Molinos,
poemario de Antonio Molina
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ANTONIO
MOLINA MONTECINOS nace en La Unión en 1977. Actualmente
estudia Biología Marina en la Universidad Austral de Chile,
Valdivia. Ha publicado, con otros autores, las antologías
Hipocampos, Sociedad de Escritores de Valdivia 1998;
Yo no me callo, Ed Los Andes, 1998; Poetas Chilenos
Jóvenes, Ed Literatura Americana Reunida, 1998; Alhucema,
Ed Adbara, Granada-España, 2000. Entre los premios recibidos
se destacan: Premio Nacional para Estudiantes, 1994; Beca
para Escritores del Consejo Nacional del Libro y la Lectura,
1998; mención en los Juegos Literarios Gabriela Mistral, 1999;
y Medalla Fernando Santiván, Dirección de Investigación, Universidad
Austral de Chile, 1999.
Es
editor de la publicación transdisciplinaria El Leviatán.
Los
poemas que a continuación presentamos, pertenecen al poemario
Molinos (Valdivia, Ediciones Leviathan, 2000).
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PRIMERA
SINFONÍA DEL VÉRTIGO
He
dibujado la imaginación
para componer la sinfonía del vértigo
la armonía de la época redonda.
Dibujo el anillo de bodas
del matrimonio infinito.
Me confunden con el cielo y la nada,
pero es el temor puente
al paraíso de los que no se confunden.
Por
gracia divina
vi al pecado encarnado en un águila celeste
y el perdón era la sangre que caía de sus garras.
Dibujé el territorio de los tontos
con ingeniosa fragancia
perpetué la especie en el habla.
II
Si
el cielo usara sombrero
lo más probable es que sería de copa.
Un árbol sentado en su frente
es como un beso en la mejilla
el cielo está mudo en las constelaciones mortuorias
y por las noches es una casa en ruinas.
Las
campanas dibujadas en el universo
no cesan de tocar la sinfonía del vértigo.
III
¿Quién
fue capaz de escuchar el silencio?
Acaso fueron los acróbatas de la velocidad,
¿los equilibristas?
¿Fue acaso Adán el que besó la manzana?
El silencio es la enfermedad más peligrosa
el pretexto de Dios para dejarnos desnudos.
Ya
no tocan las campanas dibujadas en el universo
se ha compuesto la sinfonía del vértigo.
DAFNE
Sus
ojos color rubí y espanto
son el dedo de Dios
la misma muerte vestida de momia
¿Entonces?
Si fuese irreal la sonrisa de los mudos
irreal el reflejo de un espejo
en el jardín del mal las buenas musas
cultivarían el opio
la irrealidad
vestirían al mal de amarillo.
INVIERNO AZUL
Obsequio
divino de la obscuridad
cuervo maternal arrancado del bosque
poema espeso
emborrachante brújula
dominio perdido por el ala de los pájaros
Invierno azul
obsequio divino de la obscuridad.
II
Encontré
en él y en los dioses
el alimento y el suicidio
sufrí la tortura de incendiarme
degusté el agua divina
y el sabor oculto de las vírgenes
debuté en el cielo con mis dedos.
¡Aunque
es secreto vil el de la lira!
¡Aunque es odio y es bebida!
¡Veneno!
¡Cicuta de los ángeles!
NOCTURNO
Siluetas
en las calles como ríos de lava
sangre en las venas, sangre que en días soleados
cuaja en formas de pesadas flores.
La ciudad esta hecha de barro y nieve
y en los fríos hemisferios, un desenfrenado rojo carmesí cubre las
bocas
bandadas de pájaros llevan consigo a los infantes
hacia las heladas comarcas
densidad que nos sumerge, sin hábitos, sin gestos
como los muertos que en días de lluvia
florecen prendidos a las grietas.
Desde
una torre un cráneo lanzado hacia el cielo
manadas de lobos hacia el bosque
codicia en tinajas llenas como oro hirviendo
furia en los tejados, bandadas de cuervos sobre la ciudad.
Llueve
dentro de los caracoles, llueve sangre
un líquido salado traído de las profundidades marinas
Entonces cuando la silueta de las luces
aparece en forma de pájaro antiguo
las formas se deshacen en remolinos
y el cielo se tiñe de rojo en las onduladas cornisas.
II
Ir
entonces por las galerías obscuro, ciego, quitada la voz
como una jirafa de largos pies y cuello
llevado por la razón desbocada
hacia el frío y oculto misterio que desnuda los vientos.
La
brisa marina ha poblado la tierra de nostalgia
y hundida bajo los faros grita
grita y se desvanece.
Lo
nocturno seduce
imita la forma desvanecida de las siluetas
que yacen cubiertas de un polvo y un aullido
que desde las bocas sube.
Amarillas
las formas, suben hacia el cielo
y de ellas una luz tenue ilumina la oscuridad de los faros.
Obscurece
y los árboles ebrios de brisa
suben hacia el cielo hipnotizados por la noche.
MOLINOS
¡Alejaos
de mí demonios!
Extirpad mi alma si la queréis, dejaos de morderla como perros salvajes
alejad de mí el odio y la ira, no estéis más en mi sopa.
¡Alejaos os pido demonios!
dejad las calles, las puertas, la fría sonrisa del invierno
¿O acaso es otro el paraíso?
No me tentéis con la duda
he perdido mis pulmones y el hígado en apuestas
no me engañéis con falsos trucos, ya que os temo como a la bestia
y al fuego.
Dejad de poblar la memoria de ciegos y tullidos
ve a gobernar tu desierto
yo me quedo con esta pequeña provincia.
¿Dónde
estás divina materia?
¡Precioso metal!
exijo una daga, un afilado cuchillo
venid a mí toda la alquimia
vestidme de hierro español y pagano
llenad mi boca de revelaciones.
Viejas
y antiguas ciudades, gigantes catedrales
hagan de mí el hijo, el que bajo la teta sucumbe
alejen de mí al cisne, al negro cisne
pues he perdido el coraje la campiña.
CUERVOS
Libres
de lengua, vienen, picotean mí hígado.
Alzo
el puño hacia el cielo
latiendo aún sostengo mí corazón en llamas
entonces, como un relámpago que hace sangrar los oídos.
Ellos vienen
son miles y me habitan
y cuando cae la tarde y el sol se desnuda gozoso
despiertan, poseen voraces bocas, profundas bocas
que inflaman mis pulmones
como bandada de pájaros sobre el desierto.
SOLILOQUIO EN DOS LENGUAS
Una
lengua sobre la otra y el cielo en llamas
aceitosas, una sobre la otra, buscándose
como si en un silbido se encontrasen mudas
como dos momias
¿Qué
hay en ellas?
¿Acaso
palabras desnudándose, una a una desnudándose, a solas
deshabitadas, perdidas, en su juego de hermosas?
Tienen
la forma de dos cisnes unidos por el cuello
sus brillantes y amarillos ojos
son como dos infantes muertos
que arrancados de sus placentas, se mecen erguidos
impenetrables como montañas de humo.
Una
a una se encuentran
y no hay palabras, ni gestos, se quieren muertas.
Tumbadas,
exhaustas, suspiran
sabiéndose vírgenes dormidas sobre el hielo.
EL ABISMO LUMINOSO DE LAS ESFERAS
Fue
el día décimo.
El silencio embriagador en las azoteas sonreía
como si suaves perfumes
moldearan la curvatura de las esferas celestes
fue el día décimo.
Aquí o allá siempre estuve como si no estuviera.
Poco
y nada bajo los árboles
los amantes en el silencio que provoca la multitud
perdidos se lanzan al abismo luminoso de las esferas.
¿Qué
brillo pudo doblar las columnas del templo?
¿Cómo revolotea el ansia?
junto a miles de flautas, huí bajo las esferas
que brillaban y poblaban el lugar
dejando una buena
una especie de anillo de luz.
IV
Por
amor falló
y dejó en las manos del otro sus ganas
tembló y las golondrinas migraron hacía el polo
lejos de la inalcanzable tormenta.
No hubo fuego ni llovizna
y las montañas abrazaron su estirpe de altísimas cumbres.
Fue el día décimo.
Hubo
en la carne y el espíritu el mismo temblor
y con la brisa se alejó la quietud.
No
haz de creer en lo oculto
ni venerar lo que ha hecho el peligro
vete del lugar, huye al bosque si es preciso
ahí encontrarás la calma.
Vendrá
la luz
el frío y la neblina
levantarán su velo a las lenguas de fuego.
SEÑORA DE LOS VIENTOS
Cómo
acuden a ella los vientos
llevados por una frenética huida
como en el océano las aves agudizan el ojo,
Oh!
mármol tibio
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hacia
la catedral de roca acuden los vientos.
Y sobre las aguas, la bella tormenta
enigmática cubriendo sus formas.
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Curiosa
sombra que envuelve los vientos, mezcla de jazmín y ágata.
Es
la señora de los Vientos fantástica y única
¿Escuchas cómo colmenas de avispas la habitan?
Y
su cuerpo tibio sobre el mío que es de rosa y fuego.
EL TÚNEL
Siempre
el uno se encuentra en el otro
solo y vacío, con un sombrero sin la cálida cabeza
llamándose
al oído entonces
yéndose en el frío de las habitaciones
los cuerpos unidos por la misteriosa música
vomitan las cuajadas profecías.
¡No
hay amor, sino misterio en las gargantas metálicas!
Entonces,
solo desvaríos
fantásticas y amables manos
unas sobre las otras, incendiando los pórticos
las cabezas de los niños, en las casas infantiles del invierno.
Vomita
entonces, vomita como un animal cubierto de oro.
No hay relojes en la mesa, sino ojos, ojos como uvas
lagunas de lotos
podridos lotos como besos franceses.
GRANADA
La
ciudad, libre de miedo, multiplicaba sus puertas
Federico
García Lorca
Un
árbol sobre la mesa y sus raíces, el acto en que se sostienen rígidas.
Oculto tras su magnifica forma, las raíces suben al cielo
frenéticas, desbocadas, como si fueran el tronco, por las paredes
frías
como un nido de serpientes, hacia la luz y la hierba húmeda.
Lejos
un grupo de gatos corre por los techos de la ciudad
persiguiendo en sus sombras, el deseo que los mueve
hacia los rincones oscuros, de las casas y la habitaciones.
Estando en la humedad de los sitios, hurgan sus delicadas barrigas.
DIÁSPORA
¡No!...
no, no me dejes
estoy en el fuego.
Vas y voy en ti prendido
como va y viene una semilla.
!Estoy vencido¡
¿Qué miel, qué abismo esconde tu cuerpo?
Vida en el gesto
sabor que despierta a los muertos.
¡Te da vida la música y no lo sabes!
¿Sientes
los pasos?
¿Los delicados pasos sobre la hierba?
No
hay sonido
no hoy sigilo, ni bullicio somos libres
Somos la virtud y la dicha
el amor ocultándose en el bosque.
¿QUIÉN
ES EL QUE CANTA EN LA NIEBLA?
Une
las formas en la oscuridad de la noche
ata en forma exacta el frío
la soledad metálica de las voces
entierra los espejos
el reflejo vivo de los puentes, bajo los puentes que gritan.
Entonces
el sonido ocre
la luz venida de los antiguos templos
cubrirá con un manto de espuma
la fiesta de los amantes solos.
¿Cuánto
amas, preguntas?
Y no sabes cuanto cabe en tus manos, y respiras
y andas por las calles vacío
como en sueños
perdido y lúcido
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