deje gozar de sus hermanos que -Gloria al Señor- estàn ya en Sanlùcar..."..8.

Tanta fue su alegrìa y los afanes que se tomo por el bienestar de los recièn llegados que se excusò a Dios de ello y no quedò tranquila hasta sentir que escuchaba la voz divina aprobàndola.

El modelo epistolar teresiano y criollo

Entre las pruebas del incremento epistolar motivado por la conquista de América, se encuentra la investigación de Enrique Otte, publicada en 1988, donde reunió 650 cartas intercambiadas por los nuevos pobladores y sus familias que permanecían en la península, al menos el 10% de ellas son de mujeres.9

Presencia que no sólo se limitó a escribir cartas, sabemos hoy que casi un tercio del flujo conquistador estuvo integrado por mujeres , un 28,5%, que dejaron su impronta en la organización de la sociedad y aún en el habla americana, particularmente en el uso del "seseo" y del "llelleo", modalidades que caracterizan el español de Andalucía, de donde procedían en su mayoría.10

Las Cartas de Santa Teresa de Avila comenzaron a ser publicadas desde mediados del siglo XVll, cuando ya estaba canonizada y convertida en Patrona de España, se difundieron a través de los numerosos monasterios de Carmelitas Descalzas repartidos por Hispanoamérica, desde 1601 cuando se funda el primero en Ciudad de México, hasta finales del siglo XVIII, cuazndo ya había dos en Santiago de Chile. En total, fueron casi veinte, parte de su obra reformadora y en donde el recuerdo de la fundadora se cultivó siempre con esmero y gratitud, siendo considerado un modelo epistolar a seguir.12

Teresa de Ahumada, transformó la estructura habitual de la carta, usada desde la cultura romana y el Medioevo, con los cambios del monje Alberico de Montecassino y del tratadista Hugo de Bolonia en el s.XIII, que consideraban un orden fijo de sus partes principales, comenzando con el saludo al receptor y seguía con la captación de su atención; la petición planteada; narración para concluír con una formal despedida. La Santa transformó cada una de esas partes llenándolas de espontaneidad, sentimiento y dándole cabida principal a los temas del alma y del diario vivir, rasgos que quedaron en los epistolarios de las monjas y de las mujeres criollas que ellas ayudaron a instruir.

Hemos considerado como los rasgos más notables de este modelo:

1.- la profunda y cercana religiosidad,no es sólo que cada carta la inicia con el símbolo de la cruz seguida de una frase como "Jesús o el Espíritu Santo sea con usted..." pues en el texto era muy frecuente aludir a la voluntad de Dios, tema que se mantendría hasta los comienzos del siglo XIX.

2.- luego se sigue con palabras de amabilidad y cariño para el remitente, haciendo más coloquial el texto y repitiendo, lo más probable, expresiones recibidas en el mismo tenor, como cuando en carta a su amigo entrañable Francisco de Salcedo, lo alienta a escribirle: "...y no piense es tiempo perdido escribirme, que lo he menester a ratos, a condición que no me diga tanto de que es viejo..."

3.- sólo después podía plantearse una petición, explícita o aún implícita, normalmente constituía el motivo central de la epístola y que podía ser desde un problema familiar: las preocupaciones que daba determinado pariente o las dificultades y cuidados que origina la reforma de los calzados o la necesidad de dineros en la provisión de un monasterio.13 Aquí podía confundirse con la narración de los argumentos y situaciones que justificaban la petición.

4.- Una parte nueva, muy extendida en Hispanoamérica, fue la expresión de agradecimientos por atenciones o regalos recibidos, fueran morales o tan materiales y domésticos como pescados o fruta, lo cual nos habla de una existencia aldeana, sencilla y modesta, y nos dá pistas sobre el rango social de algunas de las primeras carmelitas, así dirigiéndose a la madre de una novicia le escribe: "... la manteca era muy linda, como de mano de vuestra merced...También eran muy lindos los membrillos. No parece que tiene otro cuidado sino de regalarme..."14

5.- Parte importante en el epistolario teresiano es la enorme cantidad de parientes; amigos; conocidos, autoridades que pueblan las cartas teresianas, ellos están en función del cariño que les tenía la Santa pero también de sus intereses y necesidad de divulgar la fe y asegurarse una red social confiable, lo que se mantendrá en las cartas americanas, redactadas por mujeres que forman parte de familias extensas y relacionadas pero que también necesitan una extensa red social, en una carta a su hermana Juana, la Santa menciona a Juan de Ovalle, el cuñado; alpadre Gracián, superior de los descalzos; a Antonio Gaitán, comerciante de Indias; a la marquesa de Velada, importante mujer de la corte; a doña Mayor de Ovalle, monja benita.15

6.- Avanzada la carta era común que Santa Teresa hiciera referencias a sí misma, en cuanto autora o emisora de la carta, en un sentido de empequeñecerse o de humildad, como "monjilla pobre", "la más ruin de todas", rasgo que si bien se ha explicado como una estrategia en el discurso del débil, quizás obedezca a una norma de urbanidad y cortesía de la España isabelina que se mantuvo en América.

¨Para terminar, incorpora la novedad de saludos muy afectivos, de que carecía la conclusión tradicional, firma orúbrica del autor, el lugar donde se hizo y la fecha en números romanos. Eso es lo que explica que todavía hoy, cuando agregamos una o más frases después de la firma le continuamos diciendo "post data", cuando debería ser "post scriptum".

Desde la fundación de su primer monasterio, en 1562, cambió su orgullosa firma:" Doña Teresa de Ahumada", por la humilde y sencilla de "indigna sierva Teresa de Jesús", que ciertamente está más cerca de los nuevos postulados de la Orden Carmelita Descalza.

La fecha la anotaba indicando el día del mes en números romanos o a veces el de la semana, aún solía variar recurriendo al santoral, como sus contemporáneos los exploradores de América, así en una carta a su hermano Lorenzo solo anota: "fue ayer día de Santa Ana...". Esta costumbre, de colocar la fecha al final del texto se mantuvo hasta las primeras décadas del siglo XIX.16

En la América colonial las mujeres, desde sus roles de esposa y madre alcanzaron un plano de igualdad conyugal como principal heredera del esposo, ayudante principal en sus negocios y en la creación de una red social favorable, pues normalmente era ella quién condicionaba el status, se divulgó la epístola como instrumento femenino para dar a conocer su opinión, particularmente dentro de la familia pero también en el entorno social en que ellas actuaban, así es posible encontrar juicios decididos y mayoritarios sobre la vida familiar, pero del mismo modo aparecen temas públicos, negocios, etc.

Así por ejemplo ya en 1609 la criolla Beatriz de Vera, escribe desde Santiago a su marido Juan de Carrión, que se haya "en algún rincón de Cuyo", tras la cordillera de los Andes, le hace perentorios encargos; le da cuenta de negocios familiares, se refiere a la llegada e instalación de la Real Audiencia, gran cambio institucional de esos años e ironiza sobre el carácter del esposo, pues dada la cortante redacción de sus cartas, le indica que "...para cuando querays venir tomad un par de purgas para mudar de condición que me parece soys tan seco..."

Pocos decenios después, en 1630, encontramos el intercambio epistolar entre la importante criolla mestiza doña Águeda Flores, madre de los Lisperguer y su agente confidencial en Lima, doña Francisca Campuzano, viuda de un Gobernador de Chile, quién junto con tratarla con cortesanos halagos: Sabe el cielo mi señora el gusto que fue para mí la de Vuestra Merced..." le va dando cuenta de las medidas adoptadas para resguardar el bienestar económico y la posición social de sus hijos.

Un tercer y último ejemplo proviene de una criolla chilena avecindada en España, doña Francisca de Andía-Irarrázaval, que en 1639 le escribe a su suegra y tía, en Indias, allí le implora el enbío de "dos mil ducados anuales" , no más del tercio de lo que podía recibir un encomendero americano, pues su marido, que es al mismo tiempo su primo, "es tan ángel que no vuelve ni por sí ni por mí y es menester socorrernos con algo porque las haciendas de Castilla la Vieja están muy acabadas..." y su padre se niega a auxiliarlos.17

Las madurez del modelo epistolar teresiano se logró sin embargo más tarde, desde mediados del s.XVIII hasta la segunda mitad del s.XIX, cuando la educación femenina; los cambios de la sociedad tradicional y el creciente modernismo impongan el modelo literario europeo.

 

Santa Teresa de Jesùs: apuntes de su familia, ideas y època

Esta mujer, la persona más trascendente por su mensaje y su obra en un siglo de hombres, de desafìos y de cambios como fue el XVI, naciò a fines de marzo de 1515 en Avila, esencia de Castilla.

Su abuelo paterno, Juan Sànchez de Toledo, rico comerciante en lanas y sedas, ya casado con Inès de Cepeda y con varios hijos, fue condenado por judìo converso al sanbenito por la Inquisiciòn en 1485. Al borde de la persecusiòn y la malidicencia, del oprobio y la deshonra, se trasladò a Avila. Dejaba una gran ciudad, de noventa mil habitantes y muchas veces sede de la corte real por una muy pequeña, de solo tres mil, pero estratègica en el negocio de las telas, vendiò su solariega casa en 550.000 maravedìes, una fortuna, al noble soldado y poeta Garcilazo de la Vega. En Avila se instalò regiamente y comprò certificado de hidalguìa para proteger a su descendencia. Aquel fue discutido en 1519 pero un honeroso juicio -ya nacida Teresa- y la complicidad de un pequeño juzgado logrò afianzar la pretensiòn de los Cepeda a la nobleza, en verdad, la mentira era protectora y los ayudò a sobrevivir en una España que crecìa en intolerancias y persecusiones y en donde se fuè exigiendo progresivamente el "Estatuto de limpieza de sangre", que probaba la ausencia de antepasados judìos o moros.

El padre de Teresa abandonò, quizàs por temor, los negocios familiares mientras afianzaba vinculaciones con la baja nobleza local, asì casò dos veces con herederas del lugar, de la segunda, Beatriz de Ahumada, hija de castellanos viejos de rango hidalgo, con heredad campesina, palomar y rebaños lanares tuvo nueve hijos que llegaron a adultos, la segunda fue Teresa y al final otra mujer, Juana, el resto fueron siete varones.

Volviendo a nuestra Santa, esta tuvo una niñez y adolescencia despreocupada y gozosa. Muy querida por sus padres, se apasiona como la madre con libros de caballerìa, tanto, que con sòlo siete años llega a convencer, ¡Oh el poder de convencimiento de Teresa! a su hermano Rodrigo de nueve a ir furtivamente a"tierra de moros". Descubiertos y traìdos de vuelta por un tìo paterno cuando ya iban fuera de las viejas murallas de Avila, se quedò con deseos de misionar. Muchos años màs tarde, una amiga de su vejez recordaba una confesiòn suya, muy sentida y nunca olvidada "Si fuera lìcito que las mujeres pudieran ir a enseñar la fe cristiana, fuera ella a tierra de herejes",. Aun asì viajò por la meseta castellana, avanzó hasta Andalucía y habría recorrido más caminos si hubiera podido.

Todavía adolescente, muerta ya su madre y con la ruina económica cercana, sin ánimo de matrimonio, decide ser monja, profesar, que era el otro destino honorable para una mujer de su rango social. Ingresó a los 14, de nuevo con fuga de su casa paterna, pues el padre se resistía, al Convento de la Encarnación, en Avila. Era de la Orden Carmelita, su nombre procedía del Monte Carmelo, en Tierra Santa, allí predicó Elías y residió la Virgen Marìa. Fundada en Jerusalen, tiempo despuès de las Cruzadas, se extendió por Europa. Sus monjas tenían voto de pobreza "mitigada": calzaban zapatos de medio taco, vestían telas suaves, podían tener criadas y hacer activa vida social en sus monasterios. El de Avila era un edificio hermoso, de pocos años, amplio y muy poblado: ciento ochenta monjas a las cuales se sumaban criadas. esclavas, seglares.

Allì permaneciò Teresa por veinte años, hasta que ya de cuarenta -al final de la existencia, para las espectativas de entonces- viviò, gracias a lecturas de libros mìsticos como Tercer Abecedario de Francisco de Osuna; Las Confesiones de San Agustìn y el Audi, filia del contemporàneo y converso Juan de Avila una profunda conversiòn. Como fruto de un obstinado deseo de oraciòn, naciò en ella el anhelo de cumplir una misiòn trascendente, de fè, llegarà entonces a las etapas mìsticas de desasimiento y quietud, hacièndose uno con Dios escribirà : "El perfecto amor quita el temor..." Percepciòn del amor divino que era ìntimo, generoso, tan distinto al combativo y amenazador Padre superior de por entonces. 11

Su vida coincide con una serie de grandes procesos històricos, de partida con la afirmaciòn de la monarquìa absoluta y el centralismo, siendo niña su ciudad encabezarà la ùltima liga libertaria, la "rebeliòn de los comuneros". Años despuès sus hermanos se enbarcaran, uno tras otro, hasta completar los siete en la empresa de conquista americana, era la busqueda del oro y el poder, que como hidalgos discutidos y conversos posibles no podìan aspirar en la penìnsula.

Siendo una mujer madura experimentarà, como otros mìsticos contemporàneos, todos hombres, la presencia de Dios, en los mismos momentos que se propaga el cisma religioso aùn por la vecina Francia. Y mientras Teresa de Ahumada opte por el amor divino, formando la simiente de las carmelitas descalzas, su paìs optarà tanto por la disciplina y el castigo de la Inquisiciòn como por la ambiciòn del oro y la plata que a raudales traen desde Amèrica.

Durante toda su vida, desgarrada en lo ìntimo por ocultar el origen familiar afirmarà el valor del compromiso personal, libre con Dios, vocaciòn y destino superior a los deberes de la sociabilidad y el "deber ser" de una sociedad que se iba desmoronando por la polarizaciòn social, por el lujo y la pobreza simultànea, que el alza de precios desencadenada por el tesoro americano producìa en la Europa de la època.

Frente al "honor", sentimiento de orgullo personal y familiar, que ha invadido a una España despreciadora del trabajo, Teresa opondrà la fè y la sencillez. Cuando escribe su primera obra, El Libro de la Vida, no describe los tesoros y bienes familiares, ni su alcurnia, solo retrata a sus padres como "virtuosos y temerosos de Dios ... De gran caridad y honestidad." 12a

Vìctima y testigo de la creciente intolerancia española, Teresa reaccionarà con sorna y molestia ante los pruritos de orgullo de linaje, mal que todavìa nos carcome, asì al Padre Graciàn, su querido confesor, que le alababa su origen familiar, le replica: "Me basta padre con ser hija de la Iglesia Catòlica y màs me importarìa el haber cometido un pecado venial que el descender de los hombres màs bajos y màs viles del mundo..." 13a

Esta misma actitud tendrà ante sus hermanos, pobres o ricos, que lucen y exigen tratamientos honorìficos, como el "don" con que vuelve su hermano Lorenzo y sus sobrinos, al que se sentìan con derecho por ser encomenderos en Quito.

Del mismo modo llamarà la atenciòn a una monja de su monasterio que les ha voceado a ella y al padre confesor que la esperaba un caballero, su pariente, en el locutorio: "¿Ha oìdo vuestra paternidad con lo que viene Ana de Jesùs?¿que esta allì un caballero deudo suyo; para que sepamos que tiene deudos caballeros?¡Como si hubiese en la religiòn y màs entre descalzas, caballerìas! 14a

Frente al orgullo externo, fundado en banalidades mundanas, Teresa afirmarà lo esencial del cristianismo, aquello por lo que se mide la perfecciòn y hace posible la salvaciòn eterna, que es la caridad, en sus palabras : "Entendamos, hijas mìas, que la perfecciòn verdadera es amor de Dios y del pròximo..." 15a.

De ahì tambièn su insistencia en la humildad, en olvidar la vanagloria. Haciendo un simil en el ajedrez, juego que le encantaba, la considera la pieza vital que todos debemos usar a fondo para vencer nuestro orgullo: "la humildad es como la reina del ajedrez capaz de dar jaque mate al rey y que, si es verdadera no puede ser aislada del amor..." rodeada, como està, de soldados que cortejan la valentìa y el arrojo y desprecian los actos de contricciòn, insistirà: "la humildad no es poquedad ni cobardìa de ànimo... con todo su abajamiento, es el cimiento de todo el edificio espiritual..." 16a.

Actitud que ella asumió desde que empieza su reforma, ya en la primera carta que le conocemos, cuando le agradece a su hermano los envìos de dinero con los cuales ha podido fundar su primer monasterio, se retrata: "porque para una monjuela como yo, que ya tengo por honra, gloria a Dios, andar remendada..." 17a

Humildad que obliga a tener paciencia y no enojarse ni juzgar a los demàs, como cuando responde al mismo Lorenzo, que vuelto rico desde Indias tiende a ser demasiado seco y altanero: "De su enfado de V.m. no me espanto; màs espàntome que tenga tanto deseo de servir a Dios y se le haga tan pesada, Cruz tan liviana. Luego dirà que por servirle màs no lo querìa. ¡Oh hermano, como no nos entendemos! Que todo lleva un poco de amor propio " 18

Debemos recordar, por ùltimo, que mientras viviò Teresa de Avila, su Orden no exigiò -como otras- el "Estatuto de limpieza de sangre", las carmelitas descalzas desde el nombre debían mostrar su humildad, que se expresa tambièn en el vestuario: tela burda y aspera, calzado humilde o alpargatas, reacciòn al boato y el lujo desencadenados en la España del XVI. 19

La presencia de Amèrica y el amor fraterno

Como hemos comprobado ampliamente en otros epistolarios de època y contradiciendo lo afirmado por Lawrence Stone y otros historiadores, en el siglo XVI habìa afectividad familiar y uno de sus elementos centrales es la profunda vigencia del amor fraterno, como el cariño de tìos o tìas a sobrinos, ¿porquè es asì? yo pienso que todavìa regìa el clan familiar, es en el seno de la familia extensiva donde se encuentran los afectos y se dan las solidaridades, tanto más en una familia como la de Teresa de Ahumada, que escondía un peligroso secreto.

Volviendo a ella, entramos entonces, desde 1560 hasta su muerte en Alba, en 1582, en la etapa decisiva de su vida: es la reforma de los calzados, que triunfará recién en 1580, luego de persecuciones odiosas de los calzados contra la Santa y sus compañeros, se establezca por Breve papal y respaldo de Felipe II la Orden de las Carmelitas Descalzas, arma dulce y eficaz para la perfecciòn del alma y purgar los errores de la sociedad humana, fueran los excesos de la conquista o la herejía que avanzaba.

Esos fueron años de gran actividad para Teresa de Ahumada: la fundaciòn de monasterios; el escribir libros de experiencia divina y los gloriosos momentos de èxtasis mìstico, eran los frutos de una existencia tambièn sacudida por el dolor corporal de enfermedades dolorosas e invalidantes y los de su preocupaciòn por Amèrica.

Cuando las acusaciones, màs bien difamaciones de los calzados y de la princesa de Eboli, su poderosa enemiga eran mayores, con amenazas de la Inquisiciòn, secuestro de San Juan de la Cruz, y encierro de ella en Avila , reconfortaba a las descalzas de Sevilla, molestadas y perseguidas, haciendo un parangòn con los tesoros americanos, pero esta vez espirituales que ellas obtenìan en su calvario: "...Harta envidia les tengo ... y que en lugar de darme pena me diò un gozo interior grandìsimo de ver que, sin haver pasado la mar, ha querido nuestro Señor descubrirles unas minas de tesoros eternos con que -espero en su Majestad- han de quedar muy ricas y repartir con las que por acà estamos...". Sìmil con la conquista americana que expresa la fuerte impresiòn que en ella causaba los sucesos de este continente.20

En otro momento, y a propòsito de fundar o nò los monasterios con renta, cambiarà su opiniòn inicial de pobreza absoluta, recomendada por San Pedro de Alcàntara, e influìda por su amigo Simòn Ruiz, famoso banquero, aceptarà donaciones que permitan paliar en los monasterios la pobreza que la conquista estaba produciendo en España pues como ella decìa : "Va creciendo el precio de las cosas de manera tal que han menester cerca de trescientos mil (maravedìes) para no ser pobres..." 21

Sin embargo, es en las cartas a sus hermanos donde las referencias son màs directas e identifica en seres determinados, sus parientes, los avatares del proceso de avance español.

Ya en la primera carta que se le conoce, la de 1561, a su hermano Lorenzo le agradece el envìo de los doscientos ducados que han servido para hacer su primera fundaciòn: el Convento de San Josè de Avila: "Y creo que fue movimiento de Dios el que v.m. ha tenido para enviarme tantos; para una monjuela como yo... y lo que màs me ha espantado, que los cuarenta pesos que añadiò v.m. me hacìan grandìsima falta y San Josè, que se ha de llamar asì, creo hizo no la hubiese y sè que pagarà a v.m..." Aùn se siente obligada a informarle las caracterìsticas de aquel, creado gracias a la plata americana: "adonde ha de haber solas trece, con grandìsimo encarecimiento ansì de nunca salir... fundadas en oraciòn y con mortificaciòn...". Seràn los rasgos bàsicos de los monasterios de la nueva orden reformada, que buscaban, reaccionando frente a los ya existentes una vida de sencillez, recogimiento y piedad.22

En 1572 dejaba constancia de su interès por Amèrica, señalando las "ocupaciones y trabajos que no se como se pueden llevar. El mayor es de cartas. Para las Indias he escrito cuatro veces, que se va el armada...", asì en masculino, como se usaba, para referirse a la flota que se dirigìa a Amèrica desde Sevilla.23

En su preocupaciòn se mezclan el interès por dineros, que en España se aguardan y las noticias familiares, en una que anuncia la muerte de su hermano Lorenzo, pide le avisen "cuando venga el armada e informese de los que vienen de la Ciudad de los Reyes si es vivo Diego Lòpez de Zúñiga ...y si fuere muerto... hacer testimonio con dos o tres testigos ...porque a ser muerto, luego compramos mas casas para las monjas de Salamanca (que vivìan muy estrechas) que estoy concertada con quièn las hereda, muerto èl...Es este caballero de Salamanca y a muchos años que vive en la Ciudad de los Reyes ...de 75 años y màs y muy enfermo, de razòn ya estarà en el cielo. 24

Poco tiempo despuès le escribe a la Madre Marìa de San Josè, priora del convento de Sevilla y le reitera: Vuestra reverencia me ha de ayudar a lo que por allà se ofreciese en Indias, y asì le pido, por amor de Dios, que en viniendo la flota tenga cuenta de informarse si trae algùn dinero para mi hermano -que haya gloria- y avisàrmelo para que se ponga cobro en ello..." 25

El motivo primordial, de recibir los ansiados caudales desde Amèrica, vuelve a aparecer en una carta a su cuñado Juan de Ovalle, contable pobre, hombre difìcil y puntilloso, del rango hidalgo más inferior: "Sepan V.m. que han venido cartas de las Indias y no dineros..." 26

En un breve inventario de la familia en Amèrica de Teresa de Ahumada, comenzaremos por sus siete hermanos, ya que sòlo quedò en España un hermanastro que muriò joven y habìa profesado muy temprano. Hidalgos recientes; sin fortuna; con un pasado que ocultar, se entienden que hallan ido a Amèrica, a ser ricos y tener fama, en una sociedad que alentaba la proeza individual, pero que comenzaba a reconocer la influencia de las conexiones peninsulares. Todos vinieron en huestes sucesivas, encabezadas por grandes personajes; participaron en campañas de conquista y en guerras civiles que tuvieron como escenario Amèrica del Sur.

Desde el primero, Hernando Sànchez de Cepeda, el ùnico que repetìa el patronìmico del abuelo converso, que pasò en 1531, con los hermanos del Marquès Pizarro y alcanzò a regidor en Pasto, ciudad de los Andes Centrales, luego Rodrigo, el compañero de aventuras infantiles, quièn llegò y se perdiò en el àrea del Rìo de la Plata; siguieron en 1540 Lorenzo y Jerònimo, luego Antonio y Pedro, que vinieron en 1543 con Blasco Nuñez Vela, de Avila y pariente, nombrado primer virrey del Perù y por fìn el sèptimo, Agustìn de Ahumada, llegado con los refuerzos del Licenciado La Gasca en 1548, a detener la rebeliòn de los Pizarro.

Los ùltimos cinco pueblan de referencias, saludos y recuerdos las cartas de Teresa, que desde España y con su hermana Juana rezaba por ellos. Se sabe que en 1549, por ejemplo, ambas van en peregrinaciòn a dar gracias a Dios ante la Virgen de Guadalupe, cerca de Oropesa, por haber salvado sus vidas en las terribles batallas de Añaquito y Xaquijahuana, aunque luego murieron Hernando y Antonio a consecuencias de graves heridas recibidas entonces.27

De los Cepeda y Ahumada que participaron en la conquista, Lorenzo fuè el ùnico que llegò a ser medianamente rico y con posiciòn destacada, encomendero y tesorero real en Quito, hizo ventajoso matrimonio con Dª Juana de Fuentes y Espinosa, con dote de 50.000 maravedìes , era nieta de Gaspar de Espinoza, el gobernador de Panamà al momento de la conquista del Perù y miembro de la famosa dinastìa de banqueros de Medina del Campo, donde Santa Teresa fundò uno de sus monasterios.28

Con Lorenzo de Cepeda, tuvo gran intimidad y confianza, ya en 1570 entusiasmada con la noticia de su regreso a España le escribìa : "que por ventura quiere nuestro Señor... nos juntemos entreambos para procurar màs su honra y gloria y algùn provecho de las almas; que esto es lo que mucho me lastima, ver tantas perdidas; y esos Indios no me cuestan poco. El Señor les dè luz."

Esta misericordia de la Santa por los sufrimientos de los aborìgenes americanos tuvo eco en su hermano, pues siendo juez de residencia y justicia mayor de Loja, Cuenca y Zamora, distritos densamente poblados de los Andes, habìa prohibido que se les cargase como mulas de carga, medida que sin duda salvò de la muerte a centenares de ellos. 29.

Pero la carta continuaba, señalando su conocimiento de tanto sufrimiento humano en Amèrica como en España y de cuan difìcil era aproximar este mundo a Dios, le reiteraba: "que acà y allà hay harta desventura, que como ando en tantas partes y me hablan muchas personas, no sè muchas veces que decir, sino que somos peores que bestias, pues no entendemos la dignidad de nuestra alma, y como las apocamos con cosas tan apocadas como son las de la tierra. Denos el Señor luz..." 30.

Luego de algunos años, obtenido el permiso para volver temporalmente a España, dada su condiciòn de encomendero, Lorenzo se embarcò con su hermanos Pedro y Jerònimo, quièn morirìa en Panamà, para llegar a Sevilla en 1575, viudo e interesado en darle una buena educaciòn a sus tres hijos adolescentes. Ya en el terruño natal, comprò cerca de Avila una heredad, La Serna, preocupado por el acomodo de la casa y las gestiones consiguientes comenzò a lamentar su adquisiciòn, a ello le respondiò su hermana:"No dejaba de ser santo Jacobo por entender en sus ganados, ni Abraham ni San Joaquìn, que como queremos huir del trabajo, todo nos cansa...", suave llamado de atenciòn para recordar, con cita del Antiguo Testamento, la necesidad de no olvidar las cosas materiales.

En verdad, lo màs importante en èsta relaciòn fue la ciega confianza y voluntad que puso Lorenzo en la guìa espiritual de su hermana, recibe de ella consejos y orientaciones, aùn cilicios y disciplinas, pero sobre todo, la enseñanza de confiar ciegamente en Dios, y en un Dios que es Padre y nos ama, "...màs crea que es lo mejor lo que hace : el dejarlo todo a la voluntad de Dios y poner su causa en sus manos; El sabe lo que nos conviene..." y ante la insistencia del viejo conquistador, con una conciencia cargada con quizàs que acciones y obsesionado en usar tormentos le agrega: "No sè para que desea aquellos temores y miedos pues le lleva Dios por amor..." .31

El ùltimo intercambio epistolar con este hermano fue en los comienzos de 1580,ante la insistencia de aquel en anunciar su muerte cercana le contestaba animàndolo, hasta que llegò efectivamente su descanso eterno luego de un fuerte ataque cardíaco, posiblemente un aneurisma, en junio de aquel año, el dìa de San Juan.32

Sin duda Teresa se quedò màs sola con la partida de su querido hermano , para morir casi dos años despuès, el 4 de octubre de 1582 en Alba, adonde habìa viajado para obedecer a la orgullosa duquesa, su espìritu, abatido por los achaques y la edad se encendiò de amor cuando entrò el Santìsimo sacramento a la celda donde agonizaba exclamando "¡Llegò por fin la hora tan deseada!, para ella, la de la Eternidad, el "siempre" de Dios a cambio de la fugacidad de la existencia humana.33 .

A ambos les sobreviviò Pedro, uno de los hermanos menores y que habìa vuelto con Lorenzo, conquistador derrotado, sin fortuna personal ni mèrito , era un individuo envidioso, desconfiado y melancòlico, probablemente depresivo, fue una fuente de gastos, cuidados y preocupaciones para Lorenzo y Teresa, sus hermanos que lo acogen y desvelan en atender, pese a su caràcter. Fallecido en 1589, muriendo en gran pobreza, fue enterrado en la capilla de su hermano, en Avila. 34.

Con Agustìn, de larga existencia en Amèrica tuvo un activo intercambio epistolar, este, luego de pasar al Perù siguiò a Chile con Garcìa Hurtado de Mendoza. Fue vecino y encomendero en Cañete, pero pronto regresò a Lima , allì viviò pechando y pidiendo cargos de importancia hasta ser nombrado gobernador de los Quijos, en el área de Bolivia actual, conquista que fracasò, aún fue propuesto para el Tucumàn.

Su hermana estaba al tanto de sus movimientos y atendìa a veces sus peticiones, habiendo recibido carta suya le respondìa conocer una carta escrita por la marquesa de Villena al virrey, recomendàndolo, pero agregaba : "Harto me lastima verle en esas cosas todavìa...", màs preocupado de títulos y rentas que de salvar su alma.35

Agustìn de Ahumada en definitiva muriò en Lima, casi diez años después que su Santa hermana, "quitado de ruidos por haberlos dejado muchos años antes", anota José Toribio Medina, fue confesado por el padre Luis de Valdivia y al tenor de sus palabras asistido por aquella, que se le habrìa aparecido para acompañarlo en su hora final.36.

En cuanto a los sobrinos de la santa, ellos fueron seis y no deja de ser curioso que sòlo dos, criollos establecidos en Amèrica hayan dejado sucesión.

De los hijos de Lorenzo, el hermano dilecto, quedaron Teresita, carmelita descalza como su tìa; Francisco, que pese a haberse casado con una sobrina de los Duques del Infantado y Albuquerque, no dejò sucesiòn y cargado de deudas muriò en Lima, prometiendo dineros que nunca llegaron a su noble esposa. Se habìa producido lo que Santa Teresa, mujer pràctica, quiso corregir con aportes de Amèrica, al pedir la ayuda del hermano que estaba en Quito: "Ya que Dios les va dando tanta honra no falte con que la sustentar...", pues como afirma el viejo adagio español seguìa siendo verdad que "Dineros son calidad.".37

El tercero era Lorenzo, este, que de joven era travieso, hasta concebir una hija cuyo cuidado confió a la tía abuela, volviò a Indias, a hacerse cargo de los bienes de su padre, donde sentó cabeza y según cuenta Santa Teresa a su hermana: "Don Lorenzo se casò con una hija de un oidor, porque le diesen los indios de que el rey le habìa hecho merced. Hànselos dado tales, que dicen tiene cerca de siete mil ducados de renta y ella muy buen arte y el diz que està muy cuerdo y hombre de bien." 38

Bien experta en negocios americanos, la Santa relaciona "encomienda" con matrimonio ventajoso, en este caso por vincularse a un miembro de la Real Audiencia local y anota con fidelidad no exenta de admiraciòn, el ingreso consiguiente, que superaba con mucho la renta del otro hermano, casado con mujer de la alta nobleza española.

Efectivamente el matrimonio con Dª Marìa de Hinojosa hija del oidor màs antiguo de Quito, consolidò el status social de Lorenzo de Cepeda , ya espectante con la rica e influyente familia materna y dejò buena herencia a sus cinco hijos, los que tuvieron larga descendencia, entre ellos encomenderos, letrados y clèrigos repartidos por el Ecuador y Colombia, asì uno de sus miembros màs notables fue el destacado Dr. Joaquin Miguel de Araujo, el primer teòlogo ecuatoriano. 39

La otra pariente cercana fue su sobrina Jerònima de Ahumada, hija de Agustìn, esta casò con un conquistador de cierta relevancia, Alonso de Còrdoba y tuvieron a Teresa de Ahumada, sobrina nieta y homònima chilena de la santa española, de ella que casò con Gonzàlo Martìnez de Vergara, mestizo de gran fortuna y relevancia social, hay una vasta sucesiòn.

Gracias al estudio genealógico de mi colega Juan Guillermo Muñoz, podemos afirmar que sus descendientes nutrieron el emergente grupo criollo de encomenderos y estancieros, dueños de capellanías y con dignidades del cabildo de Santiago, sus descendientes se desparramaron por Aconcagua, Melipilla y Talca, podrìamos destacar de entre ellos a don Ramòn Ramìrez Vargas vecino fundador de San Fernando en el siglo XVIII, dueño de la hacienda de Tilcoco, regidor y alcalde por casi un decenio.40

Pero màs allà de la descendencia consanguínea unen a Chile con Santa Teresa varios lazos espirituales, su advocación a la Virgen del Carmen y los más de diez monasterios de la orden carmelita descalzas repartidos en el país, desde el que se fundara a fines del siglo XVII en Santiago el primero de ellos, el de Carmen Alto o San José y ,lo más reciente, el que la primera chilena en subir a los altares sea una hija de su Orden, Santa Teresita de los Andes. 41

Al concluir, estoy convencido que las cartas de esta magnífica avilense es una cantera fecunda que nos puede dar mucha información sobre la historia de Chile, de América y de España. Fueron tambièn el modelo epistolar en que nuestras abuelas aprendieron a escribir y dejar en pequeños papeles los rastros imborrables del amor y el cariño hacia los suyos y hacia Dios.

Notas

1 Si bien su uso es tan antiguo que se le supone ayudó a concebir la escritura;en los comienzos estuvo dominado por los hombres, serán las mujeres sus mejores usuarias cuando se desarrollala familia y el amor cortés, su origen viene del latín charta y este del griego kharteis: papiro,papel. En francés, inglés e italiano se prefiere el término más humilde que pro ede de la "letra", la parte esencial de la escritura y la llaman sucesivamente: ·lettre, letter, lettere...
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2 Regine Pernoud, Las mujeres en el tiempo de las catedrales, recoge algunos de los consejos de Dhouda a su hijo: "Ama a Dios...a tu hermano..a tu padre... a los pobres y desdichados...ama a todo el mundo para que todos te amen...".
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3 Joseph de Casanova, Del arte de escribir todas las formas de letras, Madrid, 1650.
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4 P. Lázaro de la Asunción, Historia de la Orden del Carmen Descalzo en Chile, 3 vol.
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5 Cartas de Santa Teresa de Avila, t.1º y 2º, por Diego Dormer, en Zaragoza, 1658, con comentarios del venerable Juan de Palafox; t 3º y 4º ,editado por Joseph Doblado, Madrid, 1771 con comentarios del P. Antonio de San José. Cartas de Santa Teresa, Ed. Garnier Hnos., Paris, 1884 y Epistolario, en Obras Completas de Santa Teresa , Biblioteca de Autores Cristianos, Madrid, 1986.
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6 Introducciòn a la ediciòn de Cartas.... de 1884. Vicente la Fuente, su editor en la Colecciòn de Autores Españoles, tº 55, 1862, afirmaba: "...bajo el aspecto filològico, los libros de Santa Teresa pueden ser mirados como el tipo más completo del lenguaje familiar de Castilla."
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7 Carta al Padre Jerónimo Gracián, 4 de Octubre de 1579, p.1236, ediciòn 1986.
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8 Carta a su hermana Juana de Ahumada, en Alba. Sevilla, 12 de agosto de 1575.
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9 Enrique Otte, Cartas privadas de emigrantes a Indias, Sevilla, 1988.
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10 Peter Boyd-Bowman, en revista Hispanic American Historical Review, vol.56-4.
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12 P.Lázaro de la Asdunción, O.C.D. Historia de la Orden del Carmen Descalzo en Chile, Imprenta Chile, santiago, 1936.
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13 Carta a Francisco de Salcedo, de Valladolid, fines de setiembre de 1568, p.879, edición 1984.
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14 Carta a Doña Catalina Hurtado, Avila, 31 de octubre de 1574, p.938, edición 1984.
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15 Carta a Juana de Ahumada, del 12 de agosto de 1575, p.952, edición 1984.
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16 Cata a su hermano Lorenzo de Ahumada, de 1578, tomo 1º, p.276.
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17 Ambos ejemplos en Sergio Vergara, Cartas de Mujeres en Chile, 1630-1885, Ed. A.Bello pag. 1 y p.3.
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9a Lagos, Elena, Santa Teresa : mujer y escritura, tesis de Literatura, Universidad de Chile, 1994.La primera esposa fue Catalina del Peso, de la cual tuvo dos hijos: Marìa de Cepeda y Juan Vàsquez de Cepeda.
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10a Isabel de Santo Domingo, citado por Padre Efren de la Madre de Dios Santa Teresa y su tiempo ,Salamanca, 3 t., 1982-84.
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11 Rossi, Rosa, Teresa de Avila: biografìa de una escritora , Barcelona, 1997. Es apropiado colocar aquì una cita de Tomàs de Kempis (1380-1472), Imitaciòn de Cristo "Cuan saludable, cuan grato y apacible es sentarse en soledad, callar y conversar con Dios."
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12a En primeras pàginas de El Libro de la Vida, ediciòn 1986, p.34.
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13a Wash, William, Santa Teresa de Avila, 1960, p.13.
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14a Javierre, José María, Teresa de Jesus: aventura humana y sagrada de una mujer ,1982, p.587.
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15a Pérez-Remon, Joaquín, Misticismo Orintal y Misticismo Cristiano, Caso típico: Teresa de Jesus, Universidad Deusto, Bilbao, 1985, p.35.
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16a ídem, p.89.
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17a Carta a su hermano Lorenzo, en Quito, 31 (23) diciembre de 1561.
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18 Carta a su hermano Lorenzo, desde Valladolid, hacia 1578, ed.1658, tº 1º, p.276.
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19 Tanto para Santa Teresa como para San Juan de la Cruz, la verdadera virtud era cumplir las enseñanzas de Cristo y no vanidades de linaje o de orgullo social, ver Gómez-Menor Fuentes, José, El linaje familiar de Santa Teresa y de San Juan de la Cruz, 1970: ambos proclamaban: "sólo virtud es nobleza y honra verdadera."
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20 Carta a las carmelitas descalzas de Sevilla. Avila, 31 Enero 1579, ediciòn 1986, p.1201.
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21 Rossi, Rosa, op. cit. P.264.
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22 Carta a Lorenzo de Cepeda, en Quito. Avila, 23 (31) diciembre de 1561.
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23 Carta a su hermana Juana. Avila, 4 Febrero de 1572, ediciòn 1986, p.905.
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24 Carta a la Madre Marìa de San José, Priora de Sevilla. Segovia, 4 de julio de 1580.ed.1986,p.1287.
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25 Carta a la misma, Medina, 6 de Agosto de 1580.
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26 Carta a su cuñado Juan de Ovalle, en Alba. Avila, 14 Noviembre de 1581, ed.1986, p.1355.
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27 Auclair, Marcelle, La vida de Santa Teresa de Jesús, Madrid, 1947.
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28 Lohmann Villena, Guillermo, Les Espinoza, une famille d'hommes d'affaire en Espagne et aux Indes a l'epoque de la colonisation, S.E.V.P.E.N. Paris, 1968.
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29 Polit, M.M. Familia de Santa Teresa en Amèrica, B. Herder editor, Friburgo, Alemania, 1905.p.68.
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30 Carta a su hermano Lorenzo, Toledo, 17 de Enero de 1570. Ediciòn 1986, p.894.
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31 Carta a su hermano Lorenzo. Toledo, Enero 2 de 1577. Ediciòn 1986, p.1064.
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32 Carta a Lorenzo, su hermano, Segovia, 19 junio de 1580: "Yo no sé de donde sabe que se ha de morir presto, ni para que piensa esos desatinos, ni le aprieta lo que no será...". Sin embargo, falleciò antes de una semana. Tº 4º p.202.
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33 Reynaud, Elizabeth, Teresa de Avila o el placer divino, editorial Atlàntida, España, 2000, p.300.-
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34 ver por ejemplo carta a su hermano Lorenzo, del 10 de abril de 1580. Tº3º, p.255.
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35 Carta a Lorenzo, del 27 y 28 de Febrero de 1577. Ed. 1986, p.1090.
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36 Thayer Ojeda, Tomás, Formación de la sociedad chilena, v.1º, p.70. Prensas de la Universidad de Chile, 1939.
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37 Carta a su sobrino Lorenzo, en Quito. Valladolid, 27 de Diciembre de 1580. Ed. 1986 p.1298 y vol 2º, p.393.
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38 Carta a su cuñado Juan de Ovalle, 14 Noviembre de 1581. Ediciòn 1986 p.1355.
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39 Polit, op. cit., p.266 y 284.
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40 Muñoz Correa, Juan Guillermo, Parientes de Santa Teresa en Chile, inédito, abril del 2001.
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41 P. Lázaro de la Asunción, Historia de la Orden del Carmen Descalzo en Chile, 3 vol. La primera fundación data del 6 de enero de 1690 y la décima, en Iquique, en 29 de junio de 1933. P.35 y 573 del vol. III.
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