de
Paso a nivel (1998, inédito):
MÍNIMO
DISCURSO SOBRE EL POETA, LA PALABRA Y LA POESÍA
Discúlpenme,
si pueden y si quieren,
este discurso sumario,
acaso ingenuo, acaso pretencioso,
sobre el Poeta, la Palabra y la Poesía
—o, si lo prefieren,
sobre el vano prodigio que sería el Universo
si no contase con la angustia del hombre que lo mira.
Quizás sea el momento de decirles
francamente
lo que pienso sobre materia tan resbaladiza,
sin tomar, es un decir, las debidas precauciones.
En
primer lugar no creo que nosotros los poetas
—los filósofos sonríen en la mesa vecina—,
pastoreando las Dudas como cabras en la noche,
hagamos otra cosa que mentir:
mentir para existir,
mentir para querer,
mentir para indagar,
mentir ¿para saber?
¿Alguna vez sabremos?,
¿alguna vez, en la madeja iridiscente de la mentira
—ah, maestro Eliseo Diego, háblenos, que usted ya sabe—
hallaremos el camino, o los caminos,
hacia esos distritos nocturnos de las cosas
que tanto nos intrigan?
La impostura, la treta, el maquillaje
son los instrumentos de nuestro menester
(oficio, para algunos, de vida paralela,
y, para otros, de hundirse hasta el alma en la que hay).
Véanlo, si no, cuando decimos
vendrá la muerte y tendrá tus ojos, o
tus otoños me arrullan en coro de quimeras obstinadas,
o la noche se puebla de muecas de locura,
y más: polvo serán, mas polvo enamorado.
Uno de nosotros,
por ser fiel a una nostalgia,
mintió de esta manera:
Por la hoja del caimito van dos colores trepando.
Y otro, para ser fiel a la norma del coraje,
grabó en nuestra memoria esta mentira:
¡La celeste zancada de los que caen siempre en la batalla!
Así queda demostrado que no es en absoluto aconsejable
que al pie de la letra se tomen,
como se dice,
ni versos ni poemas,
así sean odas bravas o breves madrigales.
Y es aberración aborrecible negarse a comprender
que el espíritu acosado invente una puerta de emergencia.
Débese tener presente, pues, que la poesía
es agua discursiva, oscura pradera, rosa melancólica,
carnívoro cuchillo, grano de trigo en el silencio,
guitarra del mesón de los caminos,
manotazo, águila audaz, guijarro,
mosca, miedo, mástil, horizonte, todo
menos un acta notarial,
por más que su destino sea,
al menos el que su índole prescribe,
dejar constancia permanente de no se sabe qué.
Y atención,
toda la atención les ruego:
no caer en esa trampa de pensar que la Poesía está en las cosas
como un bodoque de hulla en una mina,
como un pan en la despensa, como
una estrella hundida en el corazón de una bellota,
y de pensar que el Poeta,
escarbando en las cosas asistido de una espátula y un cirio,
la descubre y nos la pone entre las manos,
neta,
nívea,
nítida,
unívoca,
inequívoca y fosforecente.
Amigos
míos,
cómplices y parroquianos de mutuas soledades,
estoy en condiciones de afirmar rotundamente,
con el viejo búho Stéphane Mallarmé,
y siguiendo mis propias experiencias,
que la Poesía habita sólo en el idioma:
por más que a lo largo de mi vida lo intentara muchas veces
nunca logré
—el
pauvre Lélian asimismo ha fracasado—
ni un solo romance sin palabras.
Poesía eres tú, Gustavo Adolfo,
en Sevilla y en Veruela
y muriéndote de sífilis en Claudio Coello 26,
y lo soy yo,
y no porque seamos ni musas ni modelos,
sino porque somos los que hablamos:
sin nosotros no hay mirada,
no hay asombro,
no hay desgarro,
no hay desvelo,
no habrá un alma para la montaña,
ni una traducción del cielo,
ni eternidad para la espiga,
ni una gramática para el misterio,
ni un horizonte cuadrado,
ni un oboe sumergido,
ni un antílope de evaporados pasos.
Sin nosotros y nuestros cómplices de siempre
no habrá un verso respirando en este mundo,
y un verso, sólo un verso,
si es un verso, todo un verso,
es toda la Poesía.
La
Poesía no mana del jardín, sino del jardinero,
y mana de mí, que descubro el jardín de otra manera,
que lo miro y no lo miro,
que lo nombro y no lo nombro,
que al llevarlo a mi lengua lo sumerjo en una luz y en una sombra
que jamás le dieron y nunca le darán
ni la aurora más radiante ni la noche más sombría.
La
Poesía es el verbo incandescente que la crea.
Digámoslo
sin arrogancia,
más bien sobrecogidos,
y que Gustavo Adolfo, hermano mío, me perdone
desde todos los Olimpos que sin duda se merece:
podrá no haber Poetas,
en cuyo caso tampoco habrá Poesía.
VENECIA
Al
final de la calleja
plaf plaf el agua
armada de silencios
oscuros y voraces
se tragará glub tus pasos
glub bajo un puente
y serás plaf plaf uno de esos
crepúsculos que mojan plaf
los quicios de las puertas.
MAL
TIEMPO
Afuera
llueve demasiado, pero
por momentos amaina el temporal,
y entonces queda goteando sobre todo
una pertinaz melancolía.
Pronostican
para las próximas horas
silencios torrenciales
y al final de la jornada
una mudez en forma de nieve.
Serán
inútiles las precauciones
para evitar los estragos del mal tiempo,
nos comunica el meteorólogo E. M. Cioran.
MI
DISCRETO CADÁVER
Tengo
la sana costumbre,
por Feria y por Navidades,
de hacerle largas visitas
a mi discreto cadáver.
Siempre
que voy me lo encuentro
más sabio y más saludable
y disfrutando del muere
como no disfruta nadie.
Mi
cadáver atesora
una colección de tardes,
de mañanas y de noches
olvidadas u olvidables,
un
coche de medio punto,
un camino de ir por partes,
dos mediodías enteros
y un sinfín de eternidades.
Cuando
voy a visitarlo
—jamás con acompañante—
lo obsequio con un silencio
dividido en tres mitades.
Él
me regala un reloj
de minutos desechables.
Al despedirme le digo:
Never more! Y él dice: ¡Vale!
ÚKASE
POR
CUANTO
El poeta es auriga y no caballo.
POR TANTO
El poeta manso debe ser distinguido
con un delantal y un cepillo;
al poeta capón se lo azotará en una sex-shop
con un plumero;
el poeta lameculo, de derecha o de izquierda,
deberá jinetear como Lady Godiva,
repartiendo buñuelos.
NÁUFRAGO
Los
sobrevivientes somos
el óxido de los naufragios.
Soy
un hangar repleto de horizontes
con las hélices torcidas.
Los
náufragos cavamos en la arena
un agujero donde hablar con Dios.
PRETÉRITO
IMPERFECTO
Treinta
años
son una bagatela:
consultar los relojes
de la Torre Spáskaya
y la Roma Termini.
¡Por
Dios, da risa
llamarle tiempo
a treinta años
subiendo y bajando
escaleras!
Los
incesantes horizontes
y las porfiadas distancias
buscarlos en los trajes raídos
y en los zapatos viejos.
Yo
cuento treinta años
que son ahora mismo
teléfonos tachados
en mi impávida agenda.
PARQUE
DE MARÍA LUISA
Un
ángel blanco custodia
la soledad del Poeta.
Las muchachas lectoras,
de mármol reposado,
leen un libro discretamente muertas.
Junto a ellas, un ángel negro
y derribado se despierta.
Y el día,
disperso en la arboleda,
como un paseante más
nos observa y olvida.
PRESENTACIÓN
DEL POETA MUERTO
Conocidos
y desconocidos,
permítanme presentarles al Poeta Muerto.
Quienes
tengan ojos para ver
y oídos para oír
véanlo y óiganlo tripulando su discurso.
Las
palabras son la parte sin muerte en los poetas.
Por lo pronto son el tobogán de salvamento
entre su espectro y el vacío.
Los invito a palpar la carnalidad de la palabra
del Poeta Muerto,
palabra hecha con la permanencia en fuga del instante,
y a recibir el manotazo de sus preguntas,
que son planetas habitados de nuestras propias heridas.
Y al mismo tiempo los invito a distinguir
la singularidad de este hombre repartido,
a que comprueben el azimut de su mirada,
a que ocupen la sombra de sus pasiones sobre el asfalto,
a que descubran, entre ustedes, su intransferible silueta.
Él
nos aventaja en relieve
y es ya la perfección del círculo.
Atribuyo a su encarnizada lealtad a la palabra
el hecho de que su muerte despliegue
las alusiones aurorales de la Muerte en el Tarot.
Nuestro
Poeta es ahora de una forma diferente:
es como la Esfinge, que inquieta y fecunda al caminante
que se detiene y la observa.
TERRAZA
SOBRE LA PLAYA
Los
invito a un crepúsculo
en mi casa: compartan
con mi angustia la agonía
de un día que naufraga.
Puedo
asegurarlo:
no hay atardecer que pase
sin dejar su ceniza en mi terraza.
Luego
sentirán cómo respira
el mar en la negrura: de noche
su jadeo sube a tientas
de la playa.
Si
hay calima,
mi cigarrillo es Venus
de fumada en fumada.
DEL
CONSUMO DEL TIEMPO
De
las 8,760 horas
que me correspondieron
en 1995,
de
las cuales invertí 2,190
en prisas y modorras,
me
llegaron 1,083 en mal estado,
desabridas unas, ácidas las más.
De
cualquier modo fueron consumidas,
razón por la que dudo si procede
exigir una indemnización.
ANUNCIO
POR PALABRAS
Quedaré
eternamente agradecido
a quienquiera que explicarme sepa
adónde
un hombre puede regresar
que no sea a su sombra.
Asimismo
tendrá mi gratitud eterna
quienquiera que me indique
dónde puedo tomar el autobús.
TEO-AGONÍA
Cierto
es que el Hombre
creó a Dios en siete días
y desde
entonces Dios depende
enteramente de nosotros
siendo
así
la más desamparada criatura
que ojos humanos han visto.
PLEGARIA
Alabado
sea el Señor,
que sabe por qué sucede lo que sucede,
por qué no ocurre lo que no ocurre,
por qué decide lo que decide,
por qué no hace lo que debiera.
Alabado
sea el Señor,
que sabe por qué decide lo que no ocurre,
por qué sucede lo que no sabe,
por qué no sabe lo que no hace,
por qué nos debe lo que sucede.
EN
VERDAD OS DIGO
El
problema
fundamental
de las revoluciones
es igual
al de la Pureza:
ambas tienen
vocación de esfinge.
De
ahí que
Pureza y revoluciones
acaben
heraclitanamente
en la cuneta.
Pastores,
no debéis
echar al campo
las ovejas
inmortales
ni los corderos
inmutables
mientras no sea
enjaulada
la dialéctica.
Digo
yo.
PATRIA
Una
extensión de tierra,
un arco de costa, un mar,
unas casas, unas calles,
tres o cuatro ríos,
un régimen de lluvias,
un jardín, unas montañas,
algunas frustraciones
y quizás una utopía,
un guiso, una canción, un árbol,
una historia en parte emocionante,
una manera de decir las cosas,
los padres que van envejeciendo
en un patio de provincia,
acaso también unos hermanos
que completan la saga familiar,
y unos amigos...
Eso y algo más es patria
si cabe ahí la libertad.
Si no cabe, yo prefiero
morirme de distancia.
TE
ESCRIBO A LA VIEJA DIRECCIÓN
A
mi madre
Te
sigo escribiendo y tus cartas no regresan.
Querrá esto decir que están dando en el blanco?
Ninguna me han devuelto con el cuño Fallecida
o Cambió de domicilio.
Yo
te escribo
las cartas que nunca te escribí cuando sabía
dónde estabas esperando.
No sé dónde pueda estar esa mirada tuya
que ahora más que nunca apetecen mis palabras,
pero te escribo a la vieja dirección,
allí donde había humedad en las paredes,
y un cofre para las memorias,
y un espejo para los silencios,
y una puerta para tus adioses
y mis regresos.
Te
escribiré todos los días que me faltan
—que son todos los días que me sobran—
contándote esta vida que segrego entre papeles
como un caracol su baba entre las piedras.
Te
seguiré escribiendo como nunca antes lo hice,
cuando pensaba que la muerte no te conocía.
EL
CIELO QUEDA LEJOS
Cabizbajos,
repetimos
los rezos del pastor.
Huele a pastilla de menta:
alguien mastica
una pastilla de menta.
Los cirios eléctricos serán
de más o menos 20 vatios.
El féretro es hosco
como un zapato usado.
Un crepúsculo azul malva
flota moribundo
sobre la torre
del crematorio.
El humo de la torre,
blanquecino,
suave,
sube sin prisa
hacia el crepúsculo.
Sin prisa alguna.
El cielo queda lejos:
más allá del barranco,
de la costa, del hombre
más distante de nosotros
ahora mismo.
RECORTE
DE PLANTILLA
Quedan
despedidos
la sorpresa, el azoro y el asombro.
Se prescinde
de sus servicios.
Se
trata de un recorte de plantilla
por nula rentabilidad.
CONFESIÓN
En
rigor, la muerte
no cambió las cosas:
hoy, como siempre,
para poderte ver
te sueño.
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