DESMARCADAS DEL MERCADO

(Escritoras jóvenes se encuentran en 1998)

Soledad Bianchi

Leí con atención los escritos de las catorce convocadas para este Encuentro, mas previo a señalarlos, señalando -muy tentativamente- algunas marcas que me parece que los marcan, quisiera mostrar otras notas, más del contexto que de los textos (pero, me pregunto, ¿pueden éstos separarse?).

Me refiero, pues, a marcas que arman un marco, un cuadro, un circuito, una escena. Y empiezo por alegrarme que hayan llamado a un Encuentro, no a un Seminario, un Coloquio, unas Lecturas, un Congreso... Porque un Encuentro es hallazgo, es descubrimiento, es invención, es reunirse. Porque en esta sociedad de competencias y rivalidades, llamar a un Encuentro es dar con y, a pesar que esta palabra -encuentro- viene del latín contra (que significa eso mismo, pero también hacia), dar con es oír, escuchar, conocer(se), así, atentamente y sin ruidos, en este país de ruidos neoliberales, de palabrerío triunfalista, de interferencias en el medio ambiente, de contaminaciones consumistas, de prejuicios numerosos, de rigideces, disparidades, injusticias, inmediatismos, desprecios, apresuramientos...

Y en el diccionario, Encuentro significa, asimismo, tanto coincidencia como oposición, es decir, que -en él- no se anulan las discusiones, se rescatan y se respetan las diferencias, se disiente. Importante me resulta, entonces, que el disentimiento, el disenso con sentido exista en estas tierras de tan encomiado y avallasador consenso, mal entendido -pienso yo- pues quienes lo pregonan intentan borrar las aristas de la diversidad y la heterogeneidad para convenir (y premiar) una semejanza fofa e insípida.

No, no me estoy yendo por las ramas, y me re-encuentro con las rimas (poco frecuentes, es cierto), con los versos y las prosas de este Encuentro pues en los escritos de las autoras que aquí se encuentran evidencio una variedad que, en ocasiones, puede marcar hasta los textos mismos, en su interior, en una pluralidad intertextual. Y en el encuentro de ellos distingo otro gesto interesante por complejo y complejizador al notar un deseo inicial de quebrar unidades genéricas por la unión de narraciones y poemas, de narradoras y poetas. Finalmente, esta opción no hace más que reconocer que, en la escritura actual, los géneros literarios en "estado puro" (?) son cada vez menos fáciles de encontrar (pero, )tendrá sentido buscarlos?)... Esta opción -decía- no hace más que ratificar que, en la escritura del presente, es dificultoso hallar géneros literarios "puros" (?), y que las mezclas, fusiones, confusiones e hibridismos pueden (per)turbar, pero enriquecen... Como enriquecedor me resultó leer, sin separaciones, los escritos. No obstante, este ademán de la(s) recopiladora(s), enfocado desde otro ángulo, podría considerarse ambiguo pues parecería unificar, homogeneizar, borrar diferencias, justo cuando yo estaba elogiando lo contrario, sin embargo no creo contradecirme ya que si desplazamos la vista hacia el comercio, hacia el mercado, hacia la industria editorial, se hace patente una verdadera obsesión por la nitidez clasificatoria, y ya ni siquiera extraña que sean pocas las editoriales que publiquen poesía o que ningún poemario ocupe algún lugar -por secundario que sea- en un listado de los libros más vendidos. Se dice que hace mucho que el mercado optó por la novela, pero no es así porque negocio es sinónimo solamente de cierto tipo de novela, y para muestra: el mini-boom de la llamada "nueva narrativa chilena", etiqueta comercial que, además, a pesar de bautizarse "narrativa" excluye crónicas (las de Lemebel, por ejemplo, no así las de Totó Romero) y casi no considera los cuentos, perseguidos por el estigma del "no se venden". Esta simplificación, tan notoria para el mercado, y tan poco visible en la práctica escritural, es la que percibo que ustedes contaminan al reunir poesía y prosa.

Sigo con el contexto cuando enfoco el lugar donde se realiza este Encuentro. Reparando en él, hay quienes podrán decir que ustedes ya se institucionalizaron, que expresarse en y desde la universidad -la Universidad de Chile, en particular- es oficializarse, etc. Por mi parte, además de alegrarme que hayan elegido encontrarse en la Facultad de Filosofía y Humanidades porque yo soy de aquí, así como varias de las escritoras presentes, y de no creer que existan territorios o terrenos neutros, veo esta preferencia como un guiño por las particularidades de esta Facultad, y me explico. Somos, sin duda, un centro de estudios que por sus especializaciones va contra la corriente y contra las modas actuales. En este lugar se "trabaja" con valores que, por no transarse en la Bolsa, hoy son considerados poco rentables, sin reparar que son básicos para la formación de un ser humano reflexivo y crítico. La lectura, la memoria, el lenguaje, la tradición, la escritura, el pensamiento, el diálogo, son ámbitos que aquí se estudian, se practican y nos dan pistas para entendernos, entender nuestra realidad y enfocarnos hacia el futuro. Tan cuestionadora es esta Facultad que sus estudiantes fueron los iniciadores de todo el proceso de debates que, desde hace un año, (con)mueve a la Universidad de Chile. Luego, ustedes, escritoras, ni pasivas ni conformistas ni sumisas, encontraron en la Facultad de Filosofía y Humanidades un alero natural donde -estoy segura- la Decana sólo les pidió invertir en acciones literarias y artísticas, y no por intelectuales, poco placenteras.

Situándome en otra arista, debería, quizá, preguntarme dónde se ubican ustedes y desde dónde "hablan" o, mejor dicho, desde dónde escriben, y yo las pensaría consecutivas -que no seguidoras- de poetas y narradores como: Malú Urriola, Eugenia Prado, Víctor Hugo Díaz, Jesús Sepúlveda, Guadalupe Santa Cruz, Sergio Parra o Nadia Prado; y las acercaría a Alejandra Costamagna, Lina Meruane, Alejandro Zambra, Francisco Conejera, Germán Carrasco, Kurt Folch, Lucía de la Maza o Antonio Silva, y otros y otras que ya comienzan. Y aclaro que voluntariamente no quise mencionar sólo a mujeres pues entiendo la actitud de ahora como una estrategia necesaria para presentarse, conocerse, oírse y hacerse oír, antes de otro pronto Encuentro todavía más plural y concurrido.

Termino reconociendo que no (me) sería sencillo atribuir un único rasgo que definiera o aunara los escritos de ustedes, mas tampoco lo creo necesario pues, como dije, prefiero distinguir que encubrir. Podría referirme a la poca fijeza, a la movilidad, al fragmentarismo de muchos textos; a una suerte de estética de la fealdad, de lo inhabitual o lo imprevisto, pariente, tal vez, del surrealismo, en otros; al gusto por la violencia, a la ausencia de causalidades, a la incertidumbre constante; a la poca presencia de paisajes naturales no citadinos; a ciertas inversiones de las voces o en los asuntos, y sería posible seguir, y seguir, pero son ustedes quienes deben expresarse para mostrarnos con sus escritos que -como dijo María Luisa Bemberg-: "uno es tan joven como sus sueños".

Santiago, junio de 1998.

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