Cyber Humanitatis, Portada
Cyber Humanitatis, Indice
Cyber Humanitatis, Otros Números
Cyber Humanitatis, Secciones
Cyber Humanitatis,  E-mail
©Sitio desarrollado por SISIB Universidad de Chile 2002
 

Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)


DIONYSUS/GER

(Es la runa de las cosechas y de los ciclos. Elemento: tierra. Árbol: hiedra. Piedra: esmeralda)

Todo el poema es la alegoría de un orgasmo que se filtra en la ambigüedad de la iniciación erótica en los misterios, la danza tántrica y subconciente de la eyaculación interna que se opone, en espejo, a la masturbación autocensurada y a la polución externa. Debo confesar que mucho de lo aquí escrito me fue develado en un Descenso a los Infiernos que viví en un chenke (cueva subterránea a la que acudían los antiguos caciques mapuches para consultar a un adivino que allí se encontraba y por lo que debían pagar con la vida de uno de sus guachitos, queridos a su servicio que los acompañaban en el descenso) en los orígenes del Bío-Bío, allí bajo el efecto embriagador del chavú -chicha sagrada de los pehuenches- fui conducido a un trance extático donde se me anunció que sólo un huentru-domo (un hombre-mujer, un hermafrodita nacido de las dos semillas de un par de ngillíu, -piñones-, como los antiguos pehuenes sagrados -araucarias en sí mismas macho y hembra-) podría salvar las tierras ancestrales en litigio con el Estado Chileno colocando una piedra en el mismo origen del río para secar las aguas y así dejar de entregarlas al winka y en lo más recóndito de las 12 mudas o estadios de la noche levantar esta piedra sutilmente para dar de beber a los pefli y lamnguen. Todo esto aguas abajo.

Porque aguas arriba se reitera el periplo circular de lo sagrado en Grecia, desde la borrachera epidémica, aristocrática y volcada hacia afuera del culto lunar de Dionysus y Orfeo; pasando por el éxtasis individual y volcado hacia adentro del culto solar de los chamanes (psicopompos, adivinos y curanderos) de Apolo, los Hiperbóreos y Pitágoras; hasta el regreso in utero, la restitución de la fecundidad colectiva y política del culto ctónico de Deméter y de la tierra (Gea/Ger).

Y llegamos a esa costa al fin
Cuando ya nadie tenía esperanza.
Llegamos de noche.
Nuestros cuerpos estaban empapados con el mar.
Nuestras almas palidecían.
Pero estábamos allí donde ningún hombre antes había estado
Éramos los primeros pero también los últimos.
Nadie llegaría después de nosotros.
El camino que habíamos abierto ya se había cerrado.
Nuestras huellas habían desaparecido en el tiempo.
Ese esclavo que habíamos subido al Argos nos lo había advertido.
Pero sus palabras fueron desoídas.
Nos reímos de él, un Dios, pensando que era un esclavo.
Él nos dijo que otros hombres habían llegado a estas tierras, a la Hiperbórea.
Habían llegado y la leyenda de su viaje se había extendido entre las gentes
Pero que su suerte había sido adversa
Que habían perdido su inmortalidad,
Y entonces supimos que eran Dioses y no sólo hombres,
Y aquí habían muerto.
Pero lo escuchamos sin darle oídos
Y no alzamos nuestras plegarias y no encendimos piras fúnebres.
Y así fue nuestra suerte adversa
No encontramos agua, ni tampoco frutos ni animales.
Creímos que moríamos pero fue tal nuestra insistencia
Que la tierra nos dio el grano y tuvimos pan para alimentar nuestros cuerpos exhaustos.
Estábamos en la tierra prometida de los Dioses, en el Paraíso Terrenal
Y bajamos nuestras odres y nos dejamos embriagar por el vino.
Entonces supimos que éramos los elegidos
Que por algún oscuro designio habíamos sido favorecidos por los Dioses
Y nos convertiríamos en los depositarios
De las almas tránsfugas de esos viajeros inmortales que aquí habían muerto hace años.
Nuestros rostros cambiaron,
Ya no fuimos nunca más los mismos.
Sufrimos la metamorfosis de los Dioses,
En un principio nuestra embriaguez no tuvo límites.
Caímos en una demencia frenética.
Fue tal nuestra soberbia que nos enfrentamos en singulares combates
Atrás quedó el sentir de hermanos
Éramos enemigos declarados
Así nuestro sueño no tuvo descanso
Y sólo la guerra nos motivaba
Atesoramos tanto odio que en poco tiempo nos pareció todo vano y despreciable.
Entonces pensamos en dejar estas costas y volver a nuestras tierras
No sabíamos que el tiempo había pasado y que ya a nadie encontraríamos.
Lo intentamos infructuosamente
Pero el Argos no pudo nunca surcar el mar pues los vientos no le fueron propicios.
Estábamos prisioneros de nuestro destino y de nuestras hazañas.
Estábamos cautivos de la monotonía de la eternidad.
Y entonces añoramos los tiempos de nuestra aventura,
Cuando la realidad se imponía a la esperanza y existía el vértigo del devenir.
Añoramos los cambios y la incertidumbre
Pero añoramos por sobre todo a la muerte.
Estábamos obsesionados con ella.
Nadie moría, ninguna vida se acababa,
Pensábamos estar confinados a este limbo
Hasta que encontramos los frutos negros de la muerte,
El árbol de la Mandrágora,
Los testículos vírgenes de Tánatos colgaban de una roca donde caía la espuma sanguínea
           del mar.
Uno a uno fuimos echándonos a la boca esa última esperanza de entrar al reino de la
           muerte,
De volver a nuestra naturaleza mortal
Combatimos la muerte con la muerte
Y morimos en paz, reconciliados,
Después de haber llegado a las tierras que están más allá de todas las tierras,
Más allá del mar, más allá de la existencia,
A las tierras que sólo los Dioses habían habitado
Y para morir fuimos entrando uno tras otro al Argos
Que se convirtió en el ataúd para enterrarnos en el mar.
Y es ya una eternidad que estamos aquí en las costas de esta tierra.
Embarcados en la nave ebria de la muerte.
Nadie ha venido, nadie ha podido dar con este camino.
Ni muertos dejamos de anhelar que alguien nos encuentre
Y así podamos traicionar a los Dioses.


 

Cuando éramos maravillosamente jóvenes.
Cuando bebíamos todo el vino que chorreaba de los senos.
Cuando nuestras mujeres estaban siempre de fiesta.
Cuando las noches duraban 69 oscuridades.
Cuando la vida no se agotaba con la muerte.

OM POM PUAM

Entonces sí creíamos en la poesía
Y éramos yoguis y yoguinis
Y hacíamos "catatonia" todo el día
Y nuestros coitos eran colectivos
-lo que otros llamaron yabyum-
Y mamábamos el licor de la guirnalda colmada de aurora, el kama-salila
Y el toro se apareaba con el cisne en una sola danza tántrica
Y se nos oía diciendo el Ananga Ranga de memoria
Y se nos veía fumando marihuana en las hojas de la Biblia desde el Génesis al Apocalipsis

Om Mani Padme Hum

Cuando la vida se repartía entre onanistas y suicidas
Cuando éramos huérfanos y nuestros padres detenidos desaparecidos
Cuando aún teníamos esa fiebre deicida
Cuando nos soñábamos haciendo el amor con nuestras madres
Y despertábamos con ellas en sus camas
Cuando nuestra proporción áurea era decir que
Un hombre es a una mujer como un hombre y una mujer son al orgasmo
Y con palabras medíamos a los hombres y con los hombres a las palabras
Cuando éramos amigos de la cábala
Y se nos acababa el sueño todavía despiertos


Bebamos y volvamos a celebrar la vida
Colgados y a punto de morir
Con la erección del ahorcado
Y los escuadrones de la muerte aflorándonos por el ano

Seamos dioses una vez más
Seamos dioses en la ebria crucifixión del espíritu
Caminemos por los ocultos derroteros que han olvidado nuestros pasos
Seamos la última danza de los dioses
Seamos el último canto de la muerte
Seamos el último movimiento en el silencio de los cuerpos
Seamos parte de la guerra entre las almas
Y tomemos partido por los condenados y deformes

Yo Soy el que Soy
Yo Soy el que Soy

Seamos dioses pero no olvidemos ser también hombres
Seamos los desnudos cuerpos bajo la luz de la muerte
Mientras los testículos caen en el influjo de la luna
Y el semen crece como la marea y se hace espuma en la sangre
Y una figura femenina surge desde el mar con estas palabras en la boca:
"Estamos en alguna memoria y en alguna parte"
Apenas la escuchamos y sabemos que nadie más podrá escucharla
Pues los dioses han callado y los hombres han dejado de oír
Nadie tiene cómo saber de nosotros
De estos viajeros ebrios y errantes
Hasta que el altar vuelva a ser de mármol blanco
Hasta que los ojos de piedra vuelvan a mirar el mar
¡El Véspero! ¡El Véspero! ¡A mitad de camino entre ella y el mar!
In coitu inluminatio
Mon chan fenisc ab dol et ab maltraire
Per totz temps mais e-1 tenh per remasut,
Quar ma razon e mon gauch ai perdut
Sólo nos queda la embriaguez
Ut ait lex
El delirio de Dionisios
Que puede ser nuestro delirio
Entonces sí volveremos a creer en la poesía
Y seremos maravillosamente jóvenes
Entonces sí que estaremos ebrios
Y nuestra borrachera será eterna


Yo Soy el que Soy
Yo Soy el que Soy
Om Mani Padme Hurn

OM POM PUAM

Nunca es oportuna una anotación en poesía: corre el riesgo de convertirse en una explicación o en una defensa del texto. Aquí no pretendo transgredir esta norma de buena costumbre. Sino que expongo una variación en prosa del poema, en donde la metáfora aparece, por así decirlo, contextualizada, como en la mente de un sicópata o de un chamán. Entonces, ofrezco el anverso y el reverso, ambas manifestaciones de la metáfora, la estructural y la semántica, ninguna agota el significado o amenaza la existencía de la otra. Por el contrario, se necesitan y se completan como dos siameses de corazón único, son el sujeto y el objeto condensado en una sola dialéctica.

 

Sitio desarrollado por SISIB - Universidad de Chile