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Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)


LAS SAGAS DEL VIENTO

"...y tu cuerpo era el único país donde me derrotaban"
Juan Gelman

Muchacha que escribes con la tinta de la guerra
No enmudezcas por la prisa de los pájaros
Mira cuánta ceniza trae el cielo
Cuántas voces resucitan de tus heridas.
No le hables de nosotros a tus muertos,
Dibuja un mapa de hojas secas
En el cuerpo de mi pesado otoño.
La vida es un breve navío de adioses y nostalgias
Y tú que fabricas huracanes para despertar a los planetas
Conoces la soledad del universo.
Fue buscando el silencio que aprendí el olvido.

Muchacha de ojos tan profundos
Como el abismo de una gota de Dios,
Sabes que el viento será sed y le devolverá al tiempo
El canto de los paisajes postergados.
Tu croquis será insurrecto cada vez que pase mis aduanas
Para inventar una palabra que talle el sueño de la luz.

Muchacha,
Miramos la misma luna errantes y embrujados
Pero a la sombra del relámpago eternos
Y vemos como los trazos de mariposas pueblan las esclusas
Que coagulan el sangrado del océano.

Muchacha,
Yo tengo fletado mi equipaje
Para morir en cada invierno
En los muelles que nacen de tu sangre.


BALADA PARA MIS JUGUETES

Como una escarcha para bautizar los sueños
Mi infancia coloreaba -en tiempos del hielo-
El alfabeto de mis juguetes
Estancados en una esquina de la vida
Bajo una carpa donde escampan al paso de los días.
Eran mis juguetes pequeños monarcas
Con quienes construía naciones imaginarias en el aire
Buscando el aullido de la noche al otro lado de una estrella
Cómplices en la construcción de rostros en las nubes
Que al rato la lluvia desbarataba.
Tan eternos y fugaces como la memoria.
Han pasado calendarios
Y se han despoblado los minutos de mi vida
Y aquellos amigos a quienes di un nombre y una historia
Ciudadanos de mi alcoba
No sobrevivieron a mis guerras.

Ahora -en tiempos del deshielo-
Cuando la infancia y la muerte
Me juegan a los dados con mis manos
Pido asilo entre mis juguetes
Aunque sea ya un extranjero
En ese país de luces y fantasmas.


JAZZ DEL POETA

El poeta transita el tiempo
En medio de negras tempestades
A las que concurren a deshoras los ausentes
Para contar las estaciones que tiene el horizonte.
Se acribillan a las flores en las calles
Evitándoles morir de muerte natural.
Sólo el poeta sabe que el tiempo
Es una cuerda de equilibrio entre la muerte y la memoria
Entre alaridos embalsamados de fantasmas
Y aleteos de lunas mutiladas.
El poeta, ángel de hielo
Que hace guardia junto al horno
En la entrada del infierno
Sin otro oficio que el de otorgar el canto
A los pájaros muertos.

A Roque Dalton


ANGEL PARA UN BLUES

Hay dos ángeles
Que me calcan la ciudad en blanco y negro.
En Trocadero 162
Suele descansar la luna en sus últimos silencios.
Tal vez se pueda uniformar la noche
Como un ejército de velas
Donde pasear la fatiga sea una misión más de los fantasmas.
Aún no se cuál es color de la nostalgia
Pero creo que es el mismo de las fogatas del alba.
Por eso dicen que en La Habana
El alba es su única estación.
Urgente escucho un blues
Para convocar a mis ángeles centinelas
Para que me escolten en el próximo equinoccio,
Para que remienden mis lágrimas de sangre,
Porque caminando por La Habana
En la última desbandada
Se convirtieron en estrellas.

A Irene y Andrea

 

ARTE POÉTICA

En los oratorios de los bares
Siempre hay un sueño
Que se pliega tras la barra.
Transitan por ellos
Viejos fantasmas
Con botellas llenas de grilletes
Para blindar los gestos del agua.
En el altar
Los poetas pueden cantar en el mismo tono de los muertos
Mientras los aprendices del incierto
Consagran la sangre del silencio.
La poesía
Convierte el silencio en asombro,
En sinfonía tocada en piano por el fuego.

 

BLUES DEL SOLITARIO

El día de la creación
Tendré Semillas tuyas entre mis manos
Y te dispersaré en el fértil territorio de cielos abolidos
O en la voz que persigue otras luces, otros fulgores.
Busca entonces la dirección de la guerra
No importa que tu ausencia sea del tamaño de la muerte
Te buscaré al otro lado de la noche
Cuando regresemos de la vida.

 

EL PRIMER DÍA DE LA NUEVA CREACIÓN

Desde mi ventana vi la tragedia del viento,
La puesta en escena del infierno arrojado
Con el bullicio de otros siglos,
La insurrección de los pájaros
Que huyeron con los colores de los trópicos
Y el inventario de exilios que hizo día tras día
Mi enemigo, el corazón.

Observé la abadía del espíritu,
La tierra como mi propia soledad
Donde descansaron los guerreros vencidos
Con Dios la noche en que lo derrotó el tiempo.

Vi a través de mi ventana las aguas azules de la palabra,
La capital de un huracán habitada por la miseria de los días,
Los mendigos que custodiaron mi dolor,
Y las migajas de lágrimas que envejecieron en mis bolsillos.

Y contemplé el paisaje que alojó a Dios con su rostro baldío
Cuando nos expulsó con sellos en la piel
Para reconocernos después de la masacre.

 

LA CASA DEL VIENTO

Busco mis muertos diluidos por el tiempo,
Solitarios que deambulan por mi casa, por mi vida
Vistiendo un viejo musgo.
Busco mis muertos que desterrados olvidan las palabras
A esta hora en que desciende la nostalgia
Para viajar por las venas de la memoria.

Son estos mis muertos que habitan la casa del viento
Esos mismos que juegan en las fotos con algunos personajes,
Que hoy conversan con las raíces de los árboles
E indagan por la memoria de la tierra.

Ya mi vida no es un parque de diversiones
A las máquinas enmohecidas bajo la potestad del viento
Les ha crecido hojarasca.
Mi corazón parece un hospital
Que recibe heridos en su sala de urgencias
Y los amigos que han zarpado
Siguen dando vueltas en el inmenso carrusel
Con los desaparecidos que caen sin vértigo de la montaña rusa.
Como se parecen tus huesos a los sueños en esa casa del viento
En el hangar donde
Reparan algunos payasos y maromeros mutilados
En esa casa que cada día se parece más a esta otra demolición
Que es mi vida.

I La casa del viento | II Presentación de Mario Rivero | Versión Completa para imprimir

 

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