Especial
Revista de revistas: dos revistas del Perú
More ferarum Índice Nº 2
PEQUEÑOS
TRATADOS
PASCAL
QUIGNARD ha nacido en Verneuil, en el año de 1948. Es lector
de la Editorial Gallimard. Dedicado a la filosofía y a la
literatura, es un profundo conocedor de la cultura latina. Parte
de su numerosa producción la forman Le lecteur, Sang, Petit
Traités, La parole de la délie.
En
Lima circulan La razón y Las tablillas de boj en una traducción
de Rodrigo Quijano publicada por ediciones El Santo Oficio en 1997.
La razón apareció anteriormente en la revista Hueso
Húmero.
Estos
fragmentos han sido tomados del volumen Petit Traités II,
editado por Gallimard en 1997. La traducción estuvo a cargo
de Lourdes Valdivia.
A cada
momento creemos poder exorcizar un pensamiento pensándolo.
No se exorciza un pensamiento pensándolo.
del
Tratado XXXI
Él
decía: "Incende quod adorasti"
(Incendia aquello que adoras)
Pero incendiar y adorar es lo mismo.
del
Tratado LII
Todas
las mariposas son de los muertos. Es así como los Romanos
las concebían. Todos los rayos del sol en las ramas -por
poco que el viento las anime- son mariposas. Todos los rayos del
sol son de los muertos.
del
Tratado XLIII
Es
sorprendente que un individuo se adueñe de un pequeño
paquete de páginas impresas.
Es
remarcable que acepte sin ninguna molestia, el punto de vista de
otro individuo. Es curioso -pero difícilmente concebible-
que se haga responsable de justificar, en la lectura,
1.
El empleo unilateral de una lengua (y por así decirlo, un
empleo cerrado en sí mismo, y que el autor mismo ha abandonado)
2.
El uso de un código que jamás es claramente elucidado,
ni jamás completamente domado, y cuyas leyes no sufren nunca
la discusión con él.
En
nuestra lengua lo denominamos lector.
del
Tratado XXVI
Él
está cerca de la ventana. Está parado, el rostro casi
difuminado en la luz. La luz no satura su forma pero la excede.
En el silencio el rostro se engulle o mejor dicho, por mucha desnudez
se disgrega en aspectos y en blancura inasignables y en desorden.
Cara que se decolora. Ella no se expande: desborda en la sombra
y el silencio. Claridad errante. Que parece infinitamente deleble.
Así
como el agua fluye sobre el cuerpo que parte del mar, así
el silencio fluye sobre el rostro del taciturno y lo hace desaparecer
en una desnudez cada vez más difícilmente visible.
Ella lo desordena en una especie de avanzada intensa.
del
Tratado XXXIII
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