Especial Revista de revistas: dos revistas del Perú
More ferarum Índice Nº 2

El hombre todavía puede escuchar a través de las paredes los cascos de las ánimas a su alrededor. Puede percibir no el cambio sino tan sólo el inevitable discurrir de un tiempo hecho arena entre sus manos y que concibe, indefenso, al observar su cuerpo desnudo: la representación grandilocuente de la Historia hecha discurso orgánico.

El Hombre apuesta por voces con o sin nombre que entiendan como él las posibilidades que reaparecen con aquel examen de su cuerpo, el cuerpo hecho de signos.

Encuentra también tratados, poéticas; admira y pretende las AGUAS donde florecen estos fundadores de lenguas, permanece quieto esperando escuchar el eco natural de quienes son sus iguales.

Busca, casi como sofista, una vestimenta nueva para aquel discurso acerca de su condena dérmica: lo literario. Un discurso preocupado primero por cada una de sus costuras o acabados y luego por la piel que está destinado a proteger. Un discurso crítico que se percate del engaño del lenguaje -la imposibilidad de aprehender lo real-, de la falacia de lo objetivo y de su propia perversión.

Ese es el territorio del hombre, una vulgar metonimia, posiblemente.

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