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Fuegos en el Filo y Contrafilo del Milenio

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En el borde del siglo ( y del milenio) la poesía aún conserva su patrimonio intacto: memorias, testimonio, deslumbramiento, belleza, lenguaje, melodía, ficción, sueño, ritmo, inquisición, diálogo, denuncia. Aún fluye entre la locura insomne de los amargos relojes... Aún gravita en medio del naufragio frívolo de espejos y espejismos. La poesía sobrevive, pulsa, acusa, convence y conmueve. La poesía desgarrada grita sabiendo que su espacio habrá de ser siempre indispensable entre aquellos que se cuestionan y cuestionan la existencia que les ha tocado vivir. Que esa inmensa minoría la reclama ante la sombra de un mundo que cree en la fiesta atroz del sinsentido, que se hipnotiza con los cantos de sirenas que no son sino sordas llamadas del vacío... que agoniza en su ceguera estéril de un progreso que no avanza y de una evolución que, a todas luces, marca el regreso a la barbarie.

La poesía entona el canto y estremece: despierta ante el destello de los truenos, aviva el mar que nunca cesa, serena el crepitar de las raíces, desnuda al viento inquieto en del delirio. Como una gota en la primera lluvia del invierno, anuncia la esperanza del retorno, observa emocionada hacia el futuro, ensaya arquitecturas imposibles.

Del mismo modo ocho poetas chilenos - de diversas promociones y tendencias - se asoman al umbral de otro milenio con la fuerza del lenguaje que no transa, con la sabia observación de quien descubre el prodigio del secreto y la esperanza.

El lector descubrirá la llama, el fuego que no cesa en las palabras, reunirá las claves de estas voces que proponen su urgente y vivo canto necesario en los últimos minutos de un milenio: en los primeros segundos de otro siglo, en el ancho horizonte que ya invita a poblar de belleza y de preguntas el paisaje que aun no existe y nos reclama.

Andrés Morales

Presidente de la Asociación
Iberoamericana de Escritores

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