Escritoras jóvenes (Poetas)

Alejandra del Río nace en Santiago en 1972. En 1994 obtuvo el primer premio en el "Concurso de Poesía para Obras Inéditas" convocado por el Departamento Técnico de Investigación de la Universidad de Chile. El mismo año publica su primer libro Yo Cactus. Desde entonces ha escrito el libro Escrito en Braille, poemario ganador del premio Eusebio Lillo próximo a aparecer en Editorial Lom. Actualmente trabaja en Material Mente Diario.


Rutina de Presencia

Lo trabajoso de cada día
desarmarse en el lecho
volver a armarse y desarmarse
en la piel de una oruga citadina,
por si acaso tener a mano las plegarias de la infancia
las plegarias que se azotaban contra la ventana durante el invierno
no sé si por la insoportable transparencia de esa ventana
o tal vez sería el delirio de la mente
situando la carne bajo la lluvia
bajo los ojivales en donde el sol da de costado.
El trabajo de cada día
coserse a la estampa de las cosas
porque se debe
porque ya se debe todo al destino
y hasta la propia imagen sirve de adorno en la totalidad,
como coserse y a la vez dejarse huacho
tirado esperando en el fondo de un canasto.
 

Actuación y Desvanecimiento
He perseguido algo verdadero toda la noche
algo auténticamente verdadero toda la noche y no lo he hallado.
He visto la mueca pero no habló la boca ventrílocua
ni la boca mostrando los dientes.
He pensado: he aquí el hombre que no sabe de sí mismo
he aquí su pequeñez reflejada en la alegría
en la ínfima alegría efluvio del alcohol
y no actúa porque no sabe nada de sí mismo.
Nada hay en realidad en los espejos que lo imite
todo afuera es distinto esencialmente distinto al adentro
y he aquí el relato mismo de las cosas
como sentencia pero a la vez solo atisbo
solo husmeo en el alma infartada,
y voy dejando señales
miguitas que brillarán en el negro bosque de la noche.
bsp;

Selección de su libro Material Mente Diario, inédito

 

Lo hago de manera que parezca real

Syivia Plath

Otra vez ha sucedido
pronto te graduarás de desdichada
provocas tú el despojo de todo cuanto hay
porque nada te descubre y tú descubres tarde lo real lo que en las cosas está sucediendo
mientras tú rodeas sus contornos
jamás esas profundidades de abisal maldad
fueron atisbadas por tu imaginación
te disgregaste tanto que no advertiste que el otro no te contenía
ni siquiera pudo recibirte
se hizo a un lado para observar el ruido de la caída su propia maniobra para evitarla
Qué sacas ahora con decir "Renuncio"
él verbo no es la cosa ni mucho menos el sentimiento
Qué sacas con decir "No puedo más"
la negación es imposible de llevar a cabo en el corazón
Qué sacas con decir "Me desmorono"
la palabra no te consolará
Ahora intenta consolarte:
¡atadas están sus míseras muñecas
para la entrega sin demora de lo propio unido!
atadas sus manos que no podrán tallar de la boca más profunda
tú sabes que la boca del pozo intimida
y no será él quien te dé una alegría desde arriba
Admítelo
sólo allá abajo encuentras regocijo
sólo en la tiniebla húmeda del fondo estás protegida
es inútil permitirte un minuto para escalar por las paredes y asomarte
un poco de costado a la claridad
Pero en lo oscuro eres una luz pequeña
un punto de luna herido por ser niña
 

¡HAY UNA NIÑA EN UN POZO!

Una línea corta el horizonte en dos.
No es necesario que alguien diga uno y otro lado
ya la niña se ha puesto a lamer la huella
y a confundir con sus saltos y sus vítores y su ahínco
las distintas lunas del espejo.
Una línea divide el horizonte en dos.
La niña sigue el paso del conejo y bebe del pozo
como quien bebe de su propia caída.
Una línea fija el horizonte en dos.
Dentro de la línea una niña cae y cae preguntándose a viva voz
la duración de su caída.
No causará extrañeza el llanto de la niña cuando tope fondo
-pero no topa fondo-
y no será raro tampoco que el horizonte recupere su unidad
si la niña lograra mirarse en lo hondo de su llanto.
Pero la caída trae como consecuencia
anverso y reverso de un único horizonte.
Sólo el decapitado sobrevive
Sólo sobrevivirán los estragos de mi cuerpo
la cabeza sola no habla
la cabeza separada no piensa
la cabeza mirando el hueco no siente
el sentimiento sin cabeza no duele
el dolor en el cuerpo no se acostumbra
no siembra sus temores
sólo el decapitado sobrevive
a la guillotina amnésica del tiempo
descansará la mente si abandona a la cabeza
cubierta por un lienzo ella se martirizará callada
libre por fin el cuerpo verá reconstituirse los tejidos
que fueron pasto para la voracidad
de la cabeza propia
la de los otros aún más voraz
anida a duras penas sobre los hombros.

 
El colgado del Tarot

Es la tarde esquiva del corazón
soplo para alejar el halo negro que tienen las cosas
cada cosa descrita en mi mente como posible de combustión
como posible de arañazo y viruta directa al ojo.
Cuelgo del pie y del árbol que está a punto de ceder
pronto estaré por fin reposando sobre la hierba
sobre las flores secas y las hormigas de la sequía.
Pacerán sobre mí los animales hambrientos
como lo han hecho hasta ahora los hombres.
Y el mundo, que sólo era vertical,
seguirá siéndolo
pues no podrás zafar
de la caída
aunque lo anheles.
Tarde desatendida de mí
creo que ya tengo tu corazón en mis manos
como el molusco de la zona abisal
apegado a la luz que el submarino emite.

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