Cyber Humanitatis, Portada
Cyber Humanitatis, Indice
Cyber Humanitatis, Otros Números
Cyber Humanitatis, Secciones
Cyber Humanitatis,  E-mail
©Sitio desarrollado por SISIB Universidad de Chile 2002
 

Cyber Humanitatis, Nº 20 (Primavera 2001)


Especial Revista de revistas: dos revistas del Perú
More ferarum Índice Nº 2

PEQUEÑOS TRATADOS

PASCAL QUIGNARD ha nacido en Verneuil, en el año de 1948. Es lector de la Editorial Gallimard. Dedicado a la filosofía y a la literatura, es un profundo conocedor de la cultura latina. Parte de su numerosa producción la forman Le lecteur, Sang, Petit Traités, La parole de la délie.

En Lima circulan La razón y Las tablillas de boj en una traducción de Rodrigo Quijano publicada por ediciones El Santo Oficio en 1997. La razón apareció anteriormente en la revista Hueso Húmero.

Estos fragmentos han sido tomados del volumen Petit Traités II, editado por Gallimard en 1997. La traducción estuvo a cargo de Lourdes Valdivia.

A cada momento creemos poder exorcizar un pensamiento pensándolo. No se exorciza un pensamiento pensándolo.

del Tratado XXXI

Él decía: "Incende quod adorasti"
(Incendia aquello que adoras)
Pero incendiar y adorar es lo mismo.

del Tratado LII

Todas las mariposas son de los muertos. Es así como los Romanos las concebían. Todos los rayos del sol en las ramas -por poco que el viento las anime- son mariposas. Todos los rayos del sol son de los muertos.

del Tratado XLIII

Es sorprendente que un individuo se adueñe de un pequeño paquete de páginas impresas.

Es remarcable que acepte sin ninguna molestia, el punto de vista de otro individuo. Es curioso -pero difícilmente concebible- que se haga responsable de justificar, en la lectura,

1. El empleo unilateral de una lengua (y por así decirlo, un empleo cerrado en sí mismo, y que el autor mismo ha abandonado)

2. El uso de un código que jamás es claramente elucidado, ni jamás completamente domado, y cuyas leyes no sufren nunca la discusión con él.

En nuestra lengua lo denominamos lector.

del Tratado XXVI

Él está cerca de la ventana. Está parado, el rostro casi difuminado en la luz. La luz no satura su forma pero la excede. En el silencio el rostro se engulle o mejor dicho, por mucha desnudez se disgrega en aspectos y en blancura inasignables y en desorden. Cara que se decolora. Ella no se expande: desborda en la sombra y el silencio. Claridad errante. Que parece infinitamente deleble.

Así como el agua fluye sobre el cuerpo que parte del mar, así el silencio fluye sobre el rostro del taciturno y lo hace desaparecer en una desnudez cada vez más difícilmente visible. Ella lo desordena en una especie de avanzada intensa.

del Tratado XXXIII

Índice

 

Sitio desarrollado por SISIB - Universidad de Chile