Inauguración del Primer Encuentro Nacional de Escritoras Jóvenes

Lucía Invernizzi

Mi lectura de los textos de las jóvenes escritoras que participan en este Primer Encuentro Nacional se instala en un contexto conformado por otras lecturas y experiencias que me patentizan algunos aspectos de lo que podríamos llamar "el estado actual de nuestra cultura".

Leo los poemas y las narraciones de las jóvenes escritoras en medio de una atmósfera enfervorizada por el fútbol, donde literalmente todo el país pende de una pantalla de televisor en la ansiosa expectativa de que un grupo de once hombres y una pelota permita acceder aunque sea un poquito y por algunos instantes a lo menos a la ansiada cumbre del éxito, de ese triunfo tan deseable predicado por las voces del mercado y la publicidad, y, a la vez, tan esquivo en la común experiencia cotidiana. Participar en la gloria y el júbilo de un triunfo deportivo -como sea, festejando como tal resultados que son meros empates- para sentir que en algo al menos hemos ganado- y así aliviar o no advertir aunque sea por unos instantes, las múltiples miserias cotidianas, para soslayar o aplazar el momento en que tengamos que hacernos cargo de los problemas habituales y de los que vendrán; por ejemplo, los ya anticipados por los signos del desmoronamiento de las economías asiáticas, incluido el coloso japonés, que parece ser no sólo esa noticia que hoy apenas se entrevé tras la catarata informativa mundialista, sino el colapso de un sistema inhumano y perverso que a todos condiciona pues en este mundo global, como alguien ha dicho, "la mariposa que bate sus alas en la India provoca una tormenta en el Caribe".

Leo los poemas y las narraciones de las jóvenes escritoras contrastándolos con la palabra banal, superficial, chabacana y frívola que me llegan desde los programas top, del más alto rating, de nuestra televisión dedicada por estos días casi con total exclusividad a comentar el Mundial de Fútbol y a compartir esa "decisiva" experiencia con millones de cautivos televidentes.

Leo los textos de las jóvenes escritoras confrontándolos también con el informe Pnud que registra grados y niveles de infelicidad y habla de los temores, angustias, preocupaciones de los habitantes del país jaguar y contrastándolos también con los resultados de un estudio realizado sobre una muestra amplia de mujeres chilenas de diferentes edades que ofrece indicadores cuantitativos y porcentaje superiores de insatisfacciones en el orden de la sexualidad, de lo laboral, de la articulación en la familia y en las relaciones intergeneracionales, en su capacidad de entretenerse y disfrutar de otras dimensiones de la vida que no sean comprar, recorrer moles, ver televisión la tarde del domingo, a veces, compartir un café o una comida con amigos. Un estudio que registra también las fuertes contradicciones con que se plantea la mujer debatiéndose entre su repudio a un sistema y formas de vida que amenazan sus precarios equilibrios y estabilidad y, por otra parte, concediendo al sistema, entregándose al consumo, a la ansiosa búsqueda de las cosas con que la publicidad y el mercado le tientan como promesas de felicidad, belleza, eterna juventud, atractivo y fascinación.

Leo también los textos poéticos y narrativos de las jóvenes escritoras relacionándolos con textos de algunos de los pocos intelectuales chilenos que interrogan, cuestionan, procuran hacer conciencia, critican, advierten acerca de procesos como el de la globalización que a todos nos involucra, del que tanto se habla y tan poco se entiende qué sea y que consecuencias atrae o implica. Me rondan palabras como las de Agustín Squella que refiere a este proceso que se empieza a vivir con una mezcla de "asombro, fascinación y temor" y del que es posible señalar que tiene que ver con el hecho de expandir y uniformar aspiraciones humanas al modo casi de una "conflagración" tan real como silenciosa, que quiere sustituir el apego a las tradiciones sustentadas en los "léxicos locales" por la aceptación de un destino común y promisorio que estaría apoyado en una nueva representación del mundo en la que los actores se multiplican y diversifican hasta dejar al Estado-nación apenas como una figura más dentro de una pieza que es demasiado temprano aún para calificar de comedia, drama, tragedia; un proceso que reduce los grises, agudiza las diferencias entre los que tienen y los que no tienen, que afecta -e incluso ha producido ya sus víctimas- a lo humano en todas sus dimensiones y sobre el cual, sin embargo, no se ha proyectado la mirada ética, imprescindible para la orientación, conducción y control del proceso. Para finalizar formulando esta inquietante pregunta: "Agotadas las utopías, según gusta decirse, o sea impedidos ya de soñar con libertad el futuro, y repudiadas asimismo las nostalgias, esto es, impedidos de valorar el pasado ¿será acaso la globalización y su asombrosa y a la vez perecedera instantaneidad la única compañera del ser humano al traspasar el arco de un nuevo milenio?

Y sobre la instantaneidad de la cultura de la imagen en que estamos inmersos, estas palabras de Martín Hopenhayn: "Todo va hacia la pantalla. La calle sobra cuando la simulación es infinita e infinitamente recreable. La técnica avanza casi tan rápido como el cerebro muda sus representaciones: de la televisión al video, del video al cable, del cable al Nintendo; de allí a los juegos del computador, luego al CDROM, de allí al visor tridimensional y, finalmente, el cuerpo entero metido en las imágenes virtuales. ¿Quién quiere detenerse en un crepúsculo, en la contracción de un rostro o en la ondulación de las espigas expuestas al viento? ¡Qué aburrido mirar lo visto, quedarse atrás, masticar un mismo producto por más de lo que guiña el ojo! Todo marcha hacia el zapping, el nomadismo en el ojo, en el dedo que digita o cambia de canal, en la concavidad del cerebro que registra".

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Y ha sido justamente contemplando un crepúsculo soberbio frente a un mar embravecido que estalla entre las rocas, cuando he terminado de leer los textos que se expondrán en este Encuentro; ellos, los textos, el crepúsculo magnífico y el mar estallando en las rocas morigeran ese ya familiar sentimiento de malestar en el que se entremezclan irritaciones y desolación por el dominante estado actual de la cultura nuestra porque los textos, el crepúsculo, el mar dan acceso a la experiencia de miradas y palabras -no nómadas y en zapping permanente-, sino de miradas y palabras detenidas sobre la realidad, indagando, intentando penetrarla en sus zonas profundas, construyendo o intentando capturar los sentidos que se escaparán siempre al ojo y la palabra nómadas que sólo rozan la superficie de las cosas: intentando afirmar esa identidad en proceso, frágil, constreñida y amenazada por tantos poderes, resistentes a ellos en búsqueda permanente de traspasar los límites a través de una palabra, de una creación de lenguaje que reitera una y otra vez ese "yo" que es el primer signo con el que se abre la selección de textos que nos ofrecen las jóvenes escritoras: yo represa, yo voy siendo minuciosamente un círculo y por supuesto, yo miraré constantemente la parte interior del círculo; yo no soy la moderna o tal vez lo soy; yo no tengo amores, son mazorcas que se desgranan; he perseguido algo verdadero toda la noche, algo auténticamente verdadero y no lo he hallado; Soy la Sibila de Cumas la que "ha visto desaparecer lo conocido y conocer lo que será desaparecido, no me preguntes entonces ¡niños malcriados! que es lo que deseo, pues lo único que siempre oiréis será: Morir, morir; no soy cigüeña del mundo, de mi mano brotan abejas, elixir de cielos; diva que canta que no sueña con el cuerpo azul del lombardo...! yo no soy la que se pierde tan pronto como se la encuentra! el amor en mí no se toca, se escribe; yo no soy la piadosa con los hombres de poca fe, no intercambio los calzones con nadie; en el mar de los placeres de corta duración, soy la expresión de lo que pienso.

Plurales facetas, dimensiones, rostros de un yo que se expresa mediante una palabra que es "viga donde posan su alma los muertos, el verbo una cornisa en movimiento y mi oscura vitalidad el camino que no cesa"; una palabra y una conciencia que si bien advierten que "todo es pasajero, (es) siempre propenso a perdurar como el océano que se adentra en las profundidades del que mira"; palabra y conciencia que se resisten a las mil formas de la enajenación y a la acción destructiva de múltiples poderes amenazantes y propone y convoca a fundar un "país de pieles, azoteas y naufragios, fúndalo para que calcen tus pies el cosquilleo de las estrellas...alimenta tu país y da posada al sediento y al vacío con la vastedad de tu propio cuerpo; siempre estarán brotando recodos desconocidos, gestos de hambre y jirones interrogando la permanencia de cada segundo, de cada certeza, de cada caricia.

Creación de estas jóvenes escritoras que, con sus textos, con su quehacer, con la trayectoria recorrida que, a pesar de lo breve en el tiempo, ya exhibe muy estimables y valiosas producciones, nos ofrecen la contrapartida de esa cultura globalizada y mediática, alentando la esperanza de que no será, no puede ser: que sólo la perecedera instantaneidad sea la compañera del ser humano al traspasar el arco de un nuevo milenio; ni la pantalla y el zapping las dominantes de una experiencia humana que tras el esplendor y brillo de las imágenes que los medios le ofrecen no pueda, sin embargo, ocultar sus profundas infelicidades, angustias y frustraciones.

Estos textos, la creación artística en general, la reflexión, el pensamiento crítico, la práctica sostenida y persistente de esos quehaceres contribuirán a la construcción de los mundos más humanos y mejores a los que aspiramos. Como en ello radica una dimensión fundamental de la misión de una Facultad de Filosofía y Humanidades, y de esta de la Universidad de Chile, muy especialmente, ella las acoge a ustedes, jóvenes escritoras chilenas representativas de la variedad de la producción literaria de las nuevas escritoras de nuestro país, con mucho afecto, reconocimiento y admiración por su trabajo; se complace de patrocinar este Primer Encuentro Nacional que hoy inauguramos agradeciendo a todos su presencia que brindará la oportunidad de conocer una producción literaria que es realidad de presente y a la vez promesa y esperanza renovadora de futuro.

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