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Alexandra Barrientos

MI HOMENAJE A UNAMUJER EXTRAORDINARIA

Por Horacio Marotta

(Nota: Este texto recoge las palabras con que el periodista Horacio Marotta despi-

dió los restos de Alexandra Barrientos, el 15 de agosto de 2013)

Antes de leer esto queme salió del alma y escribí anoche hasta lama-

drugada, quiero pedirles disculpas… Se supondría que como colega,

periodista, tendría que haber hecho una semblanza o un recuerdo

de la vida profesional de la Alexa, que realmente fue muy meritoria,

importante y agregaría brillante, privilegiomío de haber compartido

gran parte de esa carrera en Chile y en Suecia…

Sin embargo decidí contar historias personales, un cuento, una no-

vela, que retrata más profundamente lo que fue ella, precursora, va-

liente, única…

Alexandra, Cuqui, Mono, Lali, mujer total e irrecuperable, te fuiste

así repentina e inesperadamente…

Pero no te has ido, no te irás nunca de nuestro recuerdo y nues-

tros corazones.

Es verdad que la pena y el dolor hoy son enormes porque tu pérdida

es irreparable y te vamos a echar de menos, al menos yo, y sé que

muchos más, mientras vivamos…

Vivirás en nuestros recuerdos, tantos recuerdos, tantas historias,

tantos años, tantos triunfos, tantas derrotas, tantos mundos, tantas

ilusiones, tantas luchas, tantas causas, todas justas e importantes, to-

das honestas a concho, todas sentidas y vividas a concho.

Cuando te conocí, teníamos la vida entera por delante y era lo único

que teníamos, la vida por delante, las esperanzas, los sueños de gloria,

las ganas, la juventud, la irresponsable juventud, las irresponsables ga-

nas, los anhelos de plenitud, las contradicciones telúricas, los miedos.

Circulábamos precariamente, sin saberlo, por la hoja de la navaja,

estábamos atados por mil cosas a un pasado que se deshacía en giro-

nes, que se caía a pedazos.

Intuíamos que éramos pioneros, que estábamos inventando cami-

nos al andar, con miedos.

Nos pesaban la familia, las tradiciones, la educación, nos atraía la

ruptura, lo nuevo que no sabíamos muy bien lo que era, igual quería-

mos cambiarlo todo, crecíamos sobre un volcán a punto de entrar en